sábado, 8 de mayo de 2010

El Crucifijo en el centro del altar

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Continuamos ofreciendo las profundizaciones de la Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice. En esta ocasión, el artículo dedicado al crucifijo en el centro del altar.

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El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, en el n. 218, hace la pregunta: “¿Qué es la liturgia?”; y responde:


“La liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios”.


A partir de esta definición, se comprende que en el centro de la acción litúrgica de la Iglesia está Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y su Misterio pascual de Pasión, Muerte y Resurrección. La celebración litúrgica debe ser transparencia celebrativa de esta verdad teológica. Desde hace muchos siglos, el signo elegido por la Iglesia para la orientación del corazón y del cuerpo durante la liturgia es la representación de Jesús crucificado.


La centralidad del crucifijo en la celebración del culto divino se resaltaba mucho más en el pasado, cuando estaba vigente la costumbre de que tanto el sacerdote como los fieles se dirigieran durante la celebración eucarística hacia el crucifijo, puesto en el centro, sobre el altar, que normalmente estaba adosado a la pared. Por la actual costumbre de celebrar “hacia el pueblo”, con frecuencia el crucifijo es hoy colocado a un lado del altar, perdiendo de este modo la posición central.


El entonces teólogo y cardenal Joseph Ratzinger subrayó en varias ocasiones que, también durante la celebración “hacia el pueblo”, el crucifijo debería mantener su posición central, siendo por otro lado imposible pensar que la representación del Señor crucificado – que expresa su sacrificio y, por lo tanto, el significado más importante de la Eucaristía – pueda ser de alguna manera una molestia. Siendo Papa, Benedicto XVI, en el prefacio al primer volumen de sus Gesammelte Schriften, se ha dicho feliz por el hecho de que cada vez más se está abriendo camino la propuesta que él había hecho en su célebre ensayo Introducción al espíritu de la liturgia. Tal propuesta consistía en la sugerencia de “no proceder a nuevas transformaciones sino poner simplemente la cruz en el centro del altar, hacia la cual pueden mirar juntos el sacerdote y los fieles, para dejarse así conducir hacia el Señor, al cual todos juntos oramos”.


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El crucifijo en el centro del altar recuerda muchos espléndidos significados de la sagrada liturgia, que pueden resumirse refiriendo el n. 618 del Catecismo de la Iglesia Católica, un pasaje que concluye con una bella cita de santa Rosa de Lima:


“La Cruz es el único sacrificio de Cristo «único mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2,5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, «se ha unido en cierto modo con todo hombre» (GS 22,2), él «ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual» (GS 22,5). El llama a sus discípulos a «tomar su cruz y a seguirle» (Mt 16,24) porque él «sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1 P 2, 21). Él quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10,39; Jn 21,18-19; Col 1,24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35): «Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo» (Sta. Rosa de Lima, Vida)”.

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Fuente: Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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5 Comentarios:

Anónimo ha dicho

La misma Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontifice explica bien que antes se resaltaba mejor la presencia de la cruz que ahora, que parece que estorba. Y ciertamente "estorba" porque la celebración "coram populo" dificulta la orientación de todos los participantes en la celebración litúrgica. Se nota menos en las grandes iglesias y mucho más en las pequeñas. Es una orientación complicada: El crucifijo ¿Debe mirar hacia el sacerdote o hacia el pueblo? Si mira hacia el pueblo está de espaldas al sacerdote, si mira al sacerdote está de espaldas al pueblo ¿Por qué no arreglar las cosas bien y decir que la celebración se haga con todos mirando a la cruz y que la misma esté de cara a todos, sacerdote y fieles? Eso implica que la misa se haga "coram Deo", pero parece que eso mismo no se quiere invitar a hacer por no crear más problemas, pero el problema subsiste porque no es buena la solución. En el fondo "coram populo" es tan importante (30 años) que merece anular una tradición de 1500 años, por redondear.

Maricruz ha dicho

Como siempre, lo que nos traen me cae de perlas. Gracias.

marylua ha dicho

cuando era pequeña aprendí una gran lección que nunca olvido
una lección que no se quien me la enseño porque solo recuerdo voces que decían;
"a Dios nunca se le da la espalda"
hoy han pasado mas de 40 años y mientras no entendamos esta sencilla lección nuestra liturgia seguirá estando enferma como Dice el santo padre Benedicto XVI.
PORQUE?
Simple y sencillamente porque es solo de frente al amado que uno puede entenderlo,escucharlo,contemplarlo,
solo de frente al amado puede uno ir descubriendo sus secretos aumenta el anhelo intimo de querer su misa vida y asta su misma muerte
porque es solo de frente al amado que uno entiende de amor y al amor,solo de frente al amado podemos descubrir el rostro del padre porque quien tiene al hijo tiene al padre y quien tiene al padre tiene al hijo y es la acción de la divina trinidad que logra habitar en el alma de aquel que sabe estar de frente a su Señor,maestro, amigo,redentor y único bien..
un sacerdote enamorado de su Dios
es obediente,sumiso,humilde y solo quiere lo que Dios quiere y eso es la salvación del alma del pecador

marylua ha dicho

Benedicto XVI nos ha dado testimonio de como vive un hijo de Dios frente a la maldad de este mundo que se empeña matar lo poquito que queda de Dios.

