viernes, 30 de abril de 2010

Descansa en paz, Cardenal Mayer

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Hoy, 30 de abril, ha fallecido en Roma el Cardenal Paul Augustin Mayer O.S.B., prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, de la que fue el primer presidente. Además, el Cardenal Mayer, nacido en 1911 en Baviera, era con sus 98 años el cardenal más anciano del Sacro Colegio.


El Papa Benedicto XVI, que el próximo lunes presidirá el rito de la Ultima Commendatio y de la Valedictio luego de la Santa Misa celebrada por el Cardenal Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio, se refirió al Cardenal Mayer como un “generoso discípulo de Cristo” que “deja el recuerdo indeleble de una laboriosa existencia dedicada con bondad y rectitud a la adhesión coherente a su propia vocación de monje y de pastor lleno de celo por el Evangelio y siempre fiel a la Iglesia”.


Invitamos a nuestros lectores a la lectura del artículo publicado en Roma Aeterna sobre el Emmo. Cardenal Mayer. 


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miércoles, 28 de abril de 2010

Roma aprueba el nuevo Misal Romano en inglés

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“Recibo con agrado la noticia de que la traducción inglesa del Misal Romano estará pronto lista para la publicación de modo que los textos que os habéis esforzado tanto en preparar puedan ser proclamados en la liturgia que se celebra en el mundo anglófono”. Con estas palabras del Papa Benedicto XVI, se cerró hoy el largo y fatigoso camino que condujo a la nueva edición del Misal Romano en inglés, iniciado hace varios años atrás. Ya en abril del pasado año, comentábamos algunos pasos de este largo proceso. Ahora, después de la polémica de los pasados meses, la Santa Sede ha aprobado la nueva traducción del Misal Romano en lengua inglesa, que es mucho más fiel a la editio typica latina.


Con ocasión de la aprobación, el Santo Padre almorzó hoy con los miembros del Comité Vox Clara, instituido por la Santa Sede y presidido por el Cardenal George Pell, que tuvo la misión de asistir y aconsejar en este trabajo a la Congregación para el Culto Divino. En un breve discurso, el Santo Padre les agradeció la obra que el Comité realizó en los últimos ocho años. El Papa alabó la acción colegial del Comité y “el gran compromiso en el estudio de las traducciones y en la elaboración de los resultados de las numerosas consultas hechas”.


El Papa se refirió a la tarea del Comité recurriendo a la enseñanza de su maestro espiritual: “San Agustín habló de modo muy bello de la relación entre Juan Bautista, la vox clara que resonaba en las orillas del Jordán, y la Palabra que anunciaba. Una voz, decía, sirve para compartir con quien escucha el mensaje que ya está en el corazón de quien habla. Una vez pronunciada la palabra, ella está presente en el corazón de ambos y, por lo tanto, la voz, después de haber desarrollado su tarea, puede desaparecer”. “A través de estos textos sagrados y las acciones que los acompañan– prosiguió el Pontífice -, Cristo será hecho presente y activo entre su gente. La voz que contribuyó a hacer brotar estas palabras habrá completado su tarea”.


Benedicto XVI se refirió, luego, al próximo desafío que se presentará: “la tarea de preparar la recepción de la nueva traducción por parte del clero y de los fieles laicos”. El Papa consideró que “muchos encontrarán difícil adaptarse a textos insólitos después de casi cuarenta años de uso constante de la traducción precedente. El cambio deberá ser introducido con la debida sensibilidad y la oportunidad de catequesis que esto presente deberá ser acogida con firmeza”. Finalmente, el Santo Padre dijo que ora para que, de este modo, “sea evitado cualquier riesgo de confusión o desorientación, y el cambio sirva como trampolín para una renovación y profundización de la devoción eucarística en todo el mundo anglófono”. El “gran paso adelante” que mencionábamos hace algunos meses se ha concretado hoy con la aprobación de la Santa Sede: las comunidades católicas de lengua inglesa tendrán, próximamente, una nueva traducción del Misal Romano, mucho más bella y digna, y en mayor fidelidad a la edición latina.

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La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 27 de abril de 2010

Una paciente restauración

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Ofrecemos nuestra traducción al español de una interesante entrevista que Monseñor Nicola Bux ha concedido a la redacción del blog Disputationes Theologicae.

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Monseñor, usted es profesor de teología sacramental y es también considerado uno de los expertos de liturgia más cercanos al Papa, ¿un signo de que no se puede hablar de liturgia sin doctrina?


Como se sabe, la liturgia pertenece al dogma de la Iglesia. Todos saben que de la fe de la Iglesia se llega a la liturgia, y de la oración nos remontamos al dogma. Todos conocen el adagio lex orandi, lex credendi. A partir del modo de orar se comprende en qué creemos, pero es también del modo de creer de donde deriva el modo de orar. Es lo que ha sido retomado y sabiamente desarrollado por la encíclica Mediator Dei del venerable Siervo de Dios Pío XII.

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Ahora, incluso los más tenaces partidarios de una “revolución permanente” en la liturgia, parecen ceder frente a las sabias argumentaciones del Papa, de las cuales hay un eco clarísimo en su libro. ¿Estamos frente a una nueva (o antigua, si se prefiere) visión de la liturgia?


La liturgia es, esencialmente, de institución divina, se basa en partes inmutables queridas por su Divino Fundador. Precisamente en razón de este fundamento, se puede afirmar que la liturgia es de “derecho divino”. Los orientales, no por casualidad, usan el término “Divina liturgia” ya que ésta es obra de Dios, “opus Dei”, dice san Benito. La liturgia no es algo humano. En el documento conciliar sobre la liturgia, en el n. 22 § 3, se dice claramente que nadie, aunque sea sacerdote, puede añadir, quitar o cambiar alguna cosa en la liturgia. ¿El motivo? La liturgia pertenece al Señor.

Durante la Cuaresma, hemos leído los pasajes del Deuteronomio en los cuales Dios mismo establece incluso el mobiliario para el culto; en el Nuevo Testamento, es Jesús mismo que dice a los discípulos donde preparar la cena. Dios tiene el derecho de ser adorado como Él quiere y no como queremos nosotros. De lo contrario, caemos en un culto “idolátrico”, en el sentido propio del término griego, es decir, un culto hecho a nuestra imagen. Cuando la liturgia refleja los gustos y las tendencias creativas del sacerdote o de un grupo de laicos, se hace “idolátrica”. El culto católico es en espíritu y en verdad porque está dirigido al Padre, en el Espíritu Santo, pero debe pasar por Jesucristo, debe pasar por la Verdad. Por eso, es necesario redescubrir que Dios tiene el derecho de ser adorado como Él ha establecido.


Las formas rituales no son algo para “interpretar”, ya que ellas son el resultado de la fe pensada y convertida, en cierto sentido, en cultura de la Iglesia. La Iglesia se ha preocupado siempre de que los ritos no fueran el producto de gustos subjetivos sino la expresión de la Iglesia entera, es decir, “católica”. La liturgia es católica, universal. Por lo tanto, incluso con ocasión de una celebración particular o en un lugar particular, no se puede pensar en celebrar en contraste con la fisonomía “católica” de la liturgia.

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Lamentablemente, estamos frente a una actitud del clero que, aún sin negar abiertamente la eficacia de los sacramentos, descuida frecuentemente el aspecto así llamado del “ex opere operato” del sacramento, que, de ese modo, queda reducido casi a un simple “símbolo”. ¿La causa está, tal vez, en la pérdida de la “ritualidad” tradicional?


La causa de esto es, en primer lugar, el olvidar que el culto se hace a un Dios presente, a un Dios operante, y no a un Dios imaginario; que se hace al Señor Jesús. El n. 7 de Sacrosanctum Concilium nos explica también los modos de esta presencia. Ese punto está tomado casi por completo de la Mediator Dei (con el añadido de la presencia en la Palabra). Allí se explica claramente que la liturgia tiene su razón de ser en que Dios está presente; de lo contrario, se convierte en autorreferencial, se vuelve vacía.


El olvido, la infravaloración, de la presencia del Señor, principalmente en la Eucaristía, donde está presente verdadera, real y sustancialmente, es causa del descuido del que usted habla. Con este descuido se llega a definir la liturgia como conjunto de símbolos, signos, como hoy se oye decir; en este contexto, “signo” es entendido sólo como “lo que refiere a otra cosa”, no está la idea de que el signo es todo uno con aquello que significa. Aquí se entra en el sacramento. Cuando este aspecto se pierde, los sacramentos son reducidos a simples símbolos, no se habla más de “eficacia”, de los efectos que producen; no es más el Señor que “hace”, que “obra”, por medio de los sacramentos. Este es el significado de la expresión clásica “ex opere operato”, un poco extraña, pero que significa la operatividad del sacramento a partir de Aquel que en él obra.


Daré el ejemplo de un medicamento: en la apariencia, ves una ampolla o una pastilla o un líquido, pero no son sólo el símbolo de la curación que quieren aportar ya que, si los tomamos, nos curan y nos sanan, es decir, se ven sus efectos. El autor de este efecto es el Señor presente y operante en el rito sacramental. San León Magno, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, dice que después de la Ascensión, todo lo que del Señor era visible en la tierra, ha pasado a los sacramentos. Así, hoy para nosotros el Señor continúa estando presente y visible. En este sentido debemos comprender a Santo Tomás cuando habla de “materia” del sacramento. Si no volvemos a este tipo de expresión realista, no entendemos los sacramentos.


La presencia divina no es sólo algo para intuir “simbólicamente” sino que es algo que toca al hombre por medio del sacramento, es algo que actúa. Yo mismo puedo dar testimonio, y conmigo muchos sacerdotes, de la curación de los enfermos después de la unción, pero también de la curación del alma después de la confesión o gracias a la frecuencia de la Eucaristía. Los sacramentos tienen efectos, tienen consecuencias en razón de la causa. Son las consecuencias de la presencia divina, que es lo que obra en la divina liturgia. Ha dicho el Papa a los párrocos de Roma que el Sacramento es introducir nuestro ser en el ser de Cristo, en el ser divino.

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Más allá de ciertos utopistas que, con escaso sentido pastoral, quisieran una restauración de todo e inmediatamente, debemos preguntarnos cómo se puede actuar, suave pero firmemente, para mejorar con gradualidad ciertos aspectos de la liturgia. ¿Cómo actuar en este proceso tan necesario como largo? ¿Cómo adaptarse a la realidad sin compromisos?


