lunes, 3 de mayo de 2010

Algo de Castellani

Si bien el texto que publicamos no es de la temática habitual de nuestro blog, les compartimos este escrito del genial P. Leonardo Castellani.


La democracia


Fue el día en que se verificó en Atenas la restauración de la democracia, después del gobierno de facto de Agiospótamos y Rodomorfos, cuando vino el carcelero con una urna vigilada por dos milicos para que votara Sócrates; pues aunque por la Ley 203.785 inciso 6 los encarcelados no pueden votar, por el decreto adicional 203.786 c. f. están obligados a votar todos los tipos prominentes de la república, como lo era el gran Sócrates, bajo pena de multa y cárcel; y él de todos modos ya estaba en cana. Así que preguntó con murria:


- Dime, oh Platón, ¿qué es la democracia?

- Es el gobierno del pueblo.

- ¿Qué quiere decir del pueblo? Esta partícula de es ambigua en nuestra lengua. ¿El pueblo gobierna? ¿O es gobernado?

- El pueblo gobierna.

- ¿Y a quién gobierna?

- Al pueblo.

- Entonces ¿el pueblo gobierna y es a la vez gobernado?

- Así parece, oh maestro.

- ¿No son contrarios gobernar y ser gobernados?

- Lo son, Sócrates, porque gobernar es mandar y ser gobernado es obedecer.

- ¿Y qué dice el axioma Nº 8?

- Dice que dos contrarios en un mismo sujeto se destruyen.

- Por tanto, con la democracia el pueblo se destruye.


Yo no tenía inconveniente en conceder que sí, porque como todos saben he sido bastante fascista; o como decíamos entonces, laconizante; pero estaban conmigo Cleón y Demólalos, que habían llegado ese mismo día de la Beocia con noticias frescas; y dijo Demólalos:


- Te equivocas, oh maestro; porque el pueblo no gobierna sino por medio de sus representantes.

- ¿Y los representantes gobiernan al pueblo?

- Ciertamente: después que han sido elegidos por nosotros, tal como lo harás tú dentro de un momento en uso de tus derechos soberanos.

- Demodoqué ¿dentro de un momento gobernaré yo al pueblo de Atenas?

- Cierto, Sócrates; y en eso justamente consiste la soberanía del pueblo.

- ¿Por cuánto tiempo gobernaré?

- Por el tiempo que metas la boleta en la urna.

- ¿Y puedo en ese tiempo derogar todos los impuestos de Atenas e imponer el Impuesto-Único-Al-Capital-Financiero, que no me agarra a mí?


Aquí vaciló Demólalos, que tenía capital financiero, y tomó la palabra Cleón, diciendo:


- Sin duda, Sócrates; siempre por medio de tus representantes, si lo son también de todo el pueblo; o de la mitad más uno.

- ¿Y si no lo son?

- ¡Oh, lo serán sin duda, Sócrates! Tú eres vivo, y has votado siempre el candidato de la mayoría.

- Pero es el caso –dijo Sócrates- que ahora la mayoría no quiere el Impuesto-Único-Al-Capital-Financiero.

- Pues paciencia y barajar, Sócrates: la mayoría nunca se equivoca, teóricamente al menos; y si nosotros mantenemos el Impuesto-Único-A-Los-Productores es que eso conviene más a todo el mundo.

- ¿También a los productores?

- Desde luego, Sócrates.

- ¿Votan por él los productores?

- Directamente no; pero votan por Frondívoros, el cual se ha comprometido secretamente a mantener el dicho impuesto; que nosotros llamamos el Programa Desarrollista.

- ¿Y por qué votan los trabajadores por Frondívoros?

- No los dejamos votar más que por Frondívoros o por Balvívoros; el cual es peor que Frondívoros; o por lo menos, así se lo creen.

- ¿Y por qué se lo creen?

- Lo hemos hecho ver por medio de la Propaganda.

- Pero ¿no ven que si después el pueblo se da cuenta, se levantará?

- Qué importa. La autoridad es sagrada y viene de Dios. Demodoqué con agarrar unos cuantos y fusilarlos de noche, caiga el que caiga, los demás se quedan más quietos que paramento, en homenaje al principio de autoridad. Tenemos a la Religión de nuestra parte; y hacemos un Te-Deum por nuestros pecados cada 25 de mayo.

- ¿Y quién los fusilará?

- Las Fuerzas Armadas.

- ¿Y si se levantan las Fuerzas Armadas?

- Imposible, Sócrates: las Fuerzas Armadas están para defender la Constitución; y por eso les andamos aumentando los sueldos, las prebendas y las ventajas desde hace 30 años. No les conviene levantarse contra nosotros.

- ¿Quién les aumenta los sueldos?

- Nosotros.

- ¿Quiénes son Ustedes?

- ¡Pues nosotros los democráticos!

- Entonces Ustedes son el verdadero gobierno de Atenas.

- Y está muy bien así –dijo Cleón-. Nuestra Constitución es democrática. No hacemos más que defender la Constitución.


Aquí tomó la palabra Demólalos, y dijo medio cantando:


- Es la Santa Democracia, la religión verdadera de la Humanidad donde caben todas las otras religiones. A este estado ideal hemos llegado después de grandes esfuerzos, derramamientos de sangre, millones de muertos y millones de libros escritos por los más preclaros cráneos de los siete continentes. Los pueblos han llegado a su mayoredad, teóricamente al menos; porque no es de negar que en la práctica muchas veces se equivocan; pero aquí estamos nosotros para corregirlos y educarlos. ¡Educad al Soberano!

- ¡No es tan soberano si necesita ser educado por ustedes! –pero sus palabras se perdieron, porque los dos beocios habían hecho tres pasos de mazurka y ambos enlazados cantaban a voz en cuello los primeros compases del Himno de los Representantes del Pueblo:


Somos los –sómolos- REPRESENTANTES

Y no como los –cómolos- los de antes.

Sómolos sómolos

Cómolos cómolos

Repre – repre

Represí – Represión – Represionantes

Sentantes

Los verdaderos –los verdaderos- representantes

Represionantes…


- ¿Y cómo lo corrigen al Soberano? –gritó Sócrates en el momento que los dos representantes atacaban la segunda estrofa.

- ¿Cómo dice? –exclamaron ellos parando el baile.

- Alguna vez que se equivoca la mayoría… -comenzó Sócrates.

- Oh, se equivoca casi siempre –repuso Cleón. Está inmadura, impúber intelectualmente. ¡Pues que se equivoque! La corregimos por medio de una revolución libertadora…

- ¿Y eso?

- Es un pronunciamiento, un golpe de Estado, o una chirinada, seguida de una dictadura democrática.

- Pero ¡cómo!, ¿la dictadura no es lo contrario de la democracia?

- Hay dictaduras y dictaduras, Sócrates. Las dictaduras democráticas son muy buenas y necesarias, pues se hacen para restablecer la democracia.

- ¿Y cómo se hacen?

- Pues golpe de mano, perjurio, zancadilla, estado de sitio, operativo H, y leña a todos los contrarios. Se suspenden las garantías constitucionales, y palo que te crío, para defender el Estado de derecho.

- ¿Y han hecho muchas?

- Todas las necesarias haremos, hasta educar al pueblo. Para eso contamos con elementos nuestros en las Fuerzas Armadas. En tanto, nosotros cobramos; y en tanto el mundo sin cesar navega por la órbita inmensa del vacío.

- Esta democracia –observó Sócrates- me está pareciendo que es una especie de comodín comodán.


Los dos beocios cambiaron una mirada.


