miércoles, 29 de junio de 2011

60 años de sacerdocio de Benedicto XVI

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29/6/1951 – 29/6/2011


60º Aniversario de Ordenación Sacerdotal

de Su Santidad Benedicto XVI


En el día feliz en que nuestro Santo Padre Benedicto XVI celebra el 60º aniversario de su Sacerdocio, nos unimos a toda la Iglesia en la ferviente acción de gracias a Dios por la consagración sacerdotal y la gozosa fidelidad de nuestro amado Papa y le suplicamos que, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, continúe derramando sobre él bendiciones abundantes.


AD MULTOS ANNOS, SANCTE PATER!


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Oración escrita por el Papa Benedicto XVI con ocasión del 60º aniversario de vida sacerdotal


Señor,
te damos gracias 
porque has abierto tu corazón para nosotros;
porque en tu muerte y en tu resurrección
te has convertido en fuente de vida.
Haz que seamos personas vivientes,
vivientes de tu fuente,
y dónanos el poder ser nosotros también fuentes,
capaces de donar a este nuestro tiempo
agua de vida.
Te damos gracias
por la gracia del ministerio sacerdotal.
Señor, bendícenos
y bendice a todos los hombres de este tiempo
que están sedientos y en la búsqueda

Amén.


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“Ahora que me encuentro en esta catedral… me vienen recuerdos de mi ordenación: cuando estaba yo postrado en tierra y en cierto modo envuelto por las letanías de todos los santos, por la intercesión de todos los santos, caí en la cuenta de que en este camino no estamos solos, sino que el gran ejército de los santos camina con nosotros, y los santos aún vivos, los fieles de hoy y de mañana, nos sostienen y nos acompañan. Luego vino el momento de la imposición de las manos... y, por último, cuando el cardenal Faulhaber nos dijo: "Iam non dico vos servos, sed amicos", "Ya no os llamo siervos, sino amigos", experimenté la ordenación sacerdotal como inserción en la comunidad de los amigos de Jesús, llamados a estar con él y a anunciar su mensaje.”


Visita del Papa Benedicto XVI a la Catedral de Santa María y San Corbiniano, Freising, 14 de septiembre de 2006.

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ESPECIAL 60 AÑOS DE SACERDOCIO DE BENEDICTO XVI


- Joseph Ratzinger recuerda los orígenes de su vocación


- 29 de junio de 1951: el recuerdo de un testigo"


- “El momento más importante de mi vida”


- Homilía de Benedicto XVI en el 60º aniversario de su Ordenación Sacerdotal


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“El momento más importante de mi vida”

60 años de sacerdocio de Benedicto XVI

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En la esencial y límpida narración autobiográfica publicada en 1997 – y que en el original alemán está titulada “Aus meinem Leben. Erinnerungen 1927-1977” (“Mi vida. Recuerdos. 1927-1977”) – Joseph Ratzinger evoca con viva sencillez su ordenación sacerdotal. Fue un gran protagonista del catolicismo alemán quien impuso las manos, el 29 de junio de 1951, en Freising, al diácono de veinticuatro años, a su hermano mayor Georg y a otros 42 jóvenes: el cardenal Michael von Faulhaber (1869-1952), insigne biblista y patrólogo, arzobispo de Munich y Freising desde 1917, que en los oscuros años del Tercer Reich se había convertido en uno de los más valientes críticos del régimen de Hitler.


“Al menos los dos últimos meses – escribe Ratzinger - pude dedicarme enteramente al gran paso: la ordenación sacerdotal, que recibimos en la catedral de Freising de manos del cardenal Faulhaber, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo del año 1951. Éramos más de cuarenta candidatos; cuando fuimos llamados respondíamos Adsum: Aquí estoy. Era un espléndido día de verano que permanece inolvidable como el momento más importante de mi vida. No se debe ser supersticioso, pero en el momento en que el anciano arzobispo impuso sus manos sobre mi cabeza, un pajarillo -tal vez una alondra- se elevó del altar mayor de la catedral y entonó un breve canto gozoso; para mí fue como si una voz de lo alto me dijese: «va bien así, estás en el camino justo». Siguieron después cuatro semanas de verano que fueron como una única y gran fiesta.


El día de la primera Misa [el 8 de julio, en Traunstein], nuestra iglesia parroquial de San Osvaldo estaba iluminada en todo su esplendor y la alegría, que casi se tocaba, envolvió a todos en la acción sacra, en la forma vivísima de una "participación activa", que no tenía necesidad de una particular actividad exterior. Estábamos invitados a llevar a todas las casas la bendición de la primera Misa y fuimos acogidos en todas partes -también entre personas completamente desconocidas- con una cordialidad que hasta aquel momento no me podría haber imaginado. Experimenté así muy directamente cuán grandes esperanzas ponían los hombres en sus relaciones con el sacerdote, cuánto esperaban su bendición, que viene de la fuerza del sacramento. No se trataba de mi persona ni la de mi hermano: ¿qué podrían significar, por sí mismo, dos hermanos, como nosotros, para tanta gente que encontrábamos? Veían en nosotros unas personas a las que Cristo había confiado una tarea para llevar su presencia entre los hombres; así, justamente porque no éramos nosotros quienes estábamos en el centro, nacían tan rápidamente relaciones amistosas”.


Sacerdote desde hace sesenta años, Joseph Ratzinger desarrolla cada día con humildad y transparencia la tarea de hacer presente al único Señor del mundo y de la historia entre las mujeres y los hombres de nuestro tiempo, sembrando en sus almas. Por eso – seguro de interpretar no sólo a quien se reconoce en la Iglesia católica sino a muchísimas otras personas en todo el mundo – L’Osservatore Romano ofrece a Benedicto XVI sus felicitaciones. Y repite para él las palabras de la antigua plegaria por el Papa, invocando de Cristo protección y la única felicidad que cuenta: Dominus conservet eum et vivificet eum et beatum faciat eum in terra et non tradat eum in animam inimicorum eius.


(Nota editorial de L’Osservatore Romano, edición diaria, 29 de junio de 2011)

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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29 de junio de 1951: el recuerdo de un testigo

60 años de sacerdocio de Benedicto XVI

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Testimonio del Padre Alfred Läpple, amigo y profesor del joven Joseph Ratzinger, sobre el día de la ordenación sacerdotal del Papa Benedicto XVI.

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La campana de San Corbiniano resonó potente y solemnemente desde el campanario el 29 de junio de 1951, cuando en la catedral de Freising, repleta de gente, ingresaron cuarenta y cuatro diáconos para recibir, de manos del arzobispo de Munich y Freising Cardenal Michael von Faulhaber, el sacramento de la consagración presbiteral (¡en ese entonces nadie hablaba de ordenación!).


Entre los candidatos a la consagración estaban también los hermanos Georg y Joseph Ratzinger. El irrenunciable signo y el elemento esencial del sacramento de la consagración es la imposición de las manos (episcopi manum impositio) unida a la pronunciación de la oración de consagración (oratio consecrationis).


Durante la ceremonia de consagración hubo silencio en toda la catedral mientras el Cardenal Faulhaber impuso las manos a cada candidato. A él lo siguieron muchos sacerdotes, los cuales también dispensaron la consagración. Así también yo las posé en silencio sobre mi amigo Joseph, haciendo una leve presión, de modo que me miró un poco y me reconoció.


Inmediatamente después de la consagración presbiteral, encontré en el Seminario a sus padres (y su hermana María) y los felicité por el inusual acontecimiento de los dos hijos.


Después de las vísperas cantadas por la tarde en la catedral, Joseph Ratzinger fue a mi apartamento del docente (en el segundo piso del Seminario de Freising). Me arrodillé humildemente frente a él y le pedí la bendición de la nueva Misa: Per extensionem manuum mearum…, antigua bendición para sacerdotes con ocasión de la primera Misa). Luego nos despedimos.


Ninguno de los dos podía saber que sólo un año después Ratzinger habría entrado nuevamente a esa habitación, porque en 1952 se convirtió en mi sucesor como docente en el Seminario de Freising.


En Traunstein fueron celebrados, en el mismo día, tres nuevos sacerdotes: Rupert Berger, que luego se convertiría en liturgista, Georg Ratzinger, que sería maestro de capilla de la catedral de Ratisbona, y Joseph Ratzinger, que se convertiría luego en el Papa Benedicto XVI.


Los dos hermanos Ratzinger tuvieron su primera Misa, en latín, el domingo 8 de julio de 1951 en la iglesia parroquial de St. Osvald en Traunstein. Entonces la concelebración no estaba admitida ni siquiera para un par de hermanos.


El hermano menor, Joseph, celebró como su primera Misa, a las siete, la así llamada Misa de los jóvenes. Fue cantada la Misa de Cristo Rey (de 1935) de Joseph Haas. La prédica fue pronunciada por el párroco de Traunstein, Georg Els. A las nueve el hermano mayor, Georg, celebró como su primera Misa la función parroquial, en la que, para honrar a Dios y al nuevo sacerdote músico, se cantó la Misa de Nelson (1798) de Joseph Haydn, dirigida por el director del coro Dr Andreas Hogger. La prédica de la primera Misa fue realizada por el Dr. Hubert Pohlein.


