jueves, 30 de abril de 2009

Decisión tomada: Ranjith a Sri Lanka

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ARzobispo Ranjith

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Ya está decidido y la publicación del nombramiento podría ser hecha pública ya el sábado próximo: monseñor Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, actual secretario de la Congregación para el Culto Divino, deja por segunda vez la Curia romana para volver a Sri Lanka. Será nombrado arzobispo de Colombo y no se excluye, para él, la birreta cardenalicia en un próximo consistorio.


Obispo auxiliar de Colombo en 1991, en noviembre de 1995 se le asignó la diócesis de Ratnapura. Seis años después, en octubre de 2001, el Papa Wojtyla lo nombró secretario adjunto de la Congregación de Propaganda Fide, guiada por el cardenal Crescenzio Sepe. Los dos no estuvieron muy de acuerdo y así, de sorpresa, en abril de 2004, Ranjith – que no pertenecía al servicio diplomático de la Santa Sede – fue nombrado nuncio apostólico en Indonesia y Timor Oriental. El prelado, bien conocido por el entonces cardenal Ratzinger, consideró el alejamiento como un injusto castigo. Por eso, nadie se sorprendió de que Benedicto XVI, pocos meses después de la elección, en diciembre de 2005, lo volviese a llamar a Roma como secretario de Culto Divino.


Todos pensaban que, al momento de la renuncia del entonces Prefecto, el cardenal nigeriano Francis Arinze, le habría tocado tomar el puesto a su segundo. Considerado por sus adversarios demasiado cercano a los tradicionalistas y a los lefebvristas, también a causa de alguna entrevista con tonos poco medidos, Ranjith ha visto irse la posibilidad de la sucesión de Arinze (aún si el nombre del actual Prefecto, el purpurado español Antonio Cañizares Llovera, estaba entre aquellos sugeridos por él), y ahora es alejado por segunda vez de la Curia romana. Su presencia en la primera línea de la frontera asiática será importante porque allí se juega un desafío decisivo para la Iglesia. Pero es difícil no considerar el nombramiento un promoveatur ut amoveatur.


Se confirma, de este modo, que la liturgia es un ámbito delicadísimo, escenario de “batallas” entre diversos enfoques. Y es significativo que el Papa Ratzinger haya decidido confiar el diálogo con los lefebvristas no a la Congregación para el Culto sino a la de Doctrina de la Fe. Desde el final de la semana pasada, el Cardenal Cañizares está internado en el Policlínico Gemelli por una tromboflebitis (el diario español ABC ha dado la noticia). El stress de las últimas semanas, ligado a la designación del sucesor de Ranjith, ha agravado las consecuencias. El purpurado, que se está recuperando bien, deberá permanecer en el hospital por dos semanas más y, por lo tanto - si bien el nombramiento de Ranjith a Colombo se hará público el sábado -, difícilmente será anunciado al mismo tiempo su sucesor, sobre cuyo nombre se juega una difícil partida en los sagrados palacios. Será, con toda probabilidad, un obispo anglófono. Se trata de un nombramiento delicadísimo y bien ponderado: el nuevo secretario tendrá, de hecho, un papel clave para poder contribuir a pacificar finalmente el “campo de batalla” litúrgico, realizando a pequeños pasos, con moderación pero también con determinación, aquella “reforma de la reforma” litúrgica tan deseada por Benedicto XVI: sin inútiles nostalgias por el pasado ni estériles formalismos, mirando al futuro en el surco trazado por el Concilio Vaticano II y corrigiendo con paciencia, al mismo tiempo, las deformaciones y abusos litúrgicos. En los últimos años, los secretarios de Culto se han alternado con una frecuencia que no tiene precedentes en los otros dicasterios curiales. Muchos desean que, esta vez, la elección sea bien ponderada y el elegido tenga frente a sí un tiempo suficiente para ambientarse y colaborar eficazmente con el Prefecto Cañizares y con el Papa.

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Texto original: Sacri Palazzi


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 28 de abril de 2009

Relevante visita papal a Tierra Santa

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santo-sepulcro

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José Luis Restan analiza algunos aspectos del próximo viaje apostólico del Papa Benedicto XVI.

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A menos de dos semanas del histórico viaje de Benedicto XVI a Tierra santa, es bueno observar los desafíos y las dificultades que plantea esta larga visita, profundamente querida por el Papa.


Desafíos y dificultades que el Patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, explica en una entrevista publicada en el sitio de la Custodia de Tierra Santa.


Monseñor Twal es árabe y pertenece a una familia que es cristiana desde hace siglos. Si bien proviene del cuerpo diplomático, es conocido por la franqueza de sus declaraciones y por la profunda experiencia que ha acumulado con las vicisitudes de las pequeñas comunidades cristianas en territorios islámicos.


En su primera respuesta, el Patriarca no esconde la inquietud que ha surgido en los líderes cristianos de Tierra Santa al confirmarse la fecha de esta visita.


A diferencia de lo sucedido en el 2000 con la visita de Juan Pablo II, ahora no se nutren esperanzas sobre la inminencia de la paz (cosa que se reveló ilusoria poco después de aquella visita), también porque aún están abiertas las heridas de la reciente guerra en Gaza. Además, el ascenso de Netanyahu al gobierno de Israel parece cerrar el ciclo inaugurado por los acuerdos de Oslo. Ahora no hay un camino para la negociación y cada paso del Papa debe ser calibrado al milímetro por sus delicadas repercusiones políticas.


Pero hay otro aspecto que preocupa a los líderes cristianos. Los últimos meses han sido tormentosos en lo referente a las relaciones entre la Iglesia y el mundo judío. Cuestiones como la valorización del pontificado de Pío XII, las oraciones del Misal de Pablo VI o el reciente huracán provocado por las declaraciones negacionistas del obispo lefebvrista Williamson, han agitado el clima de las relaciones judeo-cristianas, que para Benedicto XVI son un capítulo fundamental de su pontificado.


El temor evidente es que la Santa Sede, movida por su mismo deseo de desarmar a los malintencionados, se deje atrapar en una telaraña y el viaje sea visto más allá de lo debido como orientado a los intereses de Israel.


Twal admite la existencia de esta dificultad si bien agrega que, una vez conocido el programa del viaje (los momentos dedicados a Jordania, a los territorios palestinos y a Israel), no se puede más que reconocer que este viaje será una bendición para todos. Es evidente que, en estas semanas, el Papa ha tomado nota de la inquietud de aquellos que son los principales destinatarios de su visita (los cristianos de Tierra Santa) y ha dialogado intensamente con los pastores de esas Iglesias.


Con la misma franqueza con que reconoce los temores, Twal se esfuerza a fondo por desmontarlos. El Papa ya había sido invitado y había mostrado desde el principio su deseo de visitar la tierra de Jesús. Esperar un momento mejor para programar la visita sería una solución falsa porque la región no tiene perspectivas claras de paz; esperar a que se resuelva la situación palestina, significaría postergar el viaje sine die.


Precisamente porque los tiempos son difíciles, concluye el Patriarca, “espero que el Santo Padre venga para ayudarnos a superar las dificultades, a mirar con mayor perspectiva; nos animará a permanecer fieles a nuestra misión, a nuestra fe y a nuestro sentido de pertenencia a esta tierra”. En efecto, poco tiempo atrás, el Custodio de Tierra Santa, padre Pizzaballa, explicaba que los cristianos de la región tienen necesidad del contacto con la presencia de la Iglesia universal para no quedar encerrados en el estrecho horizonte de los duros problemas cotidianos. El carisma del sucesor de Pedro, encarnado en la genialidad propia de Benedicto XVI, será sin duda una preciosa ayuda en esta dirección.


No es difícil comprender las inquietudes y las angustias de nuestros hermanos en aquella tierra, que se encuentran en un brete entre un ambiente islámico cada vez más radicalizado y sofocante y un Israel cerrado en sí mismo que no se libera de los viejos clichés sobre los cristianos. Sin embargo, es razonable conceder, como ha dicho el Patriarca Twal, amplio crédito a la sabiduría y a la libertad del Papa. Sin duda, Benedicto XVI quiere remarcar el vínculo indisoluble entre la fe cristiana y sus raíces judías, y sabrá hacerlo con palabras libres, llenas de amistad pero de ninguna manera políticamente correctas.


Como también ha reconocido Twal, “cuanto más amigables sean las relaciones de la Santa Sede con Israel, mejor podrá intervenir en favor de todos los habitantes de Tierra Santa: judíos, musulmanes y cristianos”.


Por otra parte, no faltará la cercanía del Papa a los sufrimientos de las poblaciones palestinas ni la defensa de sus justas aspiraciones, aspectos que han sido constantes en la acción internacional de la Santa Sede.


Pero sobre todo, en el corazón del Papa está vivo el sufrimiento y la debilidad de las comunidades cristianas, amenazadas por la sensación del aislamiento, de la posibilidad de la emigración masiva o de recluirse en los propios problemas cotidianos. Son la carne de una historia que nos vincula directamente a aquel Jesús de quien Benedicto XVI sabe explicar como ningún otro su divina-humanidad. Ellos tienen la gran misión de mostrar la novedad que introduce en la historia la misericordia y el perdón aprendidos de Jesús, muerto y resucitado. Una novedad que es semilla de paz y comprensión en una tierra atormentada por el rencor recíproco. En definitiva, no es extraño que este viaje cree preocupaciones entre los colaboradores del Papa, pero él no podía faltar a esta cita.


