martes, 26 de octubre de 2010

Crisis de la vida religiosa: autosecularización

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Se ha publicado en L’Osservatore Romano un artículo del Arzobispo Jean Louis Brugués O.P., Secretario de la Congregación para la Educación Católica, en el cual realiza un análisis muy realista de la actual secularización y crisis de la vida religiosa. Ofrecemos nuestra traducción en español.


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La vida religiosa se encuentra sometida actualmente a notables presiones. En particular, pienso que merecen atención dos tipos de condicionamientos. El primero concierne a la secularización. Un fenómeno histórico nacido en Francia a mitad del siglo XVIII, que ha terminado por embestir todas las sociedades que querían entrar en la modernidad. También la apertura al mundo, justamente proclamada por el concilio Vaticano II, ha sido interpretada, bajo la presión de las ideologías del momento, como un pasaje necesario a la secularización. Y de hecho, en los últimos cincuenta años, hemos asistido a una formidable iniciativa de autosecularización dentro de la Iglesia. Los ejemplos no faltan: los cristianos están prontos a comprometerse al servicio de la paz, de la justicia y de las causas humanitarias, ¿pero creen aún en la vida eterna? Nuestras Iglesias han puesto en acto un inmenso esfuerzo por renovar la catequesis, ¿pero esta misma catequesis habla todavía de la escatología, de la vida después de la muerte? Nuestras Iglesias se han comprometido en la mayor parte de los debates éticos del momento, ¿pero discuten sobre el pecado, la gracia y las virtudes teologales? Nuestras Iglesias han recurrido a lo mejor del propio ingenio para mejorar la participación de los fieles en la liturgia, ¿pero no ha perdido ésta última, en gran parte, el sentido de lo sagrado, aquel gusto de eternidad? Nuestra generación, tal vez sin darse cuenta de ello, ¿no ha soñado, quizá, una “Iglesia de los puros”, poniéndose en guardia contra todo manifestación de devoción popular?


¿Qué ha resultado, en tal contexto, de aquella vida religiosa que había sido presentada, de manera tradicional, como un signo escatológico y una anticipación del Reino que ha de venir? De hecho, religiosos y religiosas han abandonado pronto el hábito de la propia familia para vestirse como todos los otros. A menudo han abandonado los propios conventos, considerados demasiado vistosos o demasiado ricos, en beneficio de pequeñas comunidades esparcidas en los pueblos o en las grandes áreas urbanas. Han elegido oficios profanos, se han comprometido en actividades sociales y caritativas, o bien se han puesto al servicio de causas humanitarias. Se han hecho similares a los otros y se han disuelto en la masa, a veces para ser la levadura de la masa, pero también, en muchos casos, porque esa actitud respondía al clima de los tiempos.


No deberíamos subestimar los méritos de este enfoque ni los beneficios que de esto obtiene la Iglesia todavía hoy. Aquellos religiosos y religiosas, de hecho, se han hecho más cercanos a las personas y, en particular, a los más desfavorecidos, mostrando un rostro de la Iglesia más humilde y más fraterno. Sin embargo, esta forma de vida religiosa no parece tener ya futuro, casi no atrae más vocaciones. Casi la totalidad de las congregaciones activas, nacidas en el siglo XIX o al comienzo del XX, se encuentran moribundas y su desaparición es sólo una cuestión de tiempo. Las casas generales y los grandes conventos se han transformado ya en casas de reposo para ancianos. Entre 1973 y 1985, 268 congregaciones francesas de las 369 existentes han cerrado el propio noviciado. La situación, desde entonces, no ha hecho más que empeorar. La auto-secularización ha socavado los fundamentos de la vida religiosa. La crisis ha golpeado, sobre todo, las formas de vida activa y menos las contemplativas, porque la secularización había orientado todo lo que es religioso hacia la militancia o el compromiso social.


El hecho es que el militante o la persona comprometida en lo social, actualmente, tienden a permanecer laicos. Estamos en la segunda tipología de presión ejercida sobre la vida religiosa. Para afrontar el desafío de la secularización, el Concilio ha tenido la genial intuición de confiar esta misión a los laicos. Aquellos que tenían la aventura de ser los actores principales de la sociedad secular, ¿no eran tal vez los más apropiados para realizar tal tarea? El Vaticano II ha valorizado – no digo que ha revalorizado ya que una empresa similar nunca había tenido lugar en el pasado – la vocación de los laicos. Sin embargo, precisamente la valorización del laicado provocó una suerte de aplastamiento de la vida religiosa “activa”. Si esta última, de hecho, ha reconocido por largo tiempo la propia identificación con un servicio específico ofrecido a la Iglesia y a la sociedad – como la enseñanza en las escuelas o el cuidado de los enfermos en los hospitales -, desde el momento en que los laicos eran llamados a brindar los mismos servicios y a dedicarse a similares actividades, la vida religiosa activa perdía su razón de ser. Hoy ya no es necesario pasar por una consagración para brindar los mismos servicios. Cuando nos encontramos en presencia de una maestra que enseña con pasión o de una enfermera servicial, deseosas de llevar una vida auténticamente cristiana, podríamos preguntarnos si la misma mujer, cien o ciento cincuenta años atrás, no se habría presentado a la puerta de una de aquellas recién nacidas congregaciones que hemos evocado anteriormente.


Esto nos lleva a la siguiente conclusión: hoy más que nunca, la vida religiosa no puede ser definida partiendo de un “hacer” sino, más bien, por un modo de ser y por un estilo de vida. Los dos riesgos que hemos descrito en forma sintética y – no tengo dificultad en admitirlo – sin demasiados matices, de la auto-secularización y de la valorización del laicado, constituyen un peligro para la vida religiosa. Su combinación ha provocado en esta última una suerte de implosión. Por lo tanto, la situación actual de la vida religiosa, sobre todo en las Iglesias occidentales, se presenta de modo paradójico. Por una parte, después del Concilio, gozamos de las ventajas de una importante renovación de la teología de la vida religiosa. Por otra, hemos asistido al derrumbamiento de numerosas congregaciones, así como a un florecimiento de nuevas formas de vida religiosa en la primera mitad de los años `70.


Este carácter paradójico nos invita, por lo tanto, a volver a lo esencial. Comenzando por el hecho de que la vida religiosa es única en su esencia y plural en sus formas. En otras palabras, estas múltiples formas nacen todas de un tronco común, el de la vida y la tradición monástica. En consecuencia, la primera dimensión es mística: la vida religiosa nos sumerge en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo. Por lo tanto, es equivocado definir un instituto a partir de su actividad. Aún si ha sido de este modo cómo han sido concebidas las congregaciones nacidas en los dos siglos pasados.


Esta llamada a estar con el Señor es transmitida a una persona singular – toda vocación es muy personalizada y no existen dos caminos que sean realmente iguales – invitándola, sin embargo, a unirse a una comunidad específica. Algunos experimentan una suerte de deslumbramiento con una comunidad y ni siquiera les viene a la mente ir a llamar a otra puerta. Otros, en cambio, se conceden un largo tiempo de reflexión, durante el cual dan vueltas por muchas casas y se dedican a estudios comparativos muy minuciosos. En toda época ha habido matrimonios de amor y matrimonios de razón. Lo que es cierto, sin embargo, es que la atracción está siempre vinculada a la vida comunitaria. De hecho, el código de derecho canónico define la vida religiosa como una vida esencialmente comunitaria. Y esta vida comunitaria es eminentemente espiritual en la medida en que es el Espíritu Santo quien la anima y la lleva adelante. Podemos, por lo tanto, deducir de esto que la fe dada por el Espíritu representa la clave de lectura de todos los elementos que constituyen la vida religiosa, comenzando por los votos y por la oración.


En este sentido, la pobreza religiosa no es un concepto sociológico. No está hecha para dar el ejemplo de la pobreza. La palabra misma no ha hecho su aparición sino en época tardía; antes, se hablaba de sine proprio, o bien de communio, términos mucho más sugestivos. El voto religioso corresponde, por lo tanto, a un acto de fe por medio del cual el religioso acepta aquel don del Espíritu que lo compromete a no tener nada para sí con el fin de vivir del modo más intenso posible su comunión con la vida fraterna.


Del mismo modo, la obediencia religiosa no es in primis de naturaleza ascética o pedagógica. Sin duda presupone una ascesis en la medida que implica una cierta renuncia a la propia voluntad. Presenta, además, una dimensión pedagógica, en la medida que mira a educar en nosotros la libertad de los hijos de Dios. Su naturaleza, sin embargo, es esencialmente mística: nos hace entrar en un sistema en el que manda el Espíritu. La fe nos lleva a afirmar que el mandato dado no viene, en primer lugar, de la voluntad del superior – aunque lleva la marca de su psicología, tal vez también de su patología – sino del Espíritu, del cual el superior es, en cierto sentido, el representante visible. En aquel punto, dejamos de comportarnos como una entidad singular para convertirnos en cuerpo fraterno.


