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El vaticanista Sandro Magister, en este artículo publicado en su blog, cuya traducción ahora ofrecemos, ofrece algunos comentarios que el Papa Francisco ha realizado a obispos italianos, durante su visita ad limina, sobre la relación con la liturgia, también la tradicional, así como sobre su Maestro de las celebraciones litúrgicas, a quien ha decidido mantener en el oficio, pese a sugerencias de sustituirlo que el Papa recibió al comienzo de su pontificado.
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Entre los obispos italianos que se han encontrado con Francisco en visita ad limina, los de la región de Puglia han sido los más locuaces al referir cosas que el Papa les ha dicho.
No ha sido sólo la “revelación” – en parte contradicha por el padre Federico Lombardi – del obispo de Molfetta, Luigi Martella, sobre las dos encíclicas en proceso: la primera, sobre la fe, firmada por el Papa actual pero escrita por el predecesor, que la estaría terminando en su morada actual; y la segunda, sobre la pobreza, preparada completamente por el Papa reinante.
Ha habido también indiscreciones referentes a la liturgia. Comenzando por el arzobispo de Bari, Francesco Cacucci, que ha declarado a Radio Vaticana que el Papa Francisco habría exhortado a los obispos a “vivir la relación con la liturgia con sencillez y sin superestructuras”
Luego ha sido el obispo de Conversano y Monopoli, Domenico Padovano, que ha contado a su clero que los obispos de la región se han lamentado con el Papa por la obra de división creada dentro de la Iglesia por los paladines de la Misa según el rito antiguo.
¿Y qué les ha respondido el Papa? Según lo referido por monseñor Padovano, Francisco los habría exhortado a vigilar sobre los extremismos de ciertos grupos tradicionalistas, pero también a atesorar la tradición y hacerla convivir en la Iglesia con la innovación.
Para explicar este último punto, el Papa habría puesto el propio ejemplo: “¿Lo ven? Dicen que mi maestro de ceremonias papales [Guido Marini] es de corte tradicionalista; y muchos, después de mi elección, me han invitado a relevarlo de su cargo y a sustituirlo. He respondido que no, precisamente para que yo mismo pueda beneficiarme de su preparación tradicional y al mismo tiempo él pueda aventajarse, del mismo modo, de mi formación más emancipada”.
Si son auténticas, son palabras instructivas sobre el espíritu litúrgico y el estilo de celebración del actual Papa. Pero no es seguro que los obispos de Puglia las hayan interpretado. Otro de ellos, el de Cerignola y Ascoli Satriano, Felice di Molfetta, ex presidente de la Comisión de Liturgia de la CEI, en un mensaje a su diócesis ha escrito entre otras cosas:
“No he dejado de alegrarme con el Papa por el estilo celebrativo que ha asumido; un estilo inspirado en la `noble sencillez´ sancionada por el Concilio, manifestando particular atención al tema y sobre el cual no han faltado de su parte consideraciones de alto perfil teológico-pastoral, compartidas por todos los obispos presentes.
He disfrutado mucho por el diálogo, habiéndome ocupado toda una vida de la enseñanza de la teología litúrgica y sacramental, al captar el interés del Santo Padre por este aspecto vital del ministerio petrino, ejercido por él tanto en las celebraciones feriales en Santa Marta como en las solemnes en la Basílica Vaticana, como por ejemplo en la Canonización de los 800 mártires de Otranto: una celebración contenida en el tiempo y, al mismo tiempo, en su desarrollo ritual.
El Papa Francisco, a la luz de ciertos fenómenos del pasado reciente en el que se han registrado en el plano litúrgico no pocas desviaciones, nos ha exhortado a los obispos, refiriéndonos también algunos ejemplos concretos, a vivir la relación con la acción litúrgica, en cuanto obra de Dios, como verdaderos creyentes, más allá de todo presuntuoso ceremonial, plenamente conscientes de que la `noble sencillez´ de que habla el Concilio no es descuido sino Belleza, belleza con la `B´ mayúscula”.
Pero enrolar al Papa Francisco entre las filas de los progresistas también en campo litúrgico es, por lo menos, arriesgado. No parece, de hecho, en particular, que él haya sido hostil a la liberalización de la Misa en el rito antiguo, decidida por Benedicto XVI con el Motu proprio Summorum Pontificum del 2007. Mientras que ciertamente Mons. Di Molfetta fue ese año uno de los más combativos críticos de aquel Motu proprio, antes y después de su publicación. Juzgaba la Misa en el rito antiguo “incompatible” con la post-conciliar y trabajó, sin éxito, para que la CEI produjese una nota interpretativa – en sentido restrictivo – de la Summorum Pontificum.
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Fuente: Settimo Cielo
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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