Es necesario tener en cuenta el momento histórico que vivimos, en el que se registra una crisis general de la autoridad, sea del padre, del Estado, de la Iglesia (y en la Iglesia); como decíamos, se corre el riesgo de terminar en una concepción “hecha por ti”. Actualmente nos encontramos en una generalizada anomia (ausencia de ley), si bien todos recurren a la ley cuando son conculcados los propios derechos.


De los derechos de Dios, en cambio, nos olvidamos siempre. ¿Cómo se puede pedir la observancia de las normas litúrgicas si antes no se explica qué es el “ius divinum” de la liturgia? Hoy ya nadie lo sabe. En primer lugar, es necesario hacer entender el sentido de las normas. Es un poco como en moral, la determinación de una ley se funda primero en la comprensión de sus principios, y se sabe que, cuando se habla de liturgia y de sacramentos, hay implicaciones morales. Primero, decía, es necesario entender que el sentido de las normas deriva de la convicción de que la “primera norma” es adorar a Dios – Adorarás al Señor, tu Dios, y no tendrás otro Dios fuera de Mí -, no se puede hacer un culto a imagen propia, de lo contrario, se deforma a Dios. Hoy no sólo nos imaginamos un dios y luego inventamos el culto a él, sino que incluso imaginamos un culto sobre el cual nos inventamos el dios. La idolatría significa una “idea distorsionada de Dios”. Esta es la realidad que nos circunda.


El Papa Benedicto XVI, en la carta a los Obispos en la cual explica el sentido del levantamiento de las excomuniones a los Obispos consagrados por Mons. Lefebvre, quería hacer entender a quien le reprochaba el ocuparse de problemas secundarios como los relativos a la liturgia, que en un momento en que el sentido de la fe y de lo sagrado se está extinguiendo por todos lados, es necesario que precisamente en la liturgia se halle la forma privilegiada de encontrar a Dios. La liturgia es y sigue siendo el lugar más idóneo para encontrar a Dios y por eso el Papa, ocupándose de ella, no está tratando problemas secundarios sino cuestiones primarias. Si la liturgia habla de cosas mundanas, ¿cómo se hace para ayudar al hombre?


A los utopistas, hay que recordarles que se requiere lo que Benedicto XVI llama “la paciencia del Amor”.

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El ofertorio antiguo hablaba al hombre de Dios con la elocuencia de expresiones profundas sobre el valor sacrificial, sobre la naturaleza de la Misa como sacrificio ofrecido a Dios. ¿Se podría pensar en una corrección, en este sentido, del nuevo rito?


Es importante que sea conocida la Misa antigua, llamada también tridentina pero que es más oportuno llamar “de San Gregorio Magno”, como ha dicho recientemente Martin Mosebach. Ésta ha tomado forma ya bajo el Papa Dámaso y luego bajo Gregorio, no con san Pío V, el cual trató de reordenar y codificar, teniendo en cuenta los enriquecimientos de los siglos precedentes y dejando lo obsoleto. Con esta premisa debe ser conocida sobre todo esta Misa, de la que el ofertorio es parte integrante. Hay muchos trabajos de grandes estudiosos en este sentido y muchos se han preguntado sobre la oportunidad de reintroducción del antiguo ofertorio, al que usted se refiere.


Sin embargo, sólo la Sede Apostólica tiene autoridad para obrar en este sentido. Es verdad que la lógica que ha seguido el reordenamiento de la liturgia después del Concilio Vaticano II ha llevado a simplificar el ofertorio porque se consideraba que hubiera más fórmulas de oraciones ofertoriales; de este modo, se introdujeron las dos fórmulas de bendición de sabor judío, permaneció la secreta convertida en oración “sobre las ofrendas” y el orate fratres, y se consideraron más que suficientes. A decir verdad, esta sencillez, vista como un retorno a la pureza antigua, entra en conflicto con la tradición litúrgica romana, con la bizantina y con otras liturgias orientales y occidentales. La estructura del ofertorio era vista por los grandes comentadores y teólogos de la Edad Media como la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que va a inmolarse en ofrenda sacrificial. Por eso, las ofrendas eran ya llamadas “santas”, y el ofertorio tenía un gran importancia. La sucesiva simplificación de la que he hablado ha hecho que hoy muchos pidan el retorno de las ricas y bellas oraciones del “suscipe sancte Pater” y del “suscipe Sancta Trinitas”, sólo por citar algunas. Pero será por medio de una más amplia difusión de la Misa antigua que este “contagio” del antiguo sobre el nuevo será posible. Por eso, reintroducir la Misa “clásica”, si se me permite la expresión, puede constituir un factor de gran enriquecimiento. Es necesario facilitar una celebración festiva regular de la Misa tradicional al menos en cada Catedral del mundo, pero también en cada parroquia: esto ayudará a los fieles a conocer el latín y a sentirse parte de la Iglesia Católica, y en la práctica los ayudará a participar en las Misas en las reuniones en santuarios internacionales. Al mismo tiempo, es necesario también evitar reintroducciones descontextualizadas; quiero decir que hay una ritualidad ligada a los significados expresados que no puede ser reintroducida simplemente insertando una oración, se trata de un trabajo más complejo.

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La gestualidad y la orientación tienen ciertamente una gran importancia, lo que el fiel ve es reflejo de una realidad invisible. ¿La cruz en el centro del altar puede ser el modo para recordar qué es la Misa?


La cruz en el centro del altar es el modo para recordar qué es la Misa. No hablo de una cruz “mínima” sino de una cruz tal que pueda ser vista, la cruz debe ser de dimensiones proporcionadas al espacio eclesial. Ella debe volver al centro, debe estar en eje con el altar, debe poder ser vista por todos. Debe ser el punto en el que se crucen la mirada de los fieles y la mirada del sacerdote, dice Joseph Ratzinger en “Introducción al espíritu de la liturgia”. Debe estar en el centro, independientemente de la celebración, aún si ésta se desarrolla “hacia el pueblo”. Insisto en una cruz bien visible, de otro modo, ¿de qué sirve una imagen que no es adecuadamente útil? Las imágenes hacen referencia al prototipo. Todos sabemos que ha habido también una posición anicónica, por ejemplo, Epifanio de Salamina, como también los cistercienses, pero la iconodulía ha prevalecido luego con el Niceno II de 787, en base a lo que decía San Juan Damasceno: la imagen refiere al prototipo. Esto vale todavía más actualmente en la que se llama civilización de la imagen. En un momento en que la visión se ha convertido en instrumento privilegiado para nuestros contemporáneos, no se puede exponer lateralmente una pequeña cruz o un esbozo ilegible de ella, sino que es necesario que la cruz, con el Crucificado, sea bien visible sobre el altar, desde cualquier ángulo donde se lo mire.

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Frente al redescubrimiento de las exigencias de las que nos ha hablado, hay, de todos modos, un difícil paso que es el de las decisiones prácticas. ¿Cómo moverse?


En mi humilde opinión, la prioridad es hacer comprender el sentido de lo divino. El hombre busca a Dios, busca lo sagrado y lo que es signo de ello; en la exigencia natural de dirigirse a Dios y de venerarlo, se busca el encuentro con Dios en las formas sagradas del rito. Cuando se pierde la verdadera sacralidad del culto cristiano, el hombre continúa yendo a tientas, pero de modo distorsionado, ya que se encuentra como desorientado. ¿Cómo puede entonces el hombre responder concretamente a esta exigencia? En primer lugar, debe poder encontrar en la Iglesia lo que es la definición por excelencia de lo sagrado: Jesús Eucarístico. El Tabernáculo debe volver al centro. Es cierto históricamente que, en las grandes basílicas o en las catedrales, el tabernáculo estaba en capillas laterales. Sabemos bien que con la reforma tridentina se prefirió poner en el centro el tabernáculo, también para contrastar los errores protestantes sobre la presencia verdadera, real y sustancial del Señor. Pero también es cierto que actualmente la mentalidad que nos circunda, no contesta sólo la presencia real sino que contesta la presencia de lo divino. En la religión, naturalmente el hombre busca el encuentro con lo divino, pero esta presencia de lo divino no puede ser reducida a algo puramente espiritual. Esta presencia debe ser “tocada” y esto no se hace con un libro, no se puede hablar de presencia de lo divino sólo en los términos relativos a la lectura de las Sagradas Escrituras. Ciertamente, cuando la Palabra de Dios es proclamada, se puede justamente hablar de presencia divina pero es una presencia espiritual, no es la presencia verdadera, real y sustancial de la Eucaristía. De aquí la importancia del retorno a la centralidad del tabernáculo y, con él, a la centralidad del Cuerpo de Cristo presente. El lugar central no puede ser la sede del celebrante, no es un hombre quien está al centro de nuestra fe sino que es Jesús en la Eucaristía. De lo contrario, se termina comparando la iglesia a un aula, a un tribunal de este mundo, en cuyo centro se sienta un hombre.


El sacerdote es ministro, no puede estar en el centro. En el centro está Cristo-Eucaristía, está el tabernáculo, está la cruz. De allí se debe recomenzar. De lo contrario, se pierde el sentido de lo divino. El tabernáculo es lo que debe atraer como centro en una iglesia.

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El Cardenal Castrillón, en la homilía del 24 de septiembre de 2007 en Saint Eloi, decía que la Iglesia tiene necesidad de institutos “especializados” en la liturgia tradicional. ¿Considera también usted que los institutos hoy ligados a Ecclesia Dei pueden tener un rol en la formación de los sacerdotes o en el redescubrimiento de las riquezas de la Tradición?


¡Ciertamente! Estos institutos ejercen un carisma, y un carisma es algo que está en la Iglesia al servicio de la Iglesia. Una diócesis puede sacar gran beneficio del hecho de servirse de su ayuda. ¿Qué habría sido el Franciscanismo si el Papa no lo hubiera reconocido y puesto a disposición para el bien de toda la Iglesia?

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Fuente: Disputationes Theologicae


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 25 de abril de 2010

El Papa creará un dicasterio para la “nueva evangelización”

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Ofrecemos nuestra traducción de esta noticia, publicada hoy en Il Giornale por el vaticanista Andrea Tornielli, sobre un nuevo dicasterio que el Papa Benedicto XVI creará en las próximas semanas.

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Está profundamente preocupado por el crecimiento del escándalo de los abusos sexuales sobre menores y por las campañas mediáticas que quieren involucrarlo, pero Benedicto XVI no deja de sorprender: en las próximas semanas será anunciada la creación de un nuevo dicasterio de la Curia romana dedicado a la evangelización de Occidente que estará presidido por el arzobispo Rino Fisichella.


