sábado, 16 de agosto de 2008

La renovación de la Iglesia

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El Arzobispo Albert Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, celebró ayer, en Baviera, la Santa Misa de la Solemnidad de la Asunción de María. La Misa fue celebrada ad orientem y según la forma ordinaria del Rito Romano. Por pedido del Arzobispo Ranjith, los fieles recibieron la Comunión de rodillas y en la boca para seguir el ejemplo del Santo Padre. Acerca de la homilía, informa The New Liturgical Movement:

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Mons. Ranjith incluyó un pasaje sobre la reverencia a la Eucaristía, que ubica en el centro de la reforma Benedictina. Después de citar la Encíclica de Juan Pablo II “Ecclesia de Eucharistia” que llama a la Bienaventurada Virgen María “mujer Eucarística” y “primer Tabernáculo” y que dice que los cristianos están llamados a imitar su veneración por la Presencia de su divino Hijo, Mons. Ranjith dijo:

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“Queridos hermanos y hermanas, hoy muchos discípulos de Jesús, en todos los estados y vocaciones de la Iglesia, carecen de la reverencia y el gozo que vienen de la Presencia continua y verdadera de Jesús entre nosotros, especialmente en el Santísimo Sacramento del Altar.


Por esto, debemos rezar hoy más que nunca a la Bienaventurada Madre de Dios y pedirle que nos abra los tesoros de su Inmaculado Corazón: su fe y su amor hacia por Jesús en su misión eucarística. No con poca frecuencia oímos hoy de sacerdotes que, debido a la falta de verdadera fe y comprensión, celebran los Sagrados Misterios de la Eucaristía en una forma que no es digna de su celestial majestad. También muchos fieles han perdido el sentido de lo sagrado del Sacrificio de la Misa. La invitación de Jesús a transformarnos en uno con Él, y a tomar vida de Él – vida que brota de Su formidable Sacrificio en el Gólgota, – y a formar parte de la asamblea celestial del nuevo Pueblo de Dios, como el mismo Señor dice: “Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que Me come vivirá por Mí”; ésta maravillosa invitación está siendo degradada por una visión puramente intramundana y horizontal de la Eucaristía, en la cual sólo se ve apenas el pan terreno. ¡No podemos honrar a María si no podemos honrar a Jesús Eucaristía! Debemos rezar por una verdadera renovación de la Iglesia, como la quiere el Santo Padre, sobre todo en y a través de la Santa Misa y de la veneración de la Santa Eucaristía, a través de una fe más profunda, una celebración digna y un testimonio valiente. Hoy, más que en otros tiempos, necesitamos amar y conocer a María, para amar mejor y conocer mejor a Jesús, y honrarlo más”.

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