También entre el amor humano y la castidad religiosa – si bien poseen diversos puntos en común – existe una diferencia esencial. El amor humano comporta una opción y una conquista, se presenta como un amor de exclusión: elegir una mujer específica comporta renunciar a todas las otras. Ahora, contrariamente a las apariencias, que nos llevan a sostener que hemos elegido nosotros hacernos carmelitas o dominicos, la vida religiosa no se elige: nos encontramos involucrados en esta vida bajo el impulso del Espíritu. Para cada uno de nosotros sería imposible permanecer fieles a las promesas de nuestro bautismo fuera de la vida religiosa. En esta última, no existe ninguna conquista ni ninguna exclusión: el Espíritu nos hace partícipes de una comunidad de acogida en la que todos deben aprender a vivir como hermanos.


Finalmente, es en la fe dada por el Espíritu que vivimos la oración, no como una actividad entre las otras, es decir sólo una actividad más, ni como una amenaza para las diversas actividades implicadas por el estilo de vida – todos nosotros conocemos bien aquella tensión entre nuestro trabajo y el tiempo dedicado a la oración, que equivale con demasiada frecuencia a un tiempo residual. En el simbolismo monástico, el claustro, es decir la apertura al Espíritu, representa el vínculo entre la iglesia, lugar de oración (Opus Dei), y los diversos lugares de trabajo (opus hominis) pero como una escuela en la que aprendemos a convertirnos en “mendigos del Señor”.


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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Patriarca Naguib: “La Iglesia no está contra nadie pero no puede callar la verdad”

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Luego de las polémicas suscitadas en Israel por algunas afirmaciones del Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo para Medio Oriente, Su Beatitud Antonios Naguib, Patriarca de Alejandría de los coptos y relator general de dicho sínodo, ha concedido esta entrevista al periodista Andrea Tornielli.


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“Todo el Sínodo ha sido pensado para favorecer el diálogo, para eliminar las causas del dolor sufrido por las poblaciones, no para aumentar contrastes…”. Antonios Naguib, 75 años, es el Patriarca católico de Alejandría de los coptos, relator del Sínodo sobre Oriente Medio. El miércoles pasado Benedicto XVI incluyó su nombre en la lista de los nuevos cardenales y ayer por la tarde participó en un congreso promovido por el Centro cultural de Milán. Il Giornale lo ha entrevistado al otro día de las polémicas levantadas contra el Sínodo por el gobierno israelí.

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Israel ha dicho que el Sínodo se ha convertido en un foro de ataques contra el Estado hebreo. ¿Qué responde?


Digo, en primer lugar, que no es cierto, porque ni la Iglesia ni sus obispos pueden tomar posiciones contra el Evangelio. La Iglesia no está contra nadie. Sin embargo, la verdad no debe ser callada y, desde Pío XII en adelante, todos los Papas han reclamado los derechos del pueblo palestino a tener una patria con límites seguros. Como también ha sido reiterado, también por el Sínodo, Israel tiene derecho de vivir en paz y seguridad. No podemos olvidar que el conflicto israelí-palestino espera una solución desde hace 62 años y faltan los signos de una verdadera voluntad de resolverlo, si bien la culpa de esto, ciertamente, no puede ser atribuida sólo a una parte.

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Israel ha reaccionado también al pasaje del mensaje del Sínodo sobre el recurso a la Biblia para justificar la ocupación en los Territorios…


Es un dato de hecho que están quienes justifican con la Biblia ciertas actitudes. No estoy hablando sólo de los colonos en los Territorios palestinos, pienso también en ciertas corrientes evangélicas americanas. Esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar que los últimos Pontífices, y el Sínodo, han condenado con claridad el uso del nombre de Dios para justificar el odio y el terrorismo fundamentalista. Por lo tanto, no creo que hayamos sido anti-israelitas.

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¿Qué piensa de la intervención del obispo libanés Beylouni sobre los versículos del Corán que invitan a “imponer la religión con la fuerza”?


Pienso que se habría debido leer todo: el obispo decía que con los musulmanes es necesario dialogar para historizar y contextualizar precisamente aquellos versículos coránicos que incitan a la violencia. Beylouni entregó su intervención escrita, que no fue discutida, y no sabía que sería publicada integralmente. De este tema, no obstante, se habló en los grupos de trabajo en el Sínodo: nosotros creemos que es necesario estudiar y rever ciertas citas que han sido escritas en épocas y contextos muy diversos, y que hoy son usadas para justificar actos de violencia.

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Usted vive en Egipto. ¿Le preocupa el fundamentalismo?


Casi todos los países árabes han logrado dominar y contener bastante la situación, pero el componente fundamentalista gana terreno. La libertad de culto está garantizada, pero la libertad de conciencia, de cambiar religión, no.

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Los cristianos emigran de Tierra Santa y de Oriente Medio. ¿Desaparecerán?


Debemos hacer todo lo posible para evitarlo. Los cristianos emigran por motivos económicos, por la inestabilidad del área, por la permanencia de los conflictos. Y hay grupos que actúan también ilegalmente para obligar a los cristianos a irse, como ocurre en Irak, donde se ha hipotizado crear un enclave en el norte y reunirlos en ese lugar. Pero la historia nos enseña que los guetos pueden ser el preludio de acciones mucho más graves.

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Fuente: Il Giornale


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 24 de octubre de 2010

Novedades en Baltimore

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Este sábado, el blog amigo Espada de Doble Filo informaba sobre la posibilidad de que una parroquia anglicana de los Estados Unidos (la iglesia del Monte Calvario) decidiera ser admitida en la comunión con la Iglesia Católica. Esta posibilidad es ya hoy una realidad.


La iglesia del Monte Calvario, una parroquia episcopaliana [anglicana] de Baltimore (USA) erigida en el año 1842 ha votado esta mañana dejar la Iglesia Episcopaliana. Un parroquiano informa:


Monte Calvario ha votado hoy dos resoluciones en una reunión especial luego de la Misa de las 10:00.


1) La Iglesia del Monte Calvario se separa de la Iglesia Episcopaliana, y


2) La Iglesia del Monte Calvario busca ser admitida en la Iglesia Católica Romana como una parroquia de Uso Anglicano.


Ambas resoluciones fueron aprobadas por mayorías de casi el 85%.

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Fuente: Stand Firm


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Benedicto XVI convoca un Sínodo sobre la nueva evangelización

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Durante Santa Misa con la que concluyó la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, el Papa Benedicto XVI anunció su decisión de convocar, para el año 2012, la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que tendrá como tema: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. 


Desde hace meses se esperaba que el Papa convocara el próximo sínodo dado que habitualmente se celebra cada tres años y el último, dedicado a “la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia”, se realizó precisamente en octubre de 2008. Tal vez el hecho de que en los dos años siguientes se realizaran otras asambleas del Sínodo (la de África el año pasado y la de Oriente Medio este año) ha llevado a que se retrasara un año más la celebración de la siguiente asamblea ordinaria. Por otro lado, debe recordarse que todavía está pendiente la publicación de la Exhortación Apostólica del Papa sobre la Palabra de Dios, la cual, según informó el secretario general del Sínodo en abril de este año, estaba casi concluida para Pascua. También está elaborándose la Exhortación Apostólica posterior al Sínodo de África. Dos futuros documentos pontificios a los que ahora se suma, como se ha podido ver en las propuestas de los Padres sinodales al Papa, un nuevo documento sobre la Iglesia en Oriente Medio.


El tema elegido por el Pontífice para el próximo sínodo no es, de hecho, algo inesperado. Es muy coherente con el pensamiento de Joseph Ratzinger sobre la realidad de la fe en el mundo actual, un pensamiento que ha madurado todavía más desde su elevación a la Sede de Pedro. Este pensamiento lo ha llevado, muy recientemente, a instituir el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Como señalábamos algunos meses atrás, el Cardenal Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, había mencionado su convicción de que este nuevo dicasterio tendría un impacto en el próximo sínodo. Por otro lado, la celebración del nuevo sínodo coincidirá con el 50º aniversario del inicio del concilio Vaticano II y con el 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.


Las palabras con las que el Papa realizó el anuncio fueron las siguientes: “Durante los trabajos de la Asamblea se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia. Se ha evocado muchas veces la urgente necesidad de una nueva evangelización también para Oriente Medio. Se trata de un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización. También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia. Por eso, después de haber consultado al episcopado del mundo entero y después de haber escuchado al Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: «Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam - La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana»”.


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La Buhardilla de Jerónimo

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sábado, 23 de octubre de 2010

Los Padres sinodales y sus propuestas al Papa (II)

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Ofrecemos la segunda y última parte de nuestro resumen de las 44 propuestas que los Padres sinodales de la Asamblea especial para Oriente Medio han presentado al Santo Padre Benedicto XVI. El resumen de las primeras 29 propuestas puede verse en la entrada anterior de esta Buhardilla.

