lunes, 29 de abril de 2013

Arzobispo Zollitsch: “El diaconado femenino ya no es tabú”

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Presentamos nuestra traducción de este artículo del vaticanista Andrea Tornielli sobre la propuesta de apertura al diaconado femenino a la ha hecho referencia Mons. Robert Zollitsch, Arzobispo de Friburgo y Presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, en la conclusión de un encuentro diocesano en el que se han planteado posibles reformas para la Iglesia.

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El presidente de los obispos alemanes, el arzobispo de Friburgo Robert Zollitsch, en la conclusión de una reunión diocesana de cuatro días en la que han participado 300 expertos que han hablado de posibles reformas, ha dicho que el diaconado femenino “no es más un tabú”. En la reunión se ha hablado también de la posibilidad para los divorciados en nueva unión de participar en la comunión eucarística.


Las palabras del presidente de los obispos alemanes podrían dejar entender la posibilidad de llegar a la ordenación diaconal de las mujeres, aún si la declaración publicada en el sitio de la arquidiócesis parece referirse más bien a una forma de ministerio diaconal distinto del masculino. Palabras de apertura hacia el diaconado ordenado femenino habían sido pronunciadas en su momento por el cardenal Carlo Maria Martini, después que Juan Pablo II, en la carta Ordinatio sacerdotalis, había excluido la posibilidad para las mujeres de recibir el sacerdocio. El documento de Wojtyla había sido publicado en 1994, luego de la decisión de la Iglesia anglicana de abrirse al sacerdocio femenino.


Ya entonces diversos expertos hicieron notar la diferencia entre un diaconado femenino entendido como servicio y el diaconado como primer grado del orden sagrado. En los comienzos del cristianismo existía una diaconía femenina (de la cual habla también San Pablo) y está documentado que en el siglo III, en Siria, existían diaconisas que ayudaban al sacerdote en el bautismo de las mujeres. Un rol atestiguado también en las Constituciones apostólicas del siglo IV, que hablan de un rito de consagración, distinto, sin embargo, del de los diáconos varones.


Formas de servicio diaconal femenino han sido ya desde hace un tiempo institucionalizadas, por ejemplo, en los pasados años, en la diócesis de Padua. Se trata de mujeres que, aún sin vestir el hábito religioso, han emitido los votos de obediencia, pobreza y castidad. Y han sido consagradas como “colaboradoras apostólicas diocesanas”. El rol y las tareas de esta nueva forma de servicio son explicadas de este modo por la diócesis de Padua: “Es una forma de diaconía femenina inspirada en el Evangelio. Las colaboradoras apostólicas asumen la diaconía apostólica como proyecto de vida acogido, aprobado y orientado por el obispo”. Entre las tareas a las que están llamadas las “diaconisas” [SIC] se encuentran el anuncio de la Palabra, la educación en la fe, las obras de caridad al servicio de los pobres, distribución de la Comunión, la animación de la liturgia, o la gestión de estructuras como escuelas e institutos. Pero no parece ser ésta la forma de diaconado en la cual se inspira la propuesta de los reformadores alemanes, sino más bien en la del diaconado ordenado masculino.


Precisamente para aclarar el argumento, en septiembre de 2001, el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, junto a los purpurados Arturo Medina Estévez (Culto Divino) y Darío Castrillón Hoyos (Clero), había firmado un documento, aprobado por el Papa Wojtyla, en el cual se afirmaba que “no es lícito poner en marcha iniciativas que, de cualquier modo, tengan como finalidad preparar candidatas a la ordenación diaconal”.


El nuevo obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, ha tomado distancia de las aperturas de Zollitsch, afirmando que el diaconado femenino, como el sacerdocio y el episcopado, según la tradición que se fundamente en la Biblia, “está reservado a los hombres”.


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Fuente: Sacri Palazzi


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 16 de abril de 2013

Una oración por Benedicto XVI

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En el día en que cumple 86 años de vida, elevamos a Dios una ferviente oración por nuestro amado Papa emérito Benedicto XVI, que durante ocho años ha guiado la Iglesia de Cristo con sabiduría y amor de padre. Rogamos al Señor que lo fortalezca y lo bendiga y a la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, que lo proteja siempre, mientras damos gracias – con palabras de su sucesor en la Cátedra de Pedro – por “su magisterio, su bondad, su dirección, su fe, su humildad y su mansedumbre”, en la certeza de que “Benedicto XVI ha encendido una llama en el fondo de nuestros corazones: ella continuará ardiendo, porque estará alimentada por su oración, que sustentará todavía a la Iglesia en su camino espiritual y misionero”.