- ¡Cuidado, Sócrates! –dijo Demólalos. Insidiosa y subrepticiamente parece que en tus preguntas reaccionarias se está insinuando una ideología cavernícola, atrabiliaria y carcamálica, que configura un delicto de traición a la patria: delictum, delicti.

- ¡Cuidado, Sócrates! –recalcó Cleón. Te prevengo que en el sufragio universal y libre tendrás el honor de depositar en la sacra urna, debes votar por Frondívoros.

- ¿Y por qué?

- Como tu voto en esta urna será el único, se sabrá por quién votaste y te atendrás a las consecuencias; y aunque no fuera el único, es igual. Lo averiguaríamos.

- ¿Y si se me antoja votar en blanco?

- Es pecado mortal según el Obispo.

- Pues yo voy a practicar el voto cantado –dijo Sócrates con la testarudez que lo caracterizaba, al ver aproximarse al carcelero con su urna, que tenía un vago aspecto de sarcófago, seguido de dos milicos que traían una copa de cicuta.


Sócrates tomó una boleta y escribió en ella, a la vista de todos:


Yo te besaré el brial

Color del lirio morado

Yo te besaré el cendal

Color amoretonado

Yo te besaré los chanclos

Color de los lirios blancos


y puso debajo estas misteriosas letras: LPQTP.


Visto lo cual fue condenado ipsofacto y némine discrepante a tomar la cicuta por desacato a la autoridad. Y como esta vez por casualidad el boticario la había preparado bien, Sócrates cantó para el carnero, en medio de los aplausos de sus discípulos; los cuales le dieron religiosa sepultura, plantando en la tierra fresca una estaca con un cartel de cartón que decía:


AQUÍ YAZ NA NEGRA TERRA

MOITO CONTRA SUA VOLUNTADE

O VISORREY DA FILOSOFIA GRECA

SOCRATES SOCRATIDES

DEUS LLE DEA LA PAIX

NO OUTRO MUNDO

XA QUE NESTE NON POUDO.


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Leonardo Castellani

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domingo, 2 de mayo de 2010

La Sábana Santa: icono de un misterio

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Benedicto XVI ante la Sábana Santa

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Texto de la bellísima meditación pronunciada esta tarde por el Papa Benedicto XVI, ante la Sábana Santa, durante su visita pastoral a Turín.

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Queridos amigos:


Éste es un momento muy esperado por mí. En otra ocasión, estuve ante la Sábana Santa, pero ahora vivo esta peregrinación con particular intensidad: quizá porque el paso de los años me hace todavía más sensible al mensaje de este extraordinario icono; quizá, y diría sobre todo, porque estoy aquí como sucesor de Pedro, y traigo en mi corazón a toda la Iglesia, es más, a toda la humanidad. Doy las gracias a Dios por el don de esta peregrinación, y también por la oportunidad de compartir con vosotros una breve meditación, que me sugiere el subtítulo de esta solemne exposición: "El misterio del Sábado Santo".


Se puede decir que la Sábana Santa es el icono de este misterio, icono del Sábado Santo. De hecho, es una tela de sepulcro, que ha envuelto el cuerpo de un hombre crucificado, y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien crucificado hacia mediodía, expiró a eso de las tres de la tarde. Al caer la noche, dado que era la Parasceve, es decir, la vigilia del sábado solemne de Pascua, José de Arimatea, un rico y autorizado miembro del Sanedrín, pidió valientemente a Poncio Pilato que le permitiera sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, que había excavado en la roca a poca distancia del Gólgota. Tras alcanzar el permiso, compró una sábana y, tras la deposición del cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y lo puso en aquella tumba (Cf. Marcos 15,42-46). Es lo que refiere el Evangelio de Marcos y con él concuerdan los demás evangelistas. Desde ese momento, Jesús permaneció en el sepulcro hasta el alba del día después del sábado, y la Sábana de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo en la tumba durante ese tiempo, que cronológicamente fue breve (en torno a un día y medio), pero con un valor y un significado inmenso e infinito.


El Sábado Santo es el día del escondimiento de Dios, como se lee en una antigua homilía: "¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y soledad, porque el Rey duerme [...]. Dios en la carne ha muerto y el Abismo ha despertado" (Homilía sobre el Sábado Santo, PG 43, 439). En el Credo, profesamos que Jesucristo "padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos".


Queridos hermanos y hermanas: en nuestro tiempo, especialmente después del siglo pasado, la humanidad se ha hecho particularmente sensible al misterio del Sábado Santo. El escondimiento de Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de manera existencial, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que ha ido haciéndose cada vez más grande. Al final del siglo XIX, Nietzsche escribía: "¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros le hemos matado!". Esta famosa expresión, si se analiza bien, es tomada casi al pie de la letra, por la tradición cristiana, con frecuencia la repetimos en el Vía Crucis, quizá sin darnos cuenta plenamente de lo que decimos. Después de las dos guerras mundiales, de los lagers y de los gulags, de Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez más en un Sábado Santo: la oscuridad de este día interpela a todos los que reflexionan sobre la vida, de manera particular nos interpela a nosotros, creyentes. También nosotros tenemos que vérnoslas con esta oscuridad.


Y, sin embargo, la muerte del Hijo de Dios, de Jesús de Nazaret, tiene un aspecto opuesto, totalmente positivo, fuente de consuelo y de esperanza. Y esto me hace pensar en el hecho de que la Sábana Santa se comporta como un documento "fotográfico", dotado de un "positivo" y de un "negativo". De hecho, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines. El Sábado Santo es la "tierra de nadie" entre la muerte y la resurrección, pero en esta "tierra de nadie" ha entrado Uno, el Único, que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: "Passio Christi. Passio hominis". Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, ha compartido no sólo nuestro morir sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.


En ese "tiempo-más-allá-del-tiempo", Jesucristo "descendió a los infiernos". ¿Qué significa esta expresión? Quiere decir que Dios, hecho hombre, ha llegado hasta el punto de entrar en la soledad máxima y absoluta del hombre, donde no llega ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin ninguna palabra de consuelo: "los infiernos". Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros y atravesarla con él.


Todos hemos experimentado alguna vez una sensación aterradora de abandono, y lo que más miedo nos da de la muerte es precisamente eso, como niños que tenemos miedo de estar solos en la oscuridad y sólo la presencia de una persona que nos ama nos puede tranquilizar. Esto es precisamente lo que sucedió en el Sábado Santo: en el reino de la muerte resonó la voz de Dios. Sucedió lo impensable: es decir, el Amor penetró "en los infiernos"; incluso en la oscuridad máxima de la soledad humana más absoluta podemos escuchar una voz que nos llama y encontrar una mano que nos saca afuera. El ser humano vive por el hecho de que es amado y puede amar; y si incluso en el espacio de la muerte ha llegado a penetrar el amor, entonces incluso allí ha llegado la vida. En la hora de la máxima soledad nunca estaremos solos: "Passio Christi. Passio hominis".


¡Este es el misterio de Sábado Santo! Precisamente desde allí, desde la oscuridad de la muerte del Hijo de Dios, ha surgido la luz de una nueva esperanza: la luz de la Resurrección. Me parece que al contemplar esta sagrada tela con los ojos de la fe se percibe algo de esa luz. La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda, pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de personas vienen a venerarla, sin contar a quienes la contemplan a través de las imágenes, es porque en ella no sólo ven la oscuridad, sino también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su Resurrección; en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella mora el amor. Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este "varón de dolores", que carga con la pasión del hombre de todo tiempo y lugar, incluso con nuestras pasiones, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados -"Passio Christi. Passio hominis" - emana una solemne majestad, un señorío paradójico. Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio. ¿Cómo habla la Sábana Santa? ¡Habla con la sangre, y la sangre es la vida! La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida. Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente esa gran mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua manados copiosamente de una gran herida provocada por una lanza romana, esa sangre y ese agua hablan de vida. Es como un manantial que murmura en el silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo, en el silencio del Sábado Santo.