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III. El testimonio cristiano. Testigos de la resurrección y del amor


A. La formación cristiana


Proposición 30: Formación


Se propone la creación, donde aún no existan, de Centros de catequesis. Se insiste en la necesidad de la formación permanente y de la colaboración entre las diversas Iglesias a nivel de laicos, seminarios y universidades (pidiendo que sean abiertos a todas las Iglesias). Los catequistas deben estar preparados y todos los bautizados deben estar listos para dar razón de su fe en Jesucristo, preocupándose de proponer el Evangelio sin timidez pero también sin provocación. Se recuerda la importancia de la escuela católica, donde se encuentran los fundamentos para el testimonio de Cristo. Se impulsa la creación de una Asociación de Instituciones de Formación Superior, con especial atención a la doctrina social de la Iglesia.


Proposición 31: Operadores pastorales


Los Padres proponen, para la formación de operadores pastorales en los diversos ámbitos, fundar Centros de formación intereclesiales en cada país. Estos centros deberían utilizar los nuevos medios audiovisuales de comunicación y su material debería estar disponible en Internet y en dvd.


Proposición 32: Escuelas e instituciones educativas católicas


Se anima a las escuelas e instituciones educativas católicas a continuar siendo fieles a su misión de educar las nuevas generaciones en el espíritu de Cristo y en los valores humanos y evangélicos. También se recomienda a los responsables sostener estas instituciones en razón de su importancia para el bien común.


Proposición 33: Medios


Reiterando la importancia de los nuevos medios de comunicación para la formación cristiana en Oriente Medio, los Padres sinodales recomiendan ayudar y sostener las estructuras ya existentes en este ámbito para que cumplan con los objetivos para los que fueron creadas. También recomiendan a los responsables de las estructuras audiovisuales de las Iglesias: formar un equipo especializado en los planos teológico y técnico; establecer programas de formación bíblica; subtitular en turco y persa los programas para el uso de los cristianos de Turquía e Irán.


Proposición 34: Misión


Recordando que son herederas de un impulso apostólico que llevó la Buena Noticia a tierras lejanas, se pide que las Iglesias orientales católicas renueven el espíritu misionero en la oración, con la formación y con el envío a la misión.


Proposición 35: Familia


Se insiste en la necesidad de reforzar los centros de preparación al matrimonio, los centros de escucha y de orientación, el acompañamiento espiritual y humano de las parejas jóvenes, la atención pastoral a las familias. Se pide reavivar la visita de los Pastores a las familias y el impulso a la natalidad y a la buena educación de los hijos.


Proposición 36: Jóvenes


Recordando los llamados de los Papas a los jóvenes a ser testigos de Jesucristo, los Padres sinodales se comprometen a ponerse en escucha de ellos para responder a sus necesidades, a asegurarles la formación teológica y espiritual que necesitan, a construir con ellos puentes de diálogo para abatir los muros de división y separación en las sociedades, a valorizar su creatividad para ponerla al servicio de Cristo y de los otros jóvenes.


Proposición 37: La Nueva Evangelización


Nuestras Iglesias están llamadas a entrar en la perspectiva de la Nueva Evangelización, tomando en consideración el contexto cultural y social en el cual se encuentra viviendo, trabajando y actuando el hombre de hoy”. En esta tarea se recuerda la importancia de la Palabra de Dios y los Sacramentos, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía.


Proposición 38: Doctrina Social


Se recomienda la difusión de la doctrina social de la Iglesia, “parte integrante de formación de la fe”, que se reconoce “en general poco presente”. Se valora la importancia del Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia. También se recomienda que la asamblea de obispos de cada país forme una comisión episcopal para preparar y difundir el discurso social de la Iglesia, basándose en la enseñanza magisterial, las posiciones de la Santa Sede sobre los problemas actuales y las circunstancias reales de cada país. También se pide que las Iglesias se ocupen de los ancianos, de los inmigrantes y de los refugiados, así como también de las personas discapacitadas. Se recuerda finalmente que, en la fidelidad a Dios Creador, los cristianos toman en serio la protección de la naturaleza y del ambiente.


B. La Liturgia


Proposición 39: Liturgia


La riqueza bíblica y teológica de las liturgias orientales está al servicio espiritual de la Iglesia universal. No obstante, sería importante y útil renovar los textos y las celebraciones litúrgicas allí donde hay necesidad de ello, para que respondan mejor a las necesidades y a las expectativas de los fieles sobre la base de un conocimiento cada vez más profundo de la tradición y adaptado al lenguaje de hoy a las diversas categorías de edad.


C. Diálogo interreligioso


Proposición 40: Diálogo interreligioso


Se recuerda que los cristianos de la región están llamados a continuar el diálogo con sus conciudadanos de otras religiones. Se los invita a reforzar el diálogo interreligioso, a la purificación de la memoria, al perdón recíproco del pasado y a la búsqueda de un futuro común mejor. Se anima, en la vida cotidiana, a la aceptación mutua a pesar de las diferencias, excluyendo el fanatismo y el extremismo. Recomiendan elaborar un plan de formación al diálogo que tienda a favorecer una cultura del diálogo basada en la solidaridad humana y religiosa.


Proposición 41: Judaísmo


Se recuerda el puesto de relieve que el judaísmo tiene en la declaración Nostra Aetate del concilio Vaticano II. Se animan las iniciativas de diálogo y cooperación entre judíos y cristianos, así como la lectura del Antiguo Testamento y la profundización de las tradiciones del judaísmo. Se declara finalmente que se rechaza el antisemitismo y el antijudaísmo, distinguiendo entre religión y política.


Proposición 42: Islam


Se recuerda que tanto la declaración Nostra Aetate como las cartas pastorales de los Patriarcas Católicos de Oriente ponen el fundamento de las relaciones de la Iglesia Católica con los musulmanes. Se recuerdan también las palabras de Benedicto XVI según las cuales “el diálogo interreligioso e intercultural entre cristianos y musulmanes… es una necesidad vital, de la cual depende en gran parte nuestro futuro”. Dado que en Oriente Medio cristianos y musulmanes comparten la misma vida y el mismo destino, los Padres sinodales insisten en la importancia de promover la noción de ciudadanía, la dignidad de la persona humana, la igualdad de derechos y deberes, y la libertad religiosa que incluye la libertad de culto y la libertad de conciencia. Se pide que los cristianos continúen el fecundo diálogo de vida, teniendo para con ellos una mirada de estima y amor, dejando de lado todo prejuicio negativo. Se busca ofrecer al mundo la imagen de “un encuentro positivo y de una colaboración fructífera entre los creyentes de estas religiones, oponiéndose juntos a toda forma de fundamentalismo y de violencia en nombre de la religión”.


Conclusión

Proposición 43: La continuación del Sínodo


Las Iglesias que participaron en el Sínodo están llamadas a proveerse de medios para asegurar su continuación, en colaboración el Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente y las estructuras oficiales de las Iglesias interesadas, y a involucrar más a sacerdotes, laicos expertos y religiosos.


Proposición 44: La Virgen María


Los Padres afirman que “la Virgen María es el modelo perfecto de escucha de la Palabra de Dios e hija bendita de nuestra tierra” y recuerdan que “desde el comienzo de la historia cristiana, la reflexión teológica de nuestras Iglesias de Oriente ha contribuido de manera decisiva a definir a María con el estupendo nombre de Theotokos, Madre de Dios”. Se señala el lugar de excelencia que la Virgen María tiene en las liturgias de estas Iglesias y se afirma que “es justamente invocada como Madre de la Iglesia, sobre todo a partir del concilio Vaticano II”. Finalmente afirman: “Conscientes de los especiales vínculos que por designio de Dios nos unen a la Madre de Jesús, proponemos que nuestras Iglesias, unidas y con acto común, confíen todo el Oriente Medio a la protección de la Virgen María.


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La Buhardilla de Jerónimo

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Los Padres sinodales y sus propuestas al Papa (I)

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Mañana, con la Santa Misa que el Papa presidirá en la Basílica de San Pedro, se concluirá la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Hoy se ha realizado la última congregación general y, como en cada sínodo, se han aprobado y presentado al Sumo Pontífice algunas proposiciones. Hasta el año 2005 las proposiciones de los padres sinodales, utilizadas luego por el Papa para la elaboración de una Exhortación Apostólica, no se publicaban. Benedicto XVI, sin embargo, cambió esta costumbre autorizando la publicación de una versión provisoria, oficiosa y no oficial, de la lista de propuestas. Ofrecemos a continuación nuestro resumen de las primeras 29 propuestas que el Sínodo ha sometido al Santo Padre.  Esperamos presentar próximamente la síntesis de las 15 restantes.