Demasiados hijos se unen en aquella bendita y martirizada región. Verlo allí y escucharlo explicar el Evangelio en la tierra sobre la que ha caminado el Señor, será un bien para toda la humanidad.


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Fuente: Papa Ratzinger Blog

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 26 de abril de 2009

Nuevos testimonios de santidad

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canonizaciones

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Desde hoy, la Iglesia cuenta con cinco nuevos santos canonizados por el Papa Benedicto XVI. Se trata de Arcángel Tadini, Bernardo Tolomei, Nuño de Santa María, Gertrudis Comensoli y Catalina Volpicelli. Sobre los nuevos santos y sobre los otros asuntos de actualidad del dicasterio competente, habla en esta entrevista Monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

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¿Cuál es la característica de estos cinco nuevos santos?


Una característica común a los cuatro santos italianos es la de ser fundadores, es decir, han dado vida a congregaciones religiosas. Se trata de dos hombres y dos mujeres pertenecientes a diversas clases sociales y con caminos de vida originales. En cuanto fundadores, su santidad es también un incentivo para la santificación de sus hijos e hijas espirituales.


Comencemos con el más antiguo en orden cronológico, Bernardo Tolomei, fundador de la Congregación benedictina de Santa María del Monte Oliveto. Su característica peculiar es la conversión a la oración. Era un laico noble, que vivió entre los siglos XIII y XV, que se retiró a la soledad. A pesar de la elección de una vida ascética y solitaria, no fue indiferente a las necesidades de los hermanos. De hecho, se comprometió en la asistencia a los enfermos, tal es así que murió precisamente ayudando a las víctimas de la peste de Siena en 1348.


El segundo es un héroe, un noble soldado, Nuño de Santa María, el único portugués del grupo de los cinco. Abandonó la vida militar y se dedicó a la oración y a la penitencia entre los carmelitas. Su característica es haber vivido la primera parte de la vida de modo aventurero mientras que la segunda la pasó en contemplación y en oración.


Arcángel Tadini, en cambio, era un sacerdote diocesano, fundador de la Congregación de las Hermanas operarias de la Santa Casa de Nazareth. El nombre elegido indica ya el carisma particular de esta Congregación.


Sigue en orden de nacimiento Gertrudis Comensoli, fundadora de las Hermanas del Santísimo Sacramento, llamadas sacramentinas: también aquí está la síntesis de su carisma.


Finalmente, tenemos a Catalina Volpicelli, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón. Es famosa en Nápoles y en otros lugares por sus instituciones educativas. También ella, mujer noble, tuvo una progresiva conversión. Su espiritualidad estaba basada, principalmente, en la reparación de las ofensas al Sagrado Corazón de Jesús y fundó una congregación que, partiendo del amor a Dios, se abriese al apostolado con los necesitados de todo tipo.

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¿Qué aspecto de los nuevos santos es más actual para la Iglesia y la sociedad?


Todos, porque la santidad es siempre actual. El capítulo V de la Lumen gentium subraya la vocación universal a la santidad de todos los bautizados. Por lo tanto, todo santo es siempre actual. ¿Por qué? Por dos características: por la sequela Christi en la heroicidad de las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y por el apostolado que viene en consecuencia. La heroicidad de la fe, de la esperanza y de la caridad, modelos que nunca caen.

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¿Por qué recién ahora son canonizadas figuras que han vivido entre los siglos XIII y XV?


Los retrasos se deben esencialmente a complicaciones históricas. En aquel tiempo, había continuos conflictos locales, regionales, nacionales, que hacían difícil mantener una continuidad en las prácticas procesales. Tomemos al más antiguo de los canonizados, Tolomei. A tres meses de la muerte, un acto jurídico público ya lo llama beato. Por lo tanto, su culto se difundió rápidamente después de su muerte. Las vicisitudes históricas que afectaron a las Órdenes religiosas y, por tanto, también a los olivetanos desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta el XIX, no permitieron llevar a término el proceso de canonización. Se debió esperar la restauración de la Congregación benedictina olivetana en la segunda mitad del siglo XIX para poder recomenzar la causa.


Lo mismo puede decirse de Nuño Alvarez Pereira: inmediatamente después de su muerte, el rey de Portugal don Duarte y su hermano don Pedro promovieron su canonización. De un documento de 1437, resulta que Eugenio IV dio su permiso al inicio del proceso que, por causas desconocidas, no llegó a concluirse. Pero desde la primera mitad del siglo XVI, su culto ya estaba difundido. Sólo en 1894, por iniciativa del entonces postulador de los carmelitas, la curia diocesana de Lisboa se encargó de dar inicio al proceso para el reconocimiento del culto ab immemorabili, concedido en 1918 por Benedicto XV.


Debemos recordar también que, en aquel tiempo, no estaban las instrucciones procesales que tenemos ahora. En 1558, Sixto V instituyó la Congregación de Ritos que tenía competencia en la beatificación y canonización con procedimientos particulares confirmados por Benedicto XIV y luego precisados varias veces en el curso del pasado siglo. Basta recordar las de Juan Pablo II en 1983 y las de dos años atrás, con la publicación de la instrucción Sanctorum mater, en la que se precisa el procedimiento para la investigación diocesana, que debe seguir unos pasos particulares y minuciosos para luego ser transferida a Roma.

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¿Esto significa que los procedimientos de aquel tiempo eran menos rigurosos?


No debemos olvidar que la documentación antigua es muy exhaustiva porque antes no había la cantidad de causas que hay ahora, y existen milagros bien documentados. Por otra parte, debemos atenernos a la documentación y a la ciencia de aquel tiempo, no podemos ver con los ojos y la mentalidad de ahora. Para confirmar qué puntuales y precisos eran los procedimientos de la época, basta recordar cómo fue reconocido el famoso milagro de Calanda, ocurrido por intercesión de la Virgen del Pilar de Zaragoza. Calanda es un pueblo que está cerca de 100 kilómetros al sur de Zaragoza. Allí vivía un joven que, mientras trabajaba, se había cortado una pierna bajo un carro. No pudiendo trabajar más, se había reducido a mendigo con el permiso oficial de la catedral de Zaragoza. Por años fue mendigo hasta que, un día, regresó a Calanda y se quedó dormido. A la mañana siguiente, su madre lo despertó y con asombro vio que la pierna cortada estaba íntegra. Inmediatamente se llamó al obispo, que convocó al notario para que tomara nota de todos los testimonios. La documentación relativa al milagro fue, por lo tanto, muy exhaustiva porque entonces estaba la amenaza de la Inquisición.

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¿Por qué, algunas veces, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha bloqueado algunas causas de canonización y luego, a distancia de años, ha quitado ese vínculo?


La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene como tarea verificar que en un candidato a la canonización no haya, por ejemplo, falso misticismo. En el caso de que sea constatado, la causa es bloqueda. A veces, a distancia de años, hay suplementos de investigación que permiten aclarar y superar los impedimentos que habían llevado a un determinado bloqueo. Mientras era secretario del dicasterio, se liberaron algunos casos. Si hay obstare de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no se puede seguir adelante.

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En esta jornada de canonizaciones faltan figuras cercanas a nosotros en el tiempo, ¿por qué?


No lo hacemos por programaciones. Depende de las situaciones que han permitido a estas causas madurar. Le anticipo que, en octubre, tendremos en Milán la beatificación de don Gnocchi, un contemporáneo nuestro. Quisiera hacer notar además un factor que durante siglos ha retardado la beatificación de los candidatos. Antes, había cincuenta años de espera desde la muerte de la persona en olor de santidad para poder dar comienzo a la causa; ahora han sido reducidos a cinco. Hay muchas causas de contemporáneos que esperan la conclusión pero precisamente porque son de contemporáneos debemos actuar con una exactitud procesal mayor porque no podemos exasperar las situaciones. El Papa puede conceder la dispensa a la espera de los cinco años desde la muerte del candidato para dar comienzo al proceso, como ha hecho Benedicto XVI con la de Juan Pablo II. De hecho, ha puesto su procedimiento en un carril preferencial, libre. En este carril, sin embargo, es necesario seguir las diversas etapas del procedimiento. De todos modos, creo que se llegará a una conclusión con bastante rapidez. Están en estudio también presuntos milagros atribuidos al siervo de Dios, pero primero es necesario concluir el procedimiento para la declaración de la heroicidad de las virtudes.

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¿Cuánto incide el problema económico?


El problema no es a nivel económico porque si hay dificultades en ese sentido, nosotros nos ocupamos. El problema es que hay necesidad de recoger la documentación y sin la intervención de la diócesis y de la parroquia, es muy difícil. La comunidad eclesial debería hacerse cargo, de todos modos, de llevar adelante el procedimiento, también de los candidatos laicos. No creo que sea cuestión de falta de fondos. El problema es que muchas veces, mientras que para un fundador están los hijos espirituales que se interesan de llevar adelante la causa de canonización, para los laicos frecuentemente falta esta solicitud.

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¿Las nuevas instrucciones de la Sanctorum mater pueden facilitar una mayor atención a la santidad laical?


