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En esta entrevista, publicada en Il Sussidiario, el vaticanista Sandro Magister analiza diversos aspectos del nombramiento del Arzobispo Müller como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, una decisión del Santo Padre que ha generado muchos comentarios en la “blogósfera” católica.
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¿Cómo juzga el cambio en el oficio de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dispuesto por Benedicto XVI?
El nombramiento de monseñor Müller demuestra el interés preeminente de Benedicto XVI en hacer que ocupe el cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe una persona de absoluta confianza, en sintonía con su visión teológica.
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Cuando fue nombrado el cardenal William Levada se dijo: Benedicto XVI ha considerado fundamental que el Prefecto fuese, sobre todo, un pastor. Gerhard Ludwig Müller es también teólogo. ¿Ha cambiado algo en la orientación del Pontífice?
Diría que no. Ciertamente, el nuevo prefecto corresponde de modo muy fuerte al interés del Pontífice de tener una persona con la cual poder trabajar de modo estrecho y confidencial. Entre otras cosas, Müller, que es un pastor en cuanto obispo de Ratisbona, es también un calificado teólogo y se le ha encargado la edición completa de la Opera Omnia de los escritos teológicos de Joseph Ratzinger.
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¿Una elección dictada por un factor casi “empático” y de cercanía?
Naturalmente. Debe decirse, sin embargo, que no es el primer caso de nombramiento hecho en la Curia por Benedicto XVI al punto de poder definir estas elecciones como un “pequeño equipo” compuesto por personas de confianza del Papa y que trabajan en estrecho contacto con él. Al nombre de Müller, de hecho, se pueden asociar los nombres del cardenal Marc Ouellet, que nombra los obispos de todo el mundo, y del cardenal Kurt Koch, que dirige el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. Koch, Ouellet y Müller constituyen un trío que tiene una gran importancia en el gobierno de la Iglesia mundial y en el cual Ratzinger deposita una confianza muy fuerte.
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En su opinión, ¿este nombramiento está sujeto a criterios de nacionalidad o políticos? Repubblica ha escrito: “más alemanes en torno al Papa en un momento difícil…”. ¿Qué piensa de esto?
Müller es alemán, más precisamente bávaro, pero Koch, por ejemplo, es suizo, si bien de lengua alemana, y Ouellet es canadiense. Su proximidad, más que geográfica, es cultural, habiendo logrado una visión teológica muy similar a la del Papa y que les permite formar realmente un equipo.
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¿Cuáles son los puntos sobresalientes de esta visión teológica que reúne al “equipo” de Ratzinger?
Es una visión que se basa en lo mejor que la teología católica ha producido en el siglo XX. Basta decir que otros grandes teólogos, como Hans Urs Von Baltashar, Jean Daniélou y Henri de Lubac, pueden ser asociados a esta corriente.
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Monseñor Müller, entrevistado en agosto de 2010, dijo a este periódico: “es sólo el ‘principio del amor’, como unidad interna e inseparable de razón y sentimiento, inteligencia y afecto, el que permite superar las contradicciones de la razón moderna”. ¿Cuál es su comentario?
Es un pensamiento ciertamente compartido por el Pontífice. Tal vez, sin embargo, lo que debe ponerse de relieve es que esta corriente teológica no se distingue por un exclusivo uso de la racionalidad sino que se inspira muchísimo en la gran recuperación, realizada en la segunda mitad del siglo XX, del pensamiento de los Padres de la Iglesia. Son fundamentales también la centralidad de la liturgia y una interpretación de las Sagradas Escrituras no puramente histórico-crítica sino canónica, inspirada en aquel sentido espiritual y global que era típico de los grandes estudiosos de las Escrituras de la Edad Media.
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En este sentido, ¿piensa que este nombramiento puede considerarse “innovador”?
Absolutamente sí, porque como cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe no llega simplemente una persona encargada sólo de vigilar la “pureza” de la doctrina sino que hace su debut un teólogo que tiene una competencia y una visión lo suficientemente fuertes para promover la fe en el contexto moderno. Además, nos estamos acercando a un Año que Benedicto XVI ha convocado precisamente para reavivar la fe en el mundo.
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El nuevo Prefecto tendrá que dirigir también la Comisión Ecclesia Dei, que está examinando la hipótesis de recomposición con los seguidores del obispo Marcel Lefebvre. ¿Cuál piensa que será la línea que seguirá Müller?
La misma que lleva adelante con gran valentía el Papa Ratzinger, desafiando las muy fuertes resistencias que se desatan también y sobre todo dentro de la Iglesia, donde existen corrientes fuertemente ecuménicas pero sólo de palabra: es decir, insisten con palabras en continuas aperturas con las comunidades separadas como las protestantes históricas pero, al mismo tiempo, muestran no sólo una falta de apertura sino un auténtico desprecio frente a grupos muy cercanos a la Iglesia católica pero separados desde hace poco tiempo, como los lefebvristas. Corriente que puede y debe ser objeto de un trabajo de reconciliación.
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Müller se declara discípulo y amigo del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, considerado uno de los inspiradores de la “teología de la liberación”. ¿Cómo juzga esta apertura?
Esta atención particular con la doctrina de Gutiérrez ha sido usada como arma de acusación por parte de quien no deseaba a Müller al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En realidad, mirándolo bien, Gutiérrez está ciertamente entre los más famosos exponentes de la “teología de la liberación”, pero es el único que nunca ha sido objeto de condena porque, efectivamente, su teología está en el cauce la ortodoxia. Además, esta corriente ha tenido derivaciones sobre todo de tipo marxista absolutamente incompatibles con la doctrina católica tout court pero, por otro lado, ha desarrollado también temas y afrontado problemas que han sido valorados positivamente. Entre ellos monseñor Müller y, en el pasado, también el entonces prefecto Ratzinger, se habían expresado críticamente sólo sobre algunos aspectos de la teología de la liberación misma.
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Fuente: Il Sussidiario
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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