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“Me encuentro ante el último tramo del camino de mi vida y no sé lo que me espera. Pero sé que la luz de Dios existe, que él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad; que la bondad de Dios es más fuerte que todo mal de este mundo. Y esto me ayuda a avanzar con seguridad. Esto nos ayuda a nosotros a seguir adelante, y en esta hora doy las gracias de corazón a todos los que continuamente me hacen percibir el «sí» de Dios a través de su fe”

(Homilía del Papa Benedicto XVI con ocasión de su 85º cumpleaños)

miércoles, 10 de abril de 2013

Diálogo católico-protestante: un balance del Cardenal Koch

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Esta semana el Papa Francisco recibió en audiencia al presidente de la Iglesia evangélica en Alemania, Nikolaus Schneider. En esta audiencia estuvo presente también el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cual, en esta entrevista, comenta el estado actual del diálogo ecuménico entre católicos y protestantes, teniendo en cuenta la perspectiva del nuevo Papa y el próximo aniversario de la Reforma que tendrá lugar en el año 2017.

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¿Cuáles son sus impresiones sobre esta visita?


Esta visita estaba ya prevista, había sido programada una audiencia con el Papa Benedicto. Ha sido muy bello que el Papa Francisco se haya mostrado disponible de inmediato a conceder esta audiencia. Ha sido un encuentro muy cordial y amigable: el presidente Schneider ha felicitado al Papa por la elección y también le ha manifestado su alegría por el nombre elegido, ya que San Francisco de Asís, en realidad, pertenece a todas las Iglesias cristianas; ha manifestado también su participación en el dolor del Papa por las inundaciones que han golpeado a la Argentina y la esperanza de un buen futuro para el diálogo ecuménico.


En su respuesta, el Santo Padre ha ido de inmediato al nudo de la cuestión y ha hablado del testimonio común de los mártires, expresando su convicción de que si hoy somos perseguidos no es porque seamos católicos o protestantes, sino porque somos cristianos, y que esto nos une y representa, por lo tanto, un fundamento profundo de nuestra búsqueda ecuménica de la unidad. Luego ha retomado el concepto, muy estimado por Juan Pablo II, del ecumenismo de los mártires.


En la segunda parte del discurso el presidente Schneider ha hablado de la conmemoración, en el 2017, de la Reforma; ha dicho que no se trata de la glorificación de Lutero sino que – según las intenciones – deberá ser un “año de Cristo”. Ha expresado la esperanza de que también la Iglesia católica pueda participar. El Papa, con mucha cordialidad, haciendo referencia a la visita del Papa Benedicto al monasterio agustino de Erfurt, ha recordado que desea continuar por el camino indicado en aquella ocasión por el Papa Benedicto.

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¿En qué punto están los diálogos entre la Iglesia luterana y la Iglesia católica?


Nuestro interlocutor, obviamente, es la Federación luterana mundial: todos nuestros interlocutores son a nivel universal. En realidad, nuestro referente para la Iglesia evangélica en Alemania es la Conferencia episcopal alemana.


En lo que respecta al nivel universal, la Comisión internacional para el diálogo teológico con la Federación luterana mundial ha elaborado un documento sobre la conmemoración de la Reforma del 2017 bajo el título “From conflict to communion”, con tres puntos centrales: el primero, la gratitud y la alegría por lo que se ha verificado – en cuanto al acercamiento – en los últimos 50 años; el segundo, el reconocimiento de la culpa, referido al mal que en el curso de la historia nos hemos hecho mutuamente; y el tercero concierne a la esperanza de poder realizar nuevos pasos en el futuro. Este documento está listo, pero nosotros esperamos la traducción alemana antes de publicarlo.

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Volviendo a la conmemoración de la Reforma, en el 2017: ¿ha habido también una invitación al Papa para viajar a Alemania?