Queridos amigos, alabemos siempre al Señor por su amor fiel y misericordioso. Al salir de este lugar santo, nos llevamos en los ojos la imagen de la Sábana Santa, llevamos en el corazón esta palabra de amor, y alabamos a Dios con una vida llena de fe, de esperanza y de caridad. Gracias.


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Texto tomado de la edición en lengua española de Zenit

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sábado, 1 de mayo de 2010

Gestiones de anglicanos en Roma

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anglicanorum

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Según informa el Sunday Telegraph de Inglaterra, tres obispos de la Iglesia [anglicana] de Inglaterra han viajado a Roma la semana pasada para tratar con miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe la posibilidad de la implementación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus.


Se trata del Rev. John Broadhurst, el Rev. Keith Newton y el Rev. Andrew Burnham, obispos de Fulham, Richborough y Ebbsfleet respectivamente. No ha viajado el Rev. Edwin Barnes, obispo emérito de Richborough, pero se sabe que él es uno de los principales promotores de una aceptación de la invitación papal para el retorno a la comunión con la Iglesia.


Los obispos de Fulham, Richborough y Ebbsfleet son los ordinarios de la práctica totalidad de anglo-católicos de la Iglesia [anglicana] de Inglaterra. Es un grupo completamente distinto a la Traditional Anglican Communion, grupo de anglo-católicos separado de la comunión con Canterbury. Hasta el momento ha sido principalmente este grupo el que ha respondido al llamado del Santo Padre. Si los tres obispos anglicanos que han viajado a Roma están dispuestos a formar parte de un ordinariato personal en Inglaterra, el número de conversos podría ser mucho mayor del esperado. Todavía no hay nada cierto, pero es una buena intención por la que rezar.

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viernes, 30 de abril de 2010

Descansa en paz, Cardenal Mayer

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MAYER

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Hoy, 30 de abril, ha fallecido en Roma el Cardenal Paul Augustin Mayer O.S.B., prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, de la que fue el primer presidente. Además, el Cardenal Mayer, nacido en 1911 en Baviera, era con sus 98 años el cardenal más anciano del Sacro Colegio.


El Papa Benedicto XVI, que el próximo lunes presidirá el rito de la Ultima Commendatio y de la Valedictio luego de la Santa Misa celebrada por el Cardenal Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio, se refirió al Cardenal Mayer como un “generoso discípulo de Cristo” que “deja el recuerdo indeleble de una laboriosa existencia dedicada con bondad y rectitud a la adhesión coherente a su propia vocación de monje y de pastor lleno de celo por el Evangelio y siempre fiel a la Iglesia”.


Invitamos a nuestros lectores a la lectura del artículo publicado en Roma Aeterna sobre el Emmo. Cardenal Mayer. 


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miércoles, 28 de abril de 2010

Roma aprueba el nuevo Misal Romano en inglés

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“Recibo con agrado la noticia de que la traducción inglesa del Misal Romano estará pronto lista para la publicación de modo que los textos que os habéis esforzado tanto en preparar puedan ser proclamados en la liturgia que se celebra en el mundo anglófono”. Con estas palabras del Papa Benedicto XVI, se cerró hoy el largo y fatigoso camino que condujo a la nueva edición del Misal Romano en inglés, iniciado hace varios años atrás. Ya en abril del pasado año, comentábamos algunos pasos de este largo proceso. Ahora, después de la polémica de los pasados meses, la Santa Sede ha aprobado la nueva traducción del Misal Romano en lengua inglesa, que es mucho más fiel a la editio typica latina.


Con ocasión de la aprobación, el Santo Padre almorzó hoy con los miembros del Comité Vox Clara, instituido por la Santa Sede y presidido por el Cardenal George Pell, que tuvo la misión de asistir y aconsejar en este trabajo a la Congregación para el Culto Divino. En un breve discurso, el Santo Padre les agradeció la obra que el Comité realizó en los últimos ocho años. El Papa alabó la acción colegial del Comité y “el gran compromiso en el estudio de las traducciones y en la elaboración de los resultados de las numerosas consultas hechas”.


El Papa se refirió a la tarea del Comité recurriendo a la enseñanza de su maestro espiritual: “San Agustín habló de modo muy bello de la relación entre Juan Bautista, la vox clara que resonaba en las orillas del Jordán, y la Palabra que anunciaba. Una voz, decía, sirve para compartir con quien escucha el mensaje que ya está en el corazón de quien habla. Una vez pronunciada la palabra, ella está presente en el corazón de ambos y, por lo tanto, la voz, después de haber desarrollado su tarea, puede desaparecer”. “A través de estos textos sagrados y las acciones que los acompañan– prosiguió el Pontífice -, Cristo será hecho presente y activo entre su gente. La voz que contribuyó a hacer brotar estas palabras habrá completado su tarea”.


Benedicto XVI se refirió, luego, al próximo desafío que se presentará: “la tarea de preparar la recepción de la nueva traducción por parte del clero y de los fieles laicos”. El Papa consideró que “muchos encontrarán difícil adaptarse a textos insólitos después de casi cuarenta años de uso constante de la traducción precedente. El cambio deberá ser introducido con la debida sensibilidad y la oportunidad de catequesis que esto presente deberá ser acogida con firmeza”. Finalmente, el Santo Padre dijo que ora para que, de este modo, “sea evitado cualquier riesgo de confusión o desorientación, y el cambio sirva como trampolín para una renovación y profundización de la devoción eucarística en todo el mundo anglófono”. El “gran paso adelante” que mencionábamos hace algunos meses se ha concretado hoy con la aprobación de la Santa Sede: las comunidades católicas de lengua inglesa tendrán, próximamente, una nueva traducción del Misal Romano, mucho más bella y digna, y en mayor fidelidad a la edición latina.

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La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 27 de abril de 2010

Una paciente restauración

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Ofrecemos nuestra traducción al español de una interesante entrevista que Monseñor Nicola Bux ha concedido a la redacción del blog Disputationes Theologicae.

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Monseñor, usted es profesor de teología sacramental y es también considerado uno de los expertos de liturgia más cercanos al Papa, ¿un signo de que no se puede hablar de liturgia sin doctrina?


Como se sabe, la liturgia pertenece al dogma de la Iglesia. Todos saben que de la fe de la Iglesia se llega a la liturgia, y de la oración nos remontamos al dogma. Todos conocen el adagio lex orandi, lex credendi. A partir del modo de orar se comprende en qué creemos, pero es también del modo de creer de donde deriva el modo de orar. Es lo que ha sido retomado y sabiamente desarrollado por la encíclica Mediator Dei del venerable Siervo de Dios Pío XII.

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Ahora, incluso los más tenaces partidarios de una “revolución permanente” en la liturgia, parecen ceder frente a las sabias argumentaciones del Papa, de las cuales hay un eco clarísimo en su libro. ¿Estamos frente a una nueva (o antigua, si se prefiere) visión de la liturgia?


La liturgia es, esencialmente, de institución divina, se basa en partes inmutables queridas por su Divino Fundador. Precisamente en razón de este fundamento, se puede afirmar que la liturgia es de “derecho divino”. Los orientales, no por casualidad, usan el término “Divina liturgia” ya que ésta es obra de Dios, “opus Dei”, dice san Benito. La liturgia no es algo humano. En el documento conciliar sobre la liturgia, en el n. 22 § 3, se dice claramente que nadie, aunque sea sacerdote, puede añadir, quitar o cambiar alguna cosa en la liturgia. ¿El motivo? La liturgia pertenece al Señor.