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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Joseph Ratzinger recuerda los orígenes de su vocación

60 años de sacerdocio de Benedicto XVI

 

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En diálogo con Peter Seewald, el Cardenal Joseph Ratzinger recordaba, quince años atrás, el origen de su vocación y las crisis que tuvo que atravesar.

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¿Y cómo conoció su vocación? ¿Cómo supo que estaba destinado para esto? En una ocasión dijo: «Yo estaba convencido, aunque no sabría decir por qué, de que Dios quería de mí algo que sólo podría llevarlo a cabo ordenándome sacerdote».


No lo vi gracias a un rayo de luz que, de pronto, me iluminara y me hiciera entender que debía ordenarme sacerdote, no. Fue más bien un lento proceso que iba tomando forma paulatinamente; tenía una vaga idea, siempre la misma, hasta que, por fin, tomó forma concreta. No sabría decir la fecha exacta de mí decisión. Lo que si puedo asegurar es que, esa idea de que Dios quiere algo de cada uno de nosotros -de mí también-, empecé a sentirla desde muy joven. Sabía que tenía a Dios conmigo y que quería algo de mí; ese sentimiento empezó muy pronto. Luego, con el tiempo, comprendí que se relacionaba con mi ordenación de sacerdote.


Y después, pasado el tiempo, ¿recibió alguna nueva luz se sintió de alguna manera iluminado por Dios?


Iluminado en el sentido clásico de la palabra que nosotros conocemos por los místicos, eso no, nunca; soy un cristiano normal y corriente. Pero en un sentido un poco más amplio, la fe aporta una nueva luz, qué duda cabe. Con la fe unida a la razón -como decía Heidegger- se puede entrever un espacio de claridad entre distintos caminos equivocados.


Y, una vez decidido a ordenarse sacerdote, ¿nunca tuvo dudas, tentaciones, nostalgias?


Si. Claro que tuve. Concretamente en el sexto año de estudios de teología uno se encuentra frente a cuestiones y problemas muy humanos. ¿Será bueno el celibato para mí? ¿Ser párroco será lo mejor para mí? Estas preguntas no siempre tienen respuesta fácil. En mi caso concreto, nunca dudé de lo fundamental, pero tampoco me faltaron las pequeñas crisis.


Pero, qué clase de crisis. ¿Le importaría citarme algún ejemplo?


Durante mis años de estudiante de teología en Munich yo me planteaba dos posibilidades muy distintas. La teología científica me fascinaba. La idea de profundizar en el universo de la historia de la fe, era algo que me interesaba mucho; aquello me abriría extensos horizontes del pensamiento y de la fe, que me llevarían a conocer el origen del hombre y el de mi propia vida. Pero, al mismo tiempo, cada vez veía más claro que el trabajo en una parroquia -donde atendería todo tipo de necesidades- era mucho más propio de la vocación sacerdotal, que el placer de estudiar teología. Eso suponía que ya no podría seguir estudiando para ser profesor de teología que era mi más íntimo deseo. Porque, si me decidía al sacerdocio, significaba una entrega plena a mis obligaciones, incluso en los trabajos muy sencillos y poco gratificantes. Por otra parte yo era tímido y nada práctico -estaba más bien dotado para el deporte que para la organización o el trabajo administrativo-, y también tenía la preocupación de si sabría llegar a las personas, si sabría comunicarme con ellas. Me preocupaba la idea de llegar a ser un buen capellán y dirigir a la juventud católica, o dar clases de religión a los pequeños, atender convenientemente a enfermos y ancianos, etc. Me preguntaba seriamente si estaba preparado para vivir toda la vida así, si aquella era realmente mi vocación.


A todo ello iba siempre unida la otra cuestión de si yo podría hacer frente al celibato, a la soltería, de por vida. La Universidad estaba, por aquel entonces, medio en ruinas y no teníamos local para la Facultad de teología. Estuvimos dos años en los edificios del Palacio de Fürstenried, en los alrededores de la ciudad. Aquello hacía que la convivencia -no sólo entre alumnos y profesores, sino también entre alumnos y alumnas-, fuera muy estrecha, así que la tentación de dejarlo todo y seguir los dictados del corazón era casi diaria. Solía pensar en estas cosas paseando por aquellos espléndidos parques de Fürstenried. Pero, como es natural, también haciendo largas horas de oración en la Capilla. Hasta que, por fin, en el otoño de 1950 fui ordenado diácono; mi respuesta al sacerdocio fue un rotundo sí, categórico y definitivo.


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Tomado de “La sal de la tierra. Una conversación con Peter Seewald”, de Joseph Ratzinger.

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lunes, 27 de junio de 2011

Y Benedicto superó el record de Wojtyla

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Presentamos nuestra traducción de un artículo del vaticanista Luigi Accattoli, en que realiza un interesante análisis de la dimensión itinerante del ministerio petrino en el pontificado de Benedicto XVI:

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El domingo pasado Benedicto estuvo en San Marino y Montefeltro; el 4 y 5 de junio había estado un fin de semana en Croacia; el 7 y 8 de mayo había viajado a Aquileya y Venecia: tres viajes en dos meses.


Y se han anunciado otros seis para este año: irá a Madrid para la Jornada mundial de la Juventud (18-21 de agosto), a Ancona (11 de septiembre) para el Congreso Eucarístico Nacional, a Alemania (22-25 de septiembre), a Lamezia Terme y Serra San Bruno (9 de octubre), a Asís (27 de octubre), a Benín (18-20 de noviembre).


Nueve viajes en un año y sabemos que irá a Milán – para el Encuentro mundial de las familias – el 3 de junio de 2012. ¿Pero cuánto viaja este Papa que muchos imaginaban de tendencia sedentaria en el momento de la elección?


La sorpresa de quien cuenta los viajes es viva: está viajando en sus primeros seis años más que Wojtyla en los últimos seis, cuando tenía la misma edad. No sólo esto sino que, por número de viajes internacionales, sus primeros años se pueden comparar muy bien con los primeros de su predecesor, que tenía veinte años menos.


Sumando los viajes italianos (23) y los internacionales (20) realizados por Benedicto XVI desde que es Papa (seis años y dos meses), tenemos un total de 43 viajes.


Calculando un tiempo equivalente en el Pontificado de Juan Pablo II, a partir de su 78º cumpleaños (que corresponde a la edad en que fue elegido Benedicto), encontramos 9 viajes italianos y 22 internacionales con un total de 31. Por lo tanto, Benedicto supera a Juan Pablo con 43 sobre 31. La comparación es desequilibrada, teniendo en cuenta la condición de salud debilitada en que se encontraba – en aquella misma edad – el Papa polaco.


Tratemos, por lo tanto, de hacer un nuevo intento comparando a los dos Papas viajeros en el período inicial de los Pontificados. Manteniendo firme el período de los seis años y dos meses vividos hasta ahora por Benedicto y proyectándolos sobre el Pontificado naciente del Papa Wojtyla, obtenemos un total de 23 viajes internacionales frente a los 22 de Ratzinger. Debería ser precisado que en aquellos seis años iniciales, el Papa Wojtyla realizó también 35 salidas en Italia (el Papa Ratzinger 23) y que fue obstaculizado por el atentado de mayo de 1981 (lo frenó por seis meses) y que sus viajes internacionales, en aquellos primeros tiempos, eran de más larga duración respecto a los que está haciendo Benedicto.


El Papa viajero sigue siendo siempre él, al menos hasta que llegue otro “sucesor” elegido en edad joven y también proyectado hacia “los confines de la tierra”: él fue elegido a los 58 años y llevaba dos décadas de Pontificado cuando llegó a los 78, que es la edad de elección del Papa Ratzinger. Pero está el hecho de que Benedicto XVI viaja y cómo lo hace. No teniendo el hombre Ratzinger el mismo temperamento viajero que tenía Wojtyla, la conclusión no puede ser más que una: el viajar se ha convertido en un componente obligado del ministerio papal, tal vez también como remedio de la crisis de las Iglesias cristianas que existe, un poco por todas partes, en el mundo. Es verosímil que cualquier Papa en el futuro próximo será inducido a viajar por el ejemplo de los predecesores y por las necesidades de la Iglesia, cualquiera sea su formación o la edad de elección.


Pablo VI – inventor de los viajes papales en la época contemporánea – viajaba ocasionalmente, para realizar misiones simbólicas hacia grandes metas, en respuesta a las nuevas dimensiones de la catolicidad (fue el primer Papa de la historia en pisar todos los continentes) y en aplicación de las indicaciones conciliares (fue a Jerusalén, a Constantinopla, a Ginebra y a la ONU). Juan Pablo II, en cambio, viajaba con la intención de visitar – incluso varias veces – cada Iglesia local, para una sistemática movilización de la comunidad católica mundial.


El modo de viajar del Papa Ratzinger es más similar al del Papa Wojtyla que al del Papa Montini. Tal vez sus viajes más similares a los de Juan Pablo son los tres de las Jornadas Mundiales de la Juventud pero que luego se han desarrollado también como “visitas pastorales” a los países de acogida: Colonia 2005, Sydney 2008, Madrid 2011 (en el próximo mes de agosto). Es probable pensar que él no habría inventado las Jornadas Mundiales de la Juventud si no las hubiese recibido en herencia del predecesor, pero habiéndolas tenido como legado privilegiado, quiso llevarlas adelante encontrando allí también un motivo para viajar.