El presidente ha hecho una breve referencia: ciertamente, sería bello si también viniera el Papa… Es claro que el Papa no da todavía una respuesta porque Alemania es un país mientras que la Federación luterana es una entidad mundial…

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De la Iglesia evangélica a las Iglesias evangélicas, sobre todo a las Iglesias pentecostales: la Conferencia episcopal alemana tendrá aquí, en Roma, una conferencia a la cual ha sido invitado también usted. ¿En qué medida esto representa un desafío para la Iglesia católica en Alemania, o en general en los países de lengua alemana, si se los compara – por ejemplo – con América Latina?


Esta iniciativa se ubica todavía dentro de las competencias de mi predecesor, el cardenal Kasper, cuando era todavía obispo de Rottenburg-Stuttgart y guiaba la sección “Iglesia universal”. Ahora esta sección se ocupa intensamente desde hace tiempo de estos problemas y por eso organiza este congreso sobre el pentecostalismo; me han pedido asumir el patrocinio de esta iniciativa y tener la relación final. Estoy agradecido por esta iniciativa porque el pentecostalismo hoy es, desde un mero punto de vista numérico, la segunda realidad después de la Iglesia católica. Habría que hablar, por lo tanto, de una “pentecostalización” del cristianismo: es una situación completamente nueva para el ecumenismo. Y para mí es importante poder observar atentamente cómo este pentecostalismo se manifiesta en América Latina, en África, en Asia y en Europa para luego poder reflexionar sobre el modo en que se puede continuar y profundizar el diálogo ecuménico.

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¿Hay tal vez algunas dificultades, considerando el hecho de que no hay una unidad real en el frente de las Iglesias pentecostales, quiero decir, en el sentido de que no existe un referente propiamente dicho?


Ésta es la dificultad real: hay, de hecho, muchísimas comunidades y agrupaciones de este tipo. Es muy difícil establecer cómo llevar adelante este diálogo. Pienso que, desde el punto de vista del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, podemos en todo caso valorar esta situación sólo en colaboración con las Conferencias episcopales nacionales.

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Y desde el punto de vista teológico y pastoral, ¿qué preguntas hay que plantearse frente a estos grupos pentecostales?


La pregunta de fondo que debemos plantearnos obviamente es: “¿Por qué tantos fieles salen de nuestra Iglesia y se unen a estos grupos? ¿Qué es lo que los fascina?”. Esto implica también un examen de conciencia de nuestra parte sin, por otro lado, tomar los métodos de evangelización problemáticos realizados por estos grupos… Creo que las cuestiones teológicas principales se refieren al rol y al significado del Espíritu Santo en la teología, por lo tanto, la experiencia de fe en vista de la conciencia de la fe. Estos son desafíos decisivos. Junto a esto, hay luego agrupaciones fuertemente sincretistas, en las cuales se vuelve difícil encontrar todavía el fundamento cristiano.

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Fuente: Radio Vaticana


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 7 de abril de 2013

“Obispo y pueblo”: Francisco y su diócesis de Roma

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Presentamos nuestra traducción de la interesante entrevista que el Cardenal Agostino Vallini, Vicario de Su Santidad para la Diócesis de Roma, ha concedido a L’Osservatore Romano en vísperas de la Santa Misa en que el Papa Francisco ha tomado posesión de la cátedra romana en la Basílica de San Juan de Letrán.

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En la tarde del 7 de abril – segundo domingo de Pascua, dedicado a la Divina Misericordia y llamado antiguamente in albis por el color blanco de las vestiduras de los nuevos bautizados – el obispo de Roma se sienta en su cátedra en Letrán. Y precisamente la relación decisiva del Papa Francisco con su diócesis ha estado en el centro del diálogo del cardenal vicario Agostino Vallini con quien escribe y con el director de nuestro periódico en vísperas de este momento importante. El purpurado ha tocado muchos temas: la maduración de la sensibilidad diocesana sobre todo después del Concilio Vaticano II, el significado de la renuncia al pontificado y la preciosa herencia de Benedicto XVI, el “milagro” del cónclave, el tiempo de la misión, el compromiso del clero en las 347 parroquias de la diócesis, el frente activo de la caridad en el momento ciertamente no fácil vivido por muchísimas personas y familias en la ciudad y en el país.

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La toma de posesión tiene lugar el domingo por la tarde, pero el Papa Francisco ha salido del cónclave sintiéndose ya plenamente obispo de Roma y ha querido que precisamente usted estuviese a su lado cuando se presentó a los fieles desde la Logia de las Bendiciones. ¿Qué ocurrió?