Durante la Cuaresma, hemos leído los pasajes del Deuteronomio en los cuales Dios mismo establece incluso el mobiliario para el culto; en el Nuevo Testamento, es Jesús mismo que dice a los discípulos donde preparar la cena. Dios tiene el derecho de ser adorado como Él quiere y no como queremos nosotros. De lo contrario, caemos en un culto “idolátrico”, en el sentido propio del término griego, es decir, un culto hecho a nuestra imagen. Cuando la liturgia refleja los gustos y las tendencias creativas del sacerdote o de un grupo de laicos, se hace “idolátrica”. El culto católico es en espíritu y en verdad porque está dirigido al Padre, en el Espíritu Santo, pero debe pasar por Jesucristo, debe pasar por la Verdad. Por eso, es necesario redescubrir que Dios tiene el derecho de ser adorado como Él ha establecido.


Las formas rituales no son algo para “interpretar”, ya que ellas son el resultado de la fe pensada y convertida, en cierto sentido, en cultura de la Iglesia. La Iglesia se ha preocupado siempre de que los ritos no fueran el producto de gustos subjetivos sino la expresión de la Iglesia entera, es decir, “católica”. La liturgia es católica, universal. Por lo tanto, incluso con ocasión de una celebración particular o en un lugar particular, no se puede pensar en celebrar en contraste con la fisonomía “católica” de la liturgia.

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Lamentablemente, estamos frente a una actitud del clero que, aún sin negar abiertamente la eficacia de los sacramentos, descuida frecuentemente el aspecto así llamado del “ex opere operato” del sacramento, que, de ese modo, queda reducido casi a un simple “símbolo”. ¿La causa está, tal vez, en la pérdida de la “ritualidad” tradicional?


La causa de esto es, en primer lugar, el olvidar que el culto se hace a un Dios presente, a un Dios operante, y no a un Dios imaginario; que se hace al Señor Jesús. El n. 7 de Sacrosanctum Concilium nos explica también los modos de esta presencia. Ese punto está tomado casi por completo de la Mediator Dei (con el añadido de la presencia en la Palabra). Allí se explica claramente que la liturgia tiene su razón de ser en que Dios está presente; de lo contrario, se convierte en autorreferencial, se vuelve vacía.


El olvido, la infravaloración, de la presencia del Señor, principalmente en la Eucaristía, donde está presente verdadera, real y sustancialmente, es causa del descuido del que usted habla. Con este descuido se llega a definir la liturgia como conjunto de símbolos, signos, como hoy se oye decir; en este contexto, “signo” es entendido sólo como “lo que refiere a otra cosa”, no está la idea de que el signo es todo uno con aquello que significa. Aquí se entra en el sacramento. Cuando este aspecto se pierde, los sacramentos son reducidos a simples símbolos, no se habla más de “eficacia”, de los efectos que producen; no es más el Señor que “hace”, que “obra”, por medio de los sacramentos. Este es el significado de la expresión clásica “ex opere operato”, un poco extraña, pero que significa la operatividad del sacramento a partir de Aquel que en él obra.


Daré el ejemplo de un medicamento: en la apariencia, ves una ampolla o una pastilla o un líquido, pero no son sólo el símbolo de la curación que quieren aportar ya que, si los tomamos, nos curan y nos sanan, es decir, se ven sus efectos. El autor de este efecto es el Señor presente y operante en el rito sacramental. San León Magno, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, dice que después de la Ascensión, todo lo que del Señor era visible en la tierra, ha pasado a los sacramentos. Así, hoy para nosotros el Señor continúa estando presente y visible. En este sentido debemos comprender a Santo Tomás cuando habla de “materia” del sacramento. Si no volvemos a este tipo de expresión realista, no entendemos los sacramentos.


La presencia divina no es sólo algo para intuir “simbólicamente” sino que es algo que toca al hombre por medio del sacramento, es algo que actúa. Yo mismo puedo dar testimonio, y conmigo muchos sacerdotes, de la curación de los enfermos después de la unción, pero también de la curación del alma después de la confesión o gracias a la frecuencia de la Eucaristía. Los sacramentos tienen efectos, tienen consecuencias en razón de la causa. Son las consecuencias de la presencia divina, que es lo que obra en la divina liturgia. Ha dicho el Papa a los párrocos de Roma que el Sacramento es introducir nuestro ser en el ser de Cristo, en el ser divino.

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Más allá de ciertos utopistas que, con escaso sentido pastoral, quisieran una restauración de todo e inmediatamente, debemos preguntarnos cómo se puede actuar, suave pero firmemente, para mejorar con gradualidad ciertos aspectos de la liturgia. ¿Cómo actuar en este proceso tan necesario como largo? ¿Cómo adaptarse a la realidad sin compromisos?


Es necesario tener en cuenta el momento histórico que vivimos, en el que se registra una crisis general de la autoridad, sea del padre, del Estado, de la Iglesia (y en la Iglesia); como decíamos, se corre el riesgo de terminar en una concepción “hecha por ti”. Actualmente nos encontramos en una generalizada anomia (ausencia de ley), si bien todos recurren a la ley cuando son conculcados los propios derechos.


De los derechos de Dios, en cambio, nos olvidamos siempre. ¿Cómo se puede pedir la observancia de las normas litúrgicas si antes no se explica qué es el “ius divinum” de la liturgia? Hoy ya nadie lo sabe. En primer lugar, es necesario hacer entender el sentido de las normas. Es un poco como en moral, la determinación de una ley se funda primero en la comprensión de sus principios, y se sabe que, cuando se habla de liturgia y de sacramentos, hay implicaciones morales. Primero, decía, es necesario entender que el sentido de las normas deriva de la convicción de que la “primera norma” es adorar a Dios – Adorarás al Señor, tu Dios, y no tendrás otro Dios fuera de Mí -, no se puede hacer un culto a imagen propia, de lo contrario, se deforma a Dios. Hoy no sólo nos imaginamos un dios y luego inventamos el culto a él, sino que incluso imaginamos un culto sobre el cual nos inventamos el dios. La idolatría significa una “idea distorsionada de Dios”. Esta es la realidad que nos circunda.


El Papa Benedicto XVI, en la carta a los Obispos en la cual explica el sentido del levantamiento de las excomuniones a los Obispos consagrados por Mons. Lefebvre, quería hacer entender a quien le reprochaba el ocuparse de problemas secundarios como los relativos a la liturgia, que en un momento en que el sentido de la fe y de lo sagrado se está extinguiendo por todos lados, es necesario que precisamente en la liturgia se halle la forma privilegiada de encontrar a Dios. La liturgia es y sigue siendo el lugar más idóneo para encontrar a Dios y por eso el Papa, ocupándose de ella, no está tratando problemas secundarios sino cuestiones primarias. Si la liturgia habla de cosas mundanas, ¿cómo se hace para ayudar al hombre?


A los utopistas, hay que recordarles que se requiere lo que Benedicto XVI llama “la paciencia del Amor”.

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El ofertorio antiguo hablaba al hombre de Dios con la elocuencia de expresiones profundas sobre el valor sacrificial, sobre la naturaleza de la Misa como sacrificio ofrecido a Dios. ¿Se podría pensar en una corrección, en este sentido, del nuevo rito?


Es importante que sea conocida la Misa antigua, llamada también tridentina pero que es más oportuno llamar “de San Gregorio Magno”, como ha dicho recientemente Martin Mosebach. Ésta ha tomado forma ya bajo el Papa Dámaso y luego bajo Gregorio, no con san Pío V, el cual trató de reordenar y codificar, teniendo en cuenta los enriquecimientos de los siglos precedentes y dejando lo obsoleto. Con esta premisa debe ser conocida sobre todo esta Misa, de la que el ofertorio es parte integrante. Hay muchos trabajos de grandes estudiosos en este sentido y muchos se han preguntado sobre la oportunidad de reintroducción del antiguo ofertorio, al que usted se refiere.


