jueves, 13 de septiembre de 2012

Card. Bertone: “El obispo no debe conformarse al mundo para que todos hablen bien de él”

 

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Pope Celebrates Mass Conclude Bishops Gathering doHwa0IwCwdl

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Presentamos nuestra traducción del artículo publicado en L’Osservatore Romano que recoge las palabras que el Cardenal Bertone, Secretario de Estado del Santo Padre, ha dirigido a los obispos ordenados en el último año durante la Santa Misa que celebró en el encuentro organizado por la Congregación para los Obispos.

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“Un cristiano, tanto más un sacerdote y un obispo, no debe conformarse al mundo por miedo a ser criticado o por el deseo de que todos hablen bien de él”. Es una indicación concreta la que el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, ha dado a los nuevos obispos, ordenados en los últimos doce meses, durante la Misa celebrada el miércoles 12 de septiembre, en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma. Los obispos están participando en estos días en el congreso promovido por la Congregación para los Obispos con el intento de hacerles vivir “una intensa experiencia de fraternidad y profundización”.


“Si la gente nos critica – dijo el cardenal – porque no vivimos fielmente nuestra vocación y nuestra misión, ciertamente debemos examinarnos y cambiar. Pero si somos criticados porque no seguimos los criterios del mundo y las modas del momento, debemos permanecer serenamente firmes en nuestra fidelidad al Evangelio y a la enseñanza auténtica de la Iglesia. Así la felicidad prometida por el Señor estará en nosotros ya desde ahora”. Palabras claras, basadas en las Bienaventuranzas propuestas en el Evangelio proclamado durante la celebración litúrgica.


Refiriéndose siempre a la Palabra de Dios leída, el Secretario de Estado ha explicado también el estilo de San Pablo al intervenir “en las cuestiones de los cristianos de Corinto, para indicar sus principios y criterios inspiradores. Entre las diversas preguntas – explicó – habían llegado al apóstol algunas sobre el matrimonio y la elección del estado de vida para las diversas categorías de personas”.


Así, son palabras del Secretario de Estado, “del contexto de la Carta se deduce que en Corinto un grupo de cristianos estaba orientado hacia una línea de absoluta intransigencia en ámbito conyugal, en contraposición a otro grupo más bien permisivo. Según los representantes del rigorismo de impronta ascética, el matrimonio era poco conveniente para los bautizados. Pablo, entonces, interviene para ayudar a los cristianos a hacer una elección del estado de vida inspirada por la verdadera libertad evangélica, que tiene su fundamento en la relación con el Señor”.


“En primer lugar – agregó el purpurado -, él elimina los prejuicios derivados de los medios y distorsiones del ambiente, afirmando que ningún estado de vida, matrimonio o virginidad, es de por sí salvífico. Quien salva es el Señor. Por eso, lo que cuenta es la fidelidad a Dios, que debe vivirse en toda condición”.


Es así que “de las indicaciones de San Pablo se pueden enumerar tres principios fundamentales, que se convierten en criterios para una elección consciente y responsable”. Y “el primer principio – afirmó el cardenal – es el del don o carisma que cada uno recibe del Señor. Una persona puede casarse si ha recibido el don espiritual correspondiente, y puede hacer una opción virginal o celibataria si recibe este otro don”.


“El segundo principio – prosiguió – es el de la llamada de Dios. De aquí se comprende que la cuestión no es la de inventarnos, sino de responder a lo que somos por iniciativa y voluntad divina”.


Finalmente, preció, “el tercer principio es el de la fe en el Señor resucitado”. Para el cardenal, por lo tanto, “no es una devaluación del presente y de los valores terrenos, sino que se trata de colocar el presente y toda realidad humana en la perspectiva de lo eterno”. De hecho, “nuestras tristezas y nuestras alegrías, toda experiencia y situación es, de alguna manera, redimensionada, en el sentido de que es atraída a una nueva dimensión por un polo de insuperable fuerza, que todo lo ilumina y transforma: Jesucristo, su misterio pascual”. Es, en síntesis, “una invitación a vivir en la esperanza y a comunicarla, como obispos, al pueblo cristiano”.


“En este camino de fidelidad a Cristo y a su Evangelio – concluyó el cardenal Bertone, dirigiéndose siempre a los obispos recientemente ordenados – la Virgen Santa es nuestro modelo” y podemos experimentar “su fuerza y su dulzura”.


Es una realidad, especificó, que “os invita a sumergiros dentro del consentimiento mariano; os invita a poner vuestro ministerio dentro de la obediencia mariana. María se ha dejado colmar por la presencia divina, con plena docilidad, y la obediencia de la fe la ha hecho fecunda, capaz de generar al mismo Hijo de Dios en nuestra naturaleza humana. Aquí está el fulcro de nuestra vida sacerdotal y episcopal: la obediencia de la fe, mediante la cual transferimos la propiedad de nosotros mismos a Cristo, en el servicio generoso y fiel a su Iglesia”. Ésta es también “la grandeza y la belleza de nuestro ser pastores y guías”.


El cardenal secretario de Estado – que ha tenido palabras de particular gratitud para el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, y para sus colaboradores por haber promovido esta importante iniciativa – ha asegurado a todos los participantes la cercanía espiritual y la bendición del Pontífice.


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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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