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“Es Dios quien obra. Nuestra capacidad, por sí sola, no salva nada”. Lo dice Rose Busingye, fundadora del Meeting Point International de Kampala, Uganda.
El centro hospeda a mujeres seropositivas, “mis mujeres”, dice siempre Rose hablando de ellas. Personas que han encontrado en la fe cristiana una nueva esperanza de vida, la única respuesta creíble a la desesperación del abandono. Es a “sus” mujeres hacia donde va siempre Rose con el pensamiento cuando debe hablar de la fe, de la Iglesia, de la esperanza que Cristo representa hoy para el mundo y para África.
Se ha concluido, el domingo, el Sínodo de los obispos africanos. También Rose ha participado, junto a muchos otros invitados. Ilsussidiario.net la ha entrevistado en la vigilia de su retorno a Uganda.
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¿Qué ha significado para usted este encuentro, a la luz de la experiencia de la Iglesia que vive en África?
Entender que es Dios quien obra. Nuestra capacidad, por sí sola, no salva nada. Compruebas, una vez más, nuestra incapacidad, pero ves bien que el cristianismo sigue adelante a pesar de todo. Toda la Iglesia en África está creciendo. Pero no somos nosotros quienes la llevamos adelante; es el Espíritu. Esto lo he visto muy bien por el modo en que el Papa ha estado con nosotros durante el Sínodo.
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¿Qué le ha impresionado más en la presencia del Santo Padre?
Él estaba con nosotros sin programas sino sencillamente para hacernos compañía. Como un padre, que suscita en ti la ternura que hace que te preguntes: ¿qué he de temer? Era imposible, delante de aquella mirada, entender mal.
La primera preocupación, tratándose de una iglesia joven como la africana, podía ser la de “consolidar una iglesia futura”. Pero la Iglesia no es, antes que nada, una organización. La invitación del Papa, y su testimonio personal, ha sido predisponernos a aceptar la iniciativa de Dios sobre nosotros. Es en esta aceptación donde está el futuro - y el presente – de la iglesia africana.
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Al escuchar los programas de desarrollo de los gobiernos y de tantas organizaciones, parecería que el primer desafío para África es encontrar más dinero y hacer más proyectos…
El hombre europeo tiene todo pero, entonces, ¿por qué no es feliz? ¿Cómo es que las calles están llenas de rostros tristes, de personas que nunca sonríen? Esto es así porque en Europa se ha olvidado que lo que nos hace felices es el proyecto de Dios y no el nuestro. En cambio, “mis” mujeres van a la cantera a romper piedras sonriendo y cantando. Incluso si no han comido nada.
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El desafío más grande en occidente es que la sociedad ha abandonado sus raíces cristianas. Para la mayor parte de las personas, el cristianismo no tiene nada más que decir a la humanidad. ¿Cuál es, en cambio, el desafío cultural más urgente para los católicos que viven en África?
La fe en Jesucristo. Siempre digo que la fe representa el final de la esclavitud. Es abstracto - me han dicho muchos de los que conocí. Pero no es así. Un hombre que vive la fe, lo ve todo como algo dado y lo goza. Goza del trabajo, de los hijos, de la creación. Para un hombre que vive la fe, Dios es todo. Y así, es más libre.
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Benedicto XVI, en su homilía en la apertura del Sínodo, dijo de África que “su profundo sentido de Dios” es “un tesoro inestimable para el mundo entero” y que “desde este punto vista, África representa un inmenso pulmón espiritual para una humanidad que se halla en crisis de fe y de esperanza”. ¿Qué piensa de estas palabras?
Es por eso que hoy es más fácil encontrar a Cristo en África que en los países occidentales. Porque un africano tiene tal sentido del misterio que es siempre consciente de pertenecer a Algo. Algo más grande, más grande que su madre y su padre. Pero este Misterio es Cristo presente, Aquel que cada corazón espera. Si lo encuentro, transforma mi nueva identidad, mi nuevo juicio sobre todas las cosas. Me doy cuenta de esto cuando miro a “mis” mujeres. ¡Ves, – me digo – están cada vez más adelante! No porque sean más inteligentes sino porque son más sencillas. La fe ha penetrado su vida. Cuando fue el huracán de New Orleans, percibían a las poblaciones golpeadas como parte de sí, aún estando en la otra parte del mundo. Y las han ayudado. Cuando conoces la fe, todo te pertenece. Es una mentalidad nueva, persuasiva. Te das cuenta, sencillamente, de que es más bello vivir como cristiano.