El cónclave es obra de Dios y ha sido un milagro. De esto estoy todavía más convencido después de haber vivido por primera vez esta experiencia de gracia. Se crea una atmósfera que hace que este momento sea único y distinto de cualquier otro acontecimiento humano. Se entra en el cónclave con la conciencia de una gran responsabilidad, que es la de contribuir a una obra de discernimiento, grande y compleja, para comprender y pedir al Señor la inspiración. Y luego se ora, se ora mucho. Yo, por ejemplo, el día de la elección, entre una votación y otra, he rezado tres veces el rosario. En la Sixtina no se habla ni se trata, se reza. Además, a este momento se llega después de días de reflexiones – ocho esta vez – y el tema no es el Papa sino la Iglesia, con todas sus realidades, bellas o menos bellas. Y se trata de una visión de la Iglesia universal. De modo casi especular se trata de comprender quién podría guiarla en este preciso momento histórico. El clima espiritual en el cual se ha desarrollado este cónclave ha estado marcado por momentos muy particulares, después de la renuncia de Benedicto XVI. Por lo tanto, había necesidad de la asistencia del Espíritu Santo. Y a mí me parece que el Señor se ha manifestado. También a través del entusiasmo de la acogida popular reservada al nuevo Pontífice: en este sentido, el sensus fidei que viene del pueblo ha sido una confirmación.

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¿Qué ha hecho más visible la obra de Dios en la elección del Papa Francisco?


Responder a esta pregunta implica algunas reflexiones profundas. En primer lugar, había que recoger una herencia preciosa y muy rica como la de Benedicto XVI, con el peso de las motivaciones que han acompañado su renuncia. Aquel 11 de febrero todos quedamos consternados. Desconcierto e incredulidad eran evidentes en los rostros de cada uno de nosotros. Se formaron inmediatamente grupos en los que se preguntaba qué había sucedido. Luego, poco a poco, se difundió aquel sentimiento de fe que nos une, alimentada sobre todo por la estima y por la devoción que acompañaba y acompaña la relación de cada uno de nosotros con Benedicto XVI: si ha hecho esto, nos decíamos, quiere decir que ha considerado que debía hacer algo importante para la Iglesia. Por lo tanto, la relectura de esta declaración, la reflexión sobre su magisterio, tan rico y fuerte, no podía más que hacer reflexionar sobre quién sería capaz de proseguir por esta línea e incluso darle nuevo y mayor vigor. Y así ha comenzado el intercambio de opiniones entre los cardenales. Luego, en la Capilla Sixtina, ha madurado el amplio consenso hacia Jorge Mario Bergoglio.

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¿Cuándo lo llamó el Papa?


Después de la elección, los cardenales van frente al elegido para manifestarle obediencia. En ese momento me dijo: “Usted es el cardenal vicario: ¿acepta estar cerca de mí?”. Naturalmente le respondí de inmediato que sí. Y pensaba que tal vez habría terminado allí. Luego me hizo llamar nuevamente y me dijo: “Venga, permanezca cerca de mí”.

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En poco más de medio siglo hemos pasado del último Papa romano al primero que viene del nuevo mundo, fuera del Mediterráneo, a través de Pontífices que han dedicado gran atención a la diócesis de Roma.


El surgimiento de la conciencia diocesana del pontificado en Roma se debe inicialmente a Juan XXIII, que trasladó el Vicariato a San Juan. Pablo VI acentuó esta conciencia no sólo con la reforma del Vicariato mismo sino también yendo a celebrar en las periferias, visitando parroquias y comunidades de la ciudad. Y luego Juan Pablo II ha visitado casi todas las parroquias. Pero no sólo: ha puesto en marcha y llevado a cabo la primera misión ciudadana, en preparación al año jubilar, y ha celebrado el Sínodo diocesano, del cual ha quedado como joya sintética una frase: “Iglesia de Roma, encuéntrate a ti misma fuera de ti misma; parroquia, encuéntrate a ti misma fuera de ti misma”. Y Benedicto XVI ha continuado en esta línea.

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¿Cómo será la relación entre el Papa Francisco y los romanos?