Otra similitud puede hacerse respecto a los retornos a la patria: Juan Pablo, en los primeros años siete años de pontificado, volvió a Polonia dos veces (1979, 1983); los retornos a la patria de Benedicto serán tres el próximo septiembre. El Papa polaco fue de ayuda para el despertar de Polonia y Benedicto confía que lo mismo pueda ocurrir – sobre otro frente – para su patria, con el don providencial de un Papa alemán.


También España nos puede decir algo: Benedicto fue en el 2006 para el Encuentro con las Familias, en noviembre pasado para la inauguración de la Sagrada Familia, y allí vuelve el próximo mes de agosto para la JMJ. Pablo VI, con sus viajes internacionales, pisó todos los continentes y las metas simbólicas arriba recordadas, pero no volvió nunca al mismo país: en cambio, Benedicto lo hace tras el ejemplo de Juan Pablo. Dos veces Papa Ratzinger viajó a América: a Brasil, en mayo de 2007, y a Estados Unidos, en abril de 2008. Una vez fue a Australia. Y estuvo en África en el 2009 y volverá en el próximo mes de noviembre. Como el audaz Wojtyla, no evitó las metas geopolíticas más difíciles: Turquía, Tierra Santa, Chipre. Tampoco las patrias del secularismo lo han atemorizado: hemos nombrado Alemania y España, pero debe recordarse que ha estado en Austria, en Francia, en la República Checa, en Gran Bretaña. Él – a su modo – continúa la obra de Juan Pablo que puso el prestigio de la figura papal al servicio de la revitalización de las comunidades católicas, atrapadas en una espiral recesiva de inédito alcance histórico.


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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 24 de junio de 2011

El esplendor de la Tradición en la Misa papal de San Marino

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El Papa Benedicto XVI realizó, el pasado domingo, una visita pastoral a la diócesis de San Marino-Montefeltro, en la República de San Marino, donde celebró la Santa Misa, en una ceremonia que se destacó particularmente por el cuidado y la dignidad de la Liturgia. Presentamos la interesante entrevista que Messainlatino realizó al joven liturgista de la diócesis, que tuvo a su cargo la preparación de dicha ceremonia.

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Don Marco, ¿quiere tener la amabilidad de compartir con los lectores de Messainlatino sus observaciones generales sobre la celebración eucarística del domingo pasado? ¿El Papa ha apreciado?


¡Ha sido una jornada espléndida e inolvidable! Como Delegado para la Liturgia de la Visita del Santo Padre, se me permitió realizar, en sintonía con las indicaciones recibidas de la diócesis, algunas opciones bien precisas que, si bien podrían parecer pequeñas a los ojos de muchos, en realidad tenían un único objetivo: favorecer la educación en la fe del pueblo de Dios que se reuniría en torno al Sucesor de Pedro en una situación (un estado de fútbol) ciertamente no óptima.


Por los comentarios recibidos de las personas que entre ayer y hoy encontré, pienso que este objetivo ha sido alcanzado. Más allá de las realizaciones más o menos perfectas de tales opciones.


Pero, valga para todos, el comentario sincero y espontáneo del Papa que, al final de la celebración, dijo a Mons. Negri: “Excelencia, gracias por esta bella celebración y por la música que habéis elegido: ¡me parecía estar en casa!”.


La parte musical fue seguida (y en parte ejecutada) por un querido hermano, que supo combinar sabiamente las mejores tradiciones del canto litúrgico de la Iglesia: el gregoriano (las antífonas del Missale Romanum), los corales (como, por ejemplo, el “Te alabamos, Trinidad”, traducción de un canto alemán querido por el Papa) y la música instrumental (una Misa de Mozart).


En lo que respecta, en cambio, a las opciones hechas para la Santa Misa, nos hemos servido de jóvenes excelentes, provenientes tanto del Seminario de Bolonia como también de otros muchachos que normalmente ayudan en Misa, también en la forma extraordinaria: esto nos permitió estar seguros de los movimientos y tranquilos en lo que concierne a los gestos, que algunos podrán considerar como algo de poco valor, pero que creemos que son igualmente importantes que todo lo demás. Y de este modo, ver a todos los ministros hacer la inclinación, junto al Papa y los obispos concelebrantes, cuando era nombrado el nombre de Jesucristo, ha sido realmente conmovedor. También porque, más allá de que un muchacho pueda comprender determinados gestos, el hecho mismo de hacerlos lo ayuda a comprender.


No siendo todos seminaristas, había dado también indicaciones precisas sobre el modo de vestir: una persona me ha agradecido por haber visto “tantos sacerdotes vestidos como sacerdotes”.

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En los límites impuestos por el elástico Novus ordo Missae, ha habido ulteriores opciones litúrgicas realizadas por usted que han infundido fuertes elementos de continuidad tradicional en el rito, en plena adhesión, por otro lado, al diseño litúrgico restaurador del Papa Benedicto que, evidentemente por esto, se ha sentido “como en casa”.


¿Otras opciones? Hemos decidido que se rece el Canon Romano (en latín, como pide la Santa Sede) porque, además de considerarlo un signo de homenaje al Santo Padre, es ciertamente rico desde un punto de vista teológico. Las críticas no han faltado: “pero no se comprende, es demasiado difícil para la gente normal”. La respuesta que dimos, ciertamente un poco apresurada, es esta: “Bien, ¡de este modo estarán más atentos!”. Y debo decir que en aquel estadio, durante la Plegaria eucarística, ¡se han oído sólo las palabras de los concelebrantes y el sonido de la campana!


Hemos querido también que el altar realizado para la ocasión pudiese resaltar como lugar: se hizo de dos maneras. En primer lugar, utilizando un frontal muy antiguo y de valor, pero sobre todo poniendo sobre el altar siete candeleros muy preciosos con el Crucifijo en el centro. Debo decir, tal vez con una pizca de orgullo, que también aquí hemos logrado el objetivo, visto que muchos me han dicho que su mirada fue atraída por aquella belleza, fija en aquel punto. ¡Y estamos hablando, lo repito, de un estadio, no de una basílica romana!

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Es verdad que se trata de la diócesis de Mons. Negri pero… ¿no le han reprochado estas opciones?


En realidad, no pienso que mi comisión haya hecho opciones “excepcionales”: personalmente trato sólo de comprender las señales que nuestros Pastores, comenzando por el Santo Padre, están dando y han dado. Lamentablemente, fuera del coro unánime y positivo, algunos sacerdotes nos han reprochado haber “adornado el altar de ese modo”. A uno de ellos le respondí: “Puedo entender que a usted no le agrade (la contra-propuesta era poner dos candeleros pequeños de un lado y flores del otro) pero pienso que, como yo, debería al menos tener la humildad de hacerse dos preguntas: ¿por qué la indicación es hacerlo de esta manera? Y la segunda: siendo sacerdotes, ¿por qué nos resulta tan difícil comprender estas opciones?


Y aquí llegamos a la cuestión de la comunión. En particular suscitó perplejidades a algunos el hecho de que, en las moniciones preparadas, se hubiese añadido la siguiente frase: “La Comunión, según las disposiciones universales vigentes, será distribuida sólo y exclusivamente en la lengua…”. Un sacerdote me reprochó diciéndome que no podíamos decir algo así teniendo en cuenta que en Italia se puede recibir la Comunión en la mano. Le hice notar, sin embargo, que lo que se había dicho era correcto. De hecho, según las “disposiciones universales vigentes”, la Santa Comunión puede ser distribuida sólo en la lengua. Distinta es la situación en Italia (y en otros países) en donde, a través de un indulto de la Santa Sede y por pedido de las Conferencias Episcopales, se permite también recibirla en las manos. Además, y es este el caso, la opción de la Diócesis estaba bien ponderada a causa del carácter extraordinario de la situación…

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En efecto, es la primera vez, por lo que sabemos, en que se da un claro mensaje a los fieles y se los invita a recibir la comunión en la lengua (y, si es posible, de rodillas), dando también una sucinta catequesis eucarística y recordando la obligatoriedad de la previa confesión. Este es el texto difundido antes de la Misa: “Los fieles que, habiéndose confesado, se encuentran actualmente en estado de Gracia y que, por lo tanto, pueden recibir el Santísimo Cuerpo del Señor, se acercarán al ministro más cercano a ellos. La Comunión, según las disposiciones universales vigentes, será distribuida sólo y exclusivamente en la lengua, con el fin de evitar profanaciones pero sobre todo para educarnos en tener una cada vez mayor y más alta consideración del Santo Misterio que es la Presencial Real de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, no será permitido a nadie recibir la Comunión en las propias manos. Después de haber hecho la debida reverencia, adoraremos la Hostia que es sucesivamente apoyada sobre la lengua. Para quien no estuviese impedido por motivos de espacio o de salud, la Comunión puede ser recibida también estando de rodillas”. Explíquenos un poco.


