lunes, 11 de enero de 2010

La punta de lanza de la reforma de la reforma

Presentamos nuestra traducción de un artículo sobre el Motu Proprio “Summorum Pontificum” y la reforma de la reforma, publicado por Paix Liturgique.


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La creciente disponibilidad del libro de Mons. Nicola Bux “La reforma de Benedicto XVI” es nuestra oportunidad para alejarnos un poco de nuestro usual centro de atención – la aplicación del motu proprio “Summorum Pontificum” – para hacer revista de la “reforma de la reforma” que el Santo Padre ha iniciado en la Liturgia. Es también ocasión para considerar qué tipo de relación emergerá, lentamente, entre las dos formas de la Liturgia romana.

El primer objetivo del motu proprio “Summorum Pontificum” es claro: posibilitar que la Misa tradicional se celebre en todas las parroquias donde sea pedida. El MP se habrá aplicado verdaderamente cuando veamos la Misa dominical de las 10:00 celebrada en la forma ordinaria y la Misa de las 11:00 en la forma extraordinaria, o viceversa, en las catedrales de Dublín y Detroit, en las catedrales de Boise y Aberdeen. En una palabra: en lo que concierne a la aplicación del MP, aún estamos en el punto de partida.


A – El proyecto de la “reforma de la reforma”

El segundo objetivo del MP, aunque implícito, es obvio de todas formas, debido a todo lo que el Cardenal Ratzinger ha dicho sobre el tema en el pasado, y al deseo expresado en el texto del 2007: un “enriquecimiento mutuo” de las dos formas, que desde entonces coexisten oficialmente. Enriquecimiento: todos saben que la forma más obviamente “rica” es aquella que se beneficia de una tradición ininterrumpida de diez siglos (o incluso diecisiete siglos en su parte esencial, el Canon), y cuyo valor doctrinal y ritual es al menos similar al de las otras grandes liturgias católicas. En su libro, Nicola Bux escribe: “Los estudios comparativos demuestran que la liturgia romana en su forma preconciliar era mucho más cercana a la liturgia oriental que la liturgia actual”. Esto es tan cierto que nadie puede seriamente negar que la forma que primera y mayormente necesita ser enriquecida -transformada es la liturgia que fue apresuradamente diseñada hace cuarenta años. De hecho, como señala Nicola Bux, “[uno] tiene que admitir que la Misa de Pablo VI está lejos de contener todo lo que se encuentra en el Misal de San Pío V”.


Se ha hecho costumbre llamar “reforma de la reforma” a este proyecto de enriquecimiento - transformación de la reforma de Pablo VI en vistas a hacerla más tradicional en contenido y en forma. Aunque sería una exageración decir que la reforma de la reforma es sólo un piadoso deseo, de todas formas debemos comprender plenamente que, así como lo referido a la forma extraordinaria, esta reforma de la reforma está en sus comienzos.

Vienen a la mente dos observaciones preliminares acerca de este futuro proceso:

1. La reforma de la reforma, como lo indica la expresión, concierne sólo a la reforma de Pablo VI. De ninguna manera involucra una alegada transformación “paralela” de la forma tradicional del rito. No hay comparación entre las dos formas en su relación con la tradición o en su estructura ritual. Juguetear con el rito tradicional terminaría hundiéndolo, y todos terminarían perdiendo: colapsaría el eje mismo de la reforma de la reforma. El Cardenal Ratzinger ha rechazado clara y prudentemente esta idea [1].


2. La reforma de la reforma no busca implementar una serie de reformas a través de leyes y decretos en vistas a establecer un tercer Misal que estaría a mitad de camino entre el Misal tridentino y el nuevo (sin mencionar que el último es mucho más una colección indefinida, diversa y abierta que un “Misal” en el sentido tradicional). El entonces Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, es reacio a implementar un proceso de reformas autoritarias y continuas, paralelo – aunque en la otra dirección – a lo que se hizo bajo la reforma de Pablo VI. El punto es realizar un estrechamiento gradual de la brecha, con el Misal de Pablo VI acercándose progresivamente al Misal tradicional. La característica de la nueva liturgia de ser maleable a voluntad permite que esto ocurra sin esfuerzo; paradójicamente es su carácter no normativo el que permite la infusión de la norma tradicional de la que carece. Uno podría preguntarse si, al final del proceso, conservará algún interés más allá de servir como un escalón hacia la liturgia tradicional...