De por sí, la nueva instrucción Sanctorum mater trata del procedimiento de la investigación diocesana. Obviamente, la atención al laicado, el discernimiento y la valoración de la santidad laical corresponden principalmente a los obispos y a los párrocos.

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¿Cuánto influye la fama de santidad?


Mucho. La fama de santidad es importante. Hay figuras ejemplares que son notadas enseguida por el pueblo, por los fieles, por los párrocos. También los obispos proponen figuras muy bellas. Con frecuencia, hay causas que no siguen adelante porque falta el milagro. Por eso, quisiera invitar a orar y a invocar a los candidatos muertos en olor de santidad para que intercedan a nuestro favor. Esta petición nuestra es muy importante.

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 24 de abril de 2009

El 13 de mayo, en el Valle de Josafat...

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Valle de Josafat

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Una Misa al aire libre bajo los muros de Jerusalén. En aquel trecho del valle del Cedrón que – según la tradición – es el valle de Josafat (foto), es decir, el lugar donde al final de los tiempos Dios “congregará a todas las naciones y entrará en juicio con ellas” (cfr. Joel 4, 2). Este momento es, probablemente, la novedad más significativa del programa del viaje de Benedicto XVI en Tierra Santa, oficializado por la Sala de Prensa vaticana.


El martes 13 de mayo a las 16.30, el Papa presidirá su única Misa pública en Jerusalén. Y lo hará – de hecho - en este lugar muy lleno de significados. El Valle del Cedrón se extiende al abrigo de la Ciudad Antigua y toma el nombre del torrente homónimo que en un tiempo corría allí. El valle desciende hasta el desierto de Judá en lo que políticamente es hoy Jerusalén Este; pero el trecho en el que se encuentra el área donde Benedicto XVI presidirá la Misa es precisamente el central, entre el Monte del Templo y el Monte de los Olivos.


Es la zona que, quien haya estado en Jerusalén, recuerda por los grandes cementerios: el judío, con las tumbas blancas sin flores sino sólo piedras, según la tradición hebrea; pero, a poca distancia, están también las tumbas musulmanas y el pequeño cementerio cristiano. Se trata de una colocación ligada precisamente al pasaje del profeta Joel: los habitantes de Jerusalén se hacen sepultar allí porque éste será el lugar del juicio final. Para la tradición cristiana, sin embargo, este lugar es importante también por otro motivo: ciertamente, por allí ha pasado Jesús en la noche de la Pasión. Para ir desde el Cenáculo, lugar de la Última Cena, hasta Getsemaní, lugar donde oró al Padre antes de ser entregado en las manos de aquellos que habrían de crucificarlo, el Maestro y los discípulos debieron haber recorrido forzosamente este tramo del valle del Cedrón.


La Misa que el Papa celebrará allí, por lo tanto, será el momento del viaje en el que se hará memoria de la Pasión. El lugar donde se realizará la celebración es, en realidad, un terreno bastante pequeño que será arreglado para la ocasión. No se tratará de un evento masivo: los lugares disponibles serán solamente cinco mil. Por lo tanto, participarán muchas menos personas que las cincuenta mil esperadas el jueves 14 en Nazaret, para la Misa en el Monte del Precipicio. Pero la celebración eucarística de Benedicto XVI en el valle de Josafat será, de todos modos, uno de los momentos más sugestivos de la peregrinación en Tierra Santa. De hecho, será la primera vez que un Papa celebrará una Misa en un espacio abierto en Jerusalén: tanto Pablo VI en 1964 como Juan Pablo II en 2000 habían presidido sus solemnes concelebraciones en el interior de la Basílica del Santo Sepulcro.


Por lo tanto, se tratará de un momento de particular significado para la comunidad cristiana de la Ciudad Santa. Además, será también un rito que quedará impreso en la memoria debido a las imágenes: el Papa celebrará teniendo a sus espaldas la forma dorada de la Cúpula de la Roca – musulmana-, las piedras blancas de las tumbas del cementerio hebreo y la basílica cristiana de Getsemaní. Junto al espectáculo inigualable de los muros de Jerusalén a la puesta del sol.

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Fuente: La Vigna del Signore


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Carta de Monseñor Bernard Fellay

Transcribimos el mensaje de Monseñor Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X publicado por la FSSPX Sudamérica.

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Carta del Superior General Nº 74 a los amigos y benefactores


Queridos amigos y benefactores:


Cuando lanzamos una nueva cruzada del Rosario con ocasión de nuestra peregrinación a Lourdes en octubre pasado, no contábamos, por cierto, con una respuesta tan rápida del Cielo a nuestra petición. En efecto, así como sucedió con nuestra primera petición, a la cual Nuestra Señora había respondido tan eficazmente por intermedio del Vicario de Cristo y su Motu Proprio sobre la Misa tradicional, plugo a la Virgen María concedernos una segunda gracia aún más rápidamente: en el transcurso de una visita a Roma en enero, cuando entregué el ramillete de 1.703.000 rosarios rezados por las intenciones del Sumo Pontífice, recibía de manos del Cardenal Castrillón Hoyos el decreto de remisión de las “excomuniones”.

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Lo habíamos pedido desde el año 2001 como signo de buena voluntad de parte del Vaticano hacia el movimiento tradicional; porque desde el Concilio todo lo que es y quiere ser tradicional en la Santa Iglesia sufre persecución tras persecución, hasta el punto de negársele derecho de ciudadanía. Eso, obviamente, destruyó en parte o aún completamente la confianza para con las autoridades romanas. Mientras esa confianza no sea restablecida parcialmente —decía entonces— nuestras relaciones seguirían siendo mínimas.

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La confianza no es solamente un buen sentimiento; es un fruto que nace naturalmente cuando en estas autoridades vemos a pastores que tienen en cuenta el bien de todo lo que llamamos “la Tradición”. Y nuestros prerrequisitos se formularon en ese sentido.

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Es imposible, de hecho, comprender nuestra posición y nuestra actitud frente a la Santa Sede si no se quiere incluir la percepción del estado de crisis en que se encuentra la Iglesia. No se trata de algo superficial, ni de una visión personal. Estamos ante una realidad independiente de nuestra percepción, admitida de tiempo en tiempo por estas mismas autoridades, y comprobada muchas veces en los hechos. Esta crisis tiene aspectos múltiples, variados, en ocasiones profundos, otras veces circunstanciales, y todos la sufrimos.

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Los fieles se sienten mal impresionados por las ceremonias de la nueva liturgia —que con frecuencia son escandalosas—, y por la predicación habitual, en la que, en el campo moral, se enseñan cosas en completa contradicción con la doctrina multisecular de la Iglesia y el ejemplo de los Santos. Muy a menudo los padres de familia tuvieron que comprobar, con inmenso dolor, la pérdida de la fe de sus hijos confiados a institutos católicos de formación, o lamentar su casi total ignorancia de la doctrina católica por falta de un catecismo serio. Un número incalculable de religiosos, tras las revisiones de sus constituciones y el reciclado posconciliar, manifiesta una pérdida del espíritu evangélico, en particular el de la renuncia, la pobreza y el sacrificio; pérdida que tuvo por consecuencia casi inmediata una disminución tal de vocaciones, que muchas órdenes y congregaciones cierran sus conventos uno tras otro, o bien pura y simplemente desaparecen. En muchas diócesis la situación es igualmente dramática.

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Lo dicho conforma un todo coherente y no sucedió por casualidad sino después de un concilio que quiso ser reformador, adaptando la Iglesia al gusto de la época. Se nos acusa de ver una crisis allí donde no la habría o de atribuir falsamente a este concilio consecuencias que, con todo, son desastrosas, extremadamente graves y que cualquiera puede comprobarlas, o aún de aprovechar esta situación para justificar una actitud incorrecta de rebelión o de independencia.

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Sin embargo, tómense los textos de los Padres de la Iglesia, del Magisterio, de la liturgia, de la teología, a lo largo de todos los tiempos: hallamos una unidad a la cual adherimos de todo corazón. Y las líneas de conducta actuales contestan fuertemente, lesionan y amenguan en la práctica esta unidad doctrinal. Nosotros no inventamos una ruptura; infelizmente existe con claridad. Basta ver la manera cómo nos tratan algunos episcopados, incluso después de que se retiraron las excomuniones, para comprobar cuán profundo es el rechazo de los modernistas ante todo lo que sabe a Tradición, al punto que es imposible no dar a este rechazo el nombre de ruptura con el pasado.

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Sí, tal como nos sorprendimos por la publicación del decreto del 21 de enero, lo hemos sido por la violencia de la reacción de los progresistas y de la izquierda en general en contra de nosotros. Es verdad que encontraron la acariciada oportunidad en las desgraciadas declaraciones de Monseñor Williamson, y a través de una injusta amalgama, pudieron vilipendiar nuestra Fraternidad como chivo expiatorio. En realidad, hemos sido instrumentalizados en una lucha mucho más importante: la de la Iglesia, que con razón lleva el título de “militante”, contra los espíritus malvados que pululan en los aires, como dice San Pablo.