El motivo de esta opción y la consiguiente prohibición de dar la Comunión en la mano surgió de dos reflexiones: la primera es contingente y es la de evitar que sucediese, como tantas otras veces, de encontrar en alguna subasta online las Hostias consagradas por un Papa; pero sobre todo deseábamos con este gesto que se pudiese ayudar al pueblo a comprender la sublimidad de tal Misterio y, por lo tanto, a tener un mayor respeto por él. Un sacerdote me dijo que “las manos no son ciertamente menos dignas que la lengua”. Esto es cierto, pero también es ciertamente más difícil que las Hostias caigan, ¡sobre todo en una situación particular como la Misa en un estadio! El pueblo ha entendido, ha apreciado y muchos han venido agradecer, ¡también de entre aquellos que no me lo habría esperado! Mirabile dictu!

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Pero no ha sido sólo la Misa del domingo, durante el viaje del Papa…


En Pennabilli, pocos tal vez lo han visto en directo, ha habido al menos una particularidad digna de mención.


Preparando el libreto del encuentro buscamos elegir los cantos de modo que tomáramos en consideración las propuestas que la Comisión de Pastoral Juvenil había hecho. De este modo, junto a Jesus Christ de Frisina, añadimos una canción de escucha que pudiera dejar a los jóvenes con la boca abierta: “Gloria a Dios”, de la Misa Criolla. Comprendo que ha sido una opción arriesgada incluso en un contexto para-litúrgico, pero al final el Santo Padre estaba tan conmovido que incluso aplaudió por la belleza del canto. Al final, un canto cielino a la Virgen: “Ave Maria, Splendor del Mattino”.


Al igual que en el óptimo almuerzo en la Casa San José (el lugar que nos hospedaba y donde luego reposó el Papa), hubo un dulcis in fundo. Se trató de un canto que, según el decir de un altísimo prelado presente en el atrio de la Catedral, mientras lo cantaba con todo el aliento posible, “no se escuchaba desde hacía muchísimos años”. ¡El canto ha sido nada menos que “Bianco Padre”!


Habría podido cambiar todo pero personalmente deseaba que pudiera ser cantado en vivo: ha sido extraordinario ver a cinco mil jóvenes (según los periódicos) cantar en la presencia del Papa este canto dedicado a él. Y pienso que, para la educación de nuestro pueblo, ha sido fundamental para comprender todo el amor que nosotros debemos tener por el “dulce Cristo en la tierra”.

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¿El Papa lo apreció?


El Papa estaba entusiasmado: cuando fue el momento de los saludos, me agradeció mucho por el trabajo realizado, diciendo que toda la jornada había estado caracterizada por la belleza (¿o Belleza?) que permitió vivir con oración y devoción esta visita que, incluso con la particularidad del huésped, ¡es siempre una visita pastoral!


Sólo puedo esperar que esta visita a San Marino-Montefeltro pueda servir de ejemplo (ciertamente no es el único y tal vez tampoco el mejor, aún si deseo que el “espíritu” haya sido el correcto) y permita dar un paso más hacia aquella sana visión teológico-litúrgica en la cual el Papa está tratando de educar a la Iglesia de Cristo. ¡Porque sólo de este modo el círculo hermenéutico entre lex credendi y lex orandi se puede realizar sin dificultades!

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Fuente: Messainlatino


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 17 de junio de 2011

Regalo al Papa: 186 mil horas de adoración

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Ciento ochenta y seis mil horas de adoración eucarística en pocos días, para celebrar al Papa y pedir al cielo el don de sacerdotes santos y de nuevas vocaciones. Es el regalo especial con ocasión del sexagésimo aniversario de la ordenación sacerdotal de Joseph Ratzinger que la Congregación para el Clero solicitó a los católicos de todo el mundo, pidiendo a cada obispo de las 3100 diócesis de la Iglesia promover 60 horas de adoración, una por cada año de sacerdocio de Benedicto XVI.


Desde hace días se multiplican los avisos y los anuncios en las diversas diócesis para iniciativas de oración y de adoración al Santísimo Sacramento en vistas del aniversario.


El 29 de junio de 1951, fiesta de los santos Pedro y Pablo, Joseph Ratzinger, junto al hermano mayor Georg y otros cuarenta candidatos, recibió la ordenación sacerdotal. El día de verano era espléndido, la ceremonia tuvo lugar en la catedral de Freising. La presidió el cardenal Michael Faulhaber, opositor del nazismo y autor del primer boceto de la encíclica de Pío XI Mit brennender Sorge que en marzo de 1937 había condenado las teorías hitlerianas.


Cuando le tocó al joven Joseph arrodillarse frente al viejo purpurado, ocurrió algo. “No se debe ser supersticioso – escribirá Ratzinger en su autobiografía – pero en el momento en que el anciano arzobispo impuso las manos sobre mí, un pajarillo – tal vez una alondra – se elevó desde el altar mayor de la catedral y entonó un breve canto gozoso; para mí fue como si una voz desde lo alto me dijese: está bien así, estás en el camino correcto”.


Para recordar ese momento del modo más significativo desde el punto de vista cristiano, que es el de la oración, la Congregación para el Clero guiada por el cardenal Mauro Piacenza, con una carta firmada por el secretario del dicasterio, el arzobispo Celso Morga Izuruibieta, fechada el 13 de mayo de 2011 y enviada a los obispos de todo el mundo por medio de los nuncios apostólicos, sugirió que se organizasen sesenta horas de adoración en cada diócesis.


“La ocasión – se lee en la carta – es particularmente propicia para reunirnos en torno al Sumo Pontífice, para testimoniarle toda nuestra gratitud, nuestro afecto, nuestra comunión por el servicio que está ofreciendo a Dios y a Su Iglesia y, sobre todo, por aquel resplandecer de la Verdad sobre el mundo, al cual su alto magisterio continuamente hace referencia”.


“Se piensa poder ofrecer algo grato al Santo Padre invitando a cada circunscripción eclesiástica, con particular participación de los sacerdotes, a ofrecer, por la circunstancia del sexagésimo aniversario, sesenta horas de adoración eucarística, continuadas o distribuidas en el próximo mes de junio, por la santificación del clero y para obtener de Dios el don de nuevas y santas vocaciones sacerdotales”.


El culmen del camino de oración “podría coincidir con la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús (Jornada de santificación sacerdotal), el próximo 1° de julio”. De este modo, se ofrecería al Papa “una extraordinaria corona de oración y de sobrenatural unidad, capaz de mostrar tanto el centro real de nuestra vida, del cual brota todo esfuerzo misionera y pastoral, como el auténtico rostro de la Iglesia y de sus sacerdotes”.

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Fuente: Sacri Palazzi


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 10 de junio de 2011

Momento decisivo para la FSSPX; momento de oración para toda la Iglesia

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Presentamos un artículo del blog Messainlatino, cuya información ha sido confirmada por otros sitios católicos, sobre la posibilidad de que en los próximos días sea ofrecida a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X un status canónico que regularice su situación. Por esta razón, se propone una oración especial durante la octava de Pentecostés. Nos unimos a esta sugerencia, recordando las palabras del Santo Padre, según las cuales si el compromiso laborioso por la fe, por la esperanza y el amor en el mundo es en estos momentos (y, de modos diversos, siempre) la auténtica prioridad para la Iglesia, entonces también forman parte de ella las reconciliaciones pequeñas y medianas”. Con el Papa Benedicto XVI recemos, entonces, para que esta reconciliación interna en el seno de la Iglesia pueda hacerse realidad.


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Pentecostés 2011: sobre la base de las informaciones que hemos podido recoger, todo indica que hemos llegado, en este mes de junio de 2011, al momento más crucial de las relaciones entre la Fraternidad San Pío X y Roma desde el comienzo del pontificado de Benedicto XVI.


Pentecostés 2011: el procedimiento que había indicado Mons. Fellay, superior de la FSSPX, llega a su conclusión:


a) El Motu proprio del 7 de julio de 2007, confirmado por la Instrucción aplicativa del 30 de mayo de 2011, reconoce a todo sacerdote católico de rito romano el derecho a celebrar la Misa según el antiguo uso: se trataba de la primera condición preliminar puesta por Mons. Fellay para una eventual reconciliación.


b) El decreto del 21 de enero de 2009 levanta las excomuniones de los cuatro obispos de la Fraternidad: se verifica así la segunda condición preliminar, puesta por Mons. Fellay.


c) Una comisión teológica de la Fraternidad es invitada a Roma para afrontar coloquios doctrinales con la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una mesa de discusión con tres teólogos de la FSSPX y tres teólogos romanos: como fue expresamente pedido por la Fraternidad con el fin de poder verificar las hipótesis para reparar la ruptura entre Roma y los herederos de Mons. Lefebvre.


Pentecostés 2011: en su última entrevista concedida en Gabón, y publicada en el sitio de la Fraternidad DICI, se puede constatar que Mons. Fellay se plantea dos preguntas sobre los eventos que podrían ocurrir. Éstas, precisamente, sus palabras en la entrevista:


Entrevistador: Permítame concluir, Excelencia, con dos preguntas. La primera concierne a la relación entre la Fraternidad y Roma. ¿En qué punto estáis en vuestros contactos? Pregunta complementaria: ¿podemos esperar a mediano plazo una normalización de estas relaciones?