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Introducción


Proposición 1: Documentos que se presentan al Sumo Pontífice


Luego de hacer referencia a la documentación que se presenta a la consideración del Sumo Pontífice (y que incluye los Lineamenta, el Instrumentum Laboris, las Relaciones anterior y posterior a la discusión, las intervenciones pronunciadas y, finalmente, las propuestas concretas), “los Padres piden humildemente al Santo Padre que valore la oportunidad de ofrecer un documento sobre comunión y testimonio en la Iglesia en Oriente Medio”.


Proposición 2: La Palabra de Dios


Se recuerda la importancia de la Palabra de Dios en toda la acción pastoral de la Iglesia y se desea que toda familia tenga una Biblia. Los Padres, entre otras cosas, “animan la lectura y la meditación cotidiana de la Palabra de Dios”, “la creación de un sitio de internet bíblico”, “la preparación de un libreto de introducción a la Biblia con un método fácil de leer la Biblia”. Se hace hincapié en la promoción de encuentros bíblicos en parroquias y diócesis.


Proposición 3: Pastoral bíblica


Para poner la Sagrada Escritura en el centro de la vida cristiana, los Padres sinodales animan a anunciarla, leerla, meditarla, interpretarla de modo cristocéntrico y celebrarla en la liturgia. También “se propone proclamar, después de una preparación adecuada, un año bíblico”.



I. La presencia cristiana en Oriente Medio

Proposición 4: Identidad de las Iglesias católicas en Oriente


Los Padres recuerdan que “en un mundo marcado por divisiones y por posiciones extremas, nosotros estamos llamados a vivir como Iglesia de comunión, permaneciendo abiertos a todos, sin caer en el confesionalismo”. Para ser capaces de esto, se insiste en la necesidad de ser fieles al rico patrimonio histórico, litúrgico, patrístico y espiritual, como también a las enseñanzas del concilio Vaticano II y a las normas de los dos Códigos, latino y oriental.


Proposición 5: Compartir la cruz


“El cristiano recuerda que ser cristiano implica compartir la cruz de Cristo”, dicen los Padres sinodales recordando también la bienaventuranza de los perseguidos a causa de la justicia. Pero la persecución, continúan, debe llevar a comprometerse en reclamar y sostener el respeto de todas las personas y pueblos. “Será necesario atraer la atención del mundo entero sobre la situación dramática de ciertas comunidades cristianas en Oriente Medio, las cuales sufren todo tipo de dificultad, llegando a veces hasta el martirio”.


Proposición 6: La tierra


Se exhorta a los fieles de Oriente Medio a no ceder a la tentación de vender sus propiedades inmobiliarias, dado que “el apego a la tierra natal es un elemento esencial de la identidad de las personas y de los pueblos”. Se propone, para ayudar a estos cristianos a conservar sus tierras, crear proyectos que permitan a los propietarios permanecer dignamente en sus países. Esto debe ser acompañado por una reflexión sobre el sentido de la presencia cristiana en la región.


Proposición 7: Gestión de los bienes


Se propone buscar un sistema que permita asegurar la transparencia en los asuntos económicos eclesiales, distinguiendo con claridad lo que pertenece a la Iglesia y lo que es propiedad del personal eclesiástico.


Proposición 8: Animar la peregrinación


Luego de recordar que muy pronto la región de Oriente Medio se convirtió en meta de peregrinación tras las huellas de Abraham, de Jesús, de San Pablo y de las Iglesias de los Hechos de los Apóstoles y del Apocalipsis, se propone una catequesis sobre el tema que permita redescubrir la riqueza de las Iglesias de Oriente, así como encontrar y animar a las comunidades cristianas locales.


Proposición 9: Paz


Se pide que “nuestras Iglesias se comprometan a rezar y trabajar por la justicia y la paz en Oriente Medio y se dediquen a la purificación de la memoria y a la promoción del lenguaje de la paz y la esperanza”. Se apelará a las autoridades civiles para que apliquen las resoluciones de Naciones Unidas relativas a la religión, en particular al retorno de los refugiados, al estatuto de Jerusalén y a los santos lugares.


Proposición 10: Consolidar la presencia de los cristianos


Se propone crear una comisión que se ocupe de estudiar el fenómeno migratorio y sus motivaciones para encontrar los medios para contrastarlo. Se trata de hacer todo lo posible para consolidar la presencia de los cristianos en sus patrias.


Proposición 11: La pastoral de la emigración


Se señalan algunas propuesta concretas respecto a la pastoral de la emigración: los obispos visitarán los seminarios en Oriente Medio para presentar la situación y necesidades de sus eparquías; se formará a los seminaristas en un espíritu misionero, abierto a las diversas culturas; acompañamiento de los sacerdotes enviados en misión fuera del territorio patriarcal; promoción de una pastoral vocacional en las comunidades de fuera del territorio patriarcal; envío de sacerdotes y erección de eparquías propias allí donde lo requieran las necesidades pastorales.


Proposición 12: Emigración y solidaridad


Es necesario reforzar en los emigrantes el sentido de solidaridad con los países de origen, educarlos en la conservación de la fidelidad a la tradición de sus orígenes, y reforzar sus vínculos de comunión con la Iglesia de la que provienen.


Proposición 13: Emigración – formación


Los Padres piden que “las Iglesia de acogida, en sus normas y prácticas sacramentales y administrativas, conozcan y respeten la teología, las tradiciones y los patrimonios orientales”.


Proposición 14: Inmigración


Se menciona la situación de los trabajadores inmigrantes en Oriente Medio, cristianos y no cristianos, muchos de los cuales se encuentran en situación difíciles. Se pide a los sínodos patriarcales y a las conferencias episcopales, así como a las instituciones caritativas y a los jefes políticos, que hagan todo lo posible para que los derechos fundamentales de los inmigrantes sean respetados, prescindiendo de su nacionalidad y religión. “Nuestras Iglesias deben velar para asegurar su asistencia espiritual necesaria, como signo de hospitalidad cristiana y de comunión eclesial”.


Proposición 15: Iglesias de acogida


Las Iglesias de proveniencia, para un mejor acompañamiento de los inmigrantes, “son llamadas a establecer contactos regulares con las Iglesias de acogida, las cuales ayudarán a dotarse de las estructuras necesarias”.


II. La comunión eclesial


A. Comunión en el seno de la Iglesia Católica (ad intra)


Propuesta 16: Comunión en el seno de la Iglesia católica


Se cita el decreto Orientalium Ecclesiarum, del concilio Vaticano II, en el que se hace mención de la riqueza de los distintos ritos presentes en la Iglesia católica, entre los cuales “vige una admirable comunión, de tal modo que su variedad en la Iglesia no sólo no daña a su unidad, sino que más bien la explicita”. Para consolidar esta comunión se recomienda: crear una comisión de cooperación entre las jerarquías católicas de Oriente Medio para promover estrategias pastorales comunes y conocer recíprocamente las tradiciones; organizar encuentros regulares entre las jerarquías católicas de la región; practicar la solidaridad material entre las diócesis; crear para los sacerdotes una asociación sacerdotal Fidei Donum para favorecer la ayuda recíproca entre eparquías e Iglesias.


Propuesta 17: Nuevos movimientos eclesiales


“Muchos padres reconocen que los nuevos movimientos eclesiales de tradición occidental, cada vez más presentes en las Iglesias de Oriente Medio, son un don del Espíritu Santo a toda la Iglesia”. Para que sean recibidos como un carisma, se afirma la necesidad de que sus miembros vivan el carisma propio teniendo en cuenta la cultura, historia, liturgia y espiritualidad de la Iglesia local. Y se insiste en que trabajen en unión con el Obispo y según sus directivas pastorales. “Sería deseable que la jerarquía católica en cada país de Oriente Medio tenga una posición pastoral común respecto a los movimientos en cuestión”.


Propuesta 18: La jurisdicción de los Patriarcas


Para mantener la comunión de los Patriarcas con los fieles orientales de sus Iglesias patriarcales que se encuentran fuera del territorio patriarcal, se pide que “sea objeto de estudio, en vista de medidas apropiadas, la cuestión de la extensión de la jurisdicción de los Patriarcas orientales a las personas de sus Iglesias en toda parte del mundo”.


Propuesta 19: Situación de los fieles católicos en los países del Golfo


Se propone formar una comisión, integrada por representantes de los dicasterios competentes, vicarios apostólicos de la región y representantes de las Iglesias sui iuris interesadas, para estudiar la situación de los fieles católicos en los Países del Golfo, la jurisdicción eclesiástica, proponiendo a la Santa Sede soluciones útiles para la acción pastoral.


Propuesta 20: Pastoral de las vocaciones


Se proponen algunos medios útiles para la pastoral vocacional, entre los que se menciona: la oración en familia y en la parroquia; la creación de comisiones en cada diócesis que organicen reuniones para los jóvenes con el fin de exponer las diversas vocaciones en la Iglesia; la creación de un proyecto de formación espiritual profundizada para los jóvenes involucrados en movimientos eclesiales; la sensibilización sobre las dimensiones de las diversas vocaciones; la conservación o institución de seminarios menores; la importancia de un testimonio coherente entre vida y palabras.