Que el Pontífice se siente en primer lugar obispo de Roma lo dicho y demostrado varias veces. En lo que respecta a los romanos, quiero contar un episodio reciente. El 23 de marzo estuve en la parroquia del Santísimo Sacramento en Tor de’ Schiavi, en la vía Prenestina. Al final de la Misa mucha gente me ha buscado en sacristía. He quedado sorprendido por la fuerza de su pedido: “¡Tráiganos al Papa!”. He tratado de hacerles entender que aún era pronto. Frente a su insistencia les he preguntado por qué y me han respondido: “No sabemos, pero lo queremos entre nosotros. Es una necesidad que sentimos en el corazón”. Esta es la dimensión de la relación que se ha creado con el Papa.

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Había dicho lo mismo a los jóvenes de Casal del Marmo que le preguntaban por qué había ido.


El Papa ha quedado asombrado. Estaba con él en el automóvil mientras se dirigía a Casal del Marmo. Ya apenas salió de la Puerta Santa Ana había una multitud extraordinaria esperándolo. Luego, a lo largo de todo el trayecto, dos filas de fieles han escoltado el paso del vehículo. Toda la vía Triunfal estaba invadida por gente que aplaudía y quería ver al Papa, al punto que hemos tenido que tener en todo los momento las ventanillas bajas. Y él seguía repitiendo: “Increíble, increíble”. No hay necesidad de muchos comentarios: Roma ya lo ama.

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¿El Papa querrá una relación más estrecha con los sacerdotes?


Sí, ya me lo ha pedido.

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¿Y habéis preparado un calendario?


No hemos tenido todavía tiempo para eso. Sin embargo, hemos concordado algunas fechas, como la visita a la parroquia de los santos Isabel y Zacarías el 26 de mayo. Luego se verá.

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¿Cuándo habéis hablado de todo esto?


Había pedido encontrarme con él ya algunos días después de la elección. Me llamó de inmediato. Era el 22 de marzo. Hemos hablado un largo rato y lo he informado sobre la realidad de la Iglesia de Roma, del espíritu de misión en las 347 parroquias de la diócesis, del servicio de los sacerdotes.

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Al propósito de esto, el Papa Francisco en los pasados días ha pedido explícitamente que las iglesias estén abiertas.


Es una confirmación de la impresión que he madurado escuchando las palabras del Papa Francisco en estos primeros días de pontificado. He sentido un fuerte impulso a nuestro compromiso pastoral por la ciudad. Hoy, como decía Juan Pablo II, no es ya tiempo de conservación de lo que existe sino que es tiempo de misión. El gran desafío es el de la fe. Ya no es posible presuponerla. Cada generación tiene necesidad de volver a proponer la fe. Hoy, en una ciudad como Roma, que no tiene ya un centro unificador, los únicos lugares de agrupación son las parroquias. Y yo puedo dar testimonio del gran trabajo que allí se lleva a cabo.

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El Papa Francisco ha recomendado a los sacerdotes salir de ellos mismos e ir hacia las periferias, entendiendo con esto los sufrimientos de los últimos, las pobrezas. ¿Los sacerdotes romanos están preparados?


Puedo asegurar que todos los sacerdotes que trabajan en las parroquias de la diócesis están preparados para hacer un ulterior esfuerzo de reflexión para buscar nuevos caminos y sobre todo un nuevo lenguaje para llegar hasta los así llamados nativos digitales. En lo que respecta a las periferias, creo poder dar testimonio de una de las más grandes alegrías de la Iglesia de Roma, es decir, la sensibilidad caritativa. El Papa invita a salir: los sacerdotes romanos ya lo hacen porque van al encuentro de los pobres, de los marginados. Al menos desde los tiempos de don Di Liegro, en Roma es fuerte esta conciencia. Aquí he descubierto la gran fuerza de la Caritas, no sólo la diocesana con sus grandes proyectos, sino la fuerza de la caridad. Y es una actividad en la cual confían tanto las instituciones públicas como los ciudadanos privados. Un pequeño signo de esta confianza está en la opción de destinar precisamente a la Caritas diocesana las monedas que son lanzadas por quienes vienen a Roma en la Fontana di Trevi. Las palabras de ánimo de nuestro obispo, por lo tanto, encuentran apoyo en la respuesta de los sacerdotes en su diócesis. En resumen, estamos en camino. Y en el próximo mes de septiembre el Papa Francisco se encontrará con sus sacerdotes al comienzo del nuevo año diocesano.

