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A lo largo de la historia de la Iglesia, han sido muchos los Santos que han tenido experiencias del todo particulares acerca del Purgatorio.
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Algunos de ellos son muy conocidos, como Santa Faustina Kowalska, San Nicolás de Tolentino o la Beata Ana Catalina Emmerick.
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Presentamos aquí la traducción de algunos párrafos de una biografía del sacerdote polaco recientemente beatificado, Padre Estanislao de Jesús y María Papczynski, religioso y fundador de una congregación dedicada a la Santísima Virgen.
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En 1676, el Padre Papczynski realizó una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora en Studzianna, a 50 km en línea recta del bosque de Korabiew. Se enfermó gravemente y pidió que lo lleven al icono de la Sagrada Familia, famoso por sus milagros. En ese momento, el Padre Juan Ligeza, el amigo más cercano del Padre Estanislao y su confesor, era superior del Monasterio Oratoniano en Studzianna. Después de la confesión y la Santa Misa, el Padre Estanislao se fue a la celda que se le había asignado. Allí sintió que perdía todas sus fuerzas y sus sentidos. Casi muerto, en éxtasis, una vez más experimentó el misterio del sufrimiento de las Almas en el Purgatorio. Al ver este terrible sufrimiento, sintió que la Santísima Virgen le pedía, junto con todas las Almas, que regresara a la vida para ayudar a los difuntos.
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Mientras el Padre Estanislao estaba en éxtasis, los residentes del monasterio, después de terminar su comida, entraron en su celda para ver qué le sucedía. Pensaron que estaba muerto y le informaron esto al Padre Ligeza. Ya se estaban preguntando qué arreglos hacer para su funeral, pero su superior no estaba alarmado por esta noticia. Les aseguró que el Padre Estanislao no había muerto y que sabía dónde se hallaba. Muy pronto, el Padre Papczynski revivió, y habiendo recibido la bendición del superior, pálido por la fiebre, fue a la iglesia y dio a los fieles un largo sermón sobre la necesidad de ayudar a las Almas del Purgatorio. Entonces regresó a su Monasterio y ordenó a sus compañeros que rezasen el Rosario y el Oficio de los Difuntos cada día. También les dijo que ofreciesen cada mérito, trabajo, mortificación y otras obras de misericordia en favor de las Almas, para que pudieran ser liberadas de sus sufrimientos.
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Los contemporáneos del Padre Papczynski recuerdan que a menudo se encerraba en su celda para orar y en éxtasis descendía al Purgatorio. Durante estos éxtasis podía sentir los sufrimientos de las Almas del Purgatorio. En esas ocasiones, pedía al Padre del Cielo: “Oh Dios de Infinita Misericordia, dame a mí más sufrimientos y disminuye su castigo” (O Clementissime Deus, auge mihi dolores, et ipsis poenas minue).
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A veces Dios Misericordioso le revelaba los misteriosos designios de su Divina Providencia a este amante de las Almas del Purgatorio. Un día, mientras estaba rezando con sus compañeros en el coro, vio a un alma temerosa que estaba siendo duramente juzgada por Dios por sus pecados y temblando de miedo ante la condenación. Conmovido por esta alma, le dijo a sus compañeros, rompiendo el silencio: “Oremos por esta alma que está siendo juzgada en este momento”. Aunque no reveló de quién se trataba siempre se supuso que era el alma del Rey Juan III Sobieski [n. del t.: quien liderara la coalición de reyes y príncipes de naciones cristianas que en el año 1683 detuvo el avance musulmán a las puertas de Viena], que murió en Varsovia en ese momento.
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Animado por el amor a las Almas que sufrían en el Purgatorio, P. Papczynski ofreció todas sus enfermedades, sufrimientos, trabajos, persecuciones, mortificaciones, ayunos, penitencias, buenas obras y méritos por ellas. Impuso la misma obligación a sus compañeros. Para alentarlos a que hicieran esto, les recomendó en su Testamento en 1692 que cualquiera que realizara estos actos de amor heroico sería recompensado doblemente por Dios. “Les prometo -escribió- una doble recompensa de manos de Dios a todos aquellos que elijan y apoyen a esta pequeña Congregación de la Inmaculada Concepción, que ha nacido por voluntad de Dios para asistir a los difuntos”.
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Fuente en inglés: “Lumen Marianorum. Stanislaus Papczynski (1631-1701)”
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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