El Papa Ratzinger está preparando la carta apostólica que sanciona la decisión. Una decisión clamorosa, la institución del Pontificio Consejo para la nueva evangelización, un nuevo “ministerio” dedicado a la misión en el primer y en el segundo mundo, es decir, en los países donde el anuncio del Evangelio ya se ha hecho desde hace siglos pero donde actualmente su eficacia en la vida de las personas parece haberse perdido. Europa, Estados Unidos y América del Sur serán las principales zonas de influencia de la nueva estructura, que flanqueará a la Congregación de Propaganda Fide, dedicada en cambio a la evangelización en las tierras de nueva misión. El nuevo “ministerio” representa, hasta este momento, la novedad más consistente del pontificado de Benedicto XVI, un Papa que, según los pronósticos, habría simplificado la Curia romana.


La expresión “nueva evangelización” fue usada por primera vez por Juan Pablo II en junio de 1979 en Nowa Huta, barrio de los obreros polacos, modelo de una ciudad sin Dios, sin símbolos religiosos, sin iglesias. Aquellas palabras se convirtieron en una clave de lectura del pontificado itinerante de Wojtyla. La idea de constituir un dicasterio ad hoc dedicado a esta tarea, en cambio, se encuentra en una propuesta que don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, hizo al mismo Juan Pablo II al inicio de los años `80, como recordaba el cardenal Paul Josef Cordes en el prefacio al tercer volumen sobre la historia de Comunión y Liberación, redactado por don Máximo Camisasca. En aquel entonces, sin embargo, el contexto era diverso, la idea no tuvo éxito. ¿Cómo resurgió? Según autorizadas indiscreciones recogidas por Il Giornale, quien propuso el nuevo dicasterio al Papa Ratzinger habría sido, ya más de un año atrás, el cardenal patriarca de Venecia, Angelo Scola, también él muy sensible al problema. Benedicto XVI apreció de inmediato la propuesta y la hizo propia, determinando en monseñor Fisichella, teólogo, la persona más idónea para guiar el nuevo Pontificio Consejo.


Fisichella, actualmente rector de la Pontificia universidad lateranense, está por dejar el cargo después de un quinquenio (el sucesor debería ser el salesiano Enrico Dal Covolo, estimado por el Papa, al cual predicó recientemente los ejercicios espirituales, y cercano al Secretario de Estado Bertone). Dejará también la guía de la Pontificia Academia para la Vida para dedicarse exclusivamente al nuevo e importante deber. La sede del nuevo dicasterio, específicamente dedicado a reevangelizar al Occidente que ha olvidado a Dios y sus raíces, estará muy probablemente en el inicio de la Via della Conciliazione.


La relación entre el Occidente ya descristianizado y la fe está, desde siempre, en el centro de la atención de Joseph Ratzinger. “La Iglesia evangeliza siempre y nunca ha interrumpido el camino de la evangelización”, afirmaba el entonces cardenal a un congreso sobre la catequesis del año 2000, “sin embargo, observamos un proceso progresivo de descristianización y de pérdida de valores humanos esenciales que es preocupante”. “Por eso, buscamos – continuaba -, además de la evangelización permanente, nunca interrumpida, una nueva evangelización, capaz de hacerse sentir por aquel mundo que no encuentra acceso a la evangelización «clásica». Todos tienen necesidad del Evangelio; el Evangelio está destinado a todos y no sólo a un círculo determinado y, por eso, estamos obligados a buscar nuevos caminos para llevar el Evangelio a todos”.


Al asumir el nuevo cargo, Fishichella, que seguirá siendo capellán de la Cámara de diputados, está destinado a permanecer en la Curia romana, y se convierte en un candidato a la púrpura. Sale, en cambio, de las previsiones que lo ponían en pole position para la diócesis de Turín, en la cual siguen el obispo de Alessandria, Giuseppe Versaldi, cercano a Bertone; y el obispo de Vicenza, Cesare Nosiglia, cercano al presidente de la CEI, Angelo Basgnasco. Mientras que para la sucesión del cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, crece la candidatura del arzobispo Gianfranco Ravasi, “ministro” de la cultura vaticano.

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Fuente: Il Giornale


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 21 de abril de 2010

Un rabino analiza el pontificado de Benedicto XVI

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Benedicto XVI con el Rabino Neusner

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Ofrecemos nuestra traducción de un interesante artículo que el rabino Jacob Neusner, que desde hace años mantiene con el actual Papa un intercambio epistolar, escribió para un diario italiano en el que comenta, desde su perspectiva, el pontificado de Benedicto XVI.


El rabino Neusner fue citado por el Papa Ratzinger en su libro “Jesús de Nazaret” por la lectura que realiza, a partir de los Evangelios, de la figura de Jesucristo, llegando a una conclusión muy clara a la que, sin embargo, no han llegado muchos teólogos cristianos contemporáneos: la novedad del Evangelio consiste precisamente en la persona de Jesús y en que Él se presenta como Dios.


Es interesante notar que, en este artículo, este rabino llega también a conclusiones claras y ciertas sobre el Papa Benedicto XVI, conclusiones a las que muchos, incluso dentro de la Iglesia, no han podido o no han querido llegar.

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La mejor broma de mi vida la hice una vez en el gimnasio, a alguien que contestaba mis opiniones sobre el equipo de baseball de los New Cork Yankees en comparación con los New Cork Mets: “No trates de prevalecer sobre mí. ¡Soy un profesor, por lo tanto, tengo siempre razón!”. Desafortunadamente, en lugar de tomarlo para la risa, me tiró contra una toalla.


Cuando a un estudioso e intelectual de éxito se le confiere el status de infalibilidad, aquí comienzan los problemas. Un estudioso no tiene necesidad de que se le diga que es infalible. Ya lo sabe, y se le paga por ello. La profesión de investigador requiere integridad, racionalidad y honestidad intelectual. En sus primeros cinco años de papado, Ratzinger ha revelado todas estas características, junto a una abundante humildad, generosidad y amor. Sin embargo, el mundo tiene todavía necesidad de tiempo para acostumbrarse a este Papa-estudioso, que afronta de modo directo y sin titubeos los temas fundamentales y deja caer las nimiedades, cuando es posible.


Los musulmanes han comprendido de qué está hecho este Papa, en Ratisbona cuando, con una intervención muy profunda, Benedicto XVI puso en duda la contribución del Islam a la civilización. Los anglicanos han entendido de qué está hecho este Papa cuando él, en un arranque de honestidad, invitó al clero anglicano a entrar a formar parte de la Iglesia. Los judíos han entendido de qué está hecho este Papa cuando Benedicto XVI volvió a una liturgia que cuestionaba el credo hebreo. En los tres casos, la fractura ha sido recompuesta y han prevalecido las posiciones más moderadas: con el Islam se ha hecho la paz y con anglicanos y judíos se ha llegado a una conciliación.


Pero el Papa-estudioso no había hecho más que expresar la verdad así como es sentida en el corazón del catolicismo: el Islam no puede competir con el cristianismo en cuanto a estatura moral, los anglicanos serán siempre bienvenidos, y los judíos estarían mucho mejor dentro de la Iglesia. El Papa Benedicto habla como un estudioso y pronuncia verdades cristianas tal como las enuncia el infalible obispo de Roma. Un estudioso no puede sino actuar de este modo.


La cuestión que, en este momento, perturba la paz es el modo en que, en el pasado, el cardenal Ratzinger liquidó el caso de un sacerdote culpable de haber abusado sexualmente de algunos niños. La caridad cristiana sugería perdonar a aquel sacerdote, un alma penitente despedazada y en el final de su vida. El cardenal Ratzinger le ahorró las humillaciones que un justo castigo habría comportado. El sacerdote murió en el seno de la Iglesia y Benedicto XVI mostró el verdadero significado de arrepentimiento y amor cristiano.


El pasado enero, cuando me encontré con el Papa en Roma, le pregunté qué quería hacer cuando, en unos seis meses, terminara el segundo volumen de su “Jesús de Nazaret”. Con una sonrisa, me respondió: “Nada más. Este es mi último libro. Tengo otros asuntos para atender”. Un estudio que deja de escribir libros no mantiene por mucho tiempo tal título. Benedicto XVI no tuvo que agregar: “Después de todo, soy el Papa”. Pero el académico que hay en mí susurró: “A qué precio”.


Lo que el mundo ha aprendido en estos cinco años respecto al Papa-estudioso es el precio que la academia paga por sostener la verdad y mantener la propia integridad. La infalibilidad tiene sus costos. La gente prefiere políticos capaces de mediar antes que personajes críticos y propensos a las controversias. Esto es lo que nos enseñan los papas-estudiosos en general. Pero lo que yo aprendí de este Papa-estudioso en particular es algo más. La genuina integridad de este hombre y su capacidad de exponer la verdad a la humanidad entera, mueven intereses muy fuertes. Y por esto, también los musulmanes, los anglicanos y los judíos deben prepararse a un debate de alto perfil sobre la razón y la racionalidad compartida y encontrar un punto de encuentro sobre los conflictos, tratando de establecer quién está del lado correcto y quién del incorrecto, y qué prescriben las Sagradas Escrituras y la tradición.

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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 20 de abril de 2010

Rezando por el Papa desde 1959

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La hermana Emmanuel Hofbauer se tomó muy en serio la instrucción de Santa Teresa de Ávila de rezar por los sacerdotes. A la edad de 11 años, le mostraron una foto de la ordenación del Padre Joseph Ratzinger y su hermano Georg. Ella cuenta que esta experiencia le confirmó misteriosamente su deseo de convertirse en monja y rezar de forma especial por los sacerdotes.


Ahora, uno de ellos celebra su quinto aniversario como Papa.


El entonces Padre Georg Ratzinger trabajó en su parroquia en una pequeña villa bávara al pie de los Alpes, cerca del pueblo de Oberammergau, famoso por sus piadosas representaciones de la Pasión. El Padre Joseph Ratzinger se convertiría eventualmente en el arzobispo de Munich, la arquidiócesis en la que ella vivió.


Después de trasladarse a los Estados Unidos en 1955 y asistir a la Academia de los Santos Nombres en Seattle, ella ingresó en el monasterio carmelitano de Seattle en 1959, cuando tenía 19 años de edad. El año siguiente recibió formalmente su nuevo nombre y el hábito carmelitano distintivo. La hermana Emmanuel permaneció en Seattle hasta el 2009, cuando se trasladó al Carmelo de la Madre de Dios en San Rafael, California.