B – El libro de Nicola Bux

La importancia de la publicación de este libro está dada primeramente por la estatura del autor. Mons. Nicola Bux, profesor de liturgia y teología sacramental en el Instituto Ecuménico-Patrístico de Teología de Bari, Italia, es consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para las Causas de los Santos, consultor también de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, asesor del periódico Communio, autor de varios libros (entre otros, Il Signore dei Misteri y Eucaristia e relativismo) y de muchos artículos (por ejemplo “À soixante ans de l’encyclique Mediator Dei de Pie XII, débattre sereinement sur la liturgie” – “A sesenta años de la Encíclica Mediator Dei de Pío XII. Un debate sereno sobre la Liturgia”, Osservatore Romano, 18 de noviembre de 2007). Es también uno de los partidarios más influyentes de la reforma de la reforma de Pablo VI.


En su compañía merecen ser nombrados otros, tales como el P. Alcuin Reid (The Organic Development of the Liturgy – “El desarrollo orgánico de la Liturgia”), el P. U. Michael Lang (Turning Towards the Lord. Orientation in Liturgical Prayer – “Volverse hacia el Señor. Orientación de la plegaria litúrgica”), Mons. Nicola Giampietro (que publicó las memorias del Cardenal Antonelli), el Obispo Athanasius Schneider (Dominus est), el P. Aidan Nichols (Looking At the Liturgy : a Critical View Of Its Contemporary Form – “Observando la Liturgia: una Mirada crítica de su forma contemporánea”), y Dom Mauro Gagliardi (Liturgia, Fonte di Vita), sin mencionar las iniciativas promovidas por el Padre Manelli y los Franciscanos de la Inmaculada y, por supuesto, la acción diaria de prelados tan importantes como el Arzobispo Ranjith, el Arzobispo Burke, el Cardenal Cañizares, etc.


El libro de Mons. Bux también cuenta con tres prefacios: uno del famoso periodista italiano Vittorio Messori (autor de “Informe sobre la Fe”, una entrevista con el entonces Cardenal Ratzinger) para la edición italiana; otro del Obispo de Bayonne, Marc Aillet, para la edición francesa; y otro del mismo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el Cardenal Cañizares, para la edición en español.


Para Nicola Bux, la crisis que lastimó a la liturgia romana se debe a que ya no está centrada en Dios y en su adoración, sino en la gente y la comunidad. “Al principio está la adoración, y por lo tanto donde Dios está hay adoración (…) La Iglesia proviene de la adoración, de la misión de glorificar a Dios”, escribió alguna vez Joseph Ratzinger sobre el asunto. La crisis en la liturgia comienza en el momento en que ésta cesa de ser adoración, cuando se reduce a la celebración de una comunidad específica en la que los sacerdotes y obispos, en lugar de ser ministros, es decir, servidores, se transforman en “líderes”. Es por esto que hoy “la gente pide más y más respeto para asegurarse un espacio de silencio, en vistas a una participación íntima y de fe en los Sagrados Misterios”.


El orden del día es, pues, volver a enseñar a un clero herido en su praxis y conciencia ritual que la Liturgia es sagrada y divina, que viene de lo alto como la Liturgia de la Jerusalén Celestial del Apocalipsis. “En conexión con esto, deberían existir esfuerzos para descubrir por qué, a pesar de las apariencias, el vernáculo no logra finalmente hacer comprensible la Liturgia”. El sacerdote necesita aprender una vez más cómo llevar a cabo los Santos Misterios in Persona Christi, en la Iglesia, como su ministro, y no como coordinador de una asamblea cerrada en sí misma, que es en lo que se ha transformado.


C – El proyecto de la reforma de la reforma: Guiando por el ejemplo más que por textos legislativos


No obstante la seriedad de las conclusiones alcanzadas por Mons. Bux en particular y por los “hombres del Papa” en general – una conclusión que es conforme al pensamiento del Santo Padre sobre el tema – ninguno de ellos quiere leyes y decretos diseñados para dar todo vuelta en una forma autoritaria, como hicieron aquellos de la era Bugnini. Aunque la Iglesia está hoy, litúrgicamente hablando, bastante enferma, ellos prefieren actuar con la suave medicina del ejemplo: el ejemplo del Sumo Pontífice en primer lugar, luego el de aquellos obispos que deseen dar el ejemplo como él lo hace.