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Por cierto, no dudamos en asentar nuestra historia en la gran historia de la Iglesia, en la de esa lucha titánica por la salvación de las almas anunciada desde el Génesis y descripta de manera cautivante en el Apocalipsis de San Juan. Con frecuencia esta lucha se mantiene a nivel espiritual; de tanto en tanto, pasa de la esfera de los espíritus y de las almas a la de los cuerpos y se transforma en visible, como en las persecuciones abiertas.

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A través de lo que ha pasado en estos últimos meses es preciso saber reconocer un momento más intenso de esta lucha. Y es muy claro que aquel que está en la mira es el Vicario de Cristo, en su empeño de iniciar cierta restauración de la Iglesia. Se teme por el acercamiento entre la cabeza de la Iglesia y nuestro movimiento, se teme una pérdida de los logros del Vaticano II, y se pone todo en movimiento para neutralizarlo. ¿Qué piensa verdaderamente el Papa al respecto? ¿Dónde se sitúa? Los judíos y los progresistas le exigen que elija entre el Vaticano II y nosotros… al punto que la Secretaría de Estado no tuvo mejor idea que poner como condición necesaria para nuestro reconocimiento canónico la aceptación completa de lo que consideramos como la fuente principal de los problemas actuales, y a los cuales nos oponemos desde siempre…

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Sin embargo, tanto ellos como nosotros estamos obligados ante juramento antimodernista y ante las demás condenaciones de la Iglesia. Por eso no aceptamos abordar el Concilio Vaticano II sino a la luz de estas declaraciones solemnes (profesiones de fe y juramento antimodernista) hechas delante de Dios y de la Iglesia. Y si aparece una incompatibilidad, entonces y por fuerza lo errado son las novedades. Contamos con las discusiones doctrinales anunciadas para poner estos puntos en evidencia tan profundamente como sea posible.

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Aprovechándose del nuevo estado de cosas tras el decreto sobre la excomunión, que en nada cambió la situación canónica de la Fraternidad, muchos obispos intentan imponernos un círculo cuadrado, exigiendo que obedezcamos a pies juntillas y en todos sus puntos al Derecho Canónico, como si estuviésemos perfectamente regularizados, cuando, al mismo tiempo, ¡nos declaran canónicamente inexistentes! Un obispo alemán ya ha anunciado que antes de fin de año la Fraternidad volverá a estar fuera de la Iglesia… ¡Encantadora perspectiva!  La única solución viable, que por otra parte es la que habíamos pedido, es la de una situación intermedia, inevitablemente incompleta e imperfecta a nivel canónico, pero que sea aceptada como tal, sin arrojarnos a la cara la acusación constante de desobediencia y rebelión, y sin imponernos prohibiciones intolerables; porque, al fin y al cabo, el estado anormal en el que se encuentra la Iglesia y que llamamos “estado de necesidad”, vuelve a ser demostrado por la actitud y las palabras de ciertos obispos en relación al Papa y a la Tradición.

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¿Cómo evolucionarán las cosas? No lo sabemos. Mantenemos nuestra propuesta de que se acepte nuestra situación actual imperfecta como provisoria, abordando finalmente las discusiones doctrinales anunciadas y esperando que reporten buenos frutos.

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En un camino tan difícil, ante oposiciones tan violentas, os pedimos, queridos fieles, recurrir a la oración una vez más. Nos parece que es el momento indicado para lanzar una ofensiva de envergadura, profundamente enraizada en el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, en el que Ella misma ha prometido un resultado exitoso, ya que ha anunciado que al final su Corazón Inmaculado triunfará. Nosotros le pedimos este triunfo a través de los medios que ella misma ha pedido: la consagración, por el Pastor Supremo y todos los obispos del mundo católico, de Rusia a su Corazón Inmaculado, y la propagación de la devoción a su Corazón doloroso e inmaculado.

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De allí que, con ese fin, queremos ofrecerle, a contar desde ahora hasta el 25 de marzo de 2010, un ramillete de doce millones de rosarios, como una corona correspondiente a tantas estrellas que enjoyan su persona, acompañada de una suma equivalentemente importante de sacrificios cotidianos, que nos daremos el cuidado de procurarlos, ante todo, en el cumplimiento fiel de nuestro deber de estado, y con la promesa de propagar la devoción a su Corazón Inmaculado. Ella misma presenta eso como el fin de sus apariciones en Fátima. Estamos íntimamente persuadidos que si cumplimos atentamente lo que Ella nos pide, obtendremos mucho más de lo que nunca esperaríamos, y sobre todo, nos aseguraremos nuestra salvación al beneficiarnos con las gracias que nos ha prometido.

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Pedimos, por tanto, que nuestros sacerdotes hagan un esfuerzo especial para facilitar a los fieles esta devoción, colocando el acento no sólo en la comunión reparadora de los primeros sábados de mes, sino también incitando a los fieles a vivir una intimidad más profunda con Nuestra Señora, consagrándose a su Corazón Inmaculado. Convendría también conocer mejor y profundizar en la espiritualidad del gran heraldo de la Inmaculada, el Padre Maximiliano Kolbe.

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Este año se cumplen el XXVº aniversario de la consagración de nuestra Fraternidad al Corazón Inmaculado. Queremos renovar esta feliz iniciativa del Padre Schmidberger comprometiendo toda nuestra alma y reavivando nuestros corazones en este espíritu. Es evidente que no tenemos la intención de indicar a la Divina Providencia lo que ella debería hacer; pero en los ejemplos de los Santos y de la propia Sagrada Escritura hemos aprendido que los grandes deseos pueden precipitar de manera impresionante los designios de Dios. Es con esta audacia que hoy confiamos esta intención al Corazón Inmaculado de María, pidiéndole que nos reciba a todos bajo su maternal protección. ¡Dios los bendiga abundantemente! En la fiesta de la gloriosa resurrección de Nuestro Señor Jesucristo,


+ Bernard Fellay

Winona, 15 de abril de 2009

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Fuente: FSSPX Sudamérica

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jueves, 23 de abril de 2009

Aquí se sufre, señores

Ataques, hay de todo tipo. Ataques por todos lados. Los hay descarados y también sutiles. Los hay planeados con estrategias de largo plazo y están también las incursiones de quienes no pierden oportunidad para zaherir. Hay quienes arremeten desde fuera y quienes se han metido dentro para hacer lo mismo que hacen los enemigos foráneos. Confundiendo. Escandalizando. Corroyendo. Ahuyentando.


Porque una cosa es el pecado que se comete por debilidad, y otra cosa muy distinta es querer dinamitar los cimientos sobre los que se apoya todo el edificio. Que quieran derrumbarlo los enemigos de siempre, alineados detrás de “el” enemigo, es algo de esperar, y contra eso habrá que defenderse hasta el final de los tiempos. Pero que busquen que se hunda la barca los que viajan en ella, es algo inaceptable. O son estúpidos, o trabajan para el enemigo, lo cual viene a ser lo mismo.


Sabemos que el trigo y la cizaña crecen juntos. Y que no es bueno querer arrancar la maleza porque se pueden cometer errores graves. Pero no por eso se debe permitir que estos señores perforen a gusto y todo cuanto quieran el piso de la barca. Y eso sin que nadie se inmute. Mientras tanto el agua entra y entra, haciendo pesado y sufrido el avance.


Vamos, que la barca no se hundirá, lo sabemos. Pero no es cuestión de que alguien haga sufrir a tus hijos y tú no hagas nada. Aquí se sufre, señores. Y no hay quien haga lo previsto en estos casos. Viajar en la barca tiene sus condiciones, sus leyes, su reglamento. Si no quieres cumplir, eres libre de abordar otra. Pero no, estos tipos se quedan para hacerles la vida más dura a los demás, y para fruición del mundo. Total, nadie se les opone. O quienes se les oponen no pueden nada contra ellos, lo cual al parecer les causa satisfacción.


Que la cizaña no ha de arrancarse es ley. Pero también es ley que no puedes cargar contra el credo, ni contra los dogmas, ni contra los preceptos, ni contra los compromisos asumidos, ni tampoco contra la potestad de las autoridades legítimas. Y si lo haces, es ley también que te ganes una sanción, para que recapacites y te encarriles. Lo triste es que quienes deben aplicar la sanción miren a otro lado. En algunos casos no es que miren a otro lado, sino que están del otro lado. Lamentable. Más que lamentable es que haya dinamiteros de cimientos, lobos con piel de cordero, entre los que deben cuidar el rebaño. Reconocedlos, no es tan difícil, aún con la piel de cordero puesta. Son los que permiten todo, los que no corrigen nada, los que observan insensibles cómo sangran las ovejas que dicen apacentar. Son los que bajo pretexto de ser servidores de la reina de las virtudes, jamás toman una decisión que pueda resultar irritante a los transgresores y sus simpatizantes. Son los que se muestran exigentes y duros con los que siempre han sido obedientes y sumisos. Pero les tiemblan las piernas de sólo pensar en tener que amonestar al rebelde y levantisco.


Ataques, hay de todo tipo.

Hay de dentro y hay de fuera.

Pero no nos digas, pastor,

“que aquí se salve quien pueda”.

