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L’Osservatore Romano ha realizado ayer una entrevista al Cardenal Walter Kasper, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, acerca de la situación actual del ecumenismo. Ofrecemos nuestra traducción.
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Nuevo clima con Moscú. Perspectivas impensables de diálogo teológico con los ortodoxos sobre el rol del obispo de Roma. Métodos innovadores para confrontarse con el fragmentado mundo protestante, también sobre temas difíciles. Contraofensiva a la invasión de las sectas. Convicción de que el deseado viaje del Papa a Tierra Santa quitará prejuicios e incomprensiones con los judíos sobre la oración del Viernes Santo y sobre Pío XII.
En palabras del cardenal Walter Kasper, “hay optimismo porque hay realismo”. Y si el balance del 2008 para el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos es “ampliamente positivo”, para el 2009 se abren “perspectivas inesperadas, impensables hasta hace pocos años atrás”, tanto con los ortodoxos como con los protestantes. El cardenal no esconde las dificultades, “algunas inéditas”, del camino ecuménico. “No debemos olvidar nunca –dice- que la unidad de los cristianos no la organizamos nosotros sino que es un don del Espíritu Santo. Hoy estamos en un punto tan avanzado que, años atrás, quizá ni siquiera los más optimistas habrían previsto”…
Con L’Osservatore Romano, en esta entrevista, el cardenal presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos hace el balance del estado de salud del ecumenismo y de las relaciones con el judaísmo.
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La asamblea plenaria de fin de año del Pontificio Consejo ha trazado el cuadro de las relaciones ecuménicas. ¿Positivo o negativo?
Es un momento de cambios rápidos de la situación ecuménica pero, en una valoración global, el balance es ampliamente positivo. “Recepción y futuro del compromiso ecuménico” ha sido el tema de la plenaria que nos ha permitido mirar al pasado, al camino recorrido, pero especialmente encontrar nuevas ideas, nuevo impulso, nuevo entusiasmo para proseguir el diálogo en toda dirección.
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¿Cuáles han sido los eventos ecuménicos más importantes del 2008?
En un año, el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I ha venido tres veces a Roma: con el Papa ha abierto el Año Paulino y ha hablado, por primera vez en la historia, en el Sínodo de los obispos, en el espléndido escenario de la Capilla Sixtina. Siempre este año, el Papa ha acogido a los Catholicós armenios apostólicos, Karekin II de Etchmiadzin y Aram I de Cilicia. Se ha hecho normal lo que hasta hace pocos años atrás era inimaginable o, por lo menos, extraordinario. Estas visitas son eventos profundos, pasos hacia adelante de excepcional significado. En el 2008 hemos celebrado también los cien años de la Semana de oración por la unidad de los cristianos.
Hay todo un movimiento irreversible, cuyo crecimiento está a la vista, y que involucra personas, parroquias, diócesis, asociaciones, movimientos. Estos diálogos tienen siempre implicaciones mayores de carácter social y cultural.
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Tal vez es por esto que hoy se ponen en agenda cuestiones delicadas que antes ni siquiera eran mencionadas.
Ahora se habla fraternalmente acerca de todo con todos. En este diálogo franco es positivo que no se escondan más las diferencias que aún permanecen, o que no se eludan los problemas. Es normal que nazcan nuevas cuestiones pero es decisiva la voluntad de afrontarlas.
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Discusión ecuménica, ecumenismo espiritual y amistad parecen ser los ingredientes de este momento del diálogo.
¡Y no deben ser separados! Están creciendo cada vez más las relaciones de amistad que contribuyen a hacer caer tantas barreras producidas por el poco conocimiento recíproco. La red de relaciones fraternas auténticas que se está ampliando es, evidentemente, un elemento decisivo.
Somos conscientes de que el ecumenismo no es sólo un intercambio de ideas. El diálogo teológico sobre la verdad es fundamental; sin embargo, sólo funciona junto al diálogo de la caridad. El corazón del diálogo sigue siendo el ecumenismo espiritual: no se va a ninguna parte sin la oración, sin la conversión personal y comunitaria. El diálogo no es un desafío con los otros sino, sobre todo, con nosotros mismos.
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Con los ortodoxos, el diálogo teológico se dirige al “rol del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia del primer milenio”. Éste es, de hecho, el tema de la próxima sesión de la comisión mixta internacional.