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Fuente: Il Sismografo


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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sábado, 6 de abril de 2013

Madre de la Misericordia

 

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Mañana, domingo in Albis, es también la fiesta de la Misericordia y María, como reza la Salve Regina, la oración mariana más difundida después del Ave María, es la Madre de la Misericordia. Y que de este modo ha sido percibida por los devotos de todos los siglos queda demostrado por las muchas imágenes de María que abre su manto para acoger a aquellos hijos que se reúnen a su alrededor. Sin embargo, poco comprenderemos de este rol de María si no tratamos de entender, al menos con alguna referencia, el origen y el significado de aquella Fiesta de la Misericordia que nos preparamos a celebrar.


Como sabemos, ha sido introducida por Juan Pablo II, quien ya en 1994 había aprobado el texto de la Misa votiva “De Dei Misericordia”, permitiendo su uso en la Iglesia universal. Luego, al año siguiente, había celebrado él mismo esta Misa en la iglesia del Santo Espíritu en Sassia y sucesivamente, en el 2001, en plaza San Pedro. Pero el Papa polaco, con este gesto, no hacía más que cumplir un pedido que el mismo Jesús había hecho a otra polaca, sor Faustina Kowalska cuando, al aparecerse a ella en febrero de 1931, la había invitado a pintar aquel ícono de la Divina Misericordia que ya todos conocemos. Añadiendo todavía otro pedido: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que la imagen que se pinte sea solemnemente bendecida en el primer domingo después de Pascua; este domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia. Deseo que los sacerdotes anuncien mi gran Misericordia a las almas de los pecadores. El pecador no debe tener miedo de acercarse a mí… La desconfianza de las almas desgarra mis entrañas… a pesar de mi Amor inagotable no tienen confianza en mí. Ni siquiera mi muerte ha sido suficiente para ellos”.


Karol Wojtyla, sensible a las manifestaciones sobrenaturales, había quedado impresionado por la experiencia que había vivido sor Faustina, experiencia en la cual evidentemente había visto un reclamo que el Cielo quería enviar a los hombres para ayudarlos a descubrir la característica fundamental del Dios cristiano y volver a ponerla en el centro de su fe. Sabemos también que precisamente por esto había seguido el desarrollo no siempre fácil de la devoción a la Divina Misericordia en el mundo, apoyándola de modo decidido cuando, subiendo a la Sede de Pedro, tuvo la posibilidad de hacerlo. Así, no sólo había abierto las puertas al culto del ícono y a la canonización de aquella que había sido el instrumento de difusión elegido por el mismo Jesús, sino que también había retomado con vigor, desde 1980, la reflexión teológica y pastoral sobre la Divina Misericordia, volviéndola a proponer al mundo con su encíclica Dives in Misericordia. En ella no se hace referencia a las revelaciones recibidas por Sor Faustina pero el vínculo es claro.


Pero he aquí lo que es dicho en la encíclica a propósito de María:Nadie ha experimentado como la Madre del Crucificado el misterio de la Cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina con el amor: el «beso» dado por la misericordia a la justicia. Nadie como ella, María, ha acogido de corazón ese misterio: aquella dimensión verdaderamente divina de la Redención, llevada a efecto en el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto con el sacrificio de su corazón de madre, junto con su «fiat» definitivo. María, por eso, es la que conoce más a fondo el misterio de la Misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la Misericordia: Virgen de la Misericordia o Madre de la Divina Misericordia… Los susodichos títulos que atribuimos a la Madre de Dios nos hablan… de aquella que, a través de la participación escondida y al mismo tiempo incomparable, en la misión mesiánica de su Hijo ha sido llamada singularmente a acercar los hombres al amor que El había venido a revelar: amor que halla su expresión más concreta en aquellos que sufren… En ella y por ella, tal amor no cesa de revelarse en la historia de la Iglesia y de la humanidad. Tal revelación es especialmente fructuosa, porque se funda, por parte de la Madre de Dios, sobre el tacto singular de su corazón materno, sobre su sensibilidad particular, sobre su especial aptitud para llegar a todos aquellos que aceptan más fácilmente el amor misericordioso de parte de una madre. Es éste uno de los misterios más grandes y vivificantes del cristianismo, tan íntimamente vinculado con el misterio de la encarnación”.


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Fuente:
La Bussola Quotidiana


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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