Su correspondencia con el Cardenal Ratzinger comenzó en 1986, con la ocasión de las bodas de plata de su primera profesión en 1961. La hermana Emmanuel recibió una carta del Cardenal Ratzinger en la que le agradecía por todos sus años dedicados al servicio del Señor y de Su Iglesia. Luego, continuaron enviándose correspondencia unas pocas veces cada año.


La hermana Emmanuel se encontró personalmente con el Cardenal Ratzinger cuando estuvo en Roma para la canonización de la hermana carmelita Edith Stein, en octubre de 1998.


La hermana Emmanuel habló recientemente con el corresponsal de “Register”, Trent Beattie.

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¿Cuáles son algunos de sus recuerdos de la niñez acerca de los hermanos Ratzinger?


Cuando los hermanos Ratzinger fueron ordenados en 1951, yo tenía sólo 11 años. Uno de mis profesores me mostró un recorte de diario de la ordenación. Esta foto de los hermanos Ratzinger me impresionó profundamente.


Yo esperaba realmente convertirme en una hermana como las hermanas de Santa Isabel que vivían cerca de nuestra casa. Una de las hermanas me dijo que había querido ingresar en el Carmelo de Colonia pero que no se lo permitieron debido a su asma. Me dijo que el apostolado del Carmelo era principalmente rezar por la Iglesia y por los sacerdotes. Decidí allí y entonces que eso era lo que estaba llamada a hacer. Quería rezar por sacerdotes santos, tales como los hermanos Ratzinger.


Mons. Georg Ratzinger se convirtió en el vicario de mi párroco entre 1951 y 1952. Joseph Ratzinger nunca fue mi pastor, pero se convirtió en el arzobispo de Munich en mayo de 1977. En junio de 1977 fue nombrado cardenal, y en noviembre de 1981 se convirtió en el cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

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¿Cuándo comenzó a escribirse con el Cardenal Ratzinger?


Recibía noticias, especialmente sobre el entonces Arzobispo Ratzinger, por medio de mi familia, profesores y amigos. Cualquier cosa que tuviera que ver con él o con Mons. Georg me interesaba. Por alguna misteriosa razón, Dios me unió a ellos. Encontré mi vocación por medio de ellos, y ésta era rezar y sacrificar mi vida por ellos y por todos los sacerdotes.


Mi correspondencia directa con el entonces Cardenal Joseph Ratzinger comenzó en torno al año 1986. Era el año de mis bodas de plata, y él me escribió una hermosa carta que conservaré mientras viva.


Leí algunos de sus libros y artículos, y a menudo rezaba diciendo: “Señor, éste hombre debiera ser más visto y oído”. Cuando lo encontré cara a cara en 1998, sabía que sería el próximo Papa. Su elección fue un momento gozoso, emotivo.

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¿Cuál fue su reacción inmediata ante el hecho de que el Cardenal Ratzinger fuese elegido Papa?


Me hizo muy feliz el hecho de que la celebración de su inauguración festiva cayese el 24 de abril, que es también el día de mi cumpleaños. Fue el mejor regalo de cumpleaños que pudiese haber recibido.

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¿Cree que el Cardenal Ratzinger, eligiendo el nombre Benedicto (por el Papa Benedicto XV, pero también por San Benito, el “Padre del monacato occidental”) mostró así su gran respeto por la vida religiosa?


No sé por qué eligió el nombre Benedicto. Creo que lo eligió más por seguir al Papa Benedicto XV, conocido como el “Papa de la Paz” – él se convirtió en Papa tan sólo unos pocos meses después del inicio de la Primera Guerra Mundial. Trabajó incansablemente por la paz y escribió la encíclica Pacem Dei Munus. Estoy segura que ama a San Benito, el padre del monacato, y que tiene un gran amor y respeto por la vida religiosa.

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¿Qué piensa de los últimos ataques de los medios contra Mons. Ratzinger y el Papa Benedicto?


El ataque de los medios contra nuestro Santo Padre y contra Mons. Ratzinger es tan injusto, tan injustificado. Durante años he conocido a muchos de los Regensburger Domspatzen (miembros del famoso grupo de canto guiado una vez por Mons. Ratzinger), y ellos tienen la más alta estima por Mons. Ratzinger.


En los casos de abuso sexual cometidos por algunos miembros del clero, el demonio usa a los sacerdotes en orden a culpar a toda la Iglesia, porque odia a la Iglesia y quiere destruirla. Pero conocemos las palabras de Cristo: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.


Algunos han acusado a nuestro Santo Padre por no seguir el Evangelio, cuando en realidad él es un evangelio viviente. Él vive la fe, la esperanza, el amor, la reconciliación, la paz y la justicia – verdaderamente como Cristo.

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¿Qué piensa de las críticas al Papa provenientes de personas que nunca se han encontrado con él o leído ninguno de sus escritos?


Las personas que criticaron a nuestro Santo Padre no conocen mucho de él o de sus escritos. Sólo lo conocieron como el partidario de la disciplina cuando era prefecto. No saben que en realidad él es un hombre profundamente piadoso, espiritual, humilde y discreto. Lo mismo es verdad de su hermano, Mons. Georg Ratzinger.

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¿Aún se escribe con el Papa Benedicto, o eso no es posible?


Sí, aún me escribo con su Santidad por medio de su secretario privado, que permite que mis cartas lleguen a su Santidad, y recibo unas pocas líneas y estampas por medio de su secretario. Le cuento de lo más destacado de nuestra vida aquí en el monasterio y le aseguro mis oraciones.

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¿Podría contarnos acerca de su encuentro personal con el Papa Benedicto?


En el 2006, nuestro Santo Padre visitó Alemania. Una de sus visitas fue en Pentling, cerca de Ratisbona. Mis primos cuidan su casa en Pentling. Es la casa donde él y su hermano iban a retirarse, pero Dios tenía otro plan. Mis primos me invitaron a visitarlos durante ese tiempo, y a ayudarlos a preparar la venida de nuestro Santo Padre a su casa por última vez.


Fue una experiencia inolvidable, como una reunión de familia. La policía y los guardias nos permitieron acercarnos a él. Recuerdo que él tomó mis manos y me pidió que por favor no lo olvidase en mis oraciones. Siendo que estoy celebrando mis bodas de oro el 22 de mayo de este año (tomado desde el “día del hábito”, o el “día del nombre”, que tuvo lugar en 1960), ¡espero ver a nuestro Santo Padre una vez más dentro del próximo par de años, si Dios lo permite!

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En este Año Sacerdotal, ¿cuáles son sus pensamientos acerca de rezar por los sacerdotes?


Santa Teresita de Lisieux, como todas las hermanas carmelitas, tenía un gran amor por los sacerdotes y por el sacerdocio, pero su amor no era ingenuo. Ella sabía que los sacerdotes son frágiles seres humanos como todos nosotros. Ella quería apoyarlos en toda forma posible.


¿Amamos y apoyamos a nuestros sacerdotes como deberíamos, y como ellos lo necesitan de nosotros? Puede ser algo fácil enojarse y ver las faltas de nuestros sacerdotes, algunas veces sólo vemos su debilidad. Sin embargo, Jesús nos ha dado un tesoro invaluable en el sacerdocio. A través de Sus sacerdotes, recibimos toda la munificencia de Sus gracias por medio de los Sacramentos – y a Él Mismo en la Eucaristía.


Seguramente que debemos a nuestros sacerdotes una gratitud inmensa por el don de sí mismos a Dios en nuestro beneficio. En este Año Sacerdotal, renovemos nuestro compromiso de rezar por nuestros sacerdotes, de confirmar a nuestros sacerdotes, de amar y apoyar a nuestros sacerdotes. Ellos nos necesitan más que nunca al tiempo que tratan de seguir mostrándonos la Presencia de Dios en un mundo que cada vez más lo niega e ignora sus caminos.

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Fuente: National Catholic Register


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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lunes, 19 de abril de 2010

Un viaje de pocas horas y muchos frutos

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MALTA 1

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El breve viaje del Papa Benedicto XVI a Malta, con ocasión del 1950º aniversario del naufragio de San Pablo en la isla, llegó ayer a su fin. Se ha tratado de una visita de pocas horas pero de muchos frutos. Y deberíamos rezar para que, en adelante, los católicos de Malta puedan seguir recogiendo muchos frutos espirituales de esta presencia del Sucesor de Pedro en sus tierras.


En un anterior artículo, en el que hablábamos sobre los viajes papales de este año, mencionamos algunos signos de oposición que se manifestaron días antes de la llegada del Papa. Pero también hicimos referencia a la gran alegría de la mayor parte de la población frente a la visita de Benedicto XVI. Este diagnóstico resultó ajustarse bastante a la realidad de los hechos.


Frente al primer viaje apostólico del año, los enemigos de la Iglesia actuaron intensamente, de un modo maliciosamente planeado y con la imprescindible colaboración de grandes medios de comunicación, para frustrar cualquier fruto positivo de este acontecimiento; para presentar a una Iglesia débil y en crisis, casi decadente; para mostrar a un Pontífice deprimido e inactivo, incapaz de cumplir con sus funciones; para concluir con el pronóstico de que el resultado sería un absoluto fracaso.


Pero el fracaso no fue de la Iglesia ni del Papa sino precisamente de sus enemigos. En primer lugar, hay que destacar que la presencia de la gente en las calles para saludar al Vicario de Cristo superó todas las expectativas. De hecho, varios eventos comenzaron con mucho tiempo de retraso (algo inusual en la organización vaticana de los viajes) precisamente porque, en los traslados de un lugar a otro, todas las calles estaban repletas de malteses que salieron de sus casas para dar la bienvenida a Benedicto XVI. En la Santa Misa que el Pontífice presidió en la mañana del domingo, centro de todo el viaje apostólico, se esperaban unas 15.000 personas y, sin embargo, asistieron unas 50.000. Casi se podría pensar que tanto odio descargado contra el Santo Padre despertó en los malteses la necesidad de demostrar, también de este modo, el amor al Sucesor de Pedro y a la Santa Iglesia Católica.