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Una histórica Misa y dos importantes nombramientos

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canizares

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En el día de ayer, se ha dado la feliz coincidencia de dos importantes eventos: por un lado, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino ha celebrado la Misa Gregoriana en la Catedral del Papa, dando una importante señal para toda la Iglesia. Por otro, el Santo Padre ha nombrado como nuevos consultores de la Congregación para el Culto a dos sacerdotes que se destacan por compartir la visión litúrgica del Pontífice, dando así una nueva contribución a la renovación del personal de este dicasterio, de capital importancia en la vida de la Iglesia. Ofrecemos nuestra traducción de los informes presentados por Shawn Tribe y Gregor Kollmorgen para The New Liturgical Movement.

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La reciente celebración de una solemne Misa Pontifical en el Usus Antiquior por parte del Cardenal Prefecto de la congregación romana que supervisa la Sagrada Liturgia (la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos), y en el ámbito de la prominente Basílica de Letrán, la mismísima Catedral del Papa en la Sede de Roma, no puede ser subestimada. De hecho, lleva consigo aspectos de interés, tanto históricos como simbólicos.


No sería una exageración sugerir que la significatividad de esta combinación de persona y lugar es algo que seguramente no dejó de ser notado por distintos sectores de la Iglesia – y prácticamente no se puede esperar que esto no hubiera sido tenido al menos en consideración al momento de planear y aprobar esta Misa.


Tal acontecimiento es, por cierto, rico en su valor simbólico porque no puede ser sino una poderosa declaración y afirmación del lugar importante que el Usus Antiquior ocupa ahora nuevamente dentro de la vida de la Iglesia. Enfatiza aún más la bendición papal al mismo, lo que, aunque no está en duda, es nuevamente relevante en razón de estos factores.


Seguramente la siguiente cuestión que estará en la mente de muchos después de este evento será la futura posibilidad de algún tipo de celebración papal de estos mismos ritos litúrgicos, sea la Misa pública no solemne, la Missa coram Summo Pontifice, la Misa Solemne papal, o incluso algún desarrollo de éstas a la luz de las presentes circunstancias. Aunque se trata de un asunto interesante sobre el cual especular, lo primero que debemos tener claro es que hay que dejar esto al juicio del Papa mismo. Queda manifiestamente claro por actividades como la que ocurrió ayer dentro de su propia catedral y por parte, nada menos, del prefecto litúrgico designado por él – por no hablar del mismo motu proprio – que el Papa apoya firmemente el Usus Antiquior como una parte de su amplia visión litúrgica. Nadie puede dudar de esto, por lo que no es necesario un signo mayor. Dicho esto que es cierto, no se puede negar que tal acto sería de una importancia trascendental – particularmente en la era de los medios visuales – y que por eso son manifiestamente comprensibles la especulación y los deseos. Por supuesto, muchos factores entran en consideración de tales posibilidades para el Papa, incluyendo los factores litúrgicos y pastorales.


Dicho esto, no intento aquí especular si habrá tal liturgia papal y, si la hay, cuándo y en qué forma. Uno siempre puede tener teorías pero seguirán siendo eso: teorías. Sin embargo, lo que es digno de ser remarcado, y particularmente por aquellos para los que éste es un asunto de gran interés, es que la Misa de ayer del Cardenal Cañizares en Letrán sólo puede ser comprendida como algo que potencialmente ayude a preparar el camino hacia tal posibilidad, tanto en términos de una mayor familiaridad litúrgica en la ejecución de estos libros litúrgicos en esos lugares, como en términos de aclimatar a aquellos que quizá son más reticentes a tal idea.


Por esta razón, y por la simple razón de la Misa misma, podemos estar agradecidos con el Santo Padre y con el Cardenal Cañizares por la Misa de ayer en la Basílica de Letrán.

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Después de los significativos nombramientos de nuevos consultores para la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice en septiembre pasado (ver aquí), el Papa Benedicto ha hecho ayer dos muy buenos nombramientos de consultores para la Congregación de Culto Divino.


El primero es Mons. Juan Miguel Ferrer Greneshe, Vicario General de la Arquidiócesis de Toledo (España), hasta hace poco tiempo Vicario General del nuevo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y anterior Arzobispo de Toledo. Monseñor Ferrer ya había sido mencionado como co-organizador y participante en talleres de preparación para la Forma Extraordinaria en Toledo.


El segundo nuevo consultor es Mons. Wilhelm Imkamp, del clero de la diócesis de Augsburg. También es conocido por los lectores del NLM, como rector de la Iglesia de Maria Vesperbild, lugar de peregrinación en la diócesis de Augsburg, Alemania, donde anima fuertemente a la reforma de la reforma, incluyendo la celebración de la Forma Ordinaria ad orientem y la celebración regular de la Forma Extraordinaria. El año pasado invitó al Arzobispo Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino, como celebrante de la Misa principal en el lugar de peregrinación (ver aquí).

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Fuente: The New Liturgical Movement


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 22 de abril de 2009

Comprender la liturgia

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Entrevista realizada por Bruno Volpe a Monseñor Nicola Bux.

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“Pero… ¿qué fiesta? La Liturgia es un drama”: lo afirma Monseñor Nicola Bux, teólogo y liturgista de reconocida fama. Con él, hemos afrontado el tema del sentido de lo sagrado en la Liturgia.


Creo que este sentido de lo sagrado se podrá recuperar cuando comprendamos que la Misa no es nunca un espectáculo, un entretenimiento o una propiedad de cada sacerdote, sino un verdadero y propio drama. A menudo nos llenamos la boca con la palabra “fiesta”, pero… ¿qué fiesta? En la Misa recordamos el sacrificio de Cristo, ésta es la verdad. Cristo se ha inmolado por nosotros y luego se usa la palabra fiesta… Es correcto hablar de fiesta sólo después de haber comprendido y aceptado el concepto de que Cristo ha dado la vida por nosotros. Sólo entonces es lícito hablar de fiesta, pero nunca antes.

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Luego añade:


Una buena Liturgia debe tener en su centro la cruz pero, al ser colocada frecuentemente a un lado o en lugares poco visibles, ésta ha perdido su significado verdadero y auténtico. Parece mucho más un objeto accesorio que un centro de adoración. A veces tengo la sensación de que una cruz en el centro del altar produce fastidio, casi incomodidad. Para ser duros: la mayoría de las veces, no la mira nadie.

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Monseñor Bux habla del concepto de devoción:


Para volver a dar a la Liturgia el sentido de lo sagrado, es necesaria la devoción. Basta de Misas celebradas como acontecimientos mundanos y entretenimiento. Es necesaria la devoción, el encuentro con el rostro de Dios. Pero desgraciadamente esto ocurre muy pero muy raramente. Sin un encuentro con el verdadero rostro de Dios, sin devoción, la Misa se convierte en un ritual, en una auto-celebración del sacerdote que no tiene ningún sentido.

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Provocadoramente, monseñor Bux plantea una pregunta:


¿Cuántos actualmente, celebrando la Misa, dirigen la mirada a Dios y a la cruz? Pocos. Y por eso el sentido de lo sagrado va disminuyendo en nuestras Misas.

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Y entonces, ¿qué se puede hacer?


Pienso que una buena idea podría la ser siguiente: en la segunda parte de la Misa, desde el ofertorio en adelante, el sacerdote podría celebrar dirigido hacia la cruz, ad orientem.

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¿Por qué razón ad orientem?


De este modo, los fieles no verían ya la figura del sacerdote, que no es el protagonista, sino que junto con él contemplarían la cruz, el misterio.

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Por lo tanto, una posición ad orientem en la segunda parte de la Misa…


Me parece conveniente. De esta manera, la Liturgia adquiriría un valor mucho más escatológico, de misterio y adoración; la gente misma comenzaría a comprender y apreciar el valor escatológico, por usar una palabra difícil, de la Liturgia. Mirar a oriente equivale a contemplar al Señor que viene. Pienso que esta posición, que por otro lado es la que usan los orientales, puede ayudar a encontrar mayor recogimiento. He aquí mi modesta propuesta para una reforma gradual y sensata: mirar a oriente en la segunda parte de la Santa Misa.

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En una entrevista que nos ha concedido algunos días atrás, el historiador Franco Cardini ha hablado de crisis del sentido de lo sagrado…


Es necesario ver en qué sentido ha dicho esta afirmación. Pero el sentido de lo sagrado es Dios. Aparentemente, este sentido de lo sagrado, es decir, de cercanía y de búsqueda de Dios, hoy parece ofuscado, es cierto. Pero yo no sería tan pesimista. En el fondo, el hombre busca siempre, por naturaleza, a Dios. Muchas veces también por comodidad personal o con formas corrompidas y equivocadas como la superstición o la magia, pero a fin de cuentas ese contacto es buscado. La alianza con Dios, incluso egoístamente, es conveniente para el hombre.

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Fuente: Pontifex


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 21 de abril de 2009

La sangre del cristiano

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Todos los santos

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Cristianos somos quienes hemos renacido en Cristo. Hemos sido hechos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las virtudes de aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. La misma Madre, que brotó del costado abierto de Cristo, y que nos ha traído a la vida, es la que dio a luz también a tantísimos ilustres hermanos que nos precedieron; incontable multitud de hombres y mujeres preclaros en cuyas venas corría la sangre del linaje escogido. La misma que corre en nuestras venas. La sangre de los mártires, de las vírgenes, de los confesores, de tantos santos y santas que combatieron el buen combate de la fe.


