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Ofrecemos nuestra traducción de esta noticia, publicada hoy en Il Giornale por el vaticanista Andrea Tornielli, sobre un nuevo dicasterio que el Papa Benedicto XVI creará en las próximas semanas.
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Está profundamente preocupado por el crecimiento del escándalo de los abusos sexuales sobre menores y por las campañas mediáticas que quieren involucrarlo, pero Benedicto XVI no deja de sorprender: en las próximas semanas será anunciada la creación de un nuevo dicasterio de la Curia romana dedicado a la evangelización de Occidente que estará presidido por el arzobispo Rino Fisichella.
El Papa Ratzinger está preparando la carta apostólica que sanciona la decisión. Una decisión clamorosa, la institución del Pontificio Consejo para la nueva evangelización, un nuevo “ministerio” dedicado a la misión en el primer y en el segundo mundo, es decir, en los países donde el anuncio del Evangelio ya se ha hecho desde hace siglos pero donde actualmente su eficacia en la vida de las personas parece haberse perdido. Europa, Estados Unidos y América del Sur serán las principales zonas de influencia de la nueva estructura, que flanqueará a la Congregación de Propaganda Fide, dedicada en cambio a la evangelización en las tierras de nueva misión. El nuevo “ministerio” representa, hasta este momento, la novedad más consistente del pontificado de Benedicto XVI, un Papa que, según los pronósticos, habría simplificado la Curia romana.
La expresión “nueva evangelización” fue usada por primera vez por Juan Pablo II en junio de 1979 en Nowa Huta, barrio de los obreros polacos, modelo de una ciudad sin Dios, sin símbolos religiosos, sin iglesias. Aquellas palabras se convirtieron en una clave de lectura del pontificado itinerante de Wojtyla. La idea de constituir un dicasterio ad hoc dedicado a esta tarea, en cambio, se encuentra en una propuesta que don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, hizo al mismo Juan Pablo II al inicio de los años `80, como recordaba el cardenal Paul Josef Cordes en el prefacio al tercer volumen sobre la historia de Comunión y Liberación, redactado por don Máximo Camisasca. En aquel entonces, sin embargo, el contexto era diverso, la idea no tuvo éxito. ¿Cómo resurgió? Según autorizadas indiscreciones recogidas por Il Giornale, quien propuso el nuevo dicasterio al Papa Ratzinger habría sido, ya más de un año atrás, el cardenal patriarca de Venecia, Angelo Scola, también él muy sensible al problema. Benedicto XVI apreció de inmediato la propuesta y la hizo propia, determinando en monseñor Fisichella, teólogo, la persona más idónea para guiar el nuevo Pontificio Consejo.
Fisichella, actualmente rector de la Pontificia universidad lateranense, está por dejar el cargo después de un quinquenio (el sucesor debería ser el salesiano Enrico Dal Covolo, estimado por el Papa, al cual predicó recientemente los ejercicios espirituales, y cercano al Secretario de Estado Bertone). Dejará también la guía de la Pontificia Academia para la Vida para dedicarse exclusivamente al nuevo e importante deber. La sede del nuevo dicasterio, específicamente dedicado a reevangelizar al Occidente que ha olvidado a Dios y sus raíces, estará muy probablemente en el inicio de la Via della Conciliazione.
La relación entre el Occidente ya descristianizado y la fe está, desde siempre, en el centro de la atención de Joseph Ratzinger. “La Iglesia evangeliza siempre y nunca ha interrumpido el camino de la evangelización”, afirmaba el entonces cardenal a un congreso sobre la catequesis del año 2000, “sin embargo, observamos un proceso progresivo de descristianización y de pérdida de valores humanos esenciales que es preocupante”. “Por eso, buscamos – continuaba -, además de la evangelización permanente, nunca interrumpida, una nueva evangelización, capaz de hacerse sentir por aquel mundo que no encuentra acceso a la evangelización «clásica». Todos tienen necesidad del Evangelio; el Evangelio está destinado a todos y no sólo a un círculo determinado y, por eso, estamos obligados a buscar nuevos caminos para llevar el Evangelio a todos”.
Al asumir el nuevo cargo, Fishichella, que seguirá siendo capellán de la Cámara de diputados, está destinado a permanecer en la Curia romana, y se convierte en un candidato a la púrpura. Sale, en cambio, de las previsiones que lo ponían en pole position para la diócesis de Turín, en la cual siguen el obispo de Alessandria, Giuseppe Versaldi, cercano a Bertone; y el obispo de Vicenza, Cesare Nosiglia, cercano al presidente de la CEI, Angelo Basgnasco. Mientras que para la sucesión del cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, crece la candidatura del arzobispo Gianfranco Ravasi, “ministro” de la cultura vaticano.
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Fuente: Il Giornale
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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