Mons. Fellay: Los contactos continúan. Llegamos probablemente al final de una fase de discusiones. Todavía no está completamente claro. ¿Qué ocurrirá? ¿Cuál será el resultado de esta fase? Esto responde a la segunda pregunta. ¿Qué prevé ahora Roma para nosotros? No debemos ilusionarnos: estamos en medio de la crisis de la Iglesia; ciertamente no ha terminado. ¿Cuál es nuestro destino en esta crisis? Pienso que de algún modo el buen Dios nos ha vinculado a esta crisis, para que trabajemos en la restauración de la Iglesia pero ésta podría durar todavía una década, tal vez dos. Se debe tener gran valentía y perseverancia. Todo puede resolverse mañana, o bien pasado mañana. Todo está en las manos del buen Dios. Permanezcamos simplemente fieles.


La primera pregunta concierne a la continuación que se ha de dar a los coloquios doctrinales: estos están ya concluidos. Se puede pensar que las síntesis de los mismos serán ahora examinados, como está previsto, por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aparecerán entonces claramente tanto las convergencias como las divergencias sobre el Concilio Vaticano II y sobre la nueva liturgia. Después de una larguísima maduración, seguramente providencial, habrá sin duda una mayor claridad y al mismo tiempo la gracia, inesperada por ambas partes hasta hace pocos años atrás, de haber podido afrontar una discusión sobre la sustancia de los problemas. Sin embargo, la constatación final (sobre el subsistir de divergencias que sólo el futuro podrá allanar) no será radicalmente diverso de la que había hecho en 1988 el cardenal Ratzinger, cuando decidió igualmente firmar con Mons. Lefebvre un acuerdo canónico (acuerdo que luego fracasó en la cuestión del nombramiento de obispos solicitado por el prelado francés).


Y esto responde a la segunda pregunta de Mons. Fellay: “¿Qué prevé ahora Roma para nosotros?”. El Papa está por proponer a Mons. Fellay la constitución de un Ordinariato, para regularizar la situación de la FSSPX y de sus comunidades aliadas, dejándole la plena (e indispensable, vistos ciertos obispos en circulación) autonomía respecto a los obispos diocesanos. Algunos miembros de una comunidad Ecclesia Dei han podido precisar que ésta propuesta será hecha en el curso del presente mes de junio a Mons. Fellay.


Pentecostés 2011: el actual pontificado ha efectuado aperturas inmensas y generosas para llegar a la pacificación: el discurso del Papa a la Curia sobre la interpretación del Vaticano II, en el 2005; el Motu Proprio Summorum Pontificum para la liberalización de la celebración de la liturgia tradicional, en el 2007; el gesto, cuyo precio ha sido lamentablemente muy alto para el Santo Padre, del levantamiento de las excomuniones de los cuatro obispos de la FSSPX, en el 2009. Ahora parece haber llegado el momento para cruzar hacia otra etapa: que la Fraternidad pase de la situación irregular de “ilegitimidad” a un status canónico de “reconocimiento”. Es una solución win-win, en el que todos tendrían muchísimo por ganar: por un lado, Roma repararía una dolorosa ruptura y encontraría tropas nuevas y determinadas para conducir la batalla de la recuperación de lo que las últimas décadas han disipado; por otro lado, la FSSPX se limpiaría del estigma de rebelión y de “cisma”, lo que le permitiría desarrollar un apostolado mucho más eficaz y sin sufrir los mil prejuicios que la acompañan en la mente del católico medio, conservando al mismo tiempo la actual libertad de movimiento y de acción.


Una gran esperanza nos anima. Pero también nos asalta el temor de que una ocasión decisiva, probablemente única, pueda fallar. Todos los católicos (incluidos aquellos que aman el Vaticano II – o, mejor, una cierta idea del Vaticano II – más que a la Iglesia) no pueden más que desearlo.


Es por eso que, por amor a la Iglesia, al Santo Padre, y en pro del mejor uso posible de la “misión” de la FSSPX, Messainlatino se toma la libertad de suplicar a todos que se unan en la oración durante toda la octava de Pentecostés, invocando al Omnipotente para que la Fraternidad San Pío X pueda recuperar un status oficial en la Iglesia.


Por esta intención, con el consejo y la aprobación de sacerdotes que colaboran con este sitio, desde el domingo de Pentecostés hasta el de la Trinidad, pedimos a todos rezar esta oración:


V/.Veni, Sancte Spiritus,

R/. Reple tuorum corda fidelium, et tui amoris in eis ignem accende.


V./ Emitte Spiritum tuum et creabuntur;

R./ Et renovabis faciem terrae.


Oremus


Deus, qui corda fidelium Sancti Spiritus illustratione docuisti, da nobis in eodem Spiritu recta sapere, et de eius semper consolatione gaudere. Per Christum Dominus nostrum. Amen.


Y ofrecer por esta intención el rosario cotidiano.

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Fuente: Messainlatino


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 8 de junio de 2011

Mons. Pozzo: “Algunas objeciones de la FSSPX tienen sentido”

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Presentamos nuestra traducción al español de una entrevista concedida por Mons. Guido Pozzo, Secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, a Nouvelles de France y traducida al italiano por el blog Messainlatino.

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Monseñor, ¿cuál es el objetivo del Motu proprio Summorum Pontificum?


El Motu proprio Summorum Pontificum quiere ofrecer a todos los fieles católicos la liturgia romana, en el usus antiquior, considerándolo como un tesoro precioso que debe ser conservado. A tal fin, busca garantizar y asegurar a todos aquellos que lo piden el uso de la forma extraordinaria así como promover la unidad y la reconciliación en la Iglesia.

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¿Por qué este éxito de la Misa de San Pío V entre los jóvenes católicos?


Pienso que el recogimiento interior, el significado de la Misa como sacrificio, es particularmente valorizado por la forma extraordinaria. Esto explica, en parte, el aumento del número de fieles que la reclaman.

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La carta del Papa que acompaña el Motu proprio indica que ha habido un aumento del número de fieles que pide el uso de la forma extraordinaria. ¿Cuál es la razón, en su opinión?


La carta de acompañamiento del Motu proprio presenta los motivos y las explicaciones que aclaran el objetivo y el significado del Motu proprio. Es esencial notar que ambas formas del único rito romano se enriquecen mutuamente y deben, por lo tanto, ser consideradas complementarias. El restablecimiento del usus antiquior del Misal romano con su marco normativo propio se ha debido a un aumento en los pedidos provenientes de los fieles que desean participar en la celebración de la Santa Misa en la forma extraordinaria. Se trata, esencialmente, de respetar y valorar un particular interés de algunos fieles por la Tradición y por la riqueza del patrimonio litúrgico puesto en evidencia por el rito romano antiguo. Es interesante que esta sensibilidad esté presente también en las jóvenes generaciones, es decir, entre aquellos que no habían sido precedentemente formados en este tipo de liturgia.

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Se dice que los movimientos tradicionales suscitan más vocaciones que en otros lugares. ¿Es cierto? Y si lo es, ¿por qué?


En los institutos que dependen de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei y siguen las formas litúrgicas y disciplinares de la Tradición, hay un aumento de las vocaciones sacerdotales y de vocaciones a la vida religiosa. Sin embargo, pienso que un resurgimiento de las vocaciones sacerdotales se encuentra también en los seminarios. Sobre todo allí donde se brinda una formación y una educación al ministerio sacerdotal y a una vida espiritual seria y rigurosa, sin rebajas frente a la secularización, que lamentablemente ha entrado en la mentalidad y en las formas de vida de algunos clérigos e incluso de algunos seminarios. Ésta es, en mi opinión, la causa principal de la crisis de las vocaciones al sacerdocio, crisis de calidad más que de cantidad. Presentar la figura del sacerdote en su identidad profunda, como ministro de lo sagrado, como alter Christus, como guía espiritual del pueblo de Dios, como aquel que celebra el sacrificio de la Santa Misa y perdona los pecados en el sacramento de la Confesión, actuando in persona Christi capitis: esa es la condición esencial para la creación de una pastoral vocacional que sea fructuosa y permita el resurgimiento de las vocaciones al sacerdocio ministerial.

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¿Sabe si el Papa está satisfecho con la aplicación del Motu proprio?


La Pontificia Comisión Ecclesia Dei mantiene constantemente informado al Santo Padre sobre la evolución de la aplicación del Motu Proprio y sobre el aumento de su recepción, a pesar de las dificultades que vemos aquí o allá.

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¿Cuáles son las dificultades prácticas de aplicación que encontráis?


Hay todavía resistencia por parte de algunos obispos y miembros del clero que no hacen suficientemente accesible la Misa tridentina.

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La Instrucción Universae Ecclesiae parece impulsar todavía más la celebración de la forma extraordinaria. ¿Es así?


La Instrucción está destinada a contribuir a aplicar aún más eficaz y correctamente las directivas del Motu proprio. Ofrece algunas aclaraciones normativas y algunas clarificaciones de aspectos importantes para la aplicación práctica.

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Se tiene la impresión de que es principalmente en Francia donde las reacciones son más epidérmicas sobre este tema. En su opinión, ¿cuál es la razón de esto?