Sin embargo, sólo la Sede Apostólica tiene autoridad para obrar en este sentido. Es verdad que la lógica que ha seguido el reordenamiento de la liturgia después del Concilio Vaticano II ha llevado a simplificar el ofertorio porque se consideraba que hubiera más fórmulas de oraciones ofertoriales; de este modo, se introdujeron las dos fórmulas de bendición de sabor judío, permaneció la secreta convertida en oración “sobre las ofrendas” y el orate fratres, y se consideraron más que suficientes. A decir verdad, esta sencillez, vista como un retorno a la pureza antigua, entra en conflicto con la tradición litúrgica romana, con la bizantina y con otras liturgias orientales y occidentales. La estructura del ofertorio era vista por los grandes comentadores y teólogos de la Edad Media como la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que va a inmolarse en ofrenda sacrificial. Por eso, las ofrendas eran ya llamadas “santas”, y el ofertorio tenía un gran importancia. La sucesiva simplificación de la que he hablado ha hecho que hoy muchos pidan el retorno de las ricas y bellas oraciones del “suscipe sancte Pater” y del “suscipe Sancta Trinitas”, sólo por citar algunas. Pero será por medio de una más amplia difusión de la Misa antigua que este “contagio” del antiguo sobre el nuevo será posible. Por eso, reintroducir la Misa “clásica”, si se me permite la expresión, puede constituir un factor de gran enriquecimiento. Es necesario facilitar una celebración festiva regular de la Misa tradicional al menos en cada Catedral del mundo, pero también en cada parroquia: esto ayudará a los fieles a conocer el latín y a sentirse parte de la Iglesia Católica, y en la práctica los ayudará a participar en las Misas en las reuniones en santuarios internacionales. Al mismo tiempo, es necesario también evitar reintroducciones descontextualizadas; quiero decir que hay una ritualidad ligada a los significados expresados que no puede ser reintroducida simplemente insertando una oración, se trata de un trabajo más complejo.

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La gestualidad y la orientación tienen ciertamente una gran importancia, lo que el fiel ve es reflejo de una realidad invisible. ¿La cruz en el centro del altar puede ser el modo para recordar qué es la Misa?


La cruz en el centro del altar es el modo para recordar qué es la Misa. No hablo de una cruz “mínima” sino de una cruz tal que pueda ser vista, la cruz debe ser de dimensiones proporcionadas al espacio eclesial. Ella debe volver al centro, debe estar en eje con el altar, debe poder ser vista por todos. Debe ser el punto en el que se crucen la mirada de los fieles y la mirada del sacerdote, dice Joseph Ratzinger en “Introducción al espíritu de la liturgia”. Debe estar en el centro, independientemente de la celebración, aún si ésta se desarrolla “hacia el pueblo”. Insisto en una cruz bien visible, de otro modo, ¿de qué sirve una imagen que no es adecuadamente útil? Las imágenes hacen referencia al prototipo. Todos sabemos que ha habido también una posición anicónica, por ejemplo, Epifanio de Salamina, como también los cistercienses, pero la iconodulía ha prevalecido luego con el Niceno II de 787, en base a lo que decía San Juan Damasceno: la imagen refiere al prototipo. Esto vale todavía más actualmente en la que se llama civilización de la imagen. En un momento en que la visión se ha convertido en instrumento privilegiado para nuestros contemporáneos, no se puede exponer lateralmente una pequeña cruz o un esbozo ilegible de ella, sino que es necesario que la cruz, con el Crucificado, sea bien visible sobre el altar, desde cualquier ángulo donde se lo mire.

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Frente al redescubrimiento de las exigencias de las que nos ha hablado, hay, de todos modos, un difícil paso que es el de las decisiones prácticas. ¿Cómo moverse?


En mi humilde opinión, la prioridad es hacer comprender el sentido de lo divino. El hombre busca a Dios, busca lo sagrado y lo que es signo de ello; en la exigencia natural de dirigirse a Dios y de venerarlo, se busca el encuentro con Dios en las formas sagradas del rito. Cuando se pierde la verdadera sacralidad del culto cristiano, el hombre continúa yendo a tientas, pero de modo distorsionado, ya que se encuentra como desorientado. ¿Cómo puede entonces el hombre responder concretamente a esta exigencia? En primer lugar, debe poder encontrar en la Iglesia lo que es la definición por excelencia de lo sagrado: Jesús Eucarístico. El Tabernáculo debe volver al centro. Es cierto históricamente que, en las grandes basílicas o en las catedrales, el tabernáculo estaba en capillas laterales. Sabemos bien que con la reforma tridentina se prefirió poner en el centro el tabernáculo, también para contrastar los errores protestantes sobre la presencia verdadera, real y sustancial del Señor. Pero también es cierto que actualmente la mentalidad que nos circunda, no contesta sólo la presencia real sino que contesta la presencia de lo divino. En la religión, naturalmente el hombre busca el encuentro con lo divino, pero esta presencia de lo divino no puede ser reducida a algo puramente espiritual. Esta presencia debe ser “tocada” y esto no se hace con un libro, no se puede hablar de presencia de lo divino sólo en los términos relativos a la lectura de las Sagradas Escrituras. Ciertamente, cuando la Palabra de Dios es proclamada, se puede justamente hablar de presencia divina pero es una presencia espiritual, no es la presencia verdadera, real y sustancial de la Eucaristía. De aquí la importancia del retorno a la centralidad del tabernáculo y, con él, a la centralidad del Cuerpo de Cristo presente. El lugar central no puede ser la sede del celebrante, no es un hombre quien está al centro de nuestra fe sino que es Jesús en la Eucaristía. De lo contrario, se termina comparando la iglesia a un aula, a un tribunal de este mundo, en cuyo centro se sienta un hombre.


El sacerdote es ministro, no puede estar en el centro. En el centro está Cristo-Eucaristía, está el tabernáculo, está la cruz. De allí se debe recomenzar. De lo contrario, se pierde el sentido de lo divino. El tabernáculo es lo que debe atraer como centro en una iglesia.

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El Cardenal Castrillón, en la homilía del 24 de septiembre de 2007 en Saint Eloi, decía que la Iglesia tiene necesidad de institutos “especializados” en la liturgia tradicional. ¿Considera también usted que los institutos hoy ligados a Ecclesia Dei pueden tener un rol en la formación de los sacerdotes o en el redescubrimiento de las riquezas de la Tradición?


¡Ciertamente! Estos institutos ejercen un carisma, y un carisma es algo que está en la Iglesia al servicio de la Iglesia. Una diócesis puede sacar gran beneficio del hecho de servirse de su ayuda. ¿Qué habría sido el Franciscanismo si el Papa no lo hubiera reconocido y puesto a disposición para el bien de toda la Iglesia?

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Fuente: Disputationes Theologicae


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 25 de abril de 2010

El Papa creará un dicasterio para la “nueva evangelización”

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Ofrecemos nuestra traducción de esta noticia, publicada hoy en Il Giornale por el vaticanista Andrea Tornielli, sobre un nuevo dicasterio que el Papa Benedicto XVI creará en las próximas semanas.

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Está profundamente preocupado por el crecimiento del escándalo de los abusos sexuales sobre menores y por las campañas mediáticas que quieren involucrarlo, pero Benedicto XVI no deja de sorprender: en las próximas semanas será anunciada la creación de un nuevo dicasterio de la Curia romana dedicado a la evangelización de Occidente que estará presidido por el arzobispo Rino Fisichella.


