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Presentamos nuestra traducción de una entrevista concedida por Leo Darroch, presidente de la Federación Internacional Una Voce.
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Usted es el presidente de la más antigua organización creada para apoyar la Misa tradicional en latín. ¿Podría darnos una breve introducción a lo que es Una Voce y a su trabajo?
Hacia el final del Concilio Vaticano II, se dio en el laicado una creciente preocupación por la continuidad de la herencia litúrgica de la Iglesia. Como resultado, a fines de 1964 y a principios de 1965, se formaron una cantidad de asociaciones nacionales. A principios de 1965 se reunieron en Roma los delegados de seis asociaciones europeas, y la Federación Internacional Una Voce fue formalmente erigida el 8 de enero de 1967, cuando los delegados de 20 asociaciones aprobaron los estatutos y eligieron el primer consejo.
La Federación es un movimiento de laicos, y sus metas principales consisten en asegurar que el Missale Romanum del Papa Juan XXIII (la edición de 1962) se mantenga en la Iglesia como una de las formas de la celebración litúrgica, y en salvaguardar y promover el uso del latín, del canto gregoriano y de la polifonía sacra. Representa a asociaciones de más de 30 países. Desde la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum en julio del 2007 se han recibido, en mayor número, distintos pedidos de información y asistencia de lugares tan alejados como Panamá y Japón. Cada dos años se convoca en Roma una asamblea general, y se realizan las elecciones para el consejo y la presidencia. La Federación no es una organización dirigida por un comité central. Cada asociación nacional es un cuerpo autónomo al que se anima a hacer todo lo posible para alcanzar los objetivos de la Federación a nivel local. No obstante esto, los que lideran la Federación están mejor posicionados para representar las preocupaciones comunes de los católicos tradicionales del mundo entero, a un nivel más alto de gobierno de la Iglesia.
La Federación es reconocida por la Santa Sede, sus puntos de vista son recibidos con cortesía y respeto por las Congregaciones romanas correspondientes, y sus representantes son recibidos en ellas de la misma manera. Con los años, ha hecho exitosas intervenciones en Roma en numerosas ocasiones, para salvaguardar la Misa tradicional y la práctica litúrgica antigua.
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¿Cuál es su valoración acerca de la implementación del Motu proprio Summorum Pontificum desde el 2007? En los comentarios de apertura al tercer informe anual de la Federación, usted remarcó la clara oposición de una gran parte del episcopado en todo el mundo. ¿Podría agregar algo al respecto?
El Motu proprio fue recibido con gran gozo por los miembros de la Federación, y nuestro trabajo ha crecido notablemente desde entonces. Muchos obispos han respondido obedientemente al motu proprio, y esto ha resultado en grades beneficios para el clero y los laicos en sus diócesis, donde hay parroquias que se vieron rejuvenecidas, especialmente en los Estados Unidos. Sin embargo, es también verdad que un gran número de obispos no ha respondido al pedido del Papa Benedicto de “abrir generosamente los corazones y dar lugar a todo lo que la fe misma permite”. La tercera parte de nuestro informe provee detalles de asociaciones miembros en lugares donde los obispos han ignorado o han rechazado los pedidos legítimos, incluso cuando algunos sacerdotes habían dicho que les gustaría celebrar el usus antiquior con sus fieles.
Aunque el Santo Padre, el legislador supremo, ha dado permiso directamente a los sacerdotes, es un hecho que muchos obispos parecen incapaces de aceptar que Summorum Pontificum es una Carta Apostólica – un decreto papal – y no un indulto (como Ecclesia Dei adflicta, de 1988) según el cual se requiere su permiso; así están rehusando aceptar la voluntad expresa de la más alta autoridad.
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Algunas personas continúan pensando que la Misa tradicional en latín está reservada a un grupo de europeos anticuados y de clase alta. ¿Es ésa su experiencia? En el motu proprio, el Papa declara su esperanza de que la reintroducción del Misal del Beato Juan XXIII alcance no sólo a los “tradicionalistas” sino a todos los católicos. ¿Diría usted que esa meta se ha logrado?
Este argumento es propuesto o por aquellos que ignoran el trabajo de la Federación, o por aquellos que desean desacreditar nuestro movimiento. Aunque el movimiento se inició en la década del ’60 y principalmente fue motivado por un grupo de europeos cultos, esto se debió a que ellos estaban mejor posicionados, en ese momento, para lanzar tal movimiento. Desde entonces, la Federación se ha expandido a cada esquina del mundo, y la mayoría de los nuevos grupos se forma cubriendo todo el espectro social; entre sus líderes hay tanto hombres como mujeres.
