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Presentamos nuestra traducción de este artículo del vaticanista Andrea Tornielli sobre las consecuencias de la elección del Arzobispo Pietro Parolin como Secretario de Estado de la Santa Sede, uno de los nombramientos más importantes de estos primeros meses del Pontificado de Francisco.
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Con el nombramiento de Pietro Parolin como sucesor del cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado, antes aún de cualquier reforma de la Curia romana, deja de ser percibido como un “vicepapa” y vuelve a ser un secretario. De Estado, ciertamente. Pero, aún así, siempre un secretario. El designado, de hecho, no sólo pertenece a la mejor escuela diplomática de la Santa Sede, sino que es notoriamente ajeno a cualquier protagonismo.
La elección de Francisco ha sido libre, ha desmentido muchas indiscreciones de los últimos meses que sugerían uno de los nombres de los cardenales consejeros elegidos por Bergoglio para ayudarlo en el gobierno de la Iglesia y en la reforma de las estructuras curiales. Y ha sido una elección capaz de pacificar el clima en el Vaticano. Con Parolin, la Secretaría de Estado del Papa venido “del fin del mundo” vuelve a mirar con mayor atención precisamente a los confines del mundo: a las crisis, por empezar la de Medio Oriente, como también a los grandes desafíos actuales en el continente asiático, así como en América Latina.
El acercamiento “diplomático”, para la tradición más auténtica de la Santa Sede, nunca ha sido “político” y tampoco “geopolítico”. Y todavía menos lo será en los años próximos, con un Papa como Francisco, cuya característica principal es la de ser un pastor de almas, que pide a la toda la Iglesia una “conversión pastoral”, invitándola a salir de sí misma para ir a las periferias geográficas y existenciales, allí donde los hombres y las mujeres viven y sufren.
Pero la ausencia de protagonismo geopolítico no significa permanecer encerrados o en silencio. Por el contrario, precisamente la libertad de representar un Estado no-Estado como es, en el fondo, el del Papa, y una voz que el curso del último siglo se ha convertido varias veces, en medio de los conflictos y de las crisis internacionales, referencia reconocida y a menudo profética, verá a la Secretaría de Estado trabajar con renovado empeño a favor de soluciones posibles y de caminos de paz. Todavía menos interesada, con toda probabilidad, en los pequeños asuntos políticos italianos, todavía más proyectada en un horizonte global.
Eligiendo a Parolin como secretario de Estado, el Papa Francisco valoriza a un eclesiástico que ha colaborado, de cerca o de lejos, con dos Pontífices, tres secretarios de Estado y cuatro “ministros de exteriores” vaticanos. La confirmación, llegada ayer junto con el nombramiento, de los otros vértices de la Secretaría de Estado significa que, por el momento, Bergoglio no quiere hacer ulteriores movimientos, en espera de realizar la reforma de la Curia.
Pero no hay duda que la elección del sucesor de Bertone está destinada a dar vuelta una página, finalmente, después de dos años muy difíciles. Y es la lógica consecuencia de la nueva página inaugurada con la inesperada elección del Papa Francisco.
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Fuente: La Stampa
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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