El Papa Ratzinger está preparando la carta apostólica que sanciona la decisión. Una decisión clamorosa, la institución del Pontificio Consejo para la nueva evangelización, un nuevo “ministerio” dedicado a la misión en el primer y en el segundo mundo, es decir, en los países donde el anuncio del Evangelio ya se ha hecho desde hace siglos pero donde actualmente su eficacia en la vida de las personas parece haberse perdido. Europa, Estados Unidos y América del Sur serán las principales zonas de influencia de la nueva estructura, que flanqueará a la Congregación de Propaganda Fide, dedicada en cambio a la evangelización en las tierras de nueva misión. El nuevo “ministerio” representa, hasta este momento, la novedad más consistente del pontificado de Benedicto XVI, un Papa que, según los pronósticos, habría simplificado la Curia romana.


La expresión “nueva evangelización” fue usada por primera vez por Juan Pablo II en junio de 1979 en Nowa Huta, barrio de los obreros polacos, modelo de una ciudad sin Dios, sin símbolos religiosos, sin iglesias. Aquellas palabras se convirtieron en una clave de lectura del pontificado itinerante de Wojtyla. La idea de constituir un dicasterio ad hoc dedicado a esta tarea, en cambio, se encuentra en una propuesta que don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, hizo al mismo Juan Pablo II al inicio de los años `80, como recordaba el cardenal Paul Josef Cordes en el prefacio al tercer volumen sobre la historia de Comunión y Liberación, redactado por don Máximo Camisasca. En aquel entonces, sin embargo, el contexto era diverso, la idea no tuvo éxito. ¿Cómo resurgió? Según autorizadas indiscreciones recogidas por Il Giornale, quien propuso el nuevo dicasterio al Papa Ratzinger habría sido, ya más de un año atrás, el cardenal patriarca de Venecia, Angelo Scola, también él muy sensible al problema. Benedicto XVI apreció de inmediato la propuesta y la hizo propia, determinando en monseñor Fisichella, teólogo, la persona más idónea para guiar el nuevo Pontificio Consejo.


Fisichella, actualmente rector de la Pontificia universidad lateranense, está por dejar el cargo después de un quinquenio (el sucesor debería ser el salesiano Enrico Dal Covolo, estimado por el Papa, al cual predicó recientemente los ejercicios espirituales, y cercano al Secretario de Estado Bertone). Dejará también la guía de la Pontificia Academia para la Vida para dedicarse exclusivamente al nuevo e importante deber. La sede del nuevo dicasterio, específicamente dedicado a reevangelizar al Occidente que ha olvidado a Dios y sus raíces, estará muy probablemente en el inicio de la Via della Conciliazione.


La relación entre el Occidente ya descristianizado y la fe está, desde siempre, en el centro de la atención de Joseph Ratzinger. “La Iglesia evangeliza siempre y nunca ha interrumpido el camino de la evangelización”, afirmaba el entonces cardenal a un congreso sobre la catequesis del año 2000, “sin embargo, observamos un proceso progresivo de descristianización y de pérdida de valores humanos esenciales que es preocupante”. “Por eso, buscamos – continuaba -, además de la evangelización permanente, nunca interrumpida, una nueva evangelización, capaz de hacerse sentir por aquel mundo que no encuentra acceso a la evangelización «clásica». Todos tienen necesidad del Evangelio; el Evangelio está destinado a todos y no sólo a un círculo determinado y, por eso, estamos obligados a buscar nuevos caminos para llevar el Evangelio a todos”.


Al asumir el nuevo cargo, Fishichella, que seguirá siendo capellán de la Cámara de diputados, está destinado a permanecer en la Curia romana, y se convierte en un candidato a la púrpura. Sale, en cambio, de las previsiones que lo ponían en pole position para la diócesis de Turín, en la cual siguen el obispo de Alessandria, Giuseppe Versaldi, cercano a Bertone; y el obispo de Vicenza, Cesare Nosiglia, cercano al presidente de la CEI, Angelo Basgnasco. Mientras que para la sucesión del cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, crece la candidatura del arzobispo Gianfranco Ravasi, “ministro” de la cultura vaticano.

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Fuente: Il Giornale


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 21 de abril de 2010

Un rabino analiza el pontificado de Benedicto XVI

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Benedicto XVI con el Rabino Neusner

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Ofrecemos nuestra traducción de un interesante artículo que el rabino Jacob Neusner, que desde hace años mantiene con el actual Papa un intercambio epistolar, escribió para un diario italiano en el que comenta, desde su perspectiva, el pontificado de Benedicto XVI.


El rabino Neusner fue citado por el Papa Ratzinger en su libro “Jesús de Nazaret” por la lectura que realiza, a partir de los Evangelios, de la figura de Jesucristo, llegando a una conclusión muy clara a la que, sin embargo, no han llegado muchos teólogos cristianos contemporáneos: la novedad del Evangelio consiste precisamente en la persona de Jesús y en que Él se presenta como Dios.


Es interesante notar que, en este artículo, este rabino llega también a conclusiones claras y ciertas sobre el Papa Benedicto XVI, conclusiones a las que muchos, incluso dentro de la Iglesia, no han podido o no han querido llegar.

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La mejor broma de mi vida la hice una vez en el gimnasio, a alguien que contestaba mis opiniones sobre el equipo de baseball de los New Cork Yankees en comparación con los New Cork Mets: “No trates de prevalecer sobre mí. ¡Soy un profesor, por lo tanto, tengo siempre razón!”. Desafortunadamente, en lugar de tomarlo para la risa, me tiró contra una toalla.


Cuando a un estudioso e intelectual de éxito se le confiere el status de infalibilidad, aquí comienzan los problemas. Un estudioso no tiene necesidad de que se le diga que es infalible. Ya lo sabe, y se le paga por ello. La profesión de investigador requiere integridad, racionalidad y honestidad intelectual. En sus primeros cinco años de papado, Ratzinger ha revelado todas estas características, junto a una abundante humildad, generosidad y amor. Sin embargo, el mundo tiene todavía necesidad de tiempo para acostumbrarse a este Papa-estudioso, que afronta de modo directo y sin titubeos los temas fundamentales y deja caer las nimiedades, cuando es posible.


Los musulmanes han comprendido de qué está hecho este Papa, en Ratisbona cuando, con una intervención muy profunda, Benedicto XVI puso en duda la contribución del Islam a la civilización. Los anglicanos han entendido de qué está hecho este Papa cuando él, en un arranque de honestidad, invitó al clero anglicano a entrar a formar parte de la Iglesia. Los judíos han entendido de qué está hecho este Papa cuando Benedicto XVI volvió a una liturgia que cuestionaba el credo hebreo. En los tres casos, la fractura ha sido recompuesta y han prevalecido las posiciones más moderadas: con el Islam se ha hecho la paz y con anglicanos y judíos se ha llegado a una conciliación.


Pero el Papa-estudioso no había hecho más que expresar la verdad así como es sentida en el corazón del catolicismo: el Islam no puede competir con el cristianismo en cuanto a estatura moral, los anglicanos serán siempre bienvenidos, y los judíos estarían mucho mejor dentro de la Iglesia. El Papa Benedicto habla como un estudioso y pronuncia verdades cristianas tal como las enuncia el infalible obispo de Roma. Un estudioso no puede sino actuar de este modo.


La cuestión que, en este momento, perturba la paz es el modo en que, en el pasado, el cardenal Ratzinger liquidó el caso de un sacerdote culpable de haber abusado sexualmente de algunos niños. La caridad cristiana sugería perdonar a aquel sacerdote, un alma penitente despedazada y en el final de su vida. El cardenal Ratzinger le ahorró las humillaciones que un justo castigo habría comportado. El sacerdote murió en el seno de la Iglesia y Benedicto XVI mostró el verdadero significado de arrepentimiento y amor cristiano.