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El tema del Sínodo es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz”. ¿La justicia y la paz son cosas por las cuales vale la pena gastarse?
Pero la justicia, sin Dios, ¿qué justicia es? Bien lo ha dicho el Papa en la homilía del domingo. Si no pasa Jesús de Nazareth, ¿qué sentido tiene hacer proyectos? “He visto la aflicción de mi pueblo..., he escuchado el clamor..., conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo”. Puedo tratar bien a mi prójimo pero mientras tanto me canso y entonces, ¿por qué debo hacerlo? Puedo hacer proyectos de caridad, pero a la larga no resisten. Pero si mi corazón vive de la fe, todo se hace más fácil. Y sólo entonces te trato por aquello que eres, porque también tú eres de Dios. Eres “divino”, también tu me perteneces.
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En muchos países africanos, los cristianos son perseguidos. Durante el Sínodo, ha causado impresión lo narrado por monseñor Hiiboro Kussala, que ha hablado de cristianos asesinados brutalmente en Sudán. ¿Los católicos que usted conoce viven el riesgo del martirio?
Saben bien que pueden morir a causa de su fe pero están serenos, porque si uno tiene un ideal para vivir, vale la pena morir por él. El problema, por el contrario, es cuando falta algo por lo que sacrificarse. El dinero no hace feliz, porque quien tiene mucho dinero está, en cambio, más triste que otros. Sólo el encuentro con Dios es lo que nos hace ser más hombres y nos hace descubrir el valor de nosotros mismos. Es por eso que por Dios se puede también sacrificar la vida.
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Para usted, y para las mujeres que viven con usted, ¿qué significa encontrar personas que creen en otra cosa? En África hay miles de religiones diversas.
Hay miles de creencias, pero todos se encuentran bien con nosotros. Más diálogo. Es la prueba de que realmente sólo en Cristo posees todo. He visto a muchos extranjeros sorprenderse y darse cuenta de qué bello es estar allí con nosotros, sin prejuicios, sin planes.
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¿Es una propuesta incluso para quien os odia?
Sí. Imagina a nuestras mujeres, que van a la cantera cantando los cantos de los Alpes. Uno ve, no entiende qué quiere decir, pero se conmueve porque es bello cantar así. Un hombre que está en relación con Dios atrae, siempre atrae. En Roma, durante el Sínodo, no me he cansado nunca cuando estaba el Papa sino cuando no estaba. Ha sido hermoso sorprenderse con toda la ternura del padre que mira a los propios hijos.
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Es la experiencia del dolor y del mal la que nos frena, la que bloquea todo…
La fe vence todo. Si la fe no vence, significa que no es fe sino un sentimiento. El Misterio de Dios atrae y transforma. Es necesario dejarse transformar. En cambio, nosotros mesuramos Su iniciativa, ponemos límites: hacemos nosotros un proyecto para el misterio, dónde debe llegar y dónde no. Menos mal que no depende de nosotros sino que “sopla donde quiere”: allí donde hay un corazón sencillo que lo espere.
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Hoy volverá a Kampala, en Uganda. Sus mujeres le preguntarán qué ha estado haciendo ¿Qué les dirá?
Les hablaré del Papa. Les diré que estoy tranquila porque en él tengo una guía segura. No temo más nada porque hay un hombre que, más que cualquier otro, vive la fe. Y yo lo he visto. Debemos pertenecer a él, a su pueblo, a la Iglesia tal como es. Un hombre que vive la pertenencia a Cristo como la vive el Papa, te atrae, ya no quieres dejarlo.
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Esta fidelidad de la que habla – del Papa hacia Dios y la suya personal hacia el Papa –, ¿no es ajena al sentir de África?
No, porque no es algo exterior, que viene de fuera, de Europa o de la historia, sino desde dentro de nosotros: uno la descubre mirando cómo está hecho el corazón. Y nuestro corazón está hecho para encontrar a Cristo. Un hombre que le pertenece, como el Papa, clama a Dios.
El mundo viene aquí y pretende decir lo qué está bien para nosotros. Reduce el problema de África al preservativo. No nos tratan como hombres. En cambio el Papa, con su mirada y su ternura de padre, es el único que nos quiere realmente bien.
Es importante que el cristianismo – ha dicho el Papa, una mañana – no sea una suma de ideas sino un modo de vida. El cristianismo es caridad, es amor, ha dicho. Y si la fe se transforma en caridad, no hay nada que pueda resistirle.
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Fuente: Papa Ratzinger Blog
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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