Propuesta 21: La lengua árabe


Dado que durante el Sínodo se puso de manifiesto la importancia de la lengua árabe, se propone intensificar su uso en el panorama de las instituciones de la Santa Sede y de sus reuniones oficiales para que los cristianos de cultura árabe tengan acceso a las informaciones provenientes de la Santa Sede en su lengua materna.


B. Comunión entre Obispos, clero y fieles


Proposición 22: Subsistencia del clero


Se propone, para asegurar una digna subsistencia del clero, elaborar un sistema de solidaridad que asegure la misma remuneración para todos los sacerdotes e instituir un sistema de protección social que debería extenderse a los religiosos y religiosas como también a las mujeres e hijos menores de edad de los sacerdotes casados.


Proposición 23: Sacerdotes casados


Luego de afirmar que “el celibato eclesiástico es estimado y apreciado siempre y en todas partes en la Iglesia católica, tanto en Oriente como en Occidente”, se pide estudiar la posibilidad de tener sacerdotes casados fuera de los territorios patriarcales para asegurar el servicio pastoral en favor de los fieles orientales.


Proposición 24: Los laicos


Luego de recordar cómo el concilio Vaticano II reconoció el rol y la misión de los laicos así como el sínodo que el Papa Juan Pablo II convocó sobre el tema publicando posteriormente la Exhortación Apostólica Christifideles laici, “los Padres sinodales se comprometen en la misma línea, tanto más que en Oriente los laicos han desarrollado siempre un rol en la vida de la Iglesia”.


Proposición 25: Formación de los seminaristas


Se pide que los seminaristas sean formados en un seminario de la propia Iglesia, aún recibiendo la formación teológica en una facultad católica común. En ciertos lugares, es preferible tener un solo seminario para las diversas Iglesias.


Proposición 26: La vida consagrada


Se recuerda que la vida consagrada está en el corazón de la Iglesia. Los Padres sinodales manifiestan su gratitud a las personas consagradas, recuerdan a los mártires de ayer y de hoy, y piden que la vida consagrada, adecuadamente renovada, sea acogida, animada e integrada cada vez más en la vida y en la misión de la Iglesia en Oriente Medio.


Proposición 27: Las mujeres y los niños


Se afirma que las Iglesias adoptarán los medios idóneos para animar y reforzar el respeto, la dignidad, el rol y los derechos de la mujer, y se recuerda que deben apreciarse la dedicación competente y generosa de la mujer al servicio de la vida, de la familia, de la educación y del cuidado de la salud. También se afirma que se deberá hacer todo esfuerzo para promover el respeto de los derechos de los niños, desde el momento de la concepción, asegurándoles cuidados sanitarios y una educación cristiana.


C. Comunión con las Iglesias y las comunidades cristianas (ad extra)


Proposición 28: Ecumenismo


Luego de recordarse que la unidad de los discípulos de Cristo es, sobre todo, obra del Espíritu Santo, y que debe buscarse en espíritu de oración, conversión del corazón, respeto, perseverancia y amor, se proponen algunas iniciativas concretas: sostener el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio; asegurar una formación en el espíritu ecuménico en parroquias, escuelas y seminarios; aplicar los acuerdos pastorales allí donde existen; organizar encuentros entre fieles y pastores para la oración, meditación de la Palabra de Dios y colaboración; adoptar una traducción árabe común del Padrenuestro y del Símbolo Niceno-Constantinopolitano; trabajar por la unificación de la fecha de Navidad y de Pascua. Se anima también a que las Iglesias orientales católicas instauren un diálogo ecuménico a nivel local y que estén más implicadas en las comisiones internacionales de diálogo, en la medida de lo posible.


Proposición 29: Fiesta de los mártires


Se propone “instituir una fiesta común anual de los mártires para las Iglesias de Oriente y pedir a cada Iglesia oriental que establezca una lista de los propios mártires, testigos de la Fe”.


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La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 22 de octubre de 2010

El corazón maduro

Agradecemos al  Padre Ismael el permitirnos publicar aquí este post de su autoría. 


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Sagrado Corazón_ Batoni

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Logro auténticamente humano, si lo hay, no podrá ser otro que el dominio y posesión íntima de esa misteriosa víscera que nos diferencia de los ángeles (seres amantes, pero eviscerados) que en todos los lenguajes ha significado la profundidad más abisal de las cuerdas de nuestra voluntad: el corazón.


Hace pocos días celebrábamos con el calendario tradicional la fiesta de la Maternidad divina de María, instituida por S.S. Pío XI para conmemorar la definición dogmática de Éfeso.


Vinieron a mi recuerdo los primeros dibujos que aprendí a trazar cuando mi madre me llevaba mi mano de niño: entre ellos, el infaltable corazón que, ora atravesado de una flecha, ora como la flor de una planta exótica y con las más diversas formas improvisábamos sobre mi cuaderno de ilustraciones caseras.


Todavía está en mi memoria visual un curioso diseño que ella dibujara sobre el universo infinito de mi imaginación plástica y que me hizo entender por vez primera algo de la grandeza e insanabilidad del corazón humano.


Las figuras que trazábamos en general eran de formas graciosas, pero ella, hacia el final de los numerosos corazones dibujados, hizo uno que sombreó con la fuerza del lápiz rojo en el interior de su borde negro: me sorprendió muchísimo. ¿Mamá, por qué pintaste ese corazón casi negro? Y sus ojos, sus hermosos ojos castaños –los más hermosos y tristes que he visto en mi vida- me respondieron: “hijo, este es mi corazón”.


Allí se cortó la conversación y la clase de dibujo.


Nunca he olvidado el episodio y creo que fue a partir de allí cuando comencé a entender el carácter sufriente de su existencia que los años desplegarían en su pasión.


Al final de sus días, cuando la religiosa que la cuidaba la sentaba junto a una imagen de la Macarena, quedó pasmada al comparar el asombroso parecido de los ojos de Nuestra Señora con los de aquella anciana que ya casi no tenían luz. Lo que sí tenían era la misma tonalidad violácea que los circundaba. Tonalidad que yo conocía muy bien porque se había formado en ellos con el paso de sus años sufrientes y porque los ojos son las ventanas de todo corazón.


Sé que amó con todas sus fuerzas y sé también cuánto le costó amar, cuánto lloró: no recuerdo un día en que su pena andaluza no le brotara a raudales por aquellos soles que fueron siempre mi consuelo y mi dulzura.


Ella, que jamás había leído el “Laberinto de amor” de Marechal, poeta-teólogo de quien la separaban apenas unos veinte años, había vivido y retratado en su doméstica lección para su hijo aquella verdad tan cierta en materia de amor que el poeta porteño –fallecido en 1970- insertó en uno de sus más vibrantes poemas metafísicos:


Dirás al que reproche tu color extremado:

“Si el corazón madura, va del rojo al morado”


Cuando Marechal afirma que "si el corazón madura va del rojo al morado", no define un diagnóstico científico sobre disfunciones cardíacas, sino que sentencia, poética y sapiencialmente acerca de la madurez humana interior a través de la experiencia del sufrimiento. O cuando, casi de pasada, sentencia gráficamente – tomando como ejemplo esos laberintos que aparecen en las revistas de crucigramas, intrincados en el desarrollo del camino de salida en el plano horizontal, pero visibles desde lo alto -, que de soluciones inalcanzables para la debilidad humana, nos salva el recurso a Dios. Es el doble y profundo sentido de su dicho:


“En su noche toda mañana estriba:

De todo laberinto se sale por arriba”


Se abandona el ilusionado y prefabricado amor edulcorado que tiñe de bermellón los corazones juveniles, y brota el morado intenso de una cuaresma que no termina para el alma que ha madurado en el amor verdadero: para el corazón que madura su tonalidad será otra.


Un corazón se pone morado cuando, desencantado de los amores del mundo, divinamente endurecido para sus encantos, se añeja en el dolor del amor a la Cruz y sale por arriba de los intrincados vericuetos del amor puramente carnal que tiñe siempre a nuestra víscera en un rojo, casi rosado, demasiado optimista para ser real.


Siempre me ha inquietado el justo medio que ha de buscarse entre el optimismo prefabricado y el pesimismo militante: una suerte de piedra filosofal que de hecho sirva para vivir de veras.


Lo que me enseña la auténtica liturgia es que el cristiano no encuentra su madurez más que en la renuncia sin cortapisas, en el desprecio de los goces terrenos y en la esperanza en la vida eterna que no defrauda: todo ello va amoratando el corazón.


Y esta pátina que lo recubre por fuera, pues por dentro su sangre se espesa con el dolor de la propia pasión, lo hace fuerte: auténticamente un corazón crucificado.


Por eso, aquellos que pasan del rojo al morado son los únicos a los que me animaría a llamar cristianos, aunque ellos se hayan enterado poco del imperativo evangélico estote vos perfecti, sicut et Pater vestris coelestis perfectus est. Su perfección les viene de su pasión real.


