sábado, 14 de noviembre de 2009

Rusia y la Cristiandad

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Presentamos la traducción del último e interesante informe del Dr. Robert Moynihan, periodista, fundador y editor principal de Inside the Vatican.


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“Aquí estuvimos, en el Monte Athos, el 11 de agosto de este año, hace tres meses, y fuimos al monasterio donde se conservan las santas reliquias de San Gregorio de Nacianzo, el Teólogo”, me dijo Leonid Sevastianov, un joven amigo ruso.


“El arzobispo me llamó a su lado, y juntos veneramos las reliquias”.


Leonid se refería al Arzobispo Hilarión Alfeyev, de 42 años de edad, cabeza del Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa.


“En ese mismo momento sonó mi teléfono celular. Era una llamada de Moscú. Un oficial del gobierno me informaba que la Fundación San Gregorio había sido registrada esa mañana. ¡Justo en ese momento! Lo tomamos como un signo…”.



¿De qué se trata?


Desde el fin del comunismo en 1991, durante 18 años, muchos grupos católicos han intentado ayudar a la perseguida Iglesia Ortodoxa Rusa a re-emerger de las catacumbas. Grupos como “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (con base en Koenigstein, Alemania), “Renovabis” y “Misereor” (las fundaciones caritativas de los Obispos alemanes), dieron millones de dólares para apoyar al clero ortodoxo ruso en un período en el que la Iglesia Ortodoxa Rusa intentaba volver a “ponerse en pie”, tras 70 años de represión.


Ahora, la Iglesia Ortodoxa Rusa está de nuevo en pie. Comienza a estirar sus piernas, y empieza a moverse. Pero no quiere correr esta carrera sola.


Recordando el tiempo del comunismo, y las dos décadas desde entonces, los rusos dicen estar preparados para trabajar junto con aquellos que no los olvidaron en tiempos de persecución y sufrimiento. Pero, ¿qué tipo de trabajo?


Observando los problemas de la Rusia moderna, donde las tasas de divorcio son altas y el abandono de los niños una tragedia nacional, donde la corrupción financiera roe la estructura social del país y limita las chances de Rusia en la transición del totalitarismo a una sociedad más libre y abierta, la Iglesia Ortodoxa Rusa está desarrollando una estrategia doble: renovar la Iglesia internamente, y entrar en contacto con la sociedad externamente, confrontando los grandes problemas humanos y sociales a los que Rusia se enfrenta.


En ambos frentes, pero particularmente en el segundo – me han dicho el Arzobispo Hilarión y Sevastianov – la Iglesia Ortodoxa Rusa ha decidido comprometerse con los católicos y otros, en una colaboración que puede ser comparada con una alianza real contra los grandes males sociales de nuestros días, no sólo en Rusia, sino también en toda Europa y el mundo.


Por ello, con la bendición espiritual del Patriarca Kirill, el Arzobispo Hilarión, trabajando con un grupo de jóvenes clérigos y laicos ortodoxos, decidió crear la Fundación San Gregorio de Nacianzo, con el objetivo de trabajar juntos con los católicos y otros en Occidente, para apoyar los valores espirituales tradicionales en Rusia, pero también en todo el mundo.


San Gregorio fue un teólogo del siglo IV, mucho antes de la división de la Iglesia entre Oriente y Occidente, y también es venerado tanto por los católicos como por los ortodoxos. Es un Padre de la Iglesia para todos los cristianos.


Los co-fundadores de esta nueva fundación son el Arzobispo Hilarión y Vadim Yakunin, uno de los hombres de negocios más ricos de Rusia.


Yakunin ha hecho un compromiso personal de apoyar la visión espiritual y social articulada por el Patriarca Kirill.


Otros rusos adinerados también están preparados para apoyar esta Fundación. Pero también sería muy apreciada la participación de norteamericanos y de europeos occidentales.


Hilarión y Yakunin han elegido a Sevastianov para liderar la fundación.


Sebastianov, de 31 años, nació en Rostov-on-Don, una región cosaca, en una familia de “viejos creyentes rusos” [grupo tradicional que se originó tras un Concilio celebrado en el año 1666]. Estudió en la Universidad Gregoriana de Roma desde 1999 hasta el 2002 (habla fluido el italiano) y en la Universidad de Georgetown, en Washington, desde el 2002 hasta el 2004 (también habla fluidamente el inglés).


“Queremos intentar atraer la atención de los creyentes religiosos, en Rusia y en el exterior, que crean en los valores cristianos tradicionales, y que quieran contribuir a hacer una sociedad más justa y más moral”, me dijo Sevastianov.


“Queremos promover la idea de la unidad entre Occidente y Rusia sobre la base de las raíces cristianas comunes. Creemos en esta alianza entre los países cristianos tradicionales, y creemos que necesitamos hablar con una voz ante el reto del secularismo y de un falso ‘liberalismo’, y creemos que, con una voz unida, podemos ser una fuerte fuerza contra el mundo secular radical que se ha transformado en dominador en nuestras sociedades”.


“Creemos que los valores cristianos tradicionales son la base para una sociedad más justa, próspera, abierta y libre; y podemos encontrar un ejemplo de esto en los comienzos del siglo XX, cuando algunos líderes de los ‘viejos creyentes rusos’ – el ala más tradicional de la Ortodoxia Rusa – como Pavel Ryabushinsky y Savva Timofeyevich Morozov, intentaron reformar la sociedad rusa”.


Al caer de la tarde, Sevastianov me condujo a la estación de trenes, de forma que pudiera tomar el tren de la noche hacia Kazán. Cruzamos las altas paredes del Kremlin.


“Allí está la Catedral de San Basilio y más allá la Plaza Roja”, dijo. “Rápido, tome una fotografía”.


“San Basilio es el corazón de Rusia, y desde aquí la cristiandad volverá a levantarse una vez más en el mundo”. Se detuvo por un segundo, y me miró. “Ustedes los católicos, ¿no tienen esta profecía sobre Rusia?”.


Entonces tomé la foto.


Luego nos apresuramos hacia la estación. El tren a Kazán parte a las 10:08…


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Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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