Tal vez es demasiado pronto para dar una valoración suficientemente completa de las reacciones a la Instrucción, y esto vale no sólo para Francia. Pero me parece que, pensando en la situación de la Iglesia en Francia, se debería tomar en consideración el hecho de que hay una tendencia a polarizar y radicalizar los juicios y las convicciones en esta materia. Esto no favorece una buena comprensión y una recepción auténtica del documento. Es necesario, más bien, superar una visión principalmente emotiva y sentimental. Se trata – y es un deber – de recuperar el principio de la unidad de la liturgia, que justifica precisamente la existencia de dos formas, ambas legítimas, que no deben nunca ser vistas en oposición o en alternativa. La forma extraordinaria no es un retorno al pasado y no debe ser entendida como un poner en discusión la reforma litúrgica querida por el Vaticano II. Del mismo modo, la forma ordinaria no es una ruptura con el pasado, sino su desarrollo, al menos en algunos aspectos.

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“Solicitud de los Sumos Pontífices” e “Iglesia universal” son los respectivos títulos del Motu proprio y de su Instrucción. ¿Esto significa que el objetivo es la reconciliación con los “tradicionalistas”?


La Instrucción, como dije al comienzo, busca promover la unidad y la reconciliación en la Iglesia. El término “tradicionalista” es, con frecuencia, una fórmula genérica utilizada para definir cosas muy distintas. Si por “tradicionalistas” se entiende a los católicos que reafirman con fuerza la integridad del patrimonio doctrinal, litúrgico y cultural de la fe y de la tradición católica, es claro que ellos encontrarán consuelo y apoyo en la Instrucción. El término “tradicionalista” puede, además, ser interpretado de modo diverso y designar a aquel que hace un uso ideológico de la Tradición para oponer la Iglesia de antes del Concilio Vaticano II y la Iglesia del Vaticano II, que se habría alejado de la Tradición. Las desviaciones doctrinales y las deformaciones litúrgicas que se han verificado después del final del Concilio Vaticano II no tienen ningún fundamento objetivo en los documentos conciliares comprendidos en el conjunto de la doctrina católica. Las frases o las expresiones de los textos conciliares no pueden y no deben ser aisladas o separadas, por así decir, del contexto general de la doctrina católica. Lamentablemente, estas desviaciones doctrinales y estos abusos en la aplicación práctica de la reforma litúrgica constituyen el pretexto de este “tradicionalismo ideológico” que hace rechazar el Concilio. Tal pretexto se basa en un prejuicio infundado. Es claro que hoy ya no es suficiente repetir el dato conciliar, sino que se debe al mismo tiempo refutar las desviaciones e interpretaciones erróneas que pretenden basarse en la enseñanza conciliar. Esto vale también para la liturgia. Es la dificultad a la que debemos hacer frente hoy.

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Los fieles que piden la celebración en la forma extraordinaria no deben sostener o pertenecer de ninguna manera a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la santa misa o de los sacramentos celebrados en la forma ordinaria o al Romano Pontífice como Pastor supremo de la Iglesia universal” (Instrucción Universae Ecclesiae, § 19). ¿Esta norma afecta a la Fraternidad de San Pío X?


El artículo de la Instrucción al que hace referencia concierne a determinados grupos de fieles que consideran o postulan una antítesis entre el Misal de 1962 y el de Pablo VI, y que piensan que el rito promulgado por Pablo VI para la celebración del Sacrificio de la Santa Misa es dañino para los fieles. Debo precisar que se debe distinguir claramente el rito y el Misal como tal, celebrado según las normas, y una cierta comprensión y aplicación de la reforma litúrgica caracterizada por ambigüedades, deformaciones doctrinales, abusos y banalizaciones, fenómenos lamentablemente bastante difundidos que han llevado al cardenal J. Ratzinger a hablar sin titubeos, en una de sus publicaciones, de “derrumbamiento de la liturgia”. Sería injusto y equivocado atribuir la causa de tal colapso al Misal reformado. Al mismo tiempo, se debe acoger la enseñanza y la disciplina que el Papa Benedicto XVI nos ha dado en su carta apostólica Summorum Pontificum para restaurar la forma extraordinaria del rito romano antiguo, y seguir el modo ejemplar con que el Papa celebra la Santa Misa en la forma ordinaria en San Pedro, en sus visitas pastorales y en sus viajes apostólicos.

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¿Aún hoy piensa que la enseñanza del Concilio no es aplicada correctamente?


En el conjunto, lamentablemente sí. Hay situaciones complejas en las que se constata que la enseñanza del Concilio no ha sido todavía comprendida. Se practica todavía una hermenéutica de la discontinuidad respecto a la Tradición.

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Benedicto XVI parece estar muy atento a la liturgia en su pontificado, ¿verdad?


Es absolutamente cierto, pero la precisión que hice concernía sobre todo a los grupos que piensan que hay una oposición entre los dos Misales.

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¿La Fraternidad San Pío X reconoce este Misal cómo válido y lícito?


Eso habría que preguntárselo a la Fraternidad San Pío X.

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¿El Santo Padre desea que la Fraternidad San Pío X se reconcilie con Roma?


Ciertamente. La carta de levantamiento de las excomuniones de los cuatro obispos ilícitamente consagrados por el Arzobispo Lefebvre es la expresión del deseo del Santo Padre de promover la reconciliación de la Fraternidad San Pío X con la Santa Sede.

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El contenido de las discusiones que se llevan a cabo entre Roma y la Fraternidad San Pío X es secreto, ¿pero sobre qué puntos y de qué modo se desarrollan?


El nudo esencial es de carácter doctrinal. Para alcanzar la genuina reconciliación, se deben superar algunas cuestiones doctrinales que están en la base de la fractura actual. En los diálogos en curso, se confrontan argumentos entre los expertos elegidos por la Fraternidad San Pío X y los expertos elegidos por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Al final, se preparan síntesis conclusivas, que resumen las posiciones expresadas por las dos partes. Los temas discutidos son conocidos: el primado y la colegialidad episcopal; la relación entre la Iglesia católica y las confesiones cristianas no católicas; la libertad religiosa; el Misal de Pablo VI. Al final de los coloquios, los resultados de las discusiones serán presentados a las respectivas instancias autorizadas para una valoración global.

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Parece inconcebible que pueda haber una puesta en discusión del Concilio Vaticano II. ¿Entonces en qué pueden centrarse estas discusiones? ¿En una mejor comprensión del mismo?


Se trata de la clarificación de puntos por aclarar que precisan el significado exacto de la enseñanza del Concilio. Esto es lo que el Santo Padre ha comenzado a hacer el 22 de diciembre de 2005, comprendiendo el Concilio en una hermenéutica de la renovación en la continuidad. Sin embargo, hay algunas objeciones de la Fraternidad San Pío X que tienen sentido, porque ha habido una interpretación de ruptura. El objetivo es mostrar la necesidad de interpretar el Concilio en la continuidad de la Tradición de la Iglesia.

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El Cardenal Ratzinger ha sido responsable de las discusiones cerca de 20 años atrás. ¿Continúa siguiendo su desarrollo ahora que es Papa?


En primer lugar, el rol del secretario es el de organizar y garantizar el correcto desarrollo de las discusiones. La valoración de éstas compete al Santo Padre, que sigue las discusiones, con el cardenal Levada, está informado de ellas y da su parecer. Lo mismo ocurre en todos los otros puntos que afronta la Congregación.

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Fuente: Messainlatino


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 5 de junio de 2011

Mons. Savio Hon: “En China se ha pasado de problemas diplomáticos a problemas teológicos”

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Presentamos una interesante entrevista al arzobispo chino Savio Hon, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, sobre la difícil realidad de la Iglesia en China y la postura de la Santa Sede al respecto.

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Se ha extendido el rumor de que el próximo 9 de junio habría una nueva ordenación episcopal ilegítima en Hankow (Wuhan, Hubei), sin el mandato papal…


Esta noticia me preocupa, preocupa al Papa y sobre todo a toda la Iglesia de China. Por lo que sé, los fieles de Hankow han reaccionado y con el Código de derecho canónico en mano han pedido al gobierno y a la Asociación Patriótica no hacer este gesto y evitar esta ordenación.


Parece que también el candidato, el padre Shen Guoan, no quiere hacerlo. Pero, por desgracia, en estos tiempos no tenemos muchas noticias sobre qué piensa el candidato. Pero de hermano a hermano, quiero decir al padre Shen: tengo confianza en ti, en que actuarás del modo correcto, y no hay otro modo correcto más que rehusarse a aceptar.

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¿Qué tan grave es una ordenación ilícita?


La Iglesia es un Cuerpo, del que Cristo es la cabeza y nosotros somos los miembros, perfectamente unidos en el Espíritu Santo. Es un hecho místico y sacramental. Todo acto de división – como esta ordenación episcopal ilícita – es un acto de división de la Iglesia y provoca gran dolor a todo el cuerpo, es como arrancar un miembro del cuerpo vivo. Todo el cuerpo queda herido y ensangrentado.


Luego está la consecuencia: cuanto más ocurren ordenaciones ilícitas, más parece que la Iglesia en China – o algunas partes – quiere construir una Iglesia totalmente diversa, una comunidad que no tiene nada que ver con el Santo Padre.