El pasado enero, cuando me encontré con el Papa en Roma, le pregunté qué quería hacer cuando, en unos seis meses, terminara el segundo volumen de su “Jesús de Nazaret”. Con una sonrisa, me respondió: “Nada más. Este es mi último libro. Tengo otros asuntos para atender”. Un estudio que deja de escribir libros no mantiene por mucho tiempo tal título. Benedicto XVI no tuvo que agregar: “Después de todo, soy el Papa”. Pero el académico que hay en mí susurró: “A qué precio”.


Lo que el mundo ha aprendido en estos cinco años respecto al Papa-estudioso es el precio que la academia paga por sostener la verdad y mantener la propia integridad. La infalibilidad tiene sus costos. La gente prefiere políticos capaces de mediar antes que personajes críticos y propensos a las controversias. Esto es lo que nos enseñan los papas-estudiosos en general. Pero lo que yo aprendí de este Papa-estudioso en particular es algo más. La genuina integridad de este hombre y su capacidad de exponer la verdad a la humanidad entera, mueven intereses muy fuertes. Y por esto, también los musulmanes, los anglicanos y los judíos deben prepararse a un debate de alto perfil sobre la razón y la racionalidad compartida y encontrar un punto de encuentro sobre los conflictos, tratando de establecer quién está del lado correcto y quién del incorrecto, y qué prescriben las Sagradas Escrituras y la tradición.

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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 20 de abril de 2010

Rezando por el Papa desde 1959

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La hermana Emmanuel Hofbauer se tomó muy en serio la instrucción de Santa Teresa de Ávila de rezar por los sacerdotes. A la edad de 11 años, le mostraron una foto de la ordenación del Padre Joseph Ratzinger y su hermano Georg. Ella cuenta que esta experiencia le confirmó misteriosamente su deseo de convertirse en monja y rezar de forma especial por los sacerdotes.


Ahora, uno de ellos celebra su quinto aniversario como Papa.


El entonces Padre Georg Ratzinger trabajó en su parroquia en una pequeña villa bávara al pie de los Alpes, cerca del pueblo de Oberammergau, famoso por sus piadosas representaciones de la Pasión. El Padre Joseph Ratzinger se convertiría eventualmente en el arzobispo de Munich, la arquidiócesis en la que ella vivió.


Después de trasladarse a los Estados Unidos en 1955 y asistir a la Academia de los Santos Nombres en Seattle, ella ingresó en el monasterio carmelitano de Seattle en 1959, cuando tenía 19 años de edad. El año siguiente recibió formalmente su nuevo nombre y el hábito carmelitano distintivo. La hermana Emmanuel permaneció en Seattle hasta el 2009, cuando se trasladó al Carmelo de la Madre de Dios en San Rafael, California.


Su correspondencia con el Cardenal Ratzinger comenzó en 1986, con la ocasión de las bodas de plata de su primera profesión en 1961. La hermana Emmanuel recibió una carta del Cardenal Ratzinger en la que le agradecía por todos sus años dedicados al servicio del Señor y de Su Iglesia. Luego, continuaron enviándose correspondencia unas pocas veces cada año.


La hermana Emmanuel se encontró personalmente con el Cardenal Ratzinger cuando estuvo en Roma para la canonización de la hermana carmelita Edith Stein, en octubre de 1998.


La hermana Emmanuel habló recientemente con el corresponsal de “Register”, Trent Beattie.

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¿Cuáles son algunos de sus recuerdos de la niñez acerca de los hermanos Ratzinger?


Cuando los hermanos Ratzinger fueron ordenados en 1951, yo tenía sólo 11 años. Uno de mis profesores me mostró un recorte de diario de la ordenación. Esta foto de los hermanos Ratzinger me impresionó profundamente.


Yo esperaba realmente convertirme en una hermana como las hermanas de Santa Isabel que vivían cerca de nuestra casa. Una de las hermanas me dijo que había querido ingresar en el Carmelo de Colonia pero que no se lo permitieron debido a su asma. Me dijo que el apostolado del Carmelo era principalmente rezar por la Iglesia y por los sacerdotes. Decidí allí y entonces que eso era lo que estaba llamada a hacer. Quería rezar por sacerdotes santos, tales como los hermanos Ratzinger.


Mons. Georg Ratzinger se convirtió en el vicario de mi párroco entre 1951 y 1952. Joseph Ratzinger nunca fue mi pastor, pero se convirtió en el arzobispo de Munich en mayo de 1977. En junio de 1977 fue nombrado cardenal, y en noviembre de 1981 se convirtió en el cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

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¿Cuándo comenzó a escribirse con el Cardenal Ratzinger?


Recibía noticias, especialmente sobre el entonces Arzobispo Ratzinger, por medio de mi familia, profesores y amigos. Cualquier cosa que tuviera que ver con él o con Mons. Georg me interesaba. Por alguna misteriosa razón, Dios me unió a ellos. Encontré mi vocación por medio de ellos, y ésta era rezar y sacrificar mi vida por ellos y por todos los sacerdotes.


Mi correspondencia directa con el entonces Cardenal Joseph Ratzinger comenzó en torno al año 1986. Era el año de mis bodas de plata, y él me escribió una hermosa carta que conservaré mientras viva.


Leí algunos de sus libros y artículos, y a menudo rezaba diciendo: “Señor, éste hombre debiera ser más visto y oído”. Cuando lo encontré cara a cara en 1998, sabía que sería el próximo Papa. Su elección fue un momento gozoso, emotivo.

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¿Cuál fue su reacción inmediata ante el hecho de que el Cardenal Ratzinger fuese elegido Papa?


Me hizo muy feliz el hecho de que la celebración de su inauguración festiva cayese el 24 de abril, que es también el día de mi cumpleaños. Fue el mejor regalo de cumpleaños que pudiese haber recibido.

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¿Cree que el Cardenal Ratzinger, eligiendo el nombre Benedicto (por el Papa Benedicto XV, pero también por San Benito, el “Padre del monacato occidental”) mostró así su gran respeto por la vida religiosa?


No sé por qué eligió el nombre Benedicto. Creo que lo eligió más por seguir al Papa Benedicto XV, conocido como el “Papa de la Paz” – él se convirtió en Papa tan sólo unos pocos meses después del inicio de la Primera Guerra Mundial. Trabajó incansablemente por la paz y escribió la encíclica Pacem Dei Munus. Estoy segura que ama a San Benito, el padre del monacato, y que tiene un gran amor y respeto por la vida religiosa.

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¿Qué piensa de los últimos ataques de los medios contra Mons. Ratzinger y el Papa Benedicto?


El ataque de los medios contra nuestro Santo Padre y contra Mons. Ratzinger es tan injusto, tan injustificado. Durante años he conocido a muchos de los Regensburger Domspatzen (miembros del famoso grupo de canto guiado una vez por Mons. Ratzinger), y ellos tienen la más alta estima por Mons. Ratzinger.


En los casos de abuso sexual cometidos por algunos miembros del clero, el demonio usa a los sacerdotes en orden a culpar a toda la Iglesia, porque odia a la Iglesia y quiere destruirla. Pero conocemos las palabras de Cristo: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.


Algunos han acusado a nuestro Santo Padre por no seguir el Evangelio, cuando en realidad él es un evangelio viviente. Él vive la fe, la esperanza, el amor, la reconciliación, la paz y la justicia – verdaderamente como Cristo.

