martes, 24 de febrero de 2009

Mons. Ranjith y la "reforma de la reforma"

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A través del blog The New Liturgical Movement nos enteramos de un nuevo libro de Monseñor Nicola Giampietro sobre el Cardenal Antonelli y la reforma litúrgica.  El prólogo del mismo lo escribe el Arzobispo Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino.  Algunos párrafos del mismo aparecen en Catholic Culture, de donde hacemos esta traducción.

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Un importante oficial vaticano ha llamado a tomar decisiones “audaces y valientes” para tratar los abusos litúrgicos que han surgido desde las reformas del Vaticano II.

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El Arzobispo Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino, considera que una errónea comprensión de las enseñanzas del Vaticano II y la influencia de ideologías seculares son razones para concluir que – como dijo el entonces Cardenal Joseph Ratzinger en 1985 – “el verdadero tiempo del Vaticano II aún no ha llegado”. Particularmente en el ámbito de la liturgia, dice el Arzobispo Ranjith, “la reforma tiene que continuar”.

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El Arzobispo Ranjith, quien fue llamado al Vaticano personalmente por el Papa Benedicto para servir como un aliado papal en la búsqueda de restaurar un sentido de reverencia en la liturgia, hace sus comentarios en el prólogo de un nuevo libro basado en los diarios y notas del Cardenal Fernando Antonelli, figura clave en el movimiento de reforma litúrgica tanto antes como después del Vaticano II.

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Los escritos del Cardenal Antonelli, dice el Arzobispo Ranjith, ayudan al lector “a comprender los complejos trabajos internos de la reforma litúrgica previos e inmediatamente posteriores al Concilio”. El oficial vaticano concluye que la implementación de las reformas sugeridas por el Concilio a menudo se desvió de lo realmente buscado por los Padres Conciliares. Como resultado, concluye el Arzobispo Ranjith, la liturgia hoy no es una verdadera concreción de la visión propuesta en el documento litúrgico clave del Vaticano II, Sacrosanctum Concilium.

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Específicamente, el Arzobispo Ranjith escribe:


Algunas prácticas que Sacrosanctum Concilium no había ni siquiera contemplado fueron permitidas en la liturgia, como la Misa versus populum, la Santa Comunión en la mano, el dejar de lado tanto el latín como el canto gregoriano en favor de cantos e himnos en vernáculo sin mucho espacio para Dios, y la extensión más allá de cualquier límite razonable de la facultad de concelebrar en la Santa Misa. También hubo una extremadamente mala interpretación del principio de “participación activa”.

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El prelado de Sri Lanka sostiene que en orden a llevar a cabo una “reforma de la reforma”, es esencial reconocer cómo llegó a distorsionarse la visión litúrgica del Vaticano II. Alaba el libro sobre el Cardenal Antonelli por permitir al lector alcanzar una mejor comprensión de “qué figuras o actitudes causaron la presente situación”. Esto, dice el Arzobispo, es una búsqueda “que, en el nombre de la verdad, no podemos abandonar”.

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Al tiempo que reconoce “la atmósfera turbulenta de los años que siguieron inmediatamente al Concilio”, el Arzobispo Ranjith recuerda a los lectores que en la convocatoria a los obispos del mundo para un concilio ecuménico, el Beato Juan XXIII buscó “un fortalecimiento de la fe”. El Concilio, a los ojos del Papa Juan, “no era ciertamente un llamado a caminar según el espíritu de los tiempos”.

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Sin embargo – continúa – el Concilio tuvo lugar en un tiempo de gran tumulto intelectual a escala mundial; y, especialmente en sus secuelas, muchos de los que profesarían ser sus intérpretes vieron el evento como un quiebre con las anteriores tradiciones de la Iglesia. Como dice el Arzobispo Ranjith:


Conceptos y temas básicos como el Sacrificio y la Redención, la Misión, la proclamación y la conversión, la adoración como un elemento integral de la Comunión, y la necesidad de la Iglesia para la salvación – todos fueron dejados de lado; mientras que el diálogo, la inculturación, el ecumenismo, la Eucaristía como “Banquete”, la evangelización como “testimonio”, etc., se tornaron más importantes. Fueron despreciados valores absolutos.

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Incluso en el trabajo del Consilium, la agencia vaticana a la que se le asignó implementar los cambios litúrgicos, se sintieron muy claramente estas influencias, nota el Arzobispo:


Un exagerado sentido de búsqueda de lo antiguo, el antropologismo, la confusión de los roles entre los ordenados y los no ordenados, una ilimitada provisión de espacio para la experimentación – y, de hecho, la tendencia a mirar con suficiencia algunos aspectos de la evolución de la liturgia en el segundo milenio – fueron cada vez más visibles entre ciertas escuelas litúrgicas.

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Hoy - escribe el Arzobispo Ranjith - la Iglesia puede mirar atrás y reconocer las influencias que distorsionaron la búsqueda original del Concilio. Ese reconocimiento, dice, debería “ayudarnos a ser valientes en mejorar o cambiar lo que fue erróneamente introducido y que parece ser incompatible con la verdadera dignidad de la liturgia”. Una muy necesitada “reforma de la reforma”, dice, debería ser inspirada “no meramente por un deseo de corregir los errores pasados, sino mucho más por la necesidad de ser fieles a lo que la liturgia es y significa para nosotros, y a lo que el Concilio mismo definió que la liturgia es”.

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El prólogo de diez páginas del Arzobispo Ranjith aparece en la edición en inglés de un libro llamado True Development of the Liturgy (La verdadera evolución de la liturgia) escrito por Monseñor Nicola Giampietro, miembro de la Congregación para el Culto Divino. Estará disponible [en inglés] en septiembre, en Roman Catholic Books.

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Fuente: Catholic Culture

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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