Otro aspecto a destacar de este viaje es el mensaje que el Sumo Pontífice quiso transmitir. Desde el inicio, en el discurso de la ceremonia de bienvenida, Benedicto XVI propuso una lectura de toda la historia desde la fe: “algunos podrían pensar que la llegada de san Pablo a Malta, causada por un acontecimiento humanamente imprevisto, es un simple incidente de la historia. Sin embargo, los ojos de fe nos permiten reconocer aquí la obra de la providencia divina”. Y quiso recordar el lugar que Malta debe seguir ocupando en el contexto europeo: “Vuestra nación ha de continuar defendiendo la indisolubilidad del matrimonio como una institución natural y sacramental, así como la verdadera naturaleza de la familia, como ya lo está haciendo respecto a la sacralidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural; y también el verdadero respeto que se debe a la libertad religiosa, de manera que todo esto lleve a un auténtico desarrollo integral de las personas y de la sociedad”.


El evento central de la primera jornada del viaje fue la visita a la Gruta de San Pablo, en Rabat. Allí, además de agradecer el trabajo de los misioneros, hizo un llamado al desafío de la nueva evangelización y a un necesario testimonio de la fe católica: “Frente a tantas amenazas contra el carácter sagrado de la vida humana, y la dignidad del matrimonio y la familia, ¿no será necesario recordar constantemente a nuestros contemporáneos la grandeza de nuestra dignidad de hijos de Dios y la sublime vocación que hemos recibido en Cristo? ¿Acaso no necesita la sociedad recuperar y defender aquellas verdades morales fundamentales que son la base de la auténtica libertad y del genuino progreso?” (Discurso en la visita a la Gruta de San Pablo).


En la homilía de la Santa Misa que presidió en Floriana, el Papa alabó la capacidad de discernimiento del pueblo maltés y los exhortó a continuar así, advirtiéndoles sobre las trampas del mundo: “No todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser asumido por el pueblo maltés. Muchas voces tratan de convencernos de dejar de lado nuestra fe en Dios y su Iglesia, y elegir por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia. Cuando nos sentimos tentados de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy… Mis queridos hermanos y hermanas, si ponemos nuestra confianza en el Señor y seguimos sus enseñanzas, obtendremos siempre grandes frutos”. Finalmente, exhortó a los malteses a conservar la fe y valores cristianos y a compartirlos con los demás, con la siguiente pauta: “Lo que recibís, examinadlo con atención, y lo valioso que tenéis, sabedlo compartir con los demás”.


Un momento especialmente importante de la breve estadía de Benedicto XVI en Malta fue el encuentro con ocho personas, víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero. El Papa mostró así, una vez más, su gran preocupación concreta por este tema, más aún, por las personas, por sus vidas, por sus almas. Una preocupación que no parece estar en quienes utilizan el terrible dolor de estas personas como un simple instrumento para llenar primeras planas y atacar injustamente a toda la Iglesia, sin ningún interés real por las dramáticas vivencias de las personas. El encuentro, en efecto, fue sin anuncio previo, en privado, sin cámaras, sin mediatizaciones. Estas personas compartieron con el Santo Padre un momento de oración en la capilla de la Nunciatura. Luego, el Pontífice habló con cada uno de ellos, los escuchó, les manifestó su dolor y su vergüenza, incluso con lágrimas, les aseguró su oración, les dio su bendición. Uno de ellos, entre lágrimas, declaró luego sentirse liberado de la “pesadilla” que lo había perturbado por años y compartió así su experiencia: “He visto al Papa llorar y me sentí liberado de un gran peso. No me esperaba disculpas del Papa pero he visto en él y en el obispo de Malta la humildad de una Iglesia que, en aquel momento, representaba todo el problema de la Iglesia moderna… El Papa apoyó la mano sobre la cabeza de cada uno de los participantes en el encuentro, bendiciéndonos. Yo me sentí liberado y aliviado de un gran peso. Desde hacía tiempo no iba más a Misa y había perdido la fe, pero ahora me siento un católico convencido… El encuentro con el Papa ha sido el regalo más grande que he recibido después del nacimiento de mi hija… Mis amigos y yo hemos agradecido muchísimo al Papa”.

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MALTA

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El último evento masivo de la visita fue un multitudinario encuentro del Sucesor de Pedro con los jóvenes de Malta, en el que Benedicto XVI escuchó las inquietudes, expresadas con total franqueza, de algunos jóvenes. En un hermoso discurso, en el que recordó la experiencia de conversión de San Pablo, el Papa se dirigió a los jóvenes con gran claridad y sinceridad: “Quizás alguno de vosotros me dirá que, a veces, san Pablo era severo en sus escritos. ¿Cómo se puede afirmar entonces que ha difundido un mensaje de amor? Mi respuesta es ésta: Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores”.


Paternalmente, el Papa invitó a sus jóvenes a no tener miedo frente a una cultura que, ayudada por los medios, se opone al mensaje cristiano: “Encontrareis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana... Por eso, os repito: No tengáis miedo, sino alegraos del amor que os tiene; fiaos de él, responded a su invitación a ser sus discípulos, encontrad alimento y ayuda espiritual en los sacramentos de la Iglesia”. Y, más explícitamente, añadió: “En el contexto de la sociedad europea, los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo”.


Cuando el Papa Benedicto llegó nuevamente al aeropuerto para pronunciar su último discurso en Malta, las perspectivas previas al viaje habían cambiado radicalmente. El intento de presentar a la Iglesia como una institución débil y en crisis, casi decadente, pareció ridículo frente al dinamismo y la vitalidad de una Iglesia realmente viva, con una alegría pascual, que con orgullo salió a dar testimonio de su fe por las calles de Malta. La reiterada búsqueda de mostrar a un Pontífice deprimido e inactivo, incapaz de cumplir con sus funciones, se estrelló contra la realidad de un Papa fuerte que, aunque ciertamente cansado por las muchas actividades y las fatigas propias de la edad, mostró una auténtica alegría cristiana, manifestó su amor paternal para con todos sus hijos, confirmó en la fe a sus hermanos, y transmitió el mensaje de la fe con la sabiduría de un Padre de la Iglesia. El pronóstico de un fracaso, finalmente, quedó simplemente en el deseo de algunos. Dios, que es quien guía los designios de la historia, como recordó varias veces Benedicto XVI, quiso que la visita del Sucesor de Pedro fuera fuente de bendiciones y frutos espirituales para toda la Iglesia. El Papa, de este modo, cerró el quinto año de su pontificado confirmando en la fe a sus hermanos de Malta y dejándoles, como consigna para el futuro, la defensa de la identidad cristiana: “Nunca dejéis que vuestra verdadera identidad se vea comprometida por el indiferentismo o el relativismo. Sed siempre fieles a la enseñanza de san Pablo, que os exhorta: «Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. Haced todo con amor»”.


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La Buhardilla de Jerónimo

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Ad multos gloriosque annos, Sancte Pater!

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BENEDICTO XVI 5 AÑOS DE PAPA

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19 de abril de 2010


5º aniversario de la elección

del Sumo Pontífice Benedicto XVI

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Celebrando, con gran alegría, el 5º aniversario de la elección de Su Santidad Benedicto XVI, elevamos a Dios nuestra acción de gracias por haber dado a la Iglesia un Sucesor tan digno del Apóstol San Pedro. Al mismo tiempo, rogamos al Señor que proteja al Santo Padre, preserve su vida, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos. Con amor filial, ponemos la vida, el ministerio y las intenciones del Romano Pontífice en el Corazón Inmaculado de María.


 

AD MULTOS GLORIOSQUE ANNOS,

SANCTE PATER!

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viernes, 16 de abril de 2010

Nuevos pasos del Peregrino Apostólico

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Este sábado 17 de abril, el Papa Benedicto XVI emprenderá su décimo cuarto viaje apostólico internacional, el primero de este año, que lo llevará a la isla de Malta para conmemorar el 1950º aniversario del naufragio de San Pablo. Con este breve viaje (poco más de 24 horas dado que llegará a la isla en la tarde del sábado y volverá a Roma el domingo por la noche), el Papa inicia sus viajes apostólicos de este año 2010 que, lamentablemente, se ha mostrado hasta el momento como uno de los más violentos si se considera la magnitud de los ataques, llenos de odio, que se están dirigiendo sin descanso contra este gran Pontífice.


Incluso la preparación de este viaje apostólico se ha visto empañada por el odio al Santo Padre cuando algunas personas escribieron frases ofensivas en los carteles que anuncian la visita papal. Sin embargo, el mal gusto y la falta de respeto de unos pocos, expresada en estos actos vandálicos, parece insignificante frente al entusiasmo de la mayor parte de la población maltesa que espera con gran alegría la visita del Sucesor de Pedro. Más aún, tal vez sea precisamente esta gran alegría la que ha provocado aquellas ofensas. Los obispos, en nombre del Pueblo de Dios, afirmaron que todos los malteses recibirán al Vicario de Cristo “del mismo modo en que nuestros predecesores rindieron homenaje a San Pablo”. Y el mismo Papa, en una carta al presidente Abela, afirmó: “no veo la hora de unirme a los malteses para conmemorar el importante aniversario de la llegada de San Pablo a sus costas”.


Tan sólo un mes después, Benedicto XVI subirá nuevamente a un avión para realizar un viaje apostólico a Portugal (del 11 al 14 de mayo), que él había deseado desde hace tiempo, en el que visitará las ciudades de Lisboa, Porto y Fátima. Es precisamente en esta última ciudad, en la que se encuentra el santuario mariano en honor a Nuestra Señora, donde se centrará este importante viaje pontificio con ocasión del 10º aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta (los pastorcitos a los que, junto con la Sierva de Dios Sor Lucía, se apareció la Virgen). En ese mismo día se conmemora también el 10º aniversario del anuncio de la publicación del tercer secreto. ¿Cómo no considerar importante la peregrinación a Fátima de aquel que, en el año 2000, tuvo la tarea de realizar el comentario a esta parte del secreto e identificó la clave del mismo en las palabras de la Virgen: “Mi Inmaculado Corazón triunfará”? La presencia de un Sucesor de Pedro en el Santuario de Fátima es siempre un acontecimiento de gracia en la vida de la Iglesia. Y en estos tiempos especialmente difíciles para la Iglesia, en los que precisamente el Vicario de Cristo está en el centro de tan violentos ataques, no podemos dejar de pensar que, una vez más, como la Beata Jacinta vio en Fátima, estará “el Santo Padre, en una iglesia, rezando delante del Inmaculado Corazón de María, y mucha gente rezando con él” (cfr. “Memorias de Lucía”).