con esta realidad frente a nosotros no podemos cerrar los ojos y hacer como que todo esta bien.
de 100 solo un numero muy bajo de sacerdotes y obispos a sido valiente para escuchar humildemente y obedecer o llevar acabo esta invitación de hacer y permitir que cristo reine en su altar.
solo muy pocos han sido humildes para llevar acabo los cambios que darán vida a su fieles,
que se olvida de si mismo para morir y permitir que sea cristo el que viva y reine en su comunidad.

entonces no es que no tengamos o no seamos una Iglesia Santa, Católica y Apostólica, no es que por esta Iglesia no corra la sangre mil veces bendita de nuestro amado redentor, no es que no tengamos todo lo que necesitamos para ser verdaderamente santos, hijos del Padre Celestial que vivan como verdaderos hijos en este mundo al cuál no pertenecemos.

Es que; el detalle de nuestra culpa CONSISTE en que le quitamos su lugar a Dios y eso no solo los sacerdotes tienen responsabilidad de esta situación pero yo, y usted que no nos hemos decidido por ser Iglesia y vivir nuestra liturgia en espíritu y verdad como nos lo pide nuestro Jesús de amor.
es preciso ser testimonios vivos de lo que es ser Iglesia y vivir como Iglesia cuerpo místico de Cristo, exigir con nuestro amor y testimonio sé nos dé lo que Cristo quiere darnos, exigir que se le permita a Cristo llegar a su Iglesia y alimentarla dignamente. ES IMPORTATNE QUE NOS DECIDAMOS A SER LO QUE DEBEMOS SER, SER SANTOS COMO NUESTRO PADRE ES SANTO.
pero no queremos el reto de santidad porque es exigente y exige morir a todo especialmente a mi "Yo" a mi egoísmo ,a mi comodidad, a mi forma de ver y pensar.
nos quedamos cruzados de brazos responsabilizando a los demás y esto solo es causa de que se vivan misas donde se llenan los templos pero a Dios no se le permite hablar.

marylua ha dicho

que el alma del pecador logre entender su pecado y quiera salir de ese estado de muerte y lograr la luz que da vida y libera de toda obscuridad..
el problema no es que no tengamos una verdad frente a nosotros o que Benedicto XVI no quiera o no entienda la situación que vivimos como Iglesia el bien sabe que estamos enfermos y que en nuestra enfermedad ofendemos a nuestro único bien.
la situación es que existe un pecado capital que se llama soberbia, y en esa soberbia vivimos,nos desenvolvemos en un mundo que no nos pertenece y después de todo lo vivimos pensando que lo vivimos desde Dios.
así no camina un pueblo peregrino que quiere llegar a encontrarse con su supremo bien. así no se llega a la casa paternal.
ya el santo padre ha hablado desde lo mas profundo de su alma la palabras ya están aquí, el mensaje se ha dado,
niños enamorados de su Dios,
seminaristas dispuestos a darlo todo por su Dios,
sacerdotes imitadores de cristo,enamorados de su llamado y del alma del pecador
sacerdotes valientes,humildes que amen estar de frente al divino maestro,sacerdotes que contemplen el divino rostro del redentor, sacerdotes que escuchen día con día,hora tras horas minuto tras minutos así como respirar esa voz que les ama y les anima a continuar y permanecer unidos a su divinidad celestial.
sacerdotes que entiendan que su trabajo esta dignamente frente al altar del amado
en el confesionario y en esa lucha constante de llevar a las almas a Dios.
sacerdotes que acudan a la escuela de maría y aprendan de sus virtudes y las pongan en práctica.
sacerdotes que escuchen la voz de nuestra madre y la acojan fielmente en su alma y corazón para cuidarla ,protegerla y escuchar su dulce voz.
sacerdotes que entiendan el dolor y lo transformen en esperanza,en Fe, en oración y porque no que lo transformen en alegría y que esa alegría en el dolor nos brinde la paz, esa paz divina que nada ni nadie nos puede arrebatar no ayude a ser fuertes y fieles a esta Fe que profesamos a ejemplo de tantos santos y santas de nuestro amado redentor..
-comunión en la boca
-de rodillas.
-de frente a Dios,
los cambios se han logrado,
ahora podemos vivir libremente nuestra amada misa de siempre,