En medio de una de las peores épocas de persecución contra nuestra Madre Iglesia, nosotros sus hijos tenemos que defenderla en buen combate, sin miedo, sin nada que perder y mucho que ganar. ¿Cómo podríamos vernos derrotados? Imposible. Aquél que dijo: “no teman, yo he vencido al mundo”, va delante en la batalla. ¿Cómo que no vamos a poder?


Porque llevamos la misma sangre de Francisco de Asís y Ángela de la Cruz: podemos contra el materialismo y el consumismo, contra el orgullo, la vanidad y la discordia.


Porque llevamos la sangre de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, podemos contra el falso optimismo antropológico, contra el endiosamiento del hombre, contra el déficit de verdad que hay en el mundo.


Si bulle en nosotros la sangre de María Goretti, Rosa de Lima, Luis Gonzaga, Domingo Savio, Gema Galgani, Jacinta y Francisco Marto, podemos contra todo lo que se opone a la pureza del alma y del cuerpo.


Porque tenemos la sangre de Teresa de Avila, Juan de la Cruz y Benito de Nursia, podemos contra la desobediencia, la tibieza y la acedia.


Si corre en nuestras venas la sangre de Tomás Moro, Tomás Becket y Casimiro de Polonia, podemos contra la corrupción institucionalizada y contra la ambición de poder.


Porque llevamos la sangre de Vicente de Paul, Camilo de Lelis y Damián de Molokai, podemos contra el egoísmo, el individualismo y la avaricia.


Porque la sangre de Felipe Neri y Juan Bosco irriga nuestros corazones, podemos contra la tristeza, el desánimo, el desconsuelo y el derrotismo.


Porque llevamos la misma sangre de Ignacio de Antioquía, Catalina de Siena, y Bernardo de Claraval, podemos con las embestidas contra la Iglesia.


Porque somos del mismo linaje de Gianna Beretta Molla, Maximiliano Kolbe y Estanislao de Jesús y María, podemos contra la cultura de la muerte.


Porque llevamos la misma sangre de Ignacio de Loyola, Pedro Nolasco, y David Uribe, vencemos el temor a la entrega, la pusilanimidad y la cobardía.


Porque somos de la familia de Tarsicio, Pedro Julián y Clara de Asís, podemos contra la irreverencia, la desacralización y la impiedad.


Porque la misma sangre de Teresa de Lisieux y Teresa de Calcuta corre en nosotros, podemos contra la sed de grandeza, la indiferencia, el odio y el rencor.


En fin, llevamos la misma sangre de tantos y tantos que nos precedieron y pudieron vencer en Cristo. Somos ese linaje escogido, nacidos todos de Nuestra Santa Madre Iglesia, la Esposa de Cristo sin mancha ni arruga. Ella nos impele a honrar nuestro linaje y defender los derechos de Dios, por quien fuimos rescatados a altísimo precio: la Sangre de Cristo.

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domingo, 19 de abril de 2009

Ad multos gloriosque annos, Sancte Pater!

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BENEDICTO XVI URBI ET ORBI

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Al conmemorar con gran alegría el 4º aniversario de la elección a la Sede de Pedro de Su Santidad Benedicto XVI, elevamos a Dios, nuestro Señor, una intensa oración por el Vicario de Cristo para que siga siendo, durante mucho tiempo, "valiente y fiel pastor de su rebaño, siempre dócil a las inspiraciones de su Espíritu".

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"Contra todas mis previsiones, la divina Providencia, a través del voto de los venerados padres cardenales, me ha llamado a suceder a este gran Papa. En estos momentos vuelvo a pensar en lo que sucedió en la región de Cesarea de Filipo hace dos mil años. Me parece escuchar las palabras de Pedro:  "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo", y la solemne afirmación del Señor:  `Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. (...) A ti te daré las llaves del reino de los cielos´ (Mt 16, 15-19).

¡Tú eres el Cristo! ¡Tú eres Pedro! Me parece revivir esa misma escena evangélica; yo, Sucesor de Pedro, repito con estremecimiento las estremecedoras palabras del pescador de Galilea y vuelvo a escuchar con íntima emoción la consoladora promesa del divino Maestro. Si es enorme el peso de la responsabilidad que cae sobre mis débiles hombros, sin duda es inmensa la fuerza divina con la que puedo contar:  `Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia´ (Mt 16, 18). Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su vicario, ha querido que sea la `piedra´ en la que todos puedan apoyarse con seguridad. A él le pido que supla la pobreza de mis fuerzas, para que sea valiente y fiel pastor de su rebaño, siempre dócil a las inspiraciones de su Espíritu.

Me dispongo a iniciar este ministerio peculiar, el ministerio `petrino´ al servicio de la Iglesia universal, abandonándome humildemente en las manos de la Providencia de Dios. Ante todo, renuevo a Cristo mi adhesión total y confiada:  «In Te, Domine, speravi; non confundar in aeternum!»."


Primer mensaje del Papa Benedicto XVI al final  de la Santa Misa "pro Ecclesia" al día siguiente de su elección.

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La Santa Sede y la FSSPX fijan términos

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Mons. Tissier de Mallerais

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En su blog, el ahora internacionalmente famoso Richard Williamson, uno de los cuatro obispos de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (FSSPX / SSPX), informa que Bernard Tissier de Mallerais (uno de sus hermanos Obispos de la Fraternidad), ha confirmado en París que "han sido fijados términos para la discusión doctrinal que tendrá lugar entre la Sociedad de San Pío X y las autoridades de la Iglesia en Roma ".


"Las discusiones", añade Williamson, "habrán de hacerse por escrito", y "no se harán públicas".


Tissier de Mallerais fue uno de los cuatro miembros de la comisión informal establecida por la Santa Sede y la SSPX en las negociaciones de 1988 (los otros fueron el Padre Patrice Laroche, también designado por la Fraternidad por el Arzobispo Lefebvre, y los Padres Tarcisio Bertone y Fernando Ocariz , por la Santa Sede designados por el Cardenal Ratzinger).


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Fuente: Rorate Caeli


Traduccción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 17 de abril de 2009

¿Sólo en Johannesburgo?

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Homilía pronunciada por el arzobispo de Johannesburgo el Jueves Santo

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El Papa Juan Pablo II declaró el año 2005, “Año de la Eucaristía”. En la conclusión de aquel año, canonizó a cinco santos que se distinguieron por su piedad eucarística (Sacramentum Caritatis 4). También publicó la Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine (2005) y una [previa] Encíclica sobre el Misterio y el Culto de la Santa Eucaristía. El Papa Benedicto continuó con la misma temática con su Exhortación Apostólica Post-Sinodal Sacramentum Caritatis. La Congregación para el Culto Divino publicó una Instrucción sobre el Sacramento de la Redención (2004). Estos valiosos documentos tratan sobre el Misterio de la Eucaristía, y están estrechamente relacionados con el sacerdocio.


El Año de la Eucaristía llegó y se fue, y todavía (como diócesis) difícilmente podremos presumir de tener una buena comprensión de estos documentos y de las enseñanzas que contienen. Pido con fuerza a los sacerdotes: pongan estos documentos al alcance de sus parroquianos. Ayúdennos a traducirlos a las lenguas vernáculas donde sea necesario.


Es una forma de revivir e incrementar la fe en la Eucaristía. Ésta es el tesoro supremo de la Iglesia Católica.


Aunque ni la Eucaristía ni la Adoración Eucarística han emergido como un tema principal en nuestro Sínodo Diocesano, no hay dudas de que son la base, el fundamento, la piedra angular de los temas adoptados por el Sínodo.


Poner nuestra atención en la Eucaristía y en la Adoración Eucarística sólo puede realzar y profundizar los temas adoptados por el Sínodo.


La Eucaristía es fuente y culmen de todo lo que la Iglesia es y hace. La fracción del pan ha estado siempre en el centro de la vida de la Iglesia (Mane 3). La Eucaristía contiene en sí misma todo el tesoro espiritual de la Iglesia (PO 5).


A través del ministerio del sacerdote, Cristo nos confió un memorial de Su propia Pasión y Resurrección. El memorial hace efectivamente presente, aquí y ahora, un evento del pasado, la Muerte y Resurrección de Jesucristo. El poder de estos eventos nos toca y nos transforma. En el Bautismo y en la Eucaristía entramos en una comunión de vida y de misión con el Señor Crucificado y Resucitado. Asumimos nosotros Su misión de transformar tanto nuestras vidas como las vidas de los demás. La Eucaristía es el don más precioso, la perla de gran precio dada a la Iglesia por el Señor mismo. Al recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, decimos “Amén”, afirmando la Presencia Real del Cuerpo y la Sangre de Cristo mismo. Su Presencia invisible se hace visible por medio de los signos visibles de pan y vino. La Eucaristía da a los católicos su identidad original. La no celebración de la Eucaristía debida a la falta de sacerdotes, debilita esta identidad católica.


Cuando hay divisiones y conflictos serios y profundos en nuestras filas como sacerdotes, y en nuestras parroquias, entonces contradecimos el espíritu de la Eucaristía, que es “un Sacramento de amor, un signo de unidad y un vínculo de caridad” (Sacrosanctum Concilium 47).