Tres semanas después de detenerse en oración en el Santuario de Fátima, Benedicto XVI emprenderá un nuevo viaje, esta vez a Chipre, una de las pocas naciones que el Venerable Juan Pablo II no visitó en su largo pontificado. En esa nación, el Papa confirmará en la fe a la pequeña comunidad católica del país y entregará el Instrumentum laboris de la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, que se celebrará en octubre de este año en el Vaticano, una iniciativa que muestra una vez más la importancia que tienen, en el corazón del Santo Padre, las comunidades cristianas de esa región que, entre grandes dificultades y sufrimientos, siguen a Cristo por el camino de la cruz. El viaje a esa nación, mayoritariamente ortodoxa, ofrecerá también el marco para un encuentro con Su Beatitud Crisóstomos II, Arzobispo ortodoxo de Chipre, que al visitar el Vaticano en el 2007, en un memorable discurso, se refirió a la Sede de Roma como “el Trono Apostólico hacia el cual mira toda la Ecumene cristiana con grandes expectativas, esperando que el que lo preside, el teólogo sabio, el incansable pastor y el dinámico líder eclesiástico, realice gestos de diálogo, pacificación, acercamiento y amor”. En esa ocasión, Crisóstomos II afirmó también: “A través de nosotros el apóstol san Bernabé invita a su hermano mayor, el apóstol san Pedro, a visitar por primera vez su humilde casa, a ser su huésped, a sentirse como en su casa, a bendecirla… Dígnese venir y denos la ocasión de corresponder a su hospitalidad fraterna de estos espléndidos días que hemos vivido en la ciudad eterna”. Del 4 al 6 de junio, en efecto, el Papa Benedicto XVI responderá con su visita a aquella cordial invitación.


Luego de su período de vacaciones, que este año ha decidido transcurrir totalmente en la residencia de Castelgandolfo, el Papa emprenderá el cuarto viaje internacional del año que lo llevará, en una visita histórica, a Gran Bretaña, del 16 al 19 de septiembre. Al recibir en visita ad limina a los obispos ingleses y escoceses, el Papa les dijo que durante su viaje él mismo podrá ser testigo de la fe de los católicos y, como Sucesor de Pedro, la fortalecerá y confirmará. Este viaje pontificio tendrá como cumbre la esperada beatificación del Cardenal John Henry Newman, por quien el Papa Ratzinger siente una profunda admiración desde los años de su juventud, al punto de que el Pontífice ha decidido presidir él mismo la ceremonia de beatificación. Este acontecimiento, además, cobrará todavía mayor relieve teniendo en cuenta la providencial iniciativa de Benedicto XVI al promulgar la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus. La centralidad de la figura de Newman puede notarse también en que su lema se ha convertido en el de la visita pontificia: Cor ad Cor loquitur. Seguramente este viaje estará rodeado de oposición y polémicas (algunas de las cuales, de hecho, ya comienzan a vislumbrarse) pero, teniendo en cuenta el acostumbrado modo de actuar de los enemigos de la Iglesia, podemos pensar que mucho mayor aún serán sus frutos espirituales en la floreciente Iglesia de Inglaterra y Escocia.


Finalmente, el Peregrino Apostólico estará el 6 y 7 de noviembre en “la noble y siempre querida España”, como él mismo la llamó al visitarla por primera vez como Obispo de Roma en el año 2006. España, de este modo, se verá honrada con una segunda visita del actual Pontífice, estando anunciada una tercera para el próximo año, en Madrid, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud: se trata de algo absolutamente inusual. ¿Se puede dejar de notar el especial amor de Benedicto XVI por España y su convicción de que esta noble nación sigue representando una esperanza para la Iglesia que peregrina en Europa y en el mundo? De hecho, el Papa se hará peregrino en Santiago de Compostela, meta eminente de peregrinos desde tiempos remotos, “cuyos pasos han marcado un Camino que nos habla elocuentemente de las raíces espirituales del Viejo Continente” (Cfr. Mensaje del Santo Padre para la apertura del Año Santo Compostelano). Por otra parte, su presencia en Barcelona, para consagrar la nave central de la iglesia de la Sagrada Familia, representará no sólo una gran ocasión para valorar el fructífero encuentro entre arte y fe, sino también una preciosa oportunidad para defender con alegría y firmeza la institución sagrada de la familia.


Además de estos cinco viajes internacionales, un número “record” para el Papa Benedicto, el Peregrino Apostólico tiene programados otros cuatro viajes dentro de Italia, la nación de la que es Primado. El 2 de mayo visitará Turín para venerar la Sábana Santa, “espejo de los Evangelios”, como la llamó su inmediato predecesor. El 4 de julio visitará nuevamente la región de los Abruzos, esta vez la ciudad de Sulmona, para conmemorar el VIII centenario del nacimiento del Papa San Celestino V. Para recordar el centenario del nacimiento de otro predecesor suyo, el Papa León XIII, visitará Carpineto Romano el 5 de septiembre. Finalmente, estará en Palermo el día 3 de octubre para encontrarse con las familias y con los jóvenes.


Esta intensa agenda evangelizadora del Pontífice, que incluye cinco importantes viajes internacionales y otros cuatro dentro de Italia, es el mejor argumento contra las maliciosas mentiras de quienes pretenden “crear” la imagen, en la opinión pública (o, más bien, en la publicada), de un Papa cansado, enfermo, sin iniciativa o incluso deprimido. Por el contrario, todo aquel que quiere reconocer la verdad, puede ver que tenemos un Papa grande y fuerte que, con 83 años, a pesar de la fatiga propia de la edad y de “los estragos que causan en un hombre la calumnia y el odio” (cfr. “El Papa mártir”, de Santiago Martín), sigue guiando sabiamente a la Iglesia con un amor auténticamente paterno y con una conciencia muy clara de la naturaleza de la misión que se puso en sus manos y que él aceptó con actitud de entrega interior.


Cuando el Papa Benedicto XVI, luego de su elección, visitó por primera vez la Basílica de San Pablo Extramuros, dijo con gran emoción: “Ante nuestros ojos tenemos el ejemplo de mi amado y venerado predecesor Juan Pablo II, un Papa misionero, cuya actividad tan intensa, testimoniada por más de cien viajes apostólicos fuera de los confines de Italia, es realmente inimitable. ¿Qué lo impulsaba a semejante dinamismo, sino el mismo amor a Cristo que transformó la existencia de san Pablo?”. Inmediatamente, el actual Papa añadió: “Que el Señor alimente también en mí un amor semejante, para que no descanse ante la urgencia del anuncio evangélico en el mundo de hoy”. Hoy, en vísperas del quinto aniversario del inicio de su Pontificado, podemos dar gracias a Dios por haber oído aquella súplica del Sucesor de Pedro y habernos dado, con Benedicto XVI, un nuevo Peregrino Apostólico, también él profundamente inflamado por el amor de Cristo, a quien ha consagrado su vida entera.

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La Buhardilla de Jerónimo

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¡Felicidades, Beatísimo Padre!

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 Benedicto XVI - 16 de abril - 83 años

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En el día de su 83º cumpleaños, quienes hacemos esta Buhardilla, también en nombre de todos nuestros amigos y lectores, saludamos con afecto filial a nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, deseándole paz, vida y salud perpetua.


En este día, elevamos a nuestro Dios una especial oración rogando que bendiga abundantemente al Papa que nos ha dado, que lo ilumine en el ejercicio del ministerio petrino que le ha confiado, que lo defienda de sus muchos enemigos, y que lo fortalezca constantemente para que continúe guiando con sabiduría y amor a la Santa Iglesia.


A usted, Beatísimo Padre, que en cada gesto y en cada palabra nos da una muestra de su profundo amor a Nuestro Señor y a Su Iglesia; a usted que, precisamente porque ama, está dispuesto a sufrir en razón del Amado; a usted que, en toda su vida y especialmente en estos luminosos años de Pontificado, ha hecho suya la exhortación de su patrono San Benito de “no anteponer absolutamente nada a Cristo”; a usted queremos decirle también hoy:


¡Feliz cumpleaños, amado Santo Padre!

¡La Iglesia está con usted!

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jueves, 15 de abril de 2010

Benedicto XVI: “La penitencia es una gracia”

Ofrecemos esta noticia, tomado de Radio Vaticana, sobre la homilía que el Santo Padre Benedicto XVI pronunció esta mañana, al celebrar la Santa Misa con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica. En la misma, además de referirse a la realidad de la penitencia,  el Papa denunció la existencia, en nuestros días, de una “dictadura del conformismo”.

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Jueves, 15 abr (RV).- Benedicto XVI ha presidido, a las siete y media de esta mañana, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, la concelebración Eucarística con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica. Y en su homilía ha reflexionado sobre la primacía de la obediencia a Dios y el verdadero significado de la penitencia y del perdón en la vida de los cristianos.


Evocando las palabras de san Pedro ante el Sanedrín, el Papa ha recordado que hay que obedecer a Dios en lugar que a los hombres. La obediencia a Dios da a Pedro la libertad de oponerse a la suprema institución religiosa. Al igual que Sócrates ante el Tribunal de Atenas, que le ofrece la libertad a condición de no volver a buscar a Dios, no debe obedecer a estos jueces, comprar su vida perdiéndose a sí mismo, sino debe obedecer a Dios. En los tiempos modernos se ha teorizado la liberación del hombre, también de la obediencia a Dios: el hombre sería libre y autónomo y nada más.


“Pero esta autonomía es una mentira, una mentira ontológica, porque el hombre no existe por sí mismo y para sí mismo. Es una mentira política y práctica, porque la colaboración y el compartir libertades son necesarios, y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible al hombre, queda como suprema instancia sólo el consenso de la mayoría. Luego, el consenso de la mayoría se vuelve la última palabra a la cual debemos obedecer y este consenso – lo sabemos por la historia del siglo pasado – puede ser también un consenso en el mal. Así vemos que la denominada autonomía no libera al hombre”.


Benedicto XVI ha subrayado que “las dictaduras han estado siempre en contra de esta obediencia a Dios”. “La dictadura nazi, así como la marxista, no pueden aceptar a un Dios por encima del poder ideológico y la libertad de los mártires, que reconocen a Dios... es siempre el acto de la liberación, en el cual llega la libertad de Cristo a nosotros”.


Hoy, gracias a Dios – ha proseguido Benedicto XVI – no vivimos en dictaduras pero existen formas sutiles de dictaduras.


“Un conformismo, por el que se vuelve obligatorio pensar como piensan todos, actuar como actúan todos, y la sutil agresión contra la Iglesia, o incluso menos sutil, demuestran cómo ese conformismo puede realmente ser una verdadera dictadura”.