La descripción “tradicionalista” se usa a menudo para indicar a alguien que ha experimentado la Forma antigua antes de que la nueva Misa fuera introducida en 1970, pero el Santo Padre está absolutamente en lo correcto al afirmar que los jóvenes han “encontrado el Misterio de la Santísima Eucaristía” y se han visto atraídos por él. Sin excepción, los nuevos grupos que se forman son organizados y dirigidos por jóvenes en sus veinte o treinta años. Por ejemplo, actualmente estoy trabajando con pedidos de Indonesia, Kenya, Panamá y Japón. Todos estos grupos son dirigidos por jóvenes de menos de 35 años. Es bastante claro que el Santo Padre, con su preocupación pastoral por toda la Iglesia, está más a tono con los deseos de los fieles y los sacerdotes que muchos obispos que parecen no tener conocimiento o interés más allá de las fronteras de su propia diócesis. A medida que más y más personas descubren el usus antiquior, hay más pedidos de consejo y guía por parte de laicos para formar grupos de Una Voce.
Pero no son sólo laicos los entusiasmados con el resurgimiento de la Liturgia tradicional; también hay clérigos y religiosos. El número de sociedades sacerdotales y órdenes religiosas (tanto masculinas como femeninas) que usan el Misal tradicional está creciendo año a año. Y son predominantemente jóvenes. En nuestro website damos una lista, quizá incompleta: www.fiuv.org.
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Un año después de la reorganización de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei (PCED), un movimiento largamente esperado por los fieles, ¿podemos decir que algo cambió en Roma? ¿Cree que es la institución apropiada para asegurar la aplicación justa y generosa del motu proprio?
No diría que la PCED fue reorganizada hace un año, sino que ha comenzado el proceso de su reorganización, lo que no es lo mismo. Aún se está desarrollando. Creo que para todos es claro que la PCED es ahora mucho más fuerte que lo que ha sido desde sus inicios, y esto es algo bueno. Recientemente aumentó mucho el área de su trabajo, por lo que probablemente haya un incremento apropiado en el número de los que allí trabajan, para tratar con la expansión de la tarea. Según mis observaciones, los signos son alentadores. Monseñor Pozzo es un excelente Secretario y administrador. Como nunca antes, todos los sacerdotes que han sido nombrados para trabajar en la Comisión celebran la Misa tradicional diariamente y tienen afinidad con los laicos que, como los miembros de la Federación Una Voce, desea dar culto al Dios Omnipotente según los libros que estaba en vigor en 1962.
No creo estar en el lugar de comentar acerca de si la PCED es o no la institución apropiada. Esta Comisión fue erigida por el Papa Juan Pablo II, y ahora ha sido ubicada en la Congregación para la Doctrina de la Fe por el Papa Benedicto XVI. El motu proprio no trata sólo sobre Liturgia, sino sobre los obispos, el clero, el laicado: ¿Qué Congregación o institución sería realmente apropiada?
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Usted estuvo en Roma a mediados de noviembre para presentar su informe a distintos prelados curiales. Sabemos que el reporte del 2009 fue muy apreciado por los documentos y fotografías que contenía acerca de las sesiones de práctica para los sacerdotes. ¿Podría decirnos cómo ha sido recibido este tercer informe?
Durante los seis días que estuve en Roma con Jason King, el vice-presidente, y con Rodolfo Vargas Rubio, el secretario, hemos tenido reuniones en las Congregaciones para el Culto Divino, para el Clero, para los Obispos, para la Educación Católica, en la Signatura Apostólica, en la Secretaría de Estado, y dos reuniones en la PCED. También tuvimos la fortuna de recibir invitaciones del Cardenal Burke a una recepción en el Colegio Norteamericano inmediatamente después del Consistorio del 20 de noviembre; y a la tarde siguiente nos reunimos con él en su oficina en el Palazzo della Cancelleria. Presentamos copias de nuestro informe en todos los dicasterios, y fueron bien recibidas. Aunque el informe está pensado en primer lugar para el Santo Padre y la PCED, también contiene información que es pertinente a todos los dicasterios. No es la práctica de la Federación el revelar las conversaciones privadas tenidas en Roma, pero la respuesta a nuestro informe fue de buena acogida.
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Fuente: Paix Liturgique
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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