*
*
Presentamos nuestra traducción de este artículo del vaticanista Paolo Rodari, publicado en Palazzo Apostolico, sobre la novedad de que el Papa está preparando una nueva encíclica durante sus vacaciones de verano.
***
Cuando el 24 de abril del 2005, en la homilía que inauguró el Pontificado, Benedicto XVI dijo que su tarea, y la de la Iglesia, era “conducir a los hombres fuera del desierto, hacia el lugar de la vida, hacia el amistad con el Hijo de Dios”, probablemente ya pensaba que llegaría hasta aquí. ¿Hasta dónde? A la decisión de escribir una encíclica sobre la fe, la cuarta, la tercera dedicada a las virtudes concernientes a Dios, es decir, las virtudes teologales. Una noticia dada en las horas pasadas en Les Combes, en Introd, por el Secretario de Estado Tarcisio Bertone, que ha explicado también que el Papa ha concluido la preparación del tercer libro de la obra sobre Jesús de Nazaret, dedicado a las narraciones de la Infancia de Jesús (Die Kindheitsgeschichten). El libro, escrito en alemán, debe ahora ser traducido.
Una encíclica dedicada a la fe, por lo tanto, ¿para decir qué? El Papa dio una idea el pasado 11 de octubre, en la Carta apostólica Porta Fidei con la cual convocó un año dedicado a la fe. Dijo que “sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común”. Mientras que la Iglesia no puede aceptar que “la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta”.
La fe antes que las preocupaciones sociales y políticas, por lo tanto, un presupuesto no secundario en la visión de las cosas del Papa alemán. Se sabe que él tiene en mente a Pablo VI y su decisión, en ciertos aspectos explosiva, de convocar un año de la fe en 1967, tiempos de agitación y, en la Iglesia, también de concesiones: el actuar antes que el creer, los años del post-Concilio, las verdades de fe diluidas por el viento de la renovación. Pablo VI pensó en un momento solemne para que en toda la Iglesia hubiese “una auténtica y sincera profesión de la misma fe”.
Una profesión por parte de todos, para que el creer fuese purificado de las derivas y de las traiciones: “Las grandes transformaciones que se verificaron en aquel año – escribió Ratzinger – hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente”. Esta concluyó con la profesión de fe del Pueblo de Dios, para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados de manera nueva con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas diversas a las del pasado.
No es casualidad que la encíclica salga no sólo en el año dedicado a la fe, sino también en el que se festeja el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962) y en el 20º aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 1992).
Ratzinger trabajó largo tiempo, como prefecto del ex Santo Oficio, en la preparación de un Compendio del Catecismo. Para él, como para Pablo VI más de cuarenta años atrás, el Catecismo es el camino al cual aferrarse no sólo para aprender y divulgar una fe correcta, sino también para interpretar y volver a proponer del modo más correcto las enseñanzas del Vaticano II.
Pablo VI, el 30 de junio de 1968, pronunció como conclusión de su Año de la Fe su “Credo del Pueblo de Dios”. El 24 de noviembre de 2013, fiesta de Cristo Rey, Benedicto XVI celebrará “una Eucaristía en la cual se renovará solemnemente la profesión de la fe”. En pocas palabras, una continuidad absoluta. ¿Será también la fecha en que hará pública su cuarta encíclica? Difícil decirlo. El Papa Ratzinger ha demostrado, en la preparación de su último libro sobre Jesús de Nazaret, no amar las carreras. Se tomará el tiempo necesario para su última esperadísima “circular”.
***
Fuente: Palazzo Apostolico
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
***
0 Comentarios:
Publicar un comentario