Así, Benedicto XVI multiplica los ligeros movimientos que parecen afectar asuntos insignificantes; después de todo, la Liturgia está hecha de una colección de detalles: la muy dignificada forma de las celebraciones pontificias; la belleza de los ornamentos litúrgicos de la sacristía de San Pedro que el maestro de ceremonias pontificio, Mons. Guido Marini, está usando una vez más; la colocación de grandes candelabros en el altar, que disminuye el efecto teatral de mirar a la gente; y sobre todo, la distribución de la Comunión en la lengua y de rodillas.


A los obispos les corresponde seguir el ejemplo en sus celebraciones litúrgicas. Es asunto de público conocimiento que el Cardenal Carlo Caffarra, Arzobispo de Bologna, uno de los obispos italianos teológicamente sólidos, ha decidido recientemente el 27 de abril de 2009 ordenar que “en vistas a la frecuencia con la que se informa de actitudes irreverentes en el acto de recibir la Eucaristía, desde este día en adelante, en la iglesia metropolitana de San Pietro, en la basílica de San Petronio y en el santuario de la Bienaventurada Virgen María de San Luca en Bologna, los fieles recibirán el Pan Consagrado solamente de manos de un ministro directamente en la lengua”.


Por su parte, tanto el Obispo Schneider como Domo Mauro Gagliardi [2] piden que se recuerde firmemente que el modo “normal” de recibir la Comunión es en la boca, y que la Comunión en la mano es sólo un modo “tolerado”, si bien ha sido el más difundido por un largo tiempo. Tal exhortación es muy importante para el renacimiento de la fe en la Presencia Real. El respeto por lo divino y por lo santo se expresa por medio de signos de reverencia, según el mismo Mons. Bux.

Hay también otros puntos mencionados constantemente por los partidarios de la reforma de la reforma:


1. Exhortar a reducir el número de los concelebrantes e incluso de las concelebraciones: “Cuando la concelebración se hace frecuente, se oscurece la función mediadora de cada sacerdote”.


2. Reducir lentamente las múltiples partes opcionales de la Misa (particularmente las Plegarias Eucarísticas, algunas de las cuales presentan problemas doctrinales).


3. Reintroducir elementos de la forma extraordinaria que fomentan el sentido de lo sagrado y de la adoración, tales como las genuflexiones, los ósculos al altar, las antiquísimas señales de la Cruz en el Canon: “Lo sagrado se expresa también en las señales de la Cruz y en las genuflexiones” (Mons. Nicola Bux).


4. Y recordar que el ósculo de paz es una acción sagrada y no una manifestación de civismo; la reintroducción masiva del lenguaje litúrgico que es el latín, etc.


Finalmente, y sobre todo, uno no debe dejar pasar el animar al sacerdote a celebrar de cara al Señor, al menos durante el Ofertorio y la Plegaria Eucarística. “El indicador más visible de la reforma litúrgica”, dice Mons. Bux, “fue el cambio en la posición del sacerdote con respecto a la gente”. A la luz de estas palabras, uno puede legítimamente considerar como el principio de la reforma de la reforma el momento en que el Papa y los obispos celebren comúnmente hacia el Señor.

D – La punta de lanza del proyecto de la reforma de la reforma

En su libro, Nicola Bux señala que la clave de la nueva liturgia salida de las oficinas de Bugnini – autor de la reforma litúrgica – es la adaptación al mundo. Éste es el punto en el que el pensamiento de Bux, en sintonía con el de los partidarios de la reforma de la reforma, es más radical: la esencia de la Liturgia católica es ser “una crítica permanente que la Iglesia dirige al mundo, al tiempo que el mundo busca continuamente convencerla de pertenecer a él”. Por consiguiente, uno debe tener en cuenta que revolución no es reforma: “la reforma no puede ser comprendida como un intento de reconstrucción de los gustos de un tiempo específico”.


