martes, 21 de abril de 2009

La sangre del cristiano

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Todos los santos

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Cristianos somos quienes hemos renacido en Cristo. Hemos sido hechos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las virtudes de aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. La misma Madre, que brotó del costado abierto de Cristo, y que nos ha traído a la vida, es la que dio a luz también a tantísimos ilustres hermanos que nos precedieron; incontable multitud de hombres y mujeres preclaros en cuyas venas corría la sangre del linaje escogido. La misma que corre en nuestras venas. La sangre de los mártires, de las vírgenes, de los confesores, de tantos santos y santas que combatieron el buen combate de la fe.


En medio de una de las peores épocas de persecución contra nuestra Madre Iglesia, nosotros sus hijos tenemos que defenderla en buen combate, sin miedo, sin nada que perder y mucho que ganar. ¿Cómo podríamos vernos derrotados? Imposible. Aquél que dijo: “no teman, yo he vencido al mundo”, va delante en la batalla. ¿Cómo que no vamos a poder?


Porque llevamos la misma sangre de Francisco de Asís y Ángela de la Cruz: podemos contra el materialismo y el consumismo, contra el orgullo, la vanidad y la discordia.


Porque llevamos la sangre de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, podemos contra el falso optimismo antropológico, contra el endiosamiento del hombre, contra el déficit de verdad que hay en el mundo.


Si bulle en nosotros la sangre de María Goretti, Rosa de Lima, Luis Gonzaga, Domingo Savio, Gema Galgani, Jacinta y Francisco Marto, podemos contra todo lo que se opone a la pureza del alma y del cuerpo.


Porque tenemos la sangre de Teresa de Avila, Juan de la Cruz y Benito de Nursia, podemos contra la desobediencia, la tibieza y la acedia.


Si corre en nuestras venas la sangre de Tomás Moro, Tomás Becket y Casimiro de Polonia, podemos contra la corrupción institucionalizada y contra la ambición de poder.


Porque llevamos la sangre de Vicente de Paul, Camilo de Lelis y Damián de Molokai, podemos contra el egoísmo, el individualismo y la avaricia.


Porque la sangre de Felipe Neri y Juan Bosco irriga nuestros corazones, podemos contra la tristeza, el desánimo, el desconsuelo y el derrotismo.


Porque llevamos la misma sangre de Ignacio de Antioquía, Catalina de Siena, y Bernardo de Claraval, podemos con las embestidas contra la Iglesia.


Porque somos del mismo linaje de Gianna Beretta Molla, Maximiliano Kolbe y Estanislao de Jesús y María, podemos contra la cultura de la muerte.


Porque llevamos la misma sangre de Ignacio de Loyola, Pedro Nolasco, y David Uribe, vencemos el temor a la entrega, la pusilanimidad y la cobardía.


Porque somos de la familia de Tarsicio, Pedro Julián y Clara de Asís, podemos contra la irreverencia, la desacralización y la impiedad.


Porque la misma sangre de Teresa de Lisieux y Teresa de Calcuta corre en nosotros, podemos contra la sed de grandeza, la indiferencia, el odio y el rencor.


En fin, llevamos la misma sangre de tantos y tantos que nos precedieron y pudieron vencer en Cristo. Somos ese linaje escogido, nacidos todos de Nuestra Santa Madre Iglesia, la Esposa de Cristo sin mancha ni arruga. Ella nos impele a honrar nuestro linaje y defender los derechos de Dios, por quien fuimos rescatados a altísimo precio: la Sangre de Cristo.

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9 Comentarios:

Alejandro Pomar ha dicho

¡Qué excelente artículo! Emociona y llena de fervor. Mis felicitaciones más entusiastas al autor, que merece que su nombre salga publicado. Si me conceden su permiso, lo publicaré también en mi humilde página

Anónimo ha dicho

Porque hemos nacido en Cristo para ser Santos. Y serlo es esforzarse por vivir intensamente siguiendo el camino que El nos muestra, y el camino no es fácil, pero lo caminamos con Su guía, con su acompañamiento y con estos grandes compañeros de viaje que son tantos hermanos que nos toman de la mano. Y porque somos familia y a la familia se le respeta y se le defiende.Gracias por esta hemosa reflexión Buhardilleros!!!

Moro ha dicho

Muchas gracias.

Jerónimo ha dicho

Gracias por visitar la Buhardilla.

Tantum Ergo: por supuesto que puedes publicar el post. Cordiales saludos.

Jerónimo.

Jorge P. ha dicho

Simplemente genial! Dios quiera que estas ardientes palabras se graben en el corazón de cada uno de nosotros.

Alejandro Pomar ha dicho

Muchas gracias. Lo hago ahora mismo

Anónimo ha dicho

Muy bonito. Dios te bendiga Jeronimo.

Maricruz ha dicho

Quiero que sepan que me he dedicado a dejar enlaces de este blog en muchos sitios donde se que será apreciado o donde es necesitado.
Es un pequeño aporte que espero rinda frutos para el bien de nuestra amada Iglesia, para la gloria de Dios y nuestra santificación.
Gracias a los editores de este tan bien llevado y oportuno blog.

Jerónimo ha dicho

Gracias a ti, Totús.
Jerónimo.