El documento de Rávena ha abierto una perspectiva de reflexión sobre la relación existente entre primado y sinodalidad en la Iglesia. Tanto Benedicto XVI como Bartolomé I han hablado recientemente en términos positivos: esto es signo del nivel de recepción que ha tenido ese documento.
En Rávena, las Iglesias ortodoxas han hablado de Iglesia universal y también de un primado universal que puede ser sólo del Obispo de Roma. Precisamente en la línea de Rávena estamos preparando el boceto de un documento para presentarlo a la próxima sesión de la comisión mixta que será hospedada por los ortodoxos en otoño. Ya hemos encontrado una lectura común del primer milenio. Ahora no debemos detenernos.
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En Rávena, el patriarcado de Moscú no participó en los trabajos por un problema con el patriarcado de Constantinopla. ¿ Está prevista su presencia en el próximo encuentro?
En la medida de nuestras posibilidades; hemos hecho presente insistentemente tanto en Moscú como en Constantinopla la necesidad de recomponer la fractura que se produjo, como se sabe, por la cuestión de Estonia. Hemos hablado con delicadeza pero también con franqueza. Por lo que sabemos, se han dado pasos importantes para encontrar una solución. Hemos lamentado que Moscú haya abandonado la reunión en Rávena, estaríamos felices de reencontrarnos todos juntos en la próxima sesión de la comisión. Dependerá mucho del nuevo Patriarca de Moscú.
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¿Cómo están en Moscú las relaciones con los católicos?
Las relaciones han mejorado mucho. Puedo afirmar que, en la situación actual, no tenemos problemas particulares. Hay una nueva situación, un clima amigable. En mayo, he encontrado al Patriarca Alejo II en Moscú. He sido recibido con particular hospitalidad y he reconocido la voluntad de avanzar en el diálogo y en las relaciones, tanto en las palabras del Patriarca como en las de los numerosos metropolitas con los que he tenido diálogos.
He encontrado la misma muy buena acogida también recientemente cuando fui a Moscú para los funerales del Patriarca.
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¿Qué recuerdo tiene de Alejo II?
Se sabe que el Patriarca Alejo II ha tenido desencuentros con la Iglesia Católica. Pero hemos superado juntos esta situación. Es un hombre que tiene grandes méritos. Basta pensar que ha comenzado su servicio en 1990, recogiendo la triste herencia del tiempo del comunismo. Ha sabido dar un fuerte impulso al renacimiento de la Iglesia ortodoxa rusa haciéndola reflorecer, partiendo casi de cero. Es también gracias a Alejo II que hoy tenemos un diálogo cada vez mejor con el patriarcado de Moscú.
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Ahora hay expectativa por la elección del nuevo Patriarca.
Esperamos que sea verdaderamente un pastor para su Iglesia. Un hombre que quiera avanzar junto a nosotros en el diálogo y en la profundización de nuestras relaciones.
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¿Cuáles son las novedades con las otras Iglesias ortodoxas?
Tenemos buenas relaciones con todas las Iglesias ortodoxas y queremos mejorarlas cada vez más. En Rumania, por ejemplo, el Patriarca Daniel ha iniciado hace poco más de un año su servicio como sucesor de Teoctist: es un hombre que conoce bien la Iglesia Católica, muy abierto al diálogo. Lo mismo podemos decir para las Iglesias orientales ortodoxas: al inicio del 2009 hospedaremos aquí, en Roma, un nuevo encuentro de la comisión mixta. Esperamos llegar a un acuerdo para un documento sobre la naturaleza, estructura y misión de la Iglesia.
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También en Atenas, desde hace casi un año, está el nuevo
Arzobispo ortodoxo, Ieronimos, que ha sucedido a Christodoulos.
No conozco personalmente al nuevo arzobispo Ieronimos. Tengo en programa un viaje a Atenas a comienzo del año precisamente para comenzar con él un diálogo abierto, nuevo, positivo. Sé que es un hombre humilde, de fuerte espiritualidad. Tenemos grandes esperanzas.
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¿En qué punto está el diálogo con las comunidades surgidas de la Reforma?
Los notables progresos en esta dirección los debemos también a la nueva metodología adoptada: la hemos llamado Harvest Project, proyecto de recolección. Consiste en reasumir los diálogos con los partner con los que hemos establecido relaciones después del Concilio Vaticano II para individuar los nuevos pasos a realizar juntos.