Y allí en sus intimidades precordiales se ha producido la verdadera madurez: no el optimismo engañosamente transitorio, como así tampoco la irremediable amargura del hombre en su estado natural.


¿Quiénes tendrán una vida cardiológicamente espiritual más sana que un Francisco de Asís con sus miembros estigmatizados, una Teresa de Ávila con el corazón trasnsverberado y otros tantos con la delicadísima víscera incorrupta después de su muerte porque durante su vida el morado de la penitencia sustituyó al rojo, aún inmaduro, de pasiones superficiales?


¿Qué sabe de la vida –aún la natural y humana- aquel que no ha sufrido?


¿Qué sabe el alegre inconsciente que mixtura las efímeras alegrías humanas con la Sangre del Señor que comulga con indiferencia?


Los alegres despreocupados, los animalitos sanos, los groseros, los de corazón de muñeco, deberían causarnos verdadera pena, en tanto que los corazones que alcanzaron el tinte borravino del dolor se nos presentan como traslúcidas imágenes del Amor Crucificado que quiso que de su corazón ya sin latidos, brotasen todavía frutos de redención para los hombres…


¡Cuánto les ha enseñado la decepción del rojizo amor humano y cuánto los purificó el morado Amor Divino!

Duele. Pero madura…


Ellos son los que blanquearon sus vestiduras en la Sangre del Cordero y ofrecieron ese corazón dilatado en el dolor sobre el trono del Viviente y del Cordero.


Ellos son los que con sus venas coaguladas, a fuerza de dolor de amor, del laberinto engañoso de la vida, comprendieron que se sale por arriba, vestidos de morado, para recibir la blanca túnica nupcial en el cielo.


Algunas frutas necesitan de las heladas invernales para alcanzar su utilidad y sabor auténticos, en especial los citrus.


Como mi corazón nada tiene de fruta tropical y sí mucho del acidulado limón, sé muy bien que las heladas pasadas y venideras que cada invierno de esta vida le deparen, serán otras tantas oportunidades de revestirlo de ese color tan poco conocido del amor.


Y de ese color de amor desearía que me revistiesen los ornamentos sacerdotales, cuando la corteza de mi cuerpo se despida de este mundo.


P. Ismael

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miércoles, 20 de octubre de 2010

Benedicto XVI creará 24 nuevos cardenales

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Esta mañana, al final de la audiencia general que ha tenido lugar en Plaza San Pedro, el Santo Padre Benedicto XVI ha anunciado que el próximo 20 de noviembre, en vísperas de solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, celebrará un Consistorio en el que creará 24 nuevos cardenales, de los cuales 20 serán electores. Sus nombres son:


1. Mons. Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.


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Luego de trabajar durante muchos años junto al Cardenal Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el oficio de secretario de dicho dicasterio, este salesiano de 72 años es Prefecto del dicasterio de los santos desde hace dos años. En este tiempo, además de los asuntos ordinarios de la Congregación, Mons. Amato ha representado al Santo Padre en la mayor parte de las beatificaciones, según las nuevas reglas establecidas por Benedicto XVI en al año 2005.

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2. Su Beatitud Antonios Naguib, Patriarca de Alejandría de los Coptos (Egipto).


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El Patriarca Antonios Naguib, que fue elegido para tan alta misión por el Santo Sínodo de la Iglesia Copta Católica en marzo del año 2006 y que recibió la comunión eclesiástica del Papa Benedicto XVI pocos días después, fue elegido por el mismo Papa como relator de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, que está celebrándose en estos días en el Vaticano. Precisamente allí, un padre sinodal propuso que los patriarcas pudieran participar ipso facto en la elección del Romano Pontífice sin necesidad de formar parte del Colegio Cardenalicio. El Patriarca Naguib, de 75 años de edad, en la relación posterior a la discusión, volvió a retomar esta propuesta. Mientras tanto, muchos hicieron referencia a una entrevista del cardenal Ratzinger de pocos años atrás en la cual él valoraba la posibilidad de estudiar el ingreso de los patriarcas orientales en el cónclave y señalaba como una solución temporal, hasta tanto se estudie la cuestión, el ingreso de algunos prelados orientales al Colegio Cardenalicio.

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3. Mons. Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consejo “Cor Unum”.


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De 65 años, proveniente de Guinea, donde fue arzobispo primado, Mons. Sarah ha trabajado desde hace años como secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Hace pocos días, el Papa lo llamó a presidir el Pontificio Consejo “Cor Unum” luego de aceptar la renuncia del cardenal Cordes. Su rápida creación como cardenal, en un oficio que no lo exige por derecho, demuestra la estima del Pontífice hacia él.

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4. Mons. Francesco Monterisi, Arcipreste de la Basílica papal de San Pablo Extramuros.


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De 76 años de edad, Mons. Monterisi desarrolló durante más de diez años el oficio de secretario de la Congregación para los Obispos. En el año 2009, se convirtió en el segundo Arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros (de acuerdo a la nueva reglamentación introducida por Benedicto XVI al comienzo de su pontificado).

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5. Mons. Fortunato Baldelli, Penitenciario Mayor.


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Proveniente del ámbito diplomático, luego de ser Nuncio en varios países, el último de los cuales ha sido Francia por un período de 10 años, Mons. Baldelli fue llamado por el Papa a la cabeza de la Penitenciaría Apostólica. Si bien tiene 75 años, edad canónica de presentación de la renuncia, todo parece indicar que Benedicto XVI desea mantenerlo en el cargo por un tiempo más prolongado.

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6. Mons. Raymond Leo Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.


BURKE


Este norteamericano, de 62 años de edad, era Arzobispo de Saint Louis en Estados Unidos cuando, en junio del 2008, Benedicto XVI lo llamó a presidir la Signatura Apostólica. Es conocido por su fidelidad a la doctrina y por compartir la visión litúrgica del Papa Ratzinger. Hace sólo pocos días, por ejemplo, denunció la desobediencia al Magisterio de muchos obispos y fieles.

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7. Mons. Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.


KOCH

Con 60 años de edad, luego de ser Arzobispo de Basilea, en Suiza, por casi quince años, Mons. Koch llegó recientemente a la Curia Romana para suceder al cardenal Kasper en el dicasterio dedicado al ecumenismo, un lugar en el que deberá llevar la visión del Pontífice sobre la Iglesia al delicada campo del ecumenismo, que el Papa considera una de las prioridades de su pontificado.

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8. Mons. Paolo Sardi, Vicecamarlengo de la Santa Iglesia Romana y Pro-Patrono de la Orden de Malta.


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Luego de trabajar silenciosamente durante muchos años en la Secretaría de Estado, Mons. Sardi, que ahora tiene 76 años de edad, fue nombrado Pro-Patrono de la Orden de Malta. Con su nombramiento cardenalicio, sin duda será nombrado finalmente Patrono de la Orden, tradicional oficio que tiene la tarea de promover los intereses espirituales de la Orden y de sus miembros así como las relaciones con la Santa Sede.

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9. Mons. Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación para el Clero.


PIACENZA


Con 66 años de edad, Mons. Piacenza se ha convertido hace pocos días en Prefecto de este dicasterio, en el cual trabaja desde hace más de veinte años, como oficial, sub-secretario y secretario, respectivamente. Es a él, de hecho, a quien se deben muchas de las iniciativas del Año Sacerdotal recientemente concluido. Piacenza, formado en la Génova del Cardenal Siri, tuvo también durante algunos años la presidencia de las Pontificias Comisiones de Arqueología Sacra y de Bienes culturales de la Iglesia.

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10. Mons. Velasio de Paolis, Presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede.


DE PAOLIS


Con 74 años de edad, De Paolis ocupa desde hace más de dos años la presidencia de esta Prefectura. El Papa Benedicto le ha confiado también, hace pocos meses, la delicada tarea de Comisario Pontificio para la Congregación de los Legionarios de Cristo, luego de los escándalos por la conducta gravemente inmoral del sacerdote Marcial Maciel.

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11. Mons. Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.


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Proveniente de Milán, biblista y teólogo de 68 años de edad, fue llamado por Benedicto XVI a presidir el Pontificio Consejo para la Cultura y, además, las Pontificias Comisiones de Arqueología Sacra y para los Bienes Culturales de la Iglesia. Muchos vaticanistas lo mencionan, desde hace tiempo, como candidato para el arzobispado de Milán.

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12. Mons. Medardo Joseph Mazombwe, arzobispo emérito de Lusaka (Zambia)


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A los 79 años de edad, y cuatro años después de haber dejado la guía de la arquidiócesis de Lusaka, Mons. Mazombwe es creado cardenal por el Papa Benedicto XVI. Sólo un predecesor suyo en la nombrada sede fue cardenal: se trata del jesuita polaco Adam Kozlowiecki, a quien Pío XII nombró Vicario Apostólico de Lusaka y luego primer arzobispo; sin embargo, luego de la independencia de Zambia, Kozlowiecki pidió que se nombrara en su lugar a un obispo africano y continuó trabajando como sacerdote en el país, recibiendo el nombramiento cardenalicio con más de 80 años como reconocimiento de Juan Pablo II por su servicio a la Iglesia. Entre los predecesores del futuro cardenal Mazombwe se encuentra también el tristemente  célebre Emmanuel Milingo.

