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Presentamos nuestra traducción de una entrevista al Padre Franz Schmidberger, superior del distrito de Alemania de la Fraternidad San Pío X, publicada por el periódico alemán Die Welt. Como de costumbre, recordamos que el hecho de ofrecer esta información no implica compartir las afirmaciones del sacerdote, sino que consideramos que la clave de lectura de estos acontecimientos debe encontrarse, como siempre, en la palabra del Santo Padre, en particular en la importante Carta a los obispos de la Iglesia Católica del 10 de marzo del 2009. En esta perspectiva serán moderados también los eventuales comentarios.
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El proceso de reconciliación entre el Vaticano y la Fraternidad entra en una fase crucial. Tres años atrás terminó en primera plana, con el levantamiento de las excomuniones de los cuatro obispos, uno de los cuales, el obispo inglés Williamson, había negado el Holocausto. Ahora puede ser pronto para decir si el intento del Papa de llevar a los católicos ultra-conservadores a la barca tendrá éxito, o si habrá un alejamiento definitivo de los rebeldes de la plena comunión de la Iglesia Católica Romana. Su Superior General, Mons. Bernard Fellay, ha dicho en América que la última propuesta de Roma es inaceptable. Para el Padre Franz Schmidberger, Superior del Distrito alemán de la Fraternidad San Pío X, la cosa no parece definitiva. Paul Badde ha hablado con él.
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En Roma hay cada vez más signos de que una completa reconciliación con la Fraternidad San Pío X puede finalmente tener lugar, y que ésta debería tener pronto su prelatura personal, status no diverso del que tiene el Opus Dei. Se ha también dicho, sin embargo, que los diálogos entre el Vaticano y la Fraternidad han fracasado. ¿Puede aclarar?
El 14 de septiembre de 2011, el cardenal Levada ha presentado al Obispo Fellay, nuestro Superior General, un “preámbulo doctrinal”, cuya aceptación es la condición para un reconocimiento canónico de la Fraternidad San Pío X. Hemos hecho amplias consultas sobre el texto y se llegó a la conclusión de que no era aceptable. Finalmente, yo mismo, el 1º de diciembre, he llevado a Roma la respuesta del Superior General y, por pedido de Roma, he entregado una aclaración de tal respuesta. Ahora esperamos con gran ansiedad la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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El Papa ha dicho que no habría aprobado el levantamiento de las excomuniones de vuestros cuatro obispos si hubiese estado en conocimiento de las declaraciones del obispo Williamson. ¿Qué ocurrirá con Williamson después de la reconciliación?
Yo no soy un profeta pero creo que durante las discusiones sobre una estructura canónica para la Fraternidad, que ciertamente no se harán en una sola sesión, los participantes podrán hablar también de Williamson. Ciertamente, se puede esperar que él obedezca las instrucciones del Superior General.
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Se dice del Arzobispo Lefebvre, fundador de la Fraternidad, que ha “adherido a la Roma eterna con todo el corazón”. ¿No deberíais ya estar reconciliados, con este Papa que tiende tanto su mano?
Las cosas no son tan fáciles. Durante la visita del cardenal Gagnon en 1987, el arzobispo Lefebvre ha escrito al cardenal una carta y ha propuesto una estructura canónica para la Fraternidad. Al mismo tiempo, él dejó muy claro que el ecumenismo actual surgido bajo el símbolo del relativismo religioso, la libertad religiosa, cuyo fruto es la laicidad de hoy, y la colegialidad, que paraliza completamente la vida de la Iglesia, son inaceptables para nosotros. Lamentablemente, todavía hoy hay diferencias cuando se trata de esto con el Papa reinante.
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¿Cuáles son los argumentos razonables de la Fraternidad, de hecho todavía en contra de la libertad religiosa, cuya realización es fundamental para la paz en el mundo actual?
La libertad religiosa no es, en primer lugar, una cuestión de práctica, sino una cuestión de doctrina. La condena de la libertad religiosa por parte de los Papas no implica la voluntad de obligar a los otros a aceptar la religión católica sino que implica que un Estado, en el que la mayoría de la población es católica, debería reconocer que la religión católica es la religión revelada por Dios. Al mismo tiempo, puede tranquilamente tolerar las otras religiones y confesiones e incluso establecer tal tolerancia en la ley civil.
