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“El sábado por la tarde, durante las primeras Vísperas de Adviento en la basílica Vaticana, el Papa usará un nuevo báculo”. Lo anuncia monseñor Guido Marini, en vísperas de la celebración con que se inicia el año litúrgico.
“Similar en las formas a la férula de Pío IX hasta ahora en uso – añade el Maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias –, éste puede ser considerado a todos los efectos el báculo de Benedicto XVI”. Donado por el Círculo de San Pedro, tiene una altura de 184 centímetros, pesa 2 kilos y 530 gramos, y tiene una mejor manejabilidad respecto al del Papa Mastai Ferretti, gracias a las más reducidas dimensiones del báculo y de la cruz. Y es también más liviano por 140 gramos, incluso por 590 respecto al de Juan Pablo II. De hecho, debe recordarse que el Papa Ratzinger ha utilizado inicialmente el báculo de plata coronado con el crucifijo – realizado por Lello Scorzelli – introducido por Pablo VI y luego usado también por Juan Pablo I y por el Papa Wojtyla. Posteriormente, desde el Domingo de Ramos del 2008, comenzó a utilizar la férula dorada en forma de cruz griega, perteneciente a Pío IX, también ella donada al Pontífice en 1877 por el Círculo de San Pedro. El antiguo sodalicio romano renueva así la tradición propia de fidelidad al Papa, testimoniada desde su fundación que se remonta a 140 años atrás, en el lejano 1869.
En la parte delantera del nuevo báculo de Benedicto XVI están representados, al centro, el cordero pascual, y a los costados, los símbolos de los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El motivo de la red reproducido en los brazos de la cruz recuerda la de Pedro, el pescador de Galilea. En el reverso, están grabados: al centro, el monograma de Cristo – formado por las primeras dos letras de la palabra Christòs en griego, la X y la P entrelazadas juntas –, y en las cuatro extremidades, los rostros de los padres de la Iglesia de Occidente y de Oriente: Agustín y Ambrosio, Atanasio y Juan Crisóstomo. “El cordero y el monograma de Cristo puestos al centro – comenta monseñor Marini – reflejan la unidad del misterio pascual: cruz y resurrección”.
Deteniedo la mirada en el anillo de debajo de la cruz, se notan: en la parte superior, el nombre de Benedicto XVI “que lo personaliza y lo hace suyo”, explica el Maestro; en la inferior, el de los donantes, es decir, el Círculo de San Pedro. Un último elemento significativo, finalmente, se encuentra en la parte alta del báculo, donde está impreso el escudo del Papa Ratzinger.
Otra novedad predispuesta por la Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice para las Vísperas del sábado concierne a la imagen de la Virgen que será colocada bajo el altar de la confesión: se trata de la escultura de madera policromada, que representa a la Virgen en el trono con el Niño bendiciendo, que en los años anteriores era expuesta sólo en la solemnidad de la Santísima Madre de Dios y que el año pasado se introdujo desde la Noche de Navidad hasta la Epifanía. El tiempo de Adviento es, de hecho, un tiempo mariano en el que la espera del Señor que viene está acompañada por el ejemplo de la espera de María, como se subraya por el canto de la antífona mariana Alma Redemptoris Mater en la conclusión del rito.
La costumbre iniciada con Benedicto XVI de celebrar las primeras Vísperas de Adviento en San Pedro evidencia la apertura de un nuevo ciclo anual en el que la Iglesia revive todo el misterio de Cristo: desde la Encarnación hasta Pentecostés y la espera del retorno del Señor. Por eso, el adorno floral es sobrio, significando la especificidad litúrgica y espiritual de este tiempo de espera del Señor que viene, en el signo de la alegría pero también de la penitencia y de la vigilancia como evoca el estribillo cantado en las intercesiones: Veni, Domine, et noli tardare. En este mismo sentido debe comprenderse el uso del color morado en las vestiduras litúrgicas, que acompaña todo el tiempo de Adviento, que comienza en las Vísperas del sábado 28.
Antes del inicio del rito, como en las otras celebraciones, está previsto un tiempo de preparación para que la asamblea se disponga a la oración, dejando atrás los ruidos y las distracciones de la vida cotidiana. En esta espera serán ejecutados algunas piezas musicales y se leerán pasajes de la homilía de Benedicto XVI en las primeras Vísperas de Adviento del 2008.
Durante la celebración propiamente dicha, que comenzará a las 17 horas, breves pausas de silencio al final de los salmos y de la lectura breve ayudarán a la oración personal y al recogimiento. La lectura breve, tomada como de costumbre de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses, adquiere en esta circunstancia un significado particular. El primer viaje internacional de Benedicto XVI en el 2010 será, de hecho, a Malta, para celebrar los 1950 años del naufragio del Apóstol en la isla del Mediterráneo.
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Fuente: Papa Ratzinger Blog
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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Es una información muy interesante y oportuna, gracias
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