Uno de los deberes principales de un sacerdote es ser un fiel dispensador de los misterios de Dios. A él se le confía el guiar a su pueblo hacia la fe y la conversión. “¿Cómo han de creer en Él, sin haber oído? ¿Y cómo oír de él, si nadie lo predica? ¿Y cómo predicarán los hombres, si no se los envía?” (Rom 10, 14) (Sacrosanctum Concilium 8, 19).


El sacerdote y el diácono tienen una relación cercana con la Eucaristía. La Eucaristía, dice Juan Pablo, “es la principal y central razón de ser del Sacramento del sacerdocio” (Ecclesia de Eucharistia 31). Los sacerdotes se derivan de la Eucaristía y existen para la Eucaristía. Son, en una manera especial, responsables de la Eucaristía. Se les confía la Eucaristía para los demás. El Pueblo de Dios espera de los sacerdotes una particular veneración y piedad eucarística.


Ahora bien, la Adoración Eucarística “no es sino la consecuencia natural de la celebración eucarística, la cual es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia” (Sacramentum Caritatis 66). La Adoración fuera de la Misa “prolonga e intensifica” todo lo que toma lugar durante la celebración eucarística. La adoración misma es un acto de testimonio, cuando uno ve a muchos reunidos en silencio ante el Señor. La Adoración Eucarística debiera convertirse en parte integrante de nuestra forma de ser Iglesia. Muchos han dicho que la Adoración Eucarística promueve las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Los niños, los jóvenes y los adultos debieran ser educados y animados a apreciar la belleza del silencio en la presencia de Jesucristo.


Nuestra actitud y comportamiento externo, nuestros gestos, nuestros movimientos corporales, revelan nuestra fe o nuestra falta de fe en la Presencia invisible de Dios, en la “Presencia Real” de Cristo en la Eucaristía, en la Hostia Consagrada en el Tabernáculo.


- Muchos entran en la Iglesia y no hacen la señal de la Cruz con agua bendita.


- Muchos ya no hacen genuflexión, ni siquiera una reverencia que reconoce la Presencia de Cristo en el Tabernáculo.


- Los comulgatorios han sido desmantelados, por lo que ya no nos arrodillamos cuando recibimos el Cuerpo de Cristo.


- Nuestras iglesias son como un lugar de mercado antes y después de la Misa, en parte porque hemos movido el tabernáculo a un cuarto separado, o simplemente porque hemos perdido el sentido de la Presencia de lo sagrado. Hemos abandonado el silencio y una atmosfera devota en la iglesia.


- Donde sea posible, necesitamos restaurar la centralidad del Tabernáculo. Necesitamos recuperar la cultura y la práctica de la genuflexión y del silencio.


- La ley de la Iglesia nos exige que ayunemos por una hora antes de la Eucaristía. El mascar chicle durante la Misa es, simplemente, de mal gusto.


- Los gestos externos ayudan a preparar nuestra actitud espiritual interna hacia lo sagrado.


- Al poner en la Iglesia bancos sin reclinatorios, efectivamente desanimamos a los fieles a arrodillarse durante la Consagración.


- El llevar la Comunión a los enfermos deja a menudo mucho que desear. Usualmente, las Hostias Consagradas son distribuidas a los ministros laicos después de la Comunión. Y el sacerdote pregunta: ‘¿Cuántas?’. ¿Cuántas qué?. No suena como un lenguaje de personas que reconocen la Presencia del Señor.


Los ministros laicos que llevan la Comunión se detienen con frecuencia para charlar con los amigos antes de ir a ver a los enfermos. A veces van rápido de compras antes de ir a los enfermos. No es inusual para algunos quedarse con las Hostias Consagradas en casa porque no encontraron a la persona enferma o porque, a su regreso, encontraron la iglesia cerrada.


- No es inusual que los tabernáculos sean abiertos por la fuerza (o robados) y que las Hostias Consagradas queden esparcidas por el suelo. No es suficiente simplemente recoger las Hostias y ponerlas nuevamente en el Tabernáculo. Hay necesidad de un rito de purificación y de arrepentimiento.


- Es muy edificante ver al sacerdote rezando con los ministros del altar en la sacristía, antes y después de la Misa. El silencio en la sacristía también conduce a una atmósfera de oración. Tal práctica permanece en los ministros del altar largo tiempo después que se han retirado de la sacristía. Lamentablemente, algunas sacristías son como un lugar de mercado. No se reza ninguna oración.


- Sería ideal que los sacerdotes pudieran una vez más rezar mientras se revisten en la sacristía. Esta práctica reforzaría la cultura del silencio y una adecuada preparación para la Santa Misa.


- Sería igualmente ideal el restaurar para los laicos las oraciones antes de la Misa y las oraciones de acción de gracias después de la Misa. Tales ejercicios nos ayudarían a centrarnos en la Presencia Real de Cristo que ha sido recibido durante la Misa.


Como custodios de la Eucaristía, es nuestro privilegio el promover la Adoración Eucarística para que aquellos que la practiquen puedan gustar de la gracia de sanación que brota del Señor mismo.


Los jóvenes leen novelas: Wole Soyiaka, Chinua Achebe, Zeke Mphahlele, Bessy Head, Shakespeare, Jane Austin, Wallet Vilakazi, Dostoyevski, Tolstoi, etc. Ruego a los sacerdotes, a los diáconos y a los catequistas que introduzcan a los jóvenes en los escritos de Juan Pablo, de Pío XII y de Benedicto XVI sobre la Eucaristía y sobre la Adoración Eucarística.


Además, deseamos proponer que la Adoración Eucarística sea adoptada en cada comunidad parroquial donde tal práctica no existe hasta el momento.


- También recomendamos que éste sea el tema de la Arquidiócesis para los próximos tres años, en orden a que emerja un movimiento eucarístico. Consideramos que la Adoración Eucarística fortalece y profundiza los temas que han sido tratados por el Sínodo Diocesano.


- Recomendamos fuertemente el retorno a las procesiones de Corpus Christi, en orden a dar un testimonio público de nuestra fe.


Para resumir. En la Misa, Jesucristo es la forma suprema de “eucharistia”, es decir de acción de gracias. Él es la perfecta expresión de alabanza al Padre. Su acción de gracias hace posible nuestro sacrificio. Ante tan grande Sacramento, sólo podemos repetir las palabras del centurión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero di tan sólo una palabra, y mi alma será sanada” (Mt 8, 8). En la Adoración Eucarística, meditamos en la maravillosa y fascinante Cena mística. Continuamos ofreciendo la acción de gracias y alabanza por la Pasión de nuestro Señor, que ha revelado el inmensurable amor de Dios por cada uno de nosotros. Tenemos una imperiosa obligación de subir de nivel en lo que atañe a la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.


Señor, ayúdanos a creer.


Homilía en el Jueves Santo 2009
+Buti Tlhagale
Arzobispo de Johannesburgo
Presidente de la SACBC


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Fuente: JHB Archdiocese - SOUTH Deanery

Tip: Secretum meum mihi

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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jueves, 16 de abril de 2009

El Custodio de las cosas sagradas

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Sacristía Papal 

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Un importante aunque poco conocido colaborador del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice es aquel que tiene la función de Custodio del Sagrario Apostólico. Hace algunos meses ha sido nombrado un nuevo Custodio que, en una entrevista concedida hoy a L’Osservatore Romano, ha hablado acerca de la historia del cargo, sus funciones, y los objetos litúrgicos de valor que se conservan en la Sacristía Pontificia. Ofrecemos nuestra traducción.

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Una función que se remonta al siglo XIV, un servicio constante y fiel al Papa en todo lo necesario para las celebraciones litúrgicas, una presencia atenta y discreta a la que se le ha confiado tesoros de gran valor religioso, artístico e histórico. Es la figura del Custodio del Sagrario Apostólico, que desde 1352 es elegido del interior de la Orden de San Agustín. Una vida en estrecho contacto con todo cuanto concierne a los objetos litúrgicos reservados al Papa: casullas, estolas, capas pluviales, cálices, patenas, cruces, mitras. El reciente nombramiento del padre Paolo (Pavel) Benedik es una ocasión para redescubrir esta figura que, a lo largo de los siglos, ha tenido roles y tareas importantes. Hemos pedido al religioso agustino eslovaco que ilustre las funciones actuales.

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¿Nos explica la figura y las funciones del Custodio del Sagrario Pontificio dentro del Palacio Apostólico?


Debemos remontarnos a 1352, cuando Clemente VI eligió a su sacristán de entre la Orden de San Agustín. En 1497, Alejandro VI con la Bula Ad sacram confió esta tarea exclusivamente a los agustinos y Clemente VIII en 1595 elevó el cargo de sacristán a la dignidad episcopal. Sucesivamente, León XII estableció que el sacristán fuera también párroco de los Palacios Apostólicos y camarlengo de los párrocos de Roma. En 1929, con la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Pío XI estableció que el sacristán pro tempore fuese también el Vicario general. Pablo VI, con el motu proprio Pontificalis domus del 28 de marzo de 1968, definió el oficio de sacristán, llamado también comúnmente “el párroco del Papa”: cuidar el culto divino y las capillas pontificias en el palacio apostólico, en la Casa Pontificia y en Castel Gandolfo; ocuparse del buen funcionamiento de la sacristía pontificia, de la lipsanoteca y del tesoro litúrgico, y ocupar el cargo de Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano, con excepción de algunos documentos papales y de lo publicado por L’Osservarore Romano.