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13. Mons. Raul Eduardo Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito (Ecuador).


VELA CHIRIBOGA


Mons. Vela Chiriboga, de 76 años de edad y hasta hace pocas semanas Arzobispo de Quito, es unos de los únicos dos nuevos cardenales que proviene de América Latina. Con este nombramiento, el Papa Benedicto XVI honra a la sede primada de Ecuador manteniendo la tradición de que sus arzobispos sean cardenales (el primero fue creado por Pío XII, en 1953).

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14. Mons. Laurent Monsengwo Pasinya, Arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo).


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Desde febrero del año 2008, Mons. Pasynia, de 71 años de edad, guía la arquidiócesis de  Kinshasa. Ha sido secretario y presidente de la Conferencia Episcopal Congoleña. Fue nombrado por el Papa secretario especial de la la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia, celebrada en octubre de 2008 en el Vaticano.

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15. Mons. Paolo Romeo, Arzobispo de Palermo (Italia).


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Poco tiempo después de haber recibido al Papa Benedicto XVI en su arquidiócesis, que preside desde el año 2006, Mons. Romeo es finalmente creado cardenal a sus 72 años. Previamente había desarrollado el oficio de Nuncio Apostólico en varios países, el último de los cuales fue precisamente Italia.

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16. Mons. Donald Wuerl, Arzobispo de Washington (Estados Unidos).


WUERL


Dos años después de su viaje apostólico a los Estados Unidos, Benedicto XVI decide honrar con la dignidad cardenalicia al arzobispo de una de las ciudades que ha visitado, Washington. Mons. Wuerl, de 69 años, ha sido nombrado recientemente por la Congregación para la Doctrina de la Fe para encargarse de la aplicación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus en Estados Unidos.

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17. Mons. Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo de Aparecida (Brasil).


DAMASCENO ASSIS


Mons. Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida desde hace seis años, recibió al Santo Padre Benedicto XVI durante su viaje apostólico a esa ciudad con ocasión de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Poco tiempo después, el arzobispo de 73 años de edad fue elegido Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

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18. Mons. Kazimierz Nycz, Arzobispo de Varsovia (Polonia).


NYCZ


Con el nombramiento como cardenal del nuevo arzobispo de Varsovia, de 60 años de edad, se ve la decisión del Pontífice de continuar honrando con la dignidad cardenalicia a esta importante arquidiócesis polaca. Como se sabe, la arquidiócesis de Varsovia ha tenido cardenales, en el último siglo, por haber estado unida temporalmente dicha arquidiócesis a la sede primada de Gniezno. El cardenal Glemp ha sido el último prelado en ser arzobispo de ambas arquidiócesis.

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19. Mons. Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, Arzobispo de Colombo (Sri Lanka).


RANJITH


En una nueva muestra de estima, Benedicto XVI ha elevado al cardenalato al Arzobispo Ranjith, que se convierte así en el segundo cardenal arzobispo de Colombo. Mons. Ranjith fue llamado desde Sri Lanka a Roma por el Papa Juan Pablo II para ser secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Por diferencias con el entonces cardenal prefecto Sepe, fue trasladado de Propaganda Fide a la nunciatura de Indonesia y Timor Oriental. Luego de su elección, Benedicto XVI lo llamó nuevamente a Roma como secretario de la Congregación para el Culto Divino y en junio del año 2009 lo envió nuevamente a su patria como arzobipo primado. Mons. Ranjith, de 63 años, se ha caracterizado por compartir la visión litúrgica y eclesial de Benedicto XVI.

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20. Mons. Reinhard Marx, Arzobispo de Munich y Freising (Alemania).


MARX


El arzobispo alemán Marx, de 57 años, preside desde hace tres años la Arquidiócesis de Munich y Freising, de la cual fue arzobispo el actual Sumo Pontífice entre 1977 y 1981. En el año 2008, salió segundo en la elección para el cargo de Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, oficio finalmente ocupado por el Arzobispo de Friburgo.


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Además, el Sumo Pontífice ha decidido elevar al cardenalato a cuatro eclesiásticos mayores de 80 años, por lo tanto no electores, reconociendo de ese modo sus méritos al servicio de la Iglesia. Sus nombres son:



1. Mons. José Manuel Estepa Llaurens, ordinario militar emérito para España.


ESTEPA LLAURENS


El único español en ser elevado al cardenalato en este consistorio tiene 84 años de edad y, luego de ser obispo auxiliar de Madrid, fue nombrado arzobispo castrense de España por el Papa Juan Pablo II.

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2. Mons. Walter Brandmüller, anteriomente Presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas.


BRANDMULLER


El bávaro Mons. Brandmüller, de 81 años de edad, es doctor en teología por la universidad de Munich. Por muchos años se dedicó a la docencia y a la atención pastoral en parroquias. Luego ocupó, por más de diez años, el cargo de Presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas. Dado que no es obispo, en razón de su nombramiento cardenalicio, debería recibir la ordenación episcopal, salvo que pida y obtenga la dispensa del Santo Padre.

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3. Mons. Elio Sgreccia, anteriormente Presidente de la Pontificia Academia para la Vida.


SGRECCIA


El italiano Sgreccia, de 82 años, trabajó como secretario en el Pontificio Consejo para la Familia por cuatro años hasta que, en 1996, fue nombrado vicepresidente de la Pontificia Academia para la Vida, de la cual se convirtió en presidente en 1994, cargo que ocupó hasta el año 2005. Fue el primer presidente de dicha academia en ser clérigo, dado que sus dos predecesores eran laicos.

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4. Mons. Domenico Bartolucci, anteriormente Maestro Director de la Capilla Musical Pontificia Sixtina.


BARTOLUCCI


El último nuevo cardenal anunciado por el Santo Padre es también el más anciano de todos: tiene 93 años. Tampoco es obispo, y salvo dispensa del Sumo Pontífice, debería recibir la ordenación episcopal. Su vida ha estado enteramente dedicada a la música sacra. En 1956 fue nombrado Maestro Director de la Capilla Musical Pontificia Sixtina por el Venerable Pío XII y alejado del cargo en 1997 por la intervención de Mons. Piero Marini, entonces Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Fue en los tiempos en que dicha medida se gestaba enque el cardenal Joseph Ratzinger, que se oponía a tal decisión, dijo al Maestro Bartolucci: “¡Resista, Maestro, resista!”.

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La Buhardilla de Jerónimo

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lunes, 18 de octubre de 2010

¿Por qué está en crisis la música sacra?

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El padre Uwe Michael Lang, oficial de la Congregación para el Culto Divino y consultor de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, ha pronunciado una conferencia en la Academia Urbana de las Artes, en el marco del seminario “Las razones del arte”. L’Osservatore Romano publicó amplios pasajes de dicha relación, que a continuación ofrecemos en lengua española.

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Entre las muchas contribuciones clarividentes y agudas de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI sobre la música sacra, hay una que encuentro particularmente interesante y que quisiera tomar como punto de partida para mis reflexiones: la conferencia “Problemas teológicos de la música sacra”, pronunciada en el Departamento de Música Sacra del Conservatorio Estatal de Música de Stuttgart en enero de 1977 y luego publicada también en otras lenguas. En italiano ha salido por primera vez algunos meses atrás en el libro Teología de la Liturgia, el primer volumen publicado de los dieciséis de la opera omnia de Joseph Ratzinger (Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2010, pagine 858, euro 55).


En esta conferencia, el entonces cardenal Ratzinger identificaba las causas de la crisis contemporánea de la música sacra tanto en la crisis general de la Iglesia desarrollada después del concilio Vaticano II como en la crisis de las artes en el mundo moderno, que ha afectado también a la música. Joseph Ratzinger estaba interesado, sobre todo, en los motivos teológicos de la crisis de la música sacra; parece que “ésta ha terminado en medio de dos piedras de molino teológicas de carácter más bien contrapuesto que, no obstante, cooperan concordemente en desgastarla”.


Por un lado, existe “el funcionalismo puritano de una liturgia entendida en sentido puramente pragmático: el evento litúrgico debe ser, como se dice, liberado del carácter cultual y reconducido a su sencillo punto de partida, un banquetee comunitario”. Esta actitud va de la mano con una lectura equivocada del principio de la participación activa (participatio actuosa), introducido por el Papa san Pío X y promovido por la Constitución del Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. A menudo se entiende la participación activa como “una actividad igual en la liturgia de todos los presentes”, que ya no deja espacio a la música que tiene un tenor artístico más alto y que es cantada por un coro o por una schola, y comprende también el uso de los instrumentos musicales clásicos. En esta visión, sólo es lícito el canto de la asamblea, “que, a su vez, no debe ser juzgado en base a su valor artístico sino únicamente en base a su funcionalidad, es decir, en base a su capacidad de crear y activar una comunidad”.


