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“Querido Niño Jesús, pronto descenderás sobre la tierra. Traerás alegría a los niños. También a mí me traerás alegría”. Es el típico texto de una cartita de Navidad. Los niños de todos los tiempos la dejaban frente al pesebre y esperaban la noche de la Vigilia. Pero lo que la hace especial es que está firmada por Joseph Ratzinger y está fechada en 1934. ¿Qué deseaba el pequeño Joseph cuanto tenía apenas siete años? “Quisiera el Volks-Schott, una vestimenta verde para la Misa y un Corazón de Jesús. Seré siempre bueno. Saludos, de Joseph Ratzinger”. La cartita ha sido reencontrada durante los trabajos de reestructuración de la casa de Joseph Ratzinger en Penting en Baviera, hoy transformada en un pequeño museo dedicado al Pontífice. Su hermana María había guardado la cartita realmente insólita para un niño de 7 años. El pequeño Joseph no pedía juegos o dulces, que también estaban siempre presentes en el pesebre de la familia Ratzinger para los tres hermanos. Joseph pide tres cosas muy particulares.
El Schott es uno de los primeros libros de oraciones con el Misal en lengua alemana con el texto paralelo en latín. En aquella época, en Alemania, existían dos ediciones, una para niños y una para adultos. Y el pequeño Joseph, precisamente a través de aquel librito, comienza a amar la liturgia sobre cuyo ritmo estaba modelada la vida de la familia. “Cada librito litúrgico que recibía – escribe Benedicto XVI en su biografía – era algo precioso, algo que no podía soñar más bello”. En la cartita hay tres pedidos. Uno en particular nos deja asombrados: el pequeño Joseph pedía un ornamento para celebrar la Misa. En efecto, los hermanos Ratzinger hacían a menudo un juego, “el juego del párroco”, para el cual la mamá preparaba los ornamentos. Lo ha contado su hermano Georg en una entrevista, algunos atrás, para Inside the Vatican: “Se celebraba la misa, teníamos casullas hechas por mamá precisamente para nosotros. Y uno cada vez era el celebrante o el monaguillo”. Luego, un “Corazón de Jesús”, una imagen del Sagrado Corazón del cual era muy devota toda la familia. Y todo esto frente al pesebre, que cada año “aumentaba con alguna figura y era siempre motivo de gran alegría ir con mi padre al bosque a coger musgo, enebro y ramitas de abeto”.
Ahora la conmovedora carta – como refiere Bild – está expuesta por primera vez en la casa natal del Papa en Marktl am Inn, en Baviera. En la característica caligrafía cursiva de la época llamada Sütterlinschrift, el niño, que asistía a la escuela, expone los deseos de su corazón al Niño Jesús. También hay otras cartitas de los niños. Georg, que tenía diez años, quería la partitura de una canción y una casulla blanca, mientras María, que tenía trece años, soñaba con un libro lleno de dibujos. Las cartitas estaban todas en una única hoja porque la familia Ratzinger no era ciertamente rica. La familia Ratzinger, en esa época, en 1934, vivía en la idílica Aschau am Inn.
“El Papa se ha alegrado mucho de descubrir la carta y su contenido lo ha hecho sonreír”, ha contado su secretario particular Georg Gaenswein cuando inauguró el pequeño museo al final del verano. “Para él, el olor a musgo pertenece todavía hoy a la Navidad”. Las cartas están expuestas durante el período navideño en Munich de Baviera.
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Fuente: Korazym
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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