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Presentamos el artículo que Mons. Crepaldi escribió para un periódico italiano, y luego Zenit tradujo al español, en el que defiende al Santo Padre Benedicto XVI y denuncia los injustos ataques a su persona y la existencia de un “magisterio paralelo” que parece ser expresión de dos Iglesias diversas. También recomendamos la lectura del artículo escrito por el Padre Santiago Martín, y publicado en La Razón, titulado “Acoso a Ratzinger”.
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El intento de la prensa de implicar a Benedicto XVI en la cuestión de la pedofilia es solo el más reciente de los signos de aversión que muchos nutren hacia el Papa. Es necesario preguntarse cómo este Pontífice, a pesar de su mansedumbre evangélica y de su honradez, de la claridad de sus palabras unida a la profundidad de su pensamiento y de sus enseñanzas, suscite en algunas partes sentimientos de hastío y formas de anticlericalismo que se creían superadas. Y esto, hay que decirlo, suscita aún mayor asombro e incluso dolor cuando quienes no siguen al Papa y denuncian sus presuntos errores son hombres de Iglesia, sean teólogos, sacerdotes o laicos.
Las inusitadas y claramente forzadas acusaciones del teólogo Hans Küng contra la persona de Joseph Ratzinger teólogo, obispo, Prefecto de la Congregación de la Fe y ahora Pontífice por haber causado, según él, la pedofilia de algunos eclesiásticos mediante su teología y su magisterio sobre el celibato nos amargan profundamente. Nunca había sucedido que la Iglesia fuese atacada de esta forma. A las persecuciones contra muchos cristianos, crucificados en sentido literal en muchas partes del mundo, a las múltiples tentativas de desarraigar el cristianismo en las sociedades antes cristianas con una violencia devastadora en el plano legislativo, educativo y de las costumbres que no puede encontrar explicaciones en el buen sentido común, se añade desde hace tiempo un encarnizamiento contra este Papa, cuya grandeza providencial está ante los ojos de todos.
De estos ataques se hacen tristemente eco cuantos no escuchan al Papa, también entre eclesiásticos, profesores de teología en los seminarios, sacerdotes y laicos. Cuantos no acusan abiertamente al Pontífice pero ponen sordina a sus enseñanzas, no leen los documentos de su magisterio, escriben y hablan sosteniendo exactamente lo contrario de cuanto él dice, dan vida a iniciativas pastorales y culturales, por ejemplo en el terreno de la bioética o en el del diálogo ecuménico, en abierta divergencia con cuanto él enseña. El fenómeno es muy grave por cuanto está muy difundido.
Benedicto XVI ha dado enseñanzas sobre el Vaticano II que muchísimos católicos rebaten abiertamente, promoviendo formas de contraformación y de magisterio paralelo sistemático, guiados por muchos “antipapas”; ha dado enseñanzas sobre los “valores no negociables” que muchísimos católicos minimizan o reinterpretan, y esto sucede también por parte de teólogos y comentaristas de fama hospedados en la prensa católica además de en la laica; ha dado enseñanzas sobre la primacía de la fe apostólica en la lectura sapiencial de los acontecimientos y muchísimos continúan hablando de la primacía de la situación, o de la práxis, o de los datos de las ciencias humanas; ha dado enseñanzas sobre la conciencia o sobre la dictadura del relativismo pero muchísimos anteponen la democracia o la Constitución al Evangelio. Para muchos la Dominus Iesus, la Nota sobre los católicos en política de 2002, el discurso de Regensburg de 2006, la Caritas in veritate, es como si nunca hubiesen sido escritos.
La situación es grave, porque esta brecha entre los fieles que escuchan al Papa y quienes no le escuchan se difunde por todas partes, hasta en los semanarios diocesanos y en los Institutos de ciencias religiosas, y anima dos pastorales muy distintas entre sí, que ya casi no se entienden entre ellas, como si fuesen expresión de dos Iglesias diversas y provocando inseguridad y extravío en muchos fieles.
En estos momentos muy difíciles, nuestro Observatorio siente el deber de expresar nuestra filial cercanía a Benedicto XVI. Oramos por él y permanecemos fieles en su seguimiento.
Monseñor Giampaolo Crepaldi,
Arzobispo de Trieste y Presidente del Observatorio Internacional Cardinale Van Thuân
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Texto tomado de la traducción al español realizada por Zenit
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1 Comentarios:
La nota es insuperable en cuanto ataca la raíz del problema.Hay dos Iglesias, la Católica, fundada sobre la Piedra angular, Cristo, y su "Kepha" indiscutible, Pedro y sus sucesores. Y un engendro acomodado a este mundo (lo que expresamente prohibe el Apóstol)vergonzante, vendido al mundo (al que el Señor ha vencido)que se diluye estúpidamente y sin darse cuenta (pareciera) en el relativismo dominante.
Hay, además, intereses económicos importantes (a través de los juicios) y lobbies (perspectiva del género y asociaciones homosexuales) notablemente poderosos en el nuevo desorden mundial.
Se está estableciendo una revolución cultural.
¿Por qué nunca se denuncia la pederastia de los ministros protestantes (liberales, no los serios) o la inquisición calvinista, tudoriana o puritana (Jean Calvin, Enrique VIII e Isabel I, EE.UU. y las brujas de Salem).
¿Por qué no se delata que la paidofilia es ejercida enormemente por civiles casados o al menos en pareja?. Pareciera que la Iglesia es la multinacional de los vicios sexuales.
¿Saben los detractores de la Iglesia que la depravación es signifativa en los referentes intelectuales como Foucault, el filósofo de la Sorbonne, que teniendo SIDA alquilaba niños en Tailandia? ¿O que Cohn Bendit, diputado "verde" del parlamento europeo, motivador el mayo francés con su liberación sexual y su anarquismo, abusaba de niños y niñas en un jardín de infantes y, sin embargo, es un intocable?
¿Por qué tanto escándalo por los crímenes de ciertos miembros de la Iglesia si nadie, farisaica e hipócritamente, denuncia el turismo sexual con menores (Tailandia particularmente)donde hasta los padres "alquilan" a sus niños para la prostitución?
¿Ha investigado alguien cuantos abusos sexuales con menores acontecen diariamente en las megápolis, tanto en la periferia como en las zonas socialmente acomodadas?
Es hora de que la Iglesia resurja y lo hará. Purificada, humillada (nunca se podrán justificar las perversiones de algunos de su miembros)y martirizada, lo que asegura una espiritual primavera.
Pero es hora también de que tantos católicos mediocres y narcotizados reaccionen ante la VERDAD.
No nos resignamos ni consentimos que la inmensa mayoría del clero fiel sea reducida a una caterva de degenerados.
Earendil - Santa Fe de la Vera Cruz.
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