El cargo de varios siglos terminó el 14 de enero de 1991 cuando Juan Pablo II, con un quirógrafo, suprimió la figura del sacristán como había sido concebida hasta entonces. El cuidado espiritual del Estado de la Ciudad del Vaticano fu confiada al Arcipreste pro tempore de la Basílica de San Pedro, mientras que la jurisdicción sobre el Palacio lateranense pasaba al cardenal vicario para la diócesis de Roma. El oficio de sacristán quedaba suprimido y sus funciones confiadas al Maestro de las celebraciones litúrgicas. La parroquia de Santa Ana continuaba siendo atendida por los agustinos, mientras que los religiosos en servicio en la sacristía pontificia pasaban a depender del Maestro y uno de ellos sería nombrado Custodio del Sagrario apostólico, es decir, de las reliquias y objetos preciosos que allí son conservados. El último sacristán fue el agustino holandés Pietro Canisio van Lierde.

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Ésta es la historia. ¿Y sus tareas específicas?


Lo explica la misma palabra: custodio de las cosas sagradas. Su deber principal es el de custodiar los ornamentos litúrgicos que el Papa necesita para las celebraciones en la basílica de San Pedro, para las capillas papales del Palacio Apostólico o en Roma, y en los viajes apostólicos. Preparamos los purificadores, los manutergios, los cálices, las patenas, las estolas, etc. Ésta es nuestra tarea. Muchos de estos objetos litúrgicos tienen una historia de santidad, porque han sido usados por diversos Papas luego canonizados. Otra ocasión en la que se necesita nuestra ayuda es cuando llaman del apartamento papal porque el Pontífice debe celebrar una liturgia. En ese caso, nos ocupamos de preparar lo necesario y lo llevamos directamente a la capilla. Durante el pontificado de Juan Pablo II, si había Misas semi-públicas en el apartamento papal o en la capilla Redemptoris Mater, preparábamos todo para la Misa.

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Dada la historia de tantos siglos de la sacristía pontificia, ¿tienen vestiduras litúrgicas muy preciosas?


No ha quedado tanto porque cuando Napoleón Bonaparte ocupó Roma se llevó muchísimas cosas: cálices, cruces, báculos. Sus soldados quemaron muchas vestiduras litúrgicas para aprovechar el oro que éstas contenían. Además, cuando fue acordado el tratado de paz de Tolentino en 1797, el Papa debió vender muchos objetos preciosos para pagar el resarcimiento de guerra a Napoleón. El emperador se burló también de Pío VI: le donó una tiara muy bella y preciosa repleta de esmeraldas pero en su interior llena de madera y que, por lo tanto, no podía ser utilizada. Esto fue para hacerle entender que su reino había terminado. Después de esta expoliación, en la sacristía han quedado algunas vestiduras de Urbano VIII y de Pablo V, y algunos cálices góticos que son los más antiguos. Entre los más preciosos, sin embargo, conservamos el de Pío IX, usado por primera vez para celebrar la Misa en el día de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Hay también objetos de valor de León XIII y de Benedicto XV, san Pío X y Pío XI. Entre los objetos preciosos, hay también una tiara donada por Isabel II de España y la mitra ofrecida a León XIII por Guillermo II, emperador de Alemania, con ocasión del septuagésimo aniversario de sacerdocio.

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¿Estos objetos preciosos aún son utilizados?


Algunos objetos se usan todavía, como las mitras y las capas pluviales. En la elección de cuáles se utilizarán, nos ponemos de acuerdo con el Maestro de las celebraciones litúrgicas. Las vestiduras más antiguas, como las de Pablo V, son difíciles de utilizar; las de Urbano VII no las ponemos más. Hay otros objetos litúrgicos, en cambio, como la capa pluvial de Benedicto XV y la de Juan XXII que Benedicto XVI ha usado el año pasado para el Te Deum de acción de gracias de fin de año. Entre los ornamentos de valor, hay una casulla romana roja que se remonta al siglo XVI. Desde el punto de vista estético, tal vez las vestiduras más bellas son aquellas de Pablo VI que mandó realizar él mismo. También durante el Año santo del 2000, Juan Pablo II encargó muchas otras. Respecto a los cálices, en cambio, los usamos todos.

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¿Quién se ocupa del lavado y de la limpieza de los ornamentos sagrados?


Las hermanas agustinas oblatas del Niño Jesús lavan, planchan y remiendan todo lo que es utilizado para la Misa por el Papa y por los concelebrantes cuando preside el Pontífice.

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¿Cuál es vuestro trabajo particular durante las Misas presididas por el Papa?


Nos ocupamos de lo necesario para liturgia, comenzando por las vestiduras, las píxides, los cálices, las patenas, para los cardenales, los obispos, los prelados y para cuantos distribuyen la Comunión. Pero sólo cuando preside el Papa o celebra un cardenal en nombre del Pontífice.

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Entre estos objetos, ¿cuál es la más antigua cruz pectoral que se conserva en la sacristía pontificia?


Se remonta a Pío IX y es también la más valiosa.

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¿Por quién está compuesta vuestra comunidad agustina en servicio en el Palacio Apostólico?


Somos tres religiosos. Es una comunidad internacional que depende directamente del Prior general de la Orden. Yo soy eslovaco, de la región de Kosice; luego está el padre Edward Daleng, de Nigeria, y Fray Einer Tocto, originario de Perú. También colaboran con nosotros, a tiempo completo, tres laicos. Vivimos junto a la sala ducal en el Palacio Apostólico. La propuesta del nombramiento como Custodio del Sagrario es enviada por nuestro Prior general al Maestro de las celebraciones litúrgicas. Yo estoy aquí en el Vaticano desde hace tres años y en Italia desde 1984.

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Vosotros estáis también al servicio de las celebraciones que se desarrollan en la Capilla Sixtina. ¿Es usada regularmente para las liturgias?


Hay celebraciones en Adviento y en Cuaresma, presididas por el Maestro de las celebraciones litúrgicas. Cada año, en enero, durante la fiesta del Bautismo de Jesús, son administrados los bautismos. Durante el sínodo sobre la Palabra de Dios, la Capilla ha sido sede de un evento histórico: allí se celebraron las vísperas en presencia del Patriarca ecuménico Bartolomé. Algunas veces allí se realizan conciertos. El deseo de muchos es que, en el futuro, la Capilla sea utilizada para las celebraciones litúrgicas. Sobre todo, la Capilla Sixtina es famosa en el mundo porque allí tiene lugar el cónclave.

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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A las puertas de la Pascua sin entrar aún del todo en ella

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Benedicto XVI

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AD MULTOS ANNOS, SANCTE PATER!


En el día en que nuestro Santo Padre Benedicto XVI cumple 82 años, elevamos a Dios una ferviente oración rogándole que continúe bendiciendo la vida de nuestro amado Papa, sosteniéndolo en su ministerio petrino y concediéndole las fuerzas necesarias para ser pastor manso y firme de su rebaño.


En esta feliz circunstancia, transcribimos un breve texto del libro “La sal de la tierra”, una conversación del entonces Cardenal Ratzinger con el periodista Peter Seewald, donde el actual Pontífice hablaba de la particular coincidencia entre el día en que nació y fue bautizado y la fiesta de la Pascua.

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Cardenal Ratzinger, usted nació en Marktl am Inn -Alta Baviera- un 16 de abril de 1927, en un Sábado Santo. ¿Eso se ajusta a su modo de ser?


Sí. A mí me alegra mucho haber nacido en ese día, en la vigilia de Pascua, cuando es ya inminente pero aún no es, aún está escondida. Además, me parece muy significativo porque indica lo que es mi propia historia en la realidad, lo que es mi situación personal: estar a las puertas de la Pascua, sin entrar todavía del todo en ella.

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Sus padres se llamaban José y María. Cuatro horas después de nacer, exactamente a las 8.30 de la mañana, sus padres le llevaron a bautizar. Debió ser un día muy agitado.


Yo no recuerdo nada, claro está. Mis hermanos me contaron que fue un día de una gran nevada, de mucho frío, a pesar de ser un 16 de abril. Pero eso no tiene nada de particular en Baviera.

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De todas formas, no deja de ser raro que le bauticen sólo cuatro horas después de nacer. ¿A qué tanta prisa?


Es cierto. Fue así de rápido -cosa que a mí me alegra sobremanera- porque coincidió con que era Sábado Santo. En aquella época todavía no se festejaba la noche pascual, se celebraba la Resurrección a primera hora de la mañana, con la bendición del agua que después serviría para los bautizos durante todo el año. Y como en la iglesia iba a tener lugar la Liturgia del Bautismo, mis padres se dijeron «bueno, ¡pues el chico ya está aquí!», «si le llevamos a la iglesia, le bautizarán con las primeras aguas bautismales.» Y así fue. A mí aún me emociona esa coincidencia de nacer a la misma hora en que la Iglesia preparaba el agua para los bautismos y el hecho de haber sido el primer bautizado con aquellas aguas bautismales recién bendecidas. Me sobrecoge esa coincidencia que me vincula con el tiempo pascual, y esa estrecha unión entre mi nacimiento y mi bautismo.

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