Obviamente, en tiempos pluralistas como el actual, tal tolerancia debería encontrar una amplia aplicación. Por otro lado, el error no es un derecho (natural). Cuando, sin embargo, se trata de una persona que es capaz de conocer a Dios con la luz de la razón y de conocer la verdadera religión, entonces esto vale también para los estadistas, y es exactamente esto lo que los Papas, hasta Pío XII, han mantenido condenando la libertad religiosa. Todo lo demás es, en última instancia, agnosticismo.
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Los últimos Papas se han empeñado todos en el ecumenismo, también para una consolidación de las confesiones, según la palabra de Cristo, que dice: “que todos sean uno”, como Jesús ha rezado (Jn. 17, 21). ¿Qué quisiera afirmar contra esto?
Cada domingo los fieles cantan: “Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica”. La oración de Cristo no se refiere tanto al hecho de antes deban convertirse en uno; de hecho, en el curso de la historia, los grupos se han separado de la Iglesia y varias veces, por ejemplo, los griegos en el siglo XI y Lutero con sus seguidores en el siglo XVI. Para todo cristiano sincero esto es un dolor y rezamos cada día por el retorno de aquellos que se han separado de la Iglesia, de la casa paterna.
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Hasta hoy toda secta ha presuntuosamente declarado estar en lo correcto, demostrándolo con una buena dosis de arrogancia hacia la mayoría. Mons. Lefebvre era distinto. Ha sufrido mucho por la división y por el estado de emergencia del status irresuelto de la Fraternidad. Desde entonces, ¿ha ocurrido que la Fraternidad se ha acostumbrado al estado de emergencia o existe la conciencia de una separación permanente todavía vista como un peligro?
Un caso de emergencia es un caso de emergencia, es anormal y aspira hacia la normalización. ¿Cómo puedo llegar a un acuerdo con los encuentros de Asís que implícitamente (¡no explícitamente!) sostienen que todas las religiones son caminos de salvación? A nosotros ciertamente nos duele la situación actual, pero se sufre infinitamente más por este indiferentismo religioso que lleva un número incalculable de almas a la perdición.
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El Papa ha puesto en juego su reputación (y la unidad de toda la Iglesia), tres años atrás, para la reconciliación con la Fraternidad. ¿Qué ofrece la Fraternidad para la reconciliación con la Iglesia?
Una vez que sea canónicamente reconocida, la Fraternidad llevará un gran potencial religioso y una gran fuerza religiosa dentro de la Iglesia. Veo pocas comunidades eclesiales que hayan hecho suya la causa de la plena unidad entre la teología dogmática, la espiritualidad y la liturgia, y que viven de ella. Llevamos un gran tesoro porque, desde el inicio, hemos celebrado únicamente la magnífica liturgia antigua con su carisma de fe y de santidad.
Además, la Fraternidad será un gran apoyo para el Papa para conquistar el cisma latente que está presente en varias partes de Europa a causa de las fuerzas centrífugas, por ejemplo, en Austria. Recientemente un Arzobispo en Alemania me ha dicho que también aquí se espera la separación de grandes comunidades.
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Sin embargo, no era esa mi pregunta. He recordado lo que el Papa arriesgó para la reconciliación y me pregunto una vez más qué es lo que estaríais dispuestos a sacrificar.
Damos nuestra relativa libertad, que hemos usado hasta ahora para la expansión mundial de nuestro trabajo y la hemos puesto en manos del Papa. Por lo demás, no se trata de un acuerdo diplomático, sino del bienestar de la Iglesia y de la salvación de las almas. El problema de la Iglesia no es la Fraternidad sino los teólogos modernistas y el colapso que se ha dado en la vida de la Iglesia después del Concilio.
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Ahora también los anglicanos encuentran un hogar en la Iglesia católica. ¿Y qué les ha impedido sentirse en casa en la Iglesia en las últimas décadas?