Para los cristianos – añadió el Santo Padre -, obedecer más a Dios que a los hombres, supone, sin embargo, conocer verdaderamente a Dios y querer verdaderamente obedecer, y que Dios no sea pretexto para la propia voluntad sino que sea realmente Dios el que invita, en caso necesario, también al martirio.


“Nosotros hoy tenemos a menudo un poco de miedo de hablar de la vida eterna. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida”.


Entonces – ha enfatizado Benedicto XVI – debemos tener la valentía, la alegría, la gran esperanza de que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta verdadera vida viene la luz que ilumina también este mundo.


En esta perspectiva, “la penitencia es una gracia”, es una gracia que nosotros reconozcamos nuestro pecado, que reconozcamos que tenemos necesidad de renovación, de cambio, de una trasformación de nuestro ser.


“Debo decir que nosotros los cristianos, también en los últimos tiempos, hemos evitado a menudo la palabra penitencia, que nos parece demasiado dura. Ahora, ante los ataques del mundo que nos hablan de nuestros pecados, vemos que el poder hacer penitencia es una gracia y vemos cómo es necesario hacer penitencia. Es decir, reconocer lo que está equivocado en nuestra vida. Abrirse al perdón, prepararse al perdón, dejarse transformar. El dolor de la penitencia, es decir, de la purificación y de la trasformación, este dolor es una gracia, porque es renovación, es obra de la Misericordia divina”.


Benedicto XVI ha exhortado a rezar para que “nuestro nombre entre en el nombre de Dios y nuestra vida se vuelva verdadera vida, vida eterna, amor y verdad”.

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Fuente: Radio Vaticana


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miércoles, 14 de abril de 2010

El canto gregoriano y la Santa Cruz

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Presentamos la traducción de una historia de conversión aparecida en el portal de noticias Asia News.

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Mumbai (AsiaNews) – Con una altura de un metro noventa y un centímetros, Gaurav literalmente mira a la gente desde arriba. Este joven converso “gujarati” fue cautivado por la música cristiana del renacimiento, y la música coral despertó en él una búsqueda de la belleza.


Gaurav Shroff nació el 30 de diciembre de 1972 en el hospital de la Sagrada Familia, Nueva Delhi (“bromeo con mis padres que ‘Sagrada Familia’ debería haberles dado una pista de mi futuro”). Su temprana niñez la pasó en Bethesda, MD (un suburbio de Washington DC), mientras su padre trabajaba para el Banco Mundial. La familia regresó a la India cuando él tenía alrededor de seis años, y asistió al St Xavier’s Loyola Hall, una escuela en Ahmedabad, donde se unió al coro escolar. Su único conocimiento de los cristianos era que no hablaban fluidamente el “gujarati” o el “hindi”, y que enterraban a los muertos, algo que lo intrigaba.


Describiendo su educación religiosa, Gaurav dijo: “Mi padre trabajó en el Banco Mundial, y luego fue editor del Economic Times. Mi madre fue la primera recaudadora de impuestos mujer del distrito en Gujarat. Aunque había un énfasis en los valores tradicionales de la India, ellos propugnaban ideales y valores humanistas seculares. Sin embargo, de mi abuela aprendí las antiguas historias de la religión hindú – los relatos épicos del Mahabharata, el Ramayana y el Bhagavad Gita”.


“Fue la estética”, dice Gaurav. “La belleza de la música sacra me dejó embelesado en mi primer experiencia de la Eucaristía en el St Xavier’s College de Mumbai el 15 de agosto, día de la independencia india y Fiesta de la Asunción. La sublime música de la Misa sin duda me aseguró de la presencia de Dios; los cantos gregorianos elevaron mi espíritu, creando en mí un sentido de sobrecogimiento por lo sagrado. Fui atraído instintivamente por la belleza estética de la Eucaristía y esta experiencia llenó mi corazón con un gozo inmenso”.


Este joven idealista, un hindú de la más alta casta occidentalizado, de 18 años, entrenado en la música clásica hindustán, comenzó a estudiar la historia de la Iglesia en un intento por comprender “lo que pudo haber inspirado el genio de los grandes músicos para componer algunas de las más grandes obras clásicas en honor de lo divino, y poner su arte al servicio de la liturgia”.


Gaurav pasó horas estudiando minuciosamente libros de la biblioteca de St Xavier’s, enseñándose a sí mismo el latín a partir de misales anteriores al Vaticano II, para aprender y comprender los cantos gregorianos en latín: el Credo, el Gloria, las demás partes de la Misa.


Tan fascinado estaba por la música sacra de la Eucaristía que asistió a la “Misa de gallo” del mismo año en la Catedral del Santo Nombre, acompañado por su padre. Como crecía su interés en las liturgias solemnes, sus amigos lo invitaron al Triduo Pascual del año siguiente, con la simple directiva de no recibir la Santa Comunión.


Por esto, en 1991, Gaurav fue a la Misa de la Cena del Señor en la Catedral del Santo Nombre. “Nada me había preparado para el ‘lavatorio de pies’. Observé con asombro como el Arzobispo Simon Pimenta se quitaba las vestimentas y se arrodillaba, lavando los pies de 12 hombres. Nunca había experimentado tal humildad en un líder espiritual”. Comenzó entonces a reflexionar en la naturaleza de estos sacerdotes, este liderazgo de servicio, que le era un concepto ajeno.


En el servicio del Viernes Santo, dado que sus amigos sólo lo habían excluido de la Comunión, se acercó para la Veneración de la Cruz. “Cuando me arrodillé y besé la Cruz, recuerdo vívidamente la voz clara en mi corazón que me decía: ‘Yo morí por ti’, y comencé a llorar sin vergüenza, y aunque no entendía lo que significaba, estaba seguro que Cristo Crucificado me amaba. Entonces ya no se trataba de la música, quise aprender más de este Jesús. O Jesús estaba completamente loco, o era Dios”.


Comenzó a leer todo acerca de la fe católica, la Biblia, y regularmente participó de la Misa dominical. En 1993, Gaurav fue a un retiro jesuita, en el que rezaba sólo, en la noche, ante el Santísimo Sacramento. “Sentí fuertemente la presencia de la Divinidad, el profundo amor de Dios por mí, y en la oscuridad fui iluminado: mi vida le pertenecía a Jesús, conocerlo, amarlo y servirlo. Esta era mi misión y vocación. Me sentí llamado a ser un sacerdote”.


“También tuve una conversación muy seria con mi familia acerca de mi decisión de hacerme católico y ser bautizado. ‘Mientras no rompas los lazos con la familia y no vayas haciendo proselitismo agresivamente, tienes nuestra bendición’, fue la respuesta de mi padre”.


El 15 de agosto de 1994, Fiesta de la Asunción, Gaurav fue bautizado en la Iglesia de San Pedro, Bandr, rodeado de 20 amigos, hindúes, católicos y musulmanes.


Dos semanas después de su bautismo, Gaurav llegó a los Estados Unidos en un clima intelectual que engendraba sospecha sobre la Iglesia Católica. “Dios fue siempre fiel, y bajo la protección de Su Bendita Madre, perseveré en la fe”.


“Los cuatro años siguientes de mi vida fueron el tiempo en el que Dios me permitió ver mi realidad, pero incluso en las crisis, el llamado al sacerdocio persistió inolvidable. Por eso, en orden a discernir el plan de Dios para mi vida, en 1998 comencé un segundo grado en estudios religiosos, también en la Universidad de Carolina del Sur, y en el 2001 recibí un título en estudios religiosos centrado en el Nuevo Testamento”.


Ese mismo año comenzó un trabajo de jornada completa en el Centro Católico de Estudiantes de Santo Tomás Moro en la Universidad de Carolina del Sur como ministro asociado del campus, en el que era el responsable de la formación en la fe de la pequeña parroquia de la Universidad. Su celo por la evangelización lo llevó, en el año 2006, al noviciado de los Padres Paulistas (una orden religiosa norteamericana) en Washington, DC.


“En el 2006 mi padre fue diagnosticado con un cáncer de pulmón en su última fase. Siempre había tenido una relación cercana con él, y esto fue devastador. Fue justo antes de ingresar al noviciado, y pasé unos pocos meses con él antes de partir para Washington. La generosidad de Dios no conoce límites, y fui capaz de estar en la India para las últimas dos semanas de su vida”.


En el 2007 descubrió que Dios lo estaba llamando al sacerdocio diocesano y entonces se mudó al sur, y allí se presentó en la Arquidiócesis de Atlanta. Después de algún trabajo pastoral en la diócesis, fue enviado al Seminario Mount St. Mary en Emmitsburg, Maryland, en el 2008.


Actualmente está terminando el primero de los cuatro años de estudios teológicos en el seminario y “Dios mediante, seré ordenado diácono en el 2012 y sacerdote en el 2013, para la Arquidiócesis de Atlanta”.


“La intervención de Dios a los pies de la Cruz en 1991 cambió el curso de mi vida para siempre. La evangelización y la vocación del laicado será la pasión central de mi ministerio como sacerdote diocesano. Veo mi futuro rol como el de alguien que guía, santifica, enseña al laicado no como a receptores pasivos”, deberé ser “alguien que convoca sus dones, talentos, carismas, para que los fieles laicos de Cristo puedan ser equipados para llevar el Evangelio al mundo y compartir la misión de la Iglesia”.


“Espero, por medio de mi llamado, proclamar el Amor de Cristo Crucificado a los hombres y llevarlos a entrar en contacto con Jesucristo, a conocerlo en una relación profunda, íntima”, porque “Él es la fuente de todo amor y felicidad”.

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Fuente: Asia News


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 13 de abril de 2010

Si la liturgia se enferma, se enferma toda la Iglesia

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Benedicto

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El importante escritor alemán Martin Mosebach ha concedido una entrevista a The European sobre el pontificado de Benedicto XVI, la reforma de la Liturgia y la Iglesia Católica. Polémico en algunas de sus afirmaciones, la entrevista es, sin embargo, sumamente interesante.

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Personalmente, ¿cómo valora los cinco años en que Benedicto XVI ha estado en el cargo?