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¿Cómo puede ser que algunos, aún sabiendo esto, organizan y preparan ordenaciones ilícitas? Se dice que la Asociación Patriótica está preparando al menos diez ordenaciones episcopales…


Para mí es difícil de juzgar pero, por lo que se ve, es claro que sacerdotes y obispos están bajo presión. Pero esta presión me parece menos fuerte que la que otros hermanos nuestros han sufrido en décadas pasadas: hoy no se corre el riesgo de trabajos forzados, prisión, muerte. El gobierno de hoy no hace estas cosas.


Ciertamente, si los obispos y los sacerdotes no se someten, serán castigados de diversos modos. Por ejemplo, se pueden perder las subvenciones del Estado para la diócesis; se crean obstáculos al trabajo pastoral cotidiano; hay sanciones en la carrera (por ejemplo, no se los promueve en la asamblea consultiva del gobierno); o no reciben permisos para ir al exterior o para viajar dentro de China; o se los obliga a someterse a cursos de reeducación.


Tenemos un ejemplo de esto: Li Lianghuai, el obispo que se rehusó a participar en la Asamblea de los representantes católicos el pasado mes de diciembre, ahora está siendo sometido a sesiones de reeducación. Pero precisamente este ejemplo muestra que es posible rechazar el sometimiento.


Otra cosa que puede pesar es el aislamiento forzoso de los otros obispos o de los sacerdotes, o de los fieles. Frente a estos castigos, hay obispos que resisten y otros que son débiles. El gobierno sabe elegir a sus candidatos entre aquellos que son más frágiles y más dispuestos al compromiso.


Ciertamente hay también oportunistas que aceptan el compromiso y lo revisten de altas motivaciones: lo hacemos por el bien de la Iglesia; tenemos necesidad de las subvenciones del Estado; es urgente la evangelización; etc… Pero esto es un bien falso: cuando la Iglesia es separada de la piedra, de Pedro, automáticamente la Iglesia se vuelve débil.


En todo caso, todos estos castigos a los que se puede ser enfrentados, no son suficientes para no resistir. Y quien se somete, realiza un acto público, que crea escándalo y es un contra-testimonio para los fieles, y debilita la historia heroica de tantos obispos que han resistido. Al presente, hay diversos candidatos al episcopado que resisten y que no quieren ser ordenados sin todas las garantías canónicas y el mandato del Papa.

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El Papa, recordando la Jornada de oración por la Iglesia en China, pidió rezar por aquellos que se ven tentados por el oportunismo…


Todos los candidatos sacerdotes son nuestros hermanos y esto nos debe impulsar a comprenderlos y sostenerlos. Pero esta comprensión no debe echarlos a perder e impulsarlos a gestos negativos. Nuestra compasión debe hacerlos más fuertes en los momentos difíciles. Por otro lado, si te mantienes firme, el gobierno no te toca; si, en cambio, te muestras fácil de doblegar, de compromiso, el gobierno se aprovechará de ti. Hay candidatos obispos que se han puesto firmes y no han aceptado ser ordenados como obispos excomulgados; o hasta que no llegara el mandado papal. Frente a su firme posición, el gobierno no ha podido hacer nada.

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¿Qué hace la Santa Sede por estos candidatos?


Por nuestra parte, es necesario comprometernos más en la formación del clero, para que en el seminario crezcan líderes, personas que se mantengan firmes. Lamentablemente, por una parte, desde el exterior nosotros podemos hacer poco; y, por otra, me doy cuenta que el gobierno mismo tiene un ojo en los jóvenes y se encarga y forma a sus candidatos, a los que luego doblegará de tanto en tanto. De todos modos, a ningún gobierno le gusta una persona oportunista. Porque éstas pueden cambiar de idea y serán siempre usadas y luego desechadas.


En la situación en China, vale la pena aconsejar a obispos y sacerdotes que si se sienten débiles o incapaces de resistir a las presiones, pidan ser exonerados del servicio pastoral, que tengan el coraje de suspender el ministerio.


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¿Conviene al gobierno construir una Iglesia independiente?


Al gobierno en el fondo sólo le interesa que haya una Iglesia que pueda distribuir los sacramentos a los fieles chinos y a los extranjeros que se encuentren en China. Esto hace creer que hay libertad religiosa en el país, aún si desde el punto de vista canónico y teológico hay problemas.


China se inspira en el principio “El gobierno primero, la religión después”. El punto es que no se define hasta qué punto la religión debe ir en el segundo puesto.


Practicar por largo tiempo el método de la auto-elección y de la auto-ordenación (sin el mandato papal) tarde o temprano destruye a la Iglesia y antes o después tampoco los fieles irán a aquellos obispos separados de la Santa Sede.


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Por otro parte, los sacramentos dados por un obispo ilícito son válidos…


Hasta ahora, la Carta del Papa precisaba que por el bien de los fieles, se podía – en circunstancias excepcionales – recibir el sacramento válido, pero ilícito, de un obispo ilegítimo. Pero si esta situación se convierte en una constante, temo que se deberá revisar esta indicación y explicar a los fieles, chinos y también extranjeros, que no es posible recibir el sacramento de ellos. De hecho, si se sigue sin hacer ninguna diferencia, los fieles no comprenderán ya quién es fiel al Papa y quién no lo es, y se corre el riesgo de confundir la fe de los sencillos.


La indicación de poder acudir a los sacramentos de los obispos ilegítimos puede servir en situaciones de emergencia, pero no hace crecer la comunión en la Iglesia. Es un modus non morientis, pero no un modus vivendi: es una indicación para que la Iglesia no muera, para que sobreviva, pero no es algo que ayude a la Iglesia a vivir y a crecer.


Lo que digo está en línea con los muchos pedidos que vienen de la Iglesia en China, que piden al Vaticano precisar y dar indicaciones precisas sobre cómo los fieles y los sacerdotes deben comportarse frente a los obispos ilegítimos.

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Después de la ordenación ilegítima de Chengde, la Santa Sede emitió un comunicado muy preciso, condenando el gesto…


Sí, pero no dijo una cosa: no distinguió entre el poder episcopal y el ministerio pastoral. Uno se convierte en obispo por la ordenación sacramental pero se vuelve pastor de una parte del pueblo de Dios por el mandato del Papa. Esto significa que un obispo ilegítimo ha recibido la ordenación y, por lo tanto, es obispo, pero no tiene ningún derecho de dirigir a los fieles porque no tiene el mandato papal. En el caso de Chengde, la ordenación es válida (aunque ilícita), pero el nuevo ordenado no tiene ningún poder de guía sobre su grey. Esto significa que los fieles de Chengde no tienen el deber de obedecerle y él mismo no tiene el poder de ordenar sacerdotes.

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Con todas estas amenazas de ordenaciones ilícitas, estas dificultades, ¿hay signos de esperanza en la Iglesia en China?


Muchos sacerdotes, junto a los fieles, siguen la doctrina católica y no obedecen a obispos ilícitos. Pero no sé hasta cuándo podrá durar esto. Por esto es importante la formación en los seminarios.


Algo que debe destacarse es que los fieles de China se inspiren en las palabras del nuevo beato Juan Pablo II: “No tengan miedo”. Estas palabras las dijo el Papa al comienzo de su pontificado: recién venía de Polonia, de un país donde la Iglesia era perseguida y donde parecía que habían pocas esperanzas de éxito. Y, en cambio, el “no tengan miedo” ha sido eficaz. El mismo cardenal Casaroli no podía prever que el régimen comunista habría caído en un abrir y cerrar de ojos.


Pienso que para salir de esta situación de ambigüedad en la que estamos es importante pedir a los obispos que han realizado gestos contrarios al mandato del Papa (ordenaciones, asambleas, etc.…) que hagan gestos públicos de penitencia.

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¿Qué puede hacer la Iglesia universal?


Por nuestra parte, debemos ayudar a esta Iglesia a vivir la fe y a no doblegarse frente a los pedidos que amenazan el corazón de la fe católico y la relación con el Papa.  Lamentablemente hay una teología en América y en Europa que está penetrando también en la Iglesia china. Esta teología reivindica precisamente la autonomía en la elección de los obispos y la independencia de la Santa Sede. Y así hay personas en América y en Europa que impulsan a los obispos chinos a comportarse de este modo. “Si lo lográis vosotros – dicen –, nosotros luego los seguimos”. Como se ve, hasta poco tiempo atrás los problemas de “independencia” y “autonomía” eran sólo al nivel de la relación con el gobierno. Ahora son también a nivel teológico.

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A veces parece que también la Santa Sede, en lugar de la preocupación pastoral, parece estar dominada por los miedos políticos, demasiado deseosa de relaciones diplomáticas a cualquier precio. Por ejemplo, ¿cuántas veces la Santa Sede pide la libertad para los obispos que están en prisión?


En todos los encuentros con los representantes del gobierno chino, nosotros insistimos continuamente en la liberación de estos hermanos nuestros. Pero el gobierno no nos hace caso. Estos obispos son ancianos, enfermos: su liberación debería ser también un acto humanitario. Pero lamentablemente no recibimos respuesta. Tal vez sería necesario hacer llamamientos públicos, en lugar de personales.