Es por esto que Mons. Bux cita y comenta sobre la “intervención de Ottaviani” publicada poco después del Concilio por los Cardenales Ottaviani y Bacci. “Ellos deploraron”, recuerda en aprobación de los dos cardenales italianos, “la ausencia de la finalidad normal de la Misa, es decir, la de ser Sacrificio propiciatorio”. De hecho, uno tendría que ser ciego para no darse cuenta que el nuevo rito de la Misa tiene de facto un efecto de hacer inmanente el mensaje cristiano: la doctrina del Sacrificio propiciatorio, la adoración de la Presencia Real de Cristo, la especificidad del sacerdocio jerárquico y, en general, el carácter sagrado de la celebración eucarística se expresan en forma menos tangible que en el rito tradicional. De aquí que los intentos de reintroducir en el nuevo Misal las oraciones que mejor expresan su valor sacrificial van hoy en aumento (ver, por ejemplo, el libro equivalente a un manifiesto del P. Paul Tirot, OSB: Histoire des prières d’offertoire dans la liturgie romaine du VIIe au XVIe siècle – “Historia de las plegarias del Ofertorio en la liturgia romana desde el siglo VII al siglo XVI”).


Si hay un punto en el que uno puede esperar una legislación que promueva la reforma de la reforma es ciertamente éste: la posibilidad de introducir las tradicionales oraciones del Ofertorio en la celebración ordinaria.


En suma, si este plan fuera a tomar forma verdaderamente, podría desarrollarse la situación inversa a lo que aconteció entre 1965 y 1969: a aquel tiempo de transformación brutal en el que todo cambió en una dirección “progresista”, puede corresponderle un período de lenta evolución en el que todo cambie en una dirección “re-sacralizadora”.


Tal implementación de la reforma de la reforma sería así verdaderamente reformativa, en el sentido tradicional (¡y exigente!) del término “reforma”. Procedería por “contaminación”, por usar un término que es familiar a los historiadores de la liturgia cuando quieren hablar de la influencia de una liturgia en otra. En este caso, sería de la liturgia tradicional a la nueva.
De hecho, uno podría incluso afirmar que la forma extraordinaria es quizá la única chance de salvar la forma ordinaria en el largo plazo, precisamente permitiéndole ser menos y menos ordinaria. Podría ésta transformarse en un paso para alcanzar la liturgia extraordinaria. En cualquier caso, no competiría con la forma extraordinaria, sino que le proveería un ambiente más favorable para su difusión y su afirmación como la forma oficial de referencia.

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[1] Durante las jornadas litúrgicas de Fontgombault, el Cardenal Ratzinger declaró que no estaba en cuestión, aunque se presumió durante un largo tiempo, tocar el Misal tridentino, esencialmente porque su presencia y vida hoy podría servir como un aguijón para la evolución del nuevo Misal. Esta línea es hoy claramente la de la Congregación para el Culto Divino y la de la Comisión Ecclesia Dei, que sostienen, por ejemplo, que la introducción del nuevo leccionario en el rito tradicional es imposible. El único ajuste del rito tradicional que se puede prever, según los liturgistas de Roma, sería la introducción de algunos pocos prefacios.


[2] Entrevista concedida a zenit.org el 21 de diciembre de 2009.

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Fuente: Paix Liturgique

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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2 Comentarios:

Hermenegildo ha dicho

"ellos prefieren actuar con la suave medicina del ejemplo"

Yo dudo que la suave medicina del ejemplo baste para curar una Iglesia y una liturgia tan enfermas.

Por lo demás, me parecen muy acertadas las propuestas de "reforma de la reforma" que se hace en este artículo. No obstante, en cuanto a recuperar las tradicionales oraciones del Ofertorio, hay que reconocer que en estas oraciones se dice: "Te ofrecemos, Señor, el Cáliz de salvación". ¿Cómo se puede hablar de "cáliz de salvación" en el Ofertorio, si todavía el vino no ha sido consagrado?
A mí no me gusta el Ofertorio "bugniniano", pero en el Ofertorio tradicional aparecen adelantadas muchas ideas y expresiones de la plegaria eucarística. Constituye un "pequeño canon", lo que no tiene mucho sentido.

Maricruz ha dicho

Confío en Dios, que si todo esto es para su gloria y nuestra santificación, llegaré a vieja habiendo visto a Cristo en su Iglesia salir victorioso.

Ojalá que en mi tierra alguien además de esta insignificante personita pidiera la misa tradicional.

Por el momento, soy la única que comulga de rodillas y en la boca.

Que Dios se sirva de mi para hacer su obra.