Por otro lado, está lo que Joseph Ratzinger ha llamado “el funcionalismo de la adaptación”, que ha llevado a la aparición de nuevas formas de coros y orquestas que ejecutan música “religiosa” inspirada en el jazz y en el pop contemporáneo. El actual Papa observa que los “nuevos conjuntos (…) resultaban no menos elitistas que los antiguos coros de iglesia, pero no eran sometidos a la misma crítica”. Ambas actitudes teológicas tienen el mismo efecto: el repertorio tradicional de la música sacra, desde el canto gregoriano hasta las composiciones polifónicas del siglo XX, es juzgado inadaptado para la liturgia y es relegado a la sala de concierto, donde es cuidado y valorado como un objeto de museo o tal vez incluso transformado en una especie de liturgia “secular”.


Ciertamente, se puede sostener que hay algún precedente en la Iglesia primitiva para la actitud de “funcionalismo puritano” en relación con la música en la liturgia. Ya desde los comienzos, el canto de los salmos y, como desarrollo sucesivo, los himnos y cánticos, tenían un puesto natural en el culto cristiano. De todos modos, no se continuaba la práctica musical del Templo de Jerusalén con su carácter festivo y su uso de los instrumentos, descrito en varios salmos. El lugar de la música en la liturgia cristiana corresponde, más bien, al de la música en la sinagoga. Al mismo tiempo, los primeros cristianos estaban preocupados por distinguir claramente la música de su liturgia con la del culto pagano. Una consecuencia de tal toma de distancia tanto del culto del Templo como de las ceremonias paganas era la exclusión de los instrumentos de la liturgia cristiana, que se mantiene todavía en las tradiciones ortodoxas y que se ha expresado en una fuerte corriente también en el Occidente latino, dejado de lado el rol privilegiado del órgano, que ha sido investido de un profundo significado teológico.


Joseph Ratzinger insiste en el hecho de que no se puede interpretar la suspensión de los instrumentos como un rechazo de la dimensión “sagrada” y “cultual” de la música o incluso como un “paso hacia la profanidad”. Al contrario, ésta expresa “una sacralidad acentuada en forma purista”, que se refleja también en los comentarios de los Padres de la Iglesia sobre el uso de la música en la liturgia. Muchos padres presentan la liturgia como el resultado de un proceso de «espiritualización» desde el culto del Templo de la Antigua Alianza con sus sacrificios de animales hacia la logiké latreía (Romanos 12, 1), “un culto que concuerda con el Verbo eterno y con nuestra razón”, un tema clave en el pensamiento del Pontífice. Una música adecuada a la liturgia cristiana tenía que sufrir un proceso de “espiritualización” que los Padres, según Joseph Ratzinger, habían interpretado como una “des-materialización”: la música era admitida sólo en la medida en que servía al movimiento de lo sensible hacia lo espiritual, y de aquí resulta la discontinuidad con la música festiva del Templo y la exclusión de los instrumentos. El actual Papa atribuye la actitud austera de los Padres hacia la música a la fuerza que el pensamiento platónico tenía en la teología patrística, e identifica también los problemas inherentes a esta actitud en cuanto “se acercaba más o menos a la iconoclastia”. De hecho, él lo considera “la hipoteca histórica de la teología” a través del arte en lo sagrado, una hipoteca que reaparece cada tanto en el curso de la historia.


Un particular relieve en este ámbito está constituido por la encíclica Annus qui, escrita por uno de los Papas más sabios de la edad moderna, Benedicto XIV, nacido Prospero Lorenzo Lambertini en 1675, Obispo de Ancona en 1727-1731, cargo que mantuvo también como Papa. En 1728 fue nombrado cardenal y, después de la muerte de Clemente XII, en el largo y controvertido cónclave de 1740, fue elevado a la Sede de Pedro y eligió el nombre de Benedicto XIV. Murió en 1754.


El Papa Lambertini era un canonista y estudioso con un amplio ámbito de intereses, entre los cuales estaba el culto divino. Su magisterio litúrgico puede colocarse dentro del proyecto continuo de reforma puesto en marcha por el Concilio de Trento. La encíclica Annus qui, habiendo sido escrita primero en italiano y luego traducida al latín, revela su objetivo ya en su título completo: “Del culto y pureza de las Iglesias; de la regulación de la celebración de los ritos, y de la Música Eclesiástica, Carta circular a Obispos del Estado Eclesiástico con ocasión del próximo Año Santo”.


Este título indica los argumentos principales de la encíclica: el cuidado de las iglesias, el orden y la solemnidad del culto celebrado en ellas y, de modo particular, la música sagrada. Nótese, además, que la encíclica se dirige a los obispos del Estado Pontificio del próximo Año Santo 1750. El Pontífice esperaba en Roma un gran número de peregrinos que deseaban conseguir “el fruto espiritual de las santas indulgencias”. Benedicto XIV comienza su encíclica con un llamado a la disciplina eclesiástica, animando a su clero a hacer todo lo que estaba en su poder para asegurar que los muchos visitantes en la ciudad eterna no volvieran a sus patrias escandalizados por lo que habían visto. De hecho, Roma y todo el Estado Pontificio deben brindar un ejemplo de celebración litúrgica y de música sacra para todo el mundo católico. Sin duda, el Papa Lambertini era consciente de los límites de su poder en tales cuestiones, que dependían en gran parte del patrocinio local tanto eclesiástico como secular. Sin embargo, estaba decidido a mantener un nivel más alto en su propio territorio.


Las principales preocupaciones de Benedicto XIV sobre la polifonía sacra – en continuidad con los debates en el Concilio de Trento y las declaraciones sucesivas de Papas y de sínodos locales – son la integridad y la inteligibilidad del texto litúrgico que musicalizado. En particular, cuando se cantan los pasajes polifónicos en la Misa o en el Oficio Divino, deben contener los “propios” que son partes integrantes de la sagrada liturgia. Dada esta premisa, Benedicto XIV se refiere a un decreto publicado por su predecesor Inocencio XII en 1692, que prohibió en general el canto de todo motete. En las santas Misas solemnes sólo permitió, además del canto del Gloria y del Símbolo, el canto del Introito, el Gradual y el Ofertorio. En las Vísperas no admitió ningún cambio, ni siquiera mínimo, en las Antífonas que se dicen al inicio y al final de cada Salmo.


Además, la encíclica nota que se ha hecho común en los últimos tiempos utilizar la música de carácter teatral en el culto divino. El problema de este tipo de música es que busca hacer que los oyentes disfruten de la melodía, del ritmo, de la calidad de las voces, y así sucesivamente, mientras el significado de las palabras se vuelve secundario. En cambio, afirma de modo inequívoco Benedicto XIV, esto no vale para la liturgia: “No debe ser así, en cambio, en el canto Eclesiástico; más bien, en éste se debe buscar lo opuesto”. En otras palabras, la música sacra que merece ese nombre debe servir siempre a un fin espiritual y teológico, no sólo estético.


La encíclica continúa luego con la cuestión del uso de los instrumentos en la iglesia. El Pontífice considera que esta cuestión es fundamental para distinguir la música sacra de la de los teatros. En primer lugar, él determina cuáles son los instrumentos que se pueden tolerar (nótese la elección de las palabras: “de los instrumentos que pueden ser tolerados en las Iglesias”). Benedicto XIV sigue su habitual metodología y cita varias opiniones, en particular el primer Concilio Provincial de Milán, realizado bajo san Carlos Borromeo, que admitió sólo el órgano y excluyó todos los otros instrumentos.


En segundo lugar, el Papa Lambertini establece que los instrumentos permitidos deben sonar sólo para sostener el canto de la voz humana. En este punto, el lenguaje del Pontífice se vuelve muy decidido, cuando declara: “Sin embargo, si los instrumentos continúan sonando, y sólo alguna vez se silencian, como se acostumbra hoy, para dejar tiempo a los oyentes de escuchar las armónicas modulaciones, las vibrantes puntadas de las voces, vulgarmente llamados trinos (una referencia a Juan XXII, Docta Sanctorum Patrum); si, por lo demás, no hacen otra cosa que oprimir y sepultar las voces del coro, y el sentido de las palabras, entonces el uso de los instrumentos no alcanza el fin querido, se vuelve inútil y más aún continúa prohibido”.


En tercer lugar, respecto a la música orquestal, Annus qui concede que podrá continuar donde ya ha sido introducida, con tal que sea seria y no lleve, a causa de su extensión, al aburrimiento o grave incómodo a quienes están en el Coro o que sirven en el Altar, en las Vísperas y en las Misas.


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Fuente: L’Osservatore Romano

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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