La definición oficial es “consenso/convergencia ecuménica sobre algunos aspectos fundamentales de la fe cristiana identificados en los reportes de los primeros cuatro diálogos bilaterales internacionales en los que ha participado la Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano II”.
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¿Con quiénes aplican el nuevo método y qué resultados se han obtenido hasta ahora?
Los cuatro diálogos bilaterales internacionales son con la Federación Luterana Mundial, el Consejo Mundial Metodista, la Comunión Anglicana, y la Alianza Reformada Mundial. Con franqueza reconocemos estar en una situación intermedia. Mucho se ha logrado, mucho queda aún por hacer. Más allá de las cuestiones históricas, hay sobre todo problemas abiertos en la hermenéutica, en la antropología y en la eclesiología. Ahora, con el Harvest Project, afrontamos también las cuestiones más complejas que tienen nuevas implicaciones y contenidos.
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¿Cuáles son los problemas más serios para el diálogo?
La fragmentación interna de estas comunidades. Pienso en los anglicanos. He participado en la Conferencia de Lambeth en verano. He sido recibido con amistad pero he constatado sus problemas internos sobre cuestiones éticas y sobre la ordenación de las mujeres. Esto hace mucho más difícil el diálogo. El mismo obstáculo se registra también en otras direcciones del mundo protestante.
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¿Cuáles serán los próximos pasos?
Miramos con confianza los acontecimientos del 2009: la celebración, en Augsburgo, del décimo aniversario de la histórica Declaración conjunta con los luteranos sobre la doctrina de la justificación y la conmemoración de Calvino a quinientos años de su nacimiento. En el 2010, está ya previsto un encuentro ecuménico en Munich de Baviera. Y celebraremos también ecuménicamente los cien años de la famosa Conferencia de Edimburgo que, en 1910, ha dado comienzo al movimiento ecuménico del siglo veinte.
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El reciente Sínodo ha dicho que la Palabra de Dios es un punto de encuentro para todos los cristianos.
El Sínodo ha sido importantísimo, desde el punto de vista ecuménico. La Palabra de Dios es central sobre todo para los protestantes: sé que los delegados fraternos han quedado positivamente impresionados por la discusión. Sobre la Biblia nos hemos separado y sobre la Biblia debemos reunirnos. La lectura común, el estudio, la meditación, la lectio divina se presentan como métodos apropiados para acercarnos especialmente a los protestantes.
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Luego está el desafío de las sectas.
Es una oleada que constituye un desafío. No hay un diálogo directo, ni siquiera con las distintas denominaciones pentecostales, independientes. Hemos abierto un diálogo con nuestros obispos y teólogos en Asia, en África y en América Latina. La contraofensiva a la invasión de las sectas debe nacer primariamente de nuestra reflexión interna. Es lo que ha reconocido también el Celam en la Conferencia de Aparecida. Nos debemos preguntar: ¿por qué tanta gente deja nuestra Iglesia? ¿Qué cosa busca en otras partes y por qué se refugia en las sectas?
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A su dicasterio se le ha confiado el diálogo con el judaísmo. ¿Cómo ha ido en el 2008?
El hecho de que con los judíos haya un diálogo ya arraigado es casi un milagro, si se piensa en la complejidad de la historia. También en esta dirección hemos hecho progresos y ha sido valiosa la intervención de un rabino en el Sínodo.
No faltan los problemas. Dos en particular. El primero ha surgido por la oración por los judíos en la liturgia del Viernes Santo. Debe decirse que, después de mi declaración, confirmada por el cardenal Secretario de Estado, la cuestión se ha aclarado. Tal vez en Italia ha habido un poco más de alboroto que en el resto del mundo. Razonablemente, de esta oración no puede venir un obstáculo al diálogo.
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La otra cuestión se refiere a la beatificación de Pío XII.
Que la beatificación del Papa Pacelli sea un proceso interno de la Iglesia Católica ha sido comprendido y aceptado en el mundo judío. Confiamos ahora que las investigaciones históricas den cada vez más claridad sobre la obra de Pío XII a favor de los judíos en esos años. Estoy convencido de que el esperado viaje del Papa a Tierra Santa sería decisivo para superar prejuicios e incomprensiones que marcan nuestras relaciones con el judaísmo. Debo también señalar, me refiero en particular al último encuentro común desarrollado en Budapest, que con los judíos hablamos cada vez menos del pasado y siempre más de los desafíos concretos de hoy sobre el rol de la religión en la civilización moderna.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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