martes, 2 de julio de 2013

Juan XXIII y Juan Pablo II podrían ser canonizados este año

 

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En este artículo, cuya traducción ahora ofrecemos, el vaticanista Andrea Tornielli informa que, precisamente hoy, los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos deberán tomar decisiones significativas respecto a las causas de los Papas beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, decisiones que, de ser confirmadas por el Santo Padre, llevarían a la canonización conjunta de estos dos pontífices ya a fin de este año.

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Wojtyla “santo subito” pero junto a Juan XXIII, el “Papa bueno”. Esta mañana en el Vaticano se reúnen los cardenales y obispos miembros de la “ordinaria” de la Congregación de los Santos, para examinar varios casos antes del comienzo del verano. Entre ellos, el milagro atribuido a la intercesión del Beato Juan Pablo II, la instantánea curación de una mujer. El último paso decisivo antes del sello final de Francisco, que llevará a la canonización, en tiempos record, del Pontífice polaco beatificado dos años atrás.


Pero, sorpresivamente, los cardenales y obispos deberán discutir también otro, añadido en los últimos días: el de la canonización de Juan XXIII, el Papa que ha convocado el Concilio Vaticano II, muerto en junio de cincuenta años atrás y beatificado en el 2000. Una novedad no prevista, que atestigua la voluntad de celebrar juntas las dos canonizaciones, llevando al culto universal tanto al Pontífice de Bérgamo como a Juan Pablo II.


La fecha más probable para la ceremonia durante la cual Roncalli y Wojtyla podrían ser canonizados es el mes de diciembre, inmediatamente después de la conclusión del Año de la Fe, dado que la inicial hipótesis de octubre parece cada vez menos realizable por falta de tiempo y problemas organizativos. El cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, después de la decisión tomada esta mañana, se encontrará con Francisco y en unos pocos días la noticia de los dos Papas santos podría ser definitivamente oficializada.


Había sido Wojtyla, en septiembre del 2000, durante el Jubileo, quien proclamó beato a Juan XXIII, uniendo en la misma celebración también la beatificación de Pío IX, el último Papa rey. En aquella ocasión, lo que llevó a Roncalli al primer grado de los altares fue el milagro de la sanación, ocurrida en 1966, de sor Caterina Capitani.


Como es conocido, según las normas canónicas, para la canonización es necesario el reconocimiento de un segundo milagro, ocurrido después de la beatificación. En los últimos trece años han sido varios los informes de gracias y de presuntos milagros atribuidos a la intercesión de Roncalli, pero hasta algún tiempo atrás no se había sabido que uno de estos hubiera pasado el escrutinio de las consultas médicas y de los teólogos de la “fábrica de santos” vaticana. Por lo tanto, es posible que se haya decidido acortar los tiempos. El Papa tiene, además, si quiere, la posibilidad de derogar incluso el reconocimiento del milagro y proceder, de todos modos, a una canonización, después de haber sentido el parecer de los cardenales de la Congregación.

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Eran las 19.49 del 3 de junio de 1963 cuando la multitud presente en la plaza San Pedro, viendo encenderse las luces de la habitación del apartamento papal, sabía de la muerte de Juan XXIII. En menos de cinco años el anciano prelado bergamasco, elegido como Papa “de transición”, había entrado en el corazón del mundo, por la sencillez de sus gestos y sus palabras. Las visitas a la cárcel de Regina Coeli y a los pequeños enfermos del Bambino Gesú, y las salidas para visitar las parroquias, lo habían hecho muy popular. La histórica decisión de convocar un Concilio ecuménico ha cambiado el rostro de la Iglesia, aún si Roncalli no vio su conclusión, llegando a cerrar sólo la primera de las cuatro sesiones conciliares.


Fue con el Concilio todavía abierto que diversos obispos propusieron proclamar santo a Juan por aclamación. Su sucesor, Pablo VI, prefirió seguir las vías canónicas, haciendo abrir un proceso formal canónico y queriendo unir también, junto con Roncalli, a su predecesor Pío XII.


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Fuente: La Stampa


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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