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Hay católicos subterráneos que piden que sea iniciada la causa de beatificación del cardenal Ignacio Gong Pinmei. ¿Usted qué piensa de esto?


Es difícil, pero sólo en sentido técnico. Corresponde, de hecho, a las diócesis chinas, a la Iglesia local, recoger documentación y presentarla a la Congregación de los santos. Si esto ocurre, sin duda el Vaticano lo tomará en consideración. En el caso del cardenal Gong, habiendo sido él obispo de Shanghai, existe tal vez el problema de poner de acuerdo a la comunidad subterránea y la oficial de Shanghai. Pero no es imposible. Lo mismo vale para los muchos mártires del período comunista, muertos en los campos de concentración, o en prisión, o por hambre, durante estas últimas décadas. Si cada diócesis recoge la documentación sobre estos mártires, vale la pena enviarla a Roma y comenzar el proceso formal para la beatificación. Si la diócesis tiene la posibilidad de lanzar el proceso, nosotros estaríamos felices.

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Fuente: Asianews


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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jueves, 2 de junio de 2011

El enigma Stepinac

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En vísperas del viaje apostólico del Santo Padre a Croacia, que realizará los días 4 y 5 de junio, ofrecemos, del libro “Il mio Karol” del vaticanista Aldo Maria Valli, el capítulo dedicado al último viaje de Juan Pablo II a Croacia y a la figura del cardenal Stepinac, beatificado en aquella ocasión por el Papa Wojtyla.

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Al comienzo de octubre de 1998, Juan Pablo II viaja a Croacia para visitar el santuario mariano de Marija Bystrica, donde proclama beato a Alojzije Stepinac, arzobispo de Zagreb desde 1937 a 1960, año en el que murió, mientras cumplía los dieciséis años de cárcel a los que había sido condenado en 1946 por el régimen de Tito.


El santuario es el corazón de la devoción popular de los católicos croatos. Visitado por miles de peregrinos, es conocido por la Virgen negra que proviene del siglo XV. Por temor a las invasiones otomanas, la estatua de la Virgen con el Niño fue tapada, con gran secreto, en 1545, en una pared de la iglesia parroquial y, casi cincuenta años después, apareció en la iglesia una luz que reveló el lugar donde estaba puesta la imagen ya olvidada. El arzobispo Stepinac quería hacer de Marija Bystrica el santuario nacional croata, pero con la llegada del comunismo fueron prohibidas las peregrinaciones.


Nacido el 8 de mayo de 1898, en una pequeña población, quinto de ocho hijos, ordenado sacerdote a los 33 años, Stepinac llegó a ser en 1934 el obispo más joven del mundo, de sólo 37 años. Nombrado en 1937 arzobispo de Zagreb, presenció, durante su ministerio episcopal, grandes conmociones políticas: el paso de la monarquía al Estado independiente croata (1941-1945) y de éste a la República popular. En todas estas circunstancias, exigía el respeto de los derechos humanos de toda persona, pero aquellos “tiempos de locura y de barbarie”, como él mismo los calificaba en una carta a los sacerdotes, lo pusieron en el centro de una controversia que todavía no se ha resuelto.


Acusado por los comunistas de colaboracionismo con las huestes de Ante Pavelic, sufrió un proceso de claro tinte stalinista (“proceso muy triste”, lo definió Pío XII) y fue condenado a la cárcel. Encerrado el 19 de octubre de 1946 en Lepoglav, fue trasferido cinco años después a su parroquia de origen, Krasic, donde permaneció en arresto domiciliario. Estando allí, en enero de 1952, le llegó el nombramiento de cardenal de parte del Papa Pacelli, pero Stepinac no quiso dirigirse a Roma, por el temor de que el régimen de Tito le impidiera el regreso a su patria. Un año después, los médicos le diagnosticaron una extraña enfermedad, seguida de complicaciones, que lo llevó a la tumba el 10 de diciembre de 1960.


Se ha hablado mucho de un envenenamiento, que se le habría administrado durante el tiempo de la prisión, pero éste no es el único interrogante respecto a él. Quienes acusan a Stepinac sostienen que él dio apoyo a los ocupantes nazi-fascistas, que colaboró con la dictadura ustascia, que realizó conversiones forzadas al catolicismo de serbios-ortodoxos de Croacia, Bosnia y Herzegovina, que tuvo una responsabilidad objetiva en el genocidio de serbios, hebreos y gitanos, como jefe de capellanes que asistían a las milicias, y que se alineó de parte del nacionalismo croata.


Quienes lo defienden, sostienen, en cambio, que Stepinac quiso siempre separar a la Iglesia del movimiento ustascia, prestó ayuda a todos, incluidos muchos judíos, y, si dio su asentimiento a las conversiones, fue solamente para arrancar a las personas de los campos de concentración. Como argumento para esta tesis, está la carta a los sacerdotes, en la que escribía: “Cuando lleguen a ustedes personas de la religión judía u ortodoxa, que se encuentran en peligro de muerte y desean convertirse, acójanlos para salvar su vida. No les pidan instrucciones religiosas particulares, dado que los ortodoxos son cristianos como nosotros y la religión judía es aquella de la que el catolicismo trae sus orígenes. La responsabilidad y el papel del cristiano es salvar a las personas. Cuando pasen estos tiempos de locura y de barbarie, permanecerán en nuestra iglesia los que se hayan convertido por convicción, mientras que los otros, pasado el peligro, regresarán a su propia religión”.


El motivo oficial de la condena a la cárcel fue la carta pastoral de septiembre de 1945, que el régimen comunista interpretó como un ataque al Estado. La respuesta del cardenal fue: “A todas las acusaciones que se han hecho contra mí, respondo que mi conciencia está tranquila y, dado que mi conciencia está limpia, estoy dispuesto a dar mi vida en cualquier momento”. Una vez encerrado en la cárcel dijo: “Me han quitado todo, pero no la posibilidad de levantar mis brazos en oración, como Moisés”. En 1951, en arresto domiciliario, dijo, en respuesta a la pregunta de un periodista: “Aquí como en Lepoglav cumplo mi deber de sufrir y trabajar por la Iglesia”. Cuando le llegó la noticia de su nombramiento como cardenal y se proyectó la posibilidad de dirigirse a Roma, no tuvo dudas en su decisión de quedarse en Croacia. “La púrpura cardenalicia – comentó – significa sangre”.


Por este testimonio, el Papa ha decidido proclamarlo beato en cuanto mártir de la fe. “No ha derramado su sangre en el sentido estricto de la palabra – explica durante la Misa de beatificación – “pero su muerte se produjo a causa de los largos sufrimientos padecidos: los últimos quince años de su vida fueron una continua serie de vejaciones, en medio de las cuales expuso con valentía su vida para testimoniar el Evangelio y la unidad de la Iglesia”. Ante más de trescientos mil fieles, Juan Pablo II sostiene que en la persona de Stepinac se sintetiza la tragedia de todo un pueblo, pero también la de Europa, “en el curso de este siglo marcado por los tres grandes males del fascismo, del nazismo y del comunismo”. El cardenal, dice el Papa, “sabía bien que no se pueden hacer concesiones respecto a la verdad, porque ésta no es objeto de mercado”. Por ello, afrontó el sufrimiento antes que traicionar su conciencia y su misión de pastor.


Según Wojtyla, la lección del cardenal Stepinac tiene un valor todavía actual, porque habla de perdón y de reconciliación en una tierra, como la ex Yugoslavia, en la que es más que necesario “purificar la memoria del odio, de los rencores, del deseo de venganza” y donde es indispensable “reconocer como hermano aún a aquellos que nos han hecho mal”, porque no podemos dejarnos vencer por el mal, sino que debemos “vencer el mal con el bien”.

Tanto en Zagreb como en Spalato, a las funciones del Papa asiste, en primera fila, el presidente croata Tudjman, al que Juan Pablo II no deja de enviar claros mensajes. Aún reconociendo los progresos que el país ha realizado en el difícil tiempo de la posguerra, el Papa insiste en subrayar un asunto de fondo: “Sin valores no puede haber verdadera libertad ni verdadera democracia. Fundamental entre los valores es el respeto a la vida humana, a los derechos y a la dignidad de la persona, como también a los derechos y a la dignidad de los pueblos”.


Baluarte católicos desde hace más de trece siglos, en una tierra que se ubica en el centro de contrastes religiosos, Croacia está en el corazón del pontífice. En 1992, la diplomacia vaticana fue la primera en reconocer la independencia del nuevo Estado y dos años después el Papa visitó a Zagreb. Pero, ahora Juan Pablo II no duda en recordar que el camino hacia la democracia no admite desvíos inspirados en el nepotismo o el interés por los negocios, tampoco es compatible con políticas agresivas respecto a los vecinos. Al despedirse de Croacia, en el aeropuerto de Spalato, dijo: “la democracia tiene un alto precio; la moneda con que hay que pagarlo está acuñada con el noble metal de la honradez, la racionalidad, el respeto al prójimo, el espíritu de sacrificio y la paciencia. Pretender recurrir a una moneda diferente significa exponerse al peligro de bancarrota”.


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La Buhardilla de Jerónimo

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