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¿Qué piensa de las críticas al Papa provenientes de personas que nunca se han encontrado con él o leído ninguno de sus escritos?


Las personas que criticaron a nuestro Santo Padre no conocen mucho de él o de sus escritos. Sólo lo conocieron como el partidario de la disciplina cuando era prefecto. No saben que en realidad él es un hombre profundamente piadoso, espiritual, humilde y discreto. Lo mismo es verdad de su hermano, Mons. Georg Ratzinger.

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¿Aún se escribe con el Papa Benedicto, o eso no es posible?


Sí, aún me escribo con su Santidad por medio de su secretario privado, que permite que mis cartas lleguen a su Santidad, y recibo unas pocas líneas y estampas por medio de su secretario. Le cuento de lo más destacado de nuestra vida aquí en el monasterio y le aseguro mis oraciones.

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¿Podría contarnos acerca de su encuentro personal con el Papa Benedicto?


En el 2006, nuestro Santo Padre visitó Alemania. Una de sus visitas fue en Pentling, cerca de Ratisbona. Mis primos cuidan su casa en Pentling. Es la casa donde él y su hermano iban a retirarse, pero Dios tenía otro plan. Mis primos me invitaron a visitarlos durante ese tiempo, y a ayudarlos a preparar la venida de nuestro Santo Padre a su casa por última vez.


Fue una experiencia inolvidable, como una reunión de familia. La policía y los guardias nos permitieron acercarnos a él. Recuerdo que él tomó mis manos y me pidió que por favor no lo olvidase en mis oraciones. Siendo que estoy celebrando mis bodas de oro el 22 de mayo de este año (tomado desde el “día del hábito”, o el “día del nombre”, que tuvo lugar en 1960), ¡espero ver a nuestro Santo Padre una vez más dentro del próximo par de años, si Dios lo permite!

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En este Año Sacerdotal, ¿cuáles son sus pensamientos acerca de rezar por los sacerdotes?


Santa Teresita de Lisieux, como todas las hermanas carmelitas, tenía un gran amor por los sacerdotes y por el sacerdocio, pero su amor no era ingenuo. Ella sabía que los sacerdotes son frágiles seres humanos como todos nosotros. Ella quería apoyarlos en toda forma posible.


¿Amamos y apoyamos a nuestros sacerdotes como deberíamos, y como ellos lo necesitan de nosotros? Puede ser algo fácil enojarse y ver las faltas de nuestros sacerdotes, algunas veces sólo vemos su debilidad. Sin embargo, Jesús nos ha dado un tesoro invaluable en el sacerdocio. A través de Sus sacerdotes, recibimos toda la munificencia de Sus gracias por medio de los Sacramentos – y a Él Mismo en la Eucaristía.


Seguramente que debemos a nuestros sacerdotes una gratitud inmensa por el don de sí mismos a Dios en nuestro beneficio. En este Año Sacerdotal, renovemos nuestro compromiso de rezar por nuestros sacerdotes, de confirmar a nuestros sacerdotes, de amar y apoyar a nuestros sacerdotes. Ellos nos necesitan más que nunca al tiempo que tratan de seguir mostrándonos la Presencia de Dios en un mundo que cada vez más lo niega e ignora sus caminos.

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Fuente: National Catholic Register


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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lunes, 19 de abril de 2010

Un viaje de pocas horas y muchos frutos

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El breve viaje del Papa Benedicto XVI a Malta, con ocasión del 1950º aniversario del naufragio de San Pablo en la isla, llegó ayer a su fin. Se ha tratado de una visita de pocas horas pero de muchos frutos. Y deberíamos rezar para que, en adelante, los católicos de Malta puedan seguir recogiendo muchos frutos espirituales de esta presencia del Sucesor de Pedro en sus tierras.


En un anterior artículo, en el que hablábamos sobre los viajes papales de este año, mencionamos algunos signos de oposición que se manifestaron días antes de la llegada del Papa. Pero también hicimos referencia a la gran alegría de la mayor parte de la población frente a la visita de Benedicto XVI. Este diagnóstico resultó ajustarse bastante a la realidad de los hechos.


Frente al primer viaje apostólico del año, los enemigos de la Iglesia actuaron intensamente, de un modo maliciosamente planeado y con la imprescindible colaboración de grandes medios de comunicación, para frustrar cualquier fruto positivo de este acontecimiento; para presentar a una Iglesia débil y en crisis, casi decadente; para mostrar a un Pontífice deprimido e inactivo, incapaz de cumplir con sus funciones; para concluir con el pronóstico de que el resultado sería un absoluto fracaso.


Pero el fracaso no fue de la Iglesia ni del Papa sino precisamente de sus enemigos. En primer lugar, hay que destacar que la presencia de la gente en las calles para saludar al Vicario de Cristo superó todas las expectativas. De hecho, varios eventos comenzaron con mucho tiempo de retraso (algo inusual en la organización vaticana de los viajes) precisamente porque, en los traslados de un lugar a otro, todas las calles estaban repletas de malteses que salieron de sus casas para dar la bienvenida a Benedicto XVI. En la Santa Misa que el Pontífice presidió en la mañana del domingo, centro de todo el viaje apostólico, se esperaban unas 15.000 personas y, sin embargo, asistieron unas 50.000. Casi se podría pensar que tanto odio descargado contra el Santo Padre despertó en los malteses la necesidad de demostrar, también de este modo, el amor al Sucesor de Pedro y a la Santa Iglesia Católica.


Otro aspecto a destacar de este viaje es el mensaje que el Sumo Pontífice quiso transmitir. Desde el inicio, en el discurso de la ceremonia de bienvenida, Benedicto XVI propuso una lectura de toda la historia desde la fe: “algunos podrían pensar que la llegada de san Pablo a Malta, causada por un acontecimiento humanamente imprevisto, es un simple incidente de la historia. Sin embargo, los ojos de fe nos permiten reconocer aquí la obra de la providencia divina”. Y quiso recordar el lugar que Malta debe seguir ocupando en el contexto europeo: “Vuestra nación ha de continuar defendiendo la indisolubilidad del matrimonio como una institución natural y sacramental, así como la verdadera naturaleza de la familia, como ya lo está haciendo respecto a la sacralidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural; y también el verdadero respeto que se debe a la libertad religiosa, de manera que todo esto lleve a un auténtico desarrollo integral de las personas y de la sociedad”.


El evento central de la primera jornada del viaje fue la visita a la Gruta de San Pablo, en Rabat. Allí, además de agradecer el trabajo de los misioneros, hizo un llamado al desafío de la nueva evangelización y a un necesario testimonio de la fe católica: “Frente a tantas amenazas contra el carácter sagrado de la vida humana, y la dignidad del matrimonio y la familia, ¿no será necesario recordar constantemente a nuestros contemporáneos la grandeza de nuestra dignidad de hijos de Dios y la sublime vocación que hemos recibido en Cristo? ¿Acaso no necesita la sociedad recuperar y defender aquellas verdades morales fundamentales que son la base de la auténtica libertad y del genuino progreso?” (Discurso en la visita a la Gruta de San Pablo).


En la homilía de la Santa Misa que presidió en Floriana, el Papa alabó la capacidad de discernimiento del pueblo maltés y los exhortó a continuar así, advirtiéndoles sobre las trampas del mundo: “No todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser asumido por el pueblo maltés. Muchas voces tratan de convencernos de dejar de lado nuestra fe en Dios y su Iglesia, y elegir por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia. Cuando nos sentimos tentados de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy… Mis queridos hermanos y hermanas, si ponemos nuestra confianza en el Señor y seguimos sus enseñanzas, obtendremos siempre grandes frutos”. Finalmente, exhortó a los malteses a conservar la fe y valores