En realidad, las mismas tendencias que han hecho huir a los anglicanos hacia la Iglesia católica están presentes desde que el Concilio Vaticano II se ha desarrollado dentro de la Iglesia católica y llevó a una devastadora pérdida de fe, a una caída de la moral y al caos en la liturgia. Si se piensa sólo por un segundo en las Misas-carnaval que entran en las iglesias por todas partes en estos días. Vea, yo tengo aquí el discurso del Papa a los representantes del Comité central de los católicos alemanes del 24 de septiembre de 2011. En este discurso dice: “la verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no encontramos un modo para renovar realmente nuestra fe, todas las reformas estructurales seguirán siendo ineficaces”. A través del Concilio no es el espíritu de la Iglesia el que ha entrado en el mundo, sino lo contrario: el espíritu del mundo ha invadido la Iglesia.
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Yo no digo algo nuevo cuando indico la pequeña parte en el centro (o al borde) de la Fraternidad que no participará en una reconciliación con el Papa. ¿Estáis preparados a hacer fracasar la reconciliación por esta parte, o dispuestos a separaros de ellos?
Si las autoridades romanas no tienen necesidad de algo de la Fraternidad para el reconocimiento canónico que esté contra la enseñanza tradicional y la praxis de la Iglesia, entonces no habrá grandes dificultades en materia de una regularización. Sin embargo, si Roma nos pidiese aceptar incondicionalmente todo el Vaticano II, no veo una posibilidad de reconciliación.
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Sobre la hipótesis de reconciliación: ¿cómo os distinguiréis de los otros grupos que están también comprometidos en la Tradición? Después de una reconciliación exitosa, ¿permanecerán cosas que otros no tienen?
Nuestro carisma especial es la formación de los sacerdotes y el cuidado de los sacerdotes. Además de esto, nosotros en la Fraternidad nos hemos especializado en la predicación de los Ejercicios Espirituales, en la gestión de las escuelas, y también sencillamente en el cuidado de las parroquias, que hoy están en un estado lamentable. Basta pensar en el sacramento de la Penitencia que, por ejemplo, aquí en Stuttgart, ya no se administra en las parroquias, con pocas y heroicas excepciones. Con esto, la conciencia del pecado y la necesidad de salvación están desapareciendo, así como la oración, la recepción de los Sacramentos, y el espíritu de sacrificio.
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Hay voces que dicen que el trabajo del Papa por esta reconciliación es prioritario, pero sólo para el ecumenismo en su conjunto. ¿Usted comparte esta idea, o no tiene miedo?
Si lo que veo es correcto, entonces esto puede aplicarse sólo a los ortodoxos, pero no a todos los distintos grupos de protestantes. Porque, en lo que respecta a los primeros, es sobre el reconocimiento del primado y la jurisdicción del Papa, mientras que respecto a los otros existe, además, una desviación sustancial del depósito de la fe católica, así como de la enseñanza y la práctica de los sacramentos. Nosotros no incurrimos por defecto en ninguna de estas dos modalidades, si bien, sobre la base de argumentos de fe, hemos debido resistir a ciertas directivas – como la aceptación de la nueva liturgia.
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Ningún Papa ha sido tan amable con vosotros como Benedicto XVI. Él tendrá pronto 85 años. ¿No tenéis miedo a veces de que el tiempo pueda volverse en vuestra contra?
Es cierto que el Papa reinante nos muestra su favor, y espero que encontremos una solución durante su pontificado. Por otra parte, la situación en la Iglesia está asumiendo formas cada vez más dramáticas todos los días, el Papa habla de la pérdida de fe en las regiones de grandes dimensiones. ¿No estará esto en relación con algunas declaraciones del Concilio y con las reformas post-conciliares? En algunos prelados parece despuntar una luz y cuanto más tiempo dure la crisis, más intensa será la luz. Y en este sentido, el tiempo juega a nuestro favor.
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¿Qué da más esperanza que el hecho de que el peligro de un nuevo cisma entre Roma y la Fraternidad pueda ser ya abolido para Pascua?
La Fraternidad ha visto muchas crisis y ha salido de todos más reforzada que debilitada. Además de esto, junto a todos sus miembros y las casas, los consagrados, se ha consagrado a la Madre de Dios el 8 de diciembre de 1984. Me resulta difícil creer que Dios permita que una obra de su Madre fracase.
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Fuente: Rorate Coeli
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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