Benedicto XVI ha elegido la misión más difícil. Quiere sanar las nefastas consecuencias de la revolución del `68 en la Iglesia de un modo no revolucionario. Este Papa no es precisamente un Papa dictador. Él invoca la fuerza del mejor argumento y espera que la naturaleza de la Iglesia sepa superar lo que es inadecuado para ella si se le proporciona una mínima forma de asistencia. Este plan es tan sutil que no puede ser presentado en declaraciones oficiales, ni entendido por una prensa vulgarizada de un modo casi increíble. Es un plan que mostrará sus efectos sólo en el futuro – probablemente sólo claramente después de la muerte del Papa. Pero ya ahora podemos reconocer la valentía con que el Papa define la reconciliación más allá de los límites angostos del derecho canónico (a través de la integración de la Iglesia patriótica en China, en relación a la Ortodoxia rusa y griega) o de la fusión original de la teología bíblica tradicional y la ilustrada, que nos saca del callejón sin salida de la crítica racionalista de la Biblia.

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¿Debemos prepararnos para casos de abusos en institutos católicos en otros países? En su opinión, ¿cómo debería reaccionar ante esto el Papa Benedicto?


La Iglesia, naturalmente, debe estar siempre preparada al hecho de que educadores individuales puedan abusar sexualmente de estudiantes en sus escuelas y en los colegios. Esta es la naturaleza de las cosas. Dondequiera que se instruyan niños, se han encontrado personas con inclinaciones pedófilas. Debemos preguntarnos, sin embargo, por qué precisamente en los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II se han verificado muchas veces crímenes sexuales cometidos por sacerdotes. No hay modo de evitar la amarga conclusión: el experimento del “aggiornamento”, la asimilación de la Iglesia al mundo secularizado, ha fracasado de un modo terrible. Después del Concilio Vaticano II, la mayor parte de los sacerdotes han abandonado su hábito talar, han dejado de celebrar la Misa diaria y de rezar el breviario diario. La teología post-conciliar ha hecho todo cuanto estaba en su poder para hacer olvidar la imagen tradicional del sacerdote. Todas las instituciones que habían ayudado al sacerdote en su vida solitaria y difícil fueron cuestionadas. ¿Deberíamos asombrarnos si muchos sacerdotes, en estos años, ya no han podido considerarse sacerdotes al modo tradicional? La disciplina del clero, que ha sido eliminada deliberadamente, había sido formulada en gran parte por el Concilio de Trento. En aquel tiempo la urgencia era también resistir a la corrupción del clero y despertar la conciencia de la santidad del sacerdocio. Es bueno que los líderes de la Iglesia pidan perdón a las víctimas de un abuso pero será todavía más importante que tomen las riendas de la disciplina, en el sentido del Concilio de Trento y de un retorno al sacerdocio de la Tradición católica.

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¿Cómo será la Iglesia Católica que Benedicto dejará un día detrás de sí?


Uno espera que este Papa pueda percibir por sí mismo las primeras manifestaciones de una sanación de la Iglesia. Pero este Papa es tan modesto y privado de vanidad que difícilmente verá tales señales como el resultado de las propias acciones. Yo creo que él quiere ahorrar a su sucesor ingratas pero necesarias fatigas, asumiéndolas él mismo. Esperamos que este sucesor utilice la gran oportunidad que Benedicto ha creado para él.

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La “reforma de la liturgia” ha modificado radicalmente la Iglesia Católica, ¿de qué modo?


Las intervenciones de Pablo VI en una liturgia de más de 1500 años son llamadas sólo “reforma de la liturgia”. En realidad, se trató de una revolución que no ha sido autorizada por la directiva del Concilio Vaticano II de revisar “delicadamente” los libros litúrgicos. La “reforma litúrgica” ha centrado sobre el hombre una celebración que había estado orientada, en los últimos dos mil años, a la adoración de Dios. De este modo, ha sido amenazado el sacerdocio y se ha oscurecido en gran parte la doctrina de la Iglesia sobre los sacramentos.

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Al final de los años ´60, hubo numerosas agitaciones: la revolución cultural en China, la Primavera de Praga en Checoslovaquia, las revueltas estudiantiles aquí en casa, la guerra de Vietnam - y el Concilio Vaticano II. ¿Podemos considerar todos estos trastornos en un mismo contexto?


En mi opinión, 1968 es un fenómeno que no ha sido aún suficientemente comprendido. Aquí, en Alemania, nos gusta ocuparnos, en este contexto, con recuerdos felices de comunas y de batallas sobre la correcta interpretación de Marx. En realidad, 1968 es un “año axial” de la historia, con los movimientos anti-tradicionalistas en todo el mundo que están sólo en apariencia completamente separados uno del otro. Estoy convencido de que, cuando se puedan ver con suficiente distancia, la revolución cultural china y la reforma litúrgica romana serán entendidas como conectadas cercanamente.

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El Papa Benedicto XVI participó en esta agitación como teólogo del Concilio. ¿Cómo experimenta hoy el compromiso del Papa para revivir elementos litúrgicos individuales de la Iglesia pre-conciliar?


Benedicto XVI ve como una de sus principales tareas el hacer más claramente visible la esencia de la Iglesia – para los católicos y luego también para los no católicos. El Papa sabe que la Iglesia está indisolublemente unida a su Tradición. La Iglesia y la revolución son contradicciones irreconciliables. Intenta intervenir donde la imagen de la Iglesia ha sido distorsionada por medio de un quiebre radical con el pasado. Ahora bien, la Iglesia, como su Fundador, tiene exactamente dos naturalezas: histórica y eterna. Ella no puede olvidar de donde ha venido y no puede olvidar a dónde va. Especialmente la Iglesia en Occidente tiene problemas con esto. Ya no tiene ni el sentido de su evolución orgánica histórica, ni el sentido de su vida en la eternidad.

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La reintroducción del antiguo rito permitió nuevamente la petición por la conversión de los judíos, como estaba en uso previo al Concilio. ¿Fue éste un paso correcto?


Cuando se permitió nuevamente la liturgia orgánica (que había sido suprimida, muy a menudo violentamente, bajo Pablo VI), también fue nuevamente admitida la petición por la conversión de los judíos en los libros litúrgicos oficiales de la Iglesia. Se remonta al cristianismo primitivo, y forma parte de las peticiones del Viernes Santo Esta antigua petición cristiana, basada en las palabras del Apóstol Pablo, contiene la frase de que Dios libere a los judíos de “su ceguera” y “quite el velo de sus corazones”. Estas expresiones parecían permitir, para el Papa, el equívoco del desprecio por los judíos debido a la historia reciente. Por consiguiente, cuando el rito tradicional fue nuevamente autorizado, intervino y ordenó una nueva formulación en el antiguo rito. También se pide a Dios que guíe a los judíos a Jesucristo, pero excluye la interpretación del desprecio hacia ellos. El Papa ha sido condenado porque permite rezar por la conversión de los judíos a Jesucristo. Pero, ¿se puede esperar que la Iglesia de los judíos Pedro y Pablo renuncie a tal intención?

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¿Cómo evalúa las relaciones del Papa con los judíos e Israel?


Benedicto XVI es probablemente el primer Papa desde Pedro en comprender la cristiandad tan estrechamente desde el judaísmo. Su libro sobre Jesús revela en muchos pasajes el intento de leer el Nuevo Testamento con los ojos del Antiguo Testamento. La relación del Papa con los judíos no es superficial, política, o meramente una simpatía derivada de un filosemitismo de moda, sino que es teológica y enraizada en la fe. Uno tiene, a veces, la impresión que si Benedicto no fuera cristiano, sería judío. Acusar a este Papa de antisemitismo deja ver una ignorancia e incompetencia que debería excluirlo a uno del discurso público.

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La controversia que rodea a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X no ha dado resultados visibles para el Vaticano hasta ahora. Según su opinión, ¿qué es lo que este grupo trae a la Iglesia Católica además de su amor por la antigua liturgia?


¿Además de la antigua liturgia? ¿Qué hay más importante para la Iglesia que la liturgia? La liturgia es el cuerpo de la Iglesia. Es la fe hecha visible. Si la liturgia se enferma, se enferma la Iglesia entera. Esto no es meramente una hipótesis, sino una descripción de la situación actual. No podemos presentarlo con la suficiente radicalidad; la crisis de la Iglesia ha hecho posible que su mayor tesoro, su Arcanum, fuera barrido del centro hacia la periferia. A la FSSPX, y especialmente a su fundador, el Arzobispo Lefebvre, se les debe la gloria histórica de haber preservado por décadas y mantenido vivo este importantísimo don. Por lo tanto, la Iglesia le debe a la FSSPX, sobre todo, gratitud. Parte de esta gratitud es trabajar para sacar a la FSSPX de todo tipo de confusión y radicalización.

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La FSSPX no parece estar dirigiéndose hacia Roma.

En las discusiones con la FSSPX, lo que es importante es la paciente labor de la persuasión, tal como es apropiada en las cuestiones espirituales. Las discusiones parecen estar procediendo en una muy buena atmósfera. Si un día logran integrar una vez más a la FSSPX en la unidad plena de la Iglesia, el papado de Benedicto XVI habrá obtenido un logro cuya importancia excede por mucho el número de los miembros de la FSSPX.

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El cristianismo es uno de los fundamentos de Europa. En el futuro, ¿seguirá siendo relevante para el continente?


El cristianismo es el fundamento de Europa – yo no veo ningún otro. Todos los movimientos intelectuales de los tiempos modernos, incluso cuando se oponen al cristianismo, le deben a él sus orígenes. También hemos recibido la filosofía antigua y el arte de manos del cristianismo. Si la sociedad europea se alejara totalmente del cristianismo, significaría nada menos que la negación de sí misma. Lo que uno no sabe o no quiere saber, de todos modos igual existe. La represión no puede ser la base para un futuro con esperanza.

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Usted estuvo en Turquía durante un tiempo. ¿Enriquecería Turquía a la Unión Europea como un miembro pleno, o es difícil integrar una tierra dominada por el Islam en una comunidad occidental de valores?


Seguramente comprenderá que no pueda darle una respuesta política o legal. Sólo puedo ver que Turquía – especialmente la Turquía anti-islámica, modernizante – ha tenido enormes dificultades con sus minorías cristianas europeas. Hasta los años ’50, existía aún una Constantinopla de dominación griega. Pero vivir junto a los cristianos era intolerable para los turcos modernos, por lo que pusieron fin a esto. Ahora parecen encontrar deseable el acercarse a Europa por motivos económicos sin repensar, sin embargo, en sus políticas internas de combate contra los cristianos. Creo que estamos muy lejos de lo que usted llama “integración en la comunidad occidental de valores”.

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Fuente: Una Fides


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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