viernes, 18 de julio de 2008

El Papa va a lo esencial

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Presentamos la traducción del editorial escrito hoy por Giovanni Maria Vian, director de L'Osservatore Romano, para la edición del 19 de julio. Recomendamos su lectura ya que, en pocas líneas, expresa, en referencia a los discursos del Papa en Sidney, una de las características más notables del Santo Padre: su capacidad de ir a lo esencial, es decir, a Cristo.

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Benedicto XVI no ama divagar. En sus intervenciones apunta a lo esencial y sabe ir al corazón de las cuestiones que verdaderamente importan. Con una claridad que va junto a la simplicidad. Como está demostrando también en los discursos de Sidney, desde el primer día. Y si al principio el Papa ha sabido delinear el sentido de su visita a una Australia que se esfuerza por purificar la propia historia y el presente, repitiendo luego a los jóvenes que Jesús está cerca de todo ser humano y que la Iglesia es una casa acogedora, en la segunda jornada de esta visita – acontecimiento que el rabino Jeremy Lawrence ha definido histórico- ha vuelto a dirigir la mirada al único Señor, encontrando a los representantes de las confesiones cristianas, luego a los de otras religiones, y por último a los jóvenes de una comunidad en recuperación. No casualmente en el día en el que un sugestivo Vía Crucis ha recorrido las calles de la ciudad.

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En el centro de los tres discursos, Benedicto XVI ha puesto a Cristo y su significado. Sobretodo para las relaciones entre las diversas Iglesias y confesiones cristianas. Usando la cordial franqueza amada por los australianos, el obispo de Roma ha subrayado la importancia de esta honestidad para el progreso del movimiento ecuménico que es muy importante y que debe avanzar: reconociendo el fundamento del bautismo común pero mirando a la común celebración eucarística. Sabiendo bien que estamos en un “punto crítico” y que se debe vencer la tentación de considerar la doctrina como un obstáculo en el progreso ecuménico, respecto a las obras. Las ideas que buscan la verdad y los dones que expresan el amor son, de hecho, tanto uno como otro, “esenciales al diálogo”.

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La centralidad de Cristo ha sido abiertamente evocada por el Papa también en el cordial encuentro con los representantes de las diversas religiones presentes en Australia. En el marco de la libertad religiosa, obviamente, y en una “armoniosa correlación entre religión y vida pública”, más importante aún cuando se tiende a presentar la religión como causa de división, como sucede polémicamente en muchas sociedades. En las relaciones entre las religiones, la posibilidad de avanzar juntos es vasta, sobretodo en el campo de la educación: enseñando la sobriedad y la “atención a la dimensión espiritual”. Para reconocer que la religión ofrece la paz, pero más aún suscita la “sed de la verdad”. Y de nuevo Jesús retorna en el discurso a los jóvenes que están reencontrando la vida en una comunidad de Sidney: es, de hecho, Cristo - origen de toda realidad, por él creada y, por eso, buena – quien quiere para todo ser humano la vida, y una vida plena. Ésta no se puede obtener adorando a “otros dioses”, que Benedicto XVI ha identificado en los bienes materiales, en el amor posesivo y en el poder. Estas realidades son buenas siempre y cuando se reconozca su verdadero origen en Dios y no sean adoradas como ídolos. Como ha sabido explicar muy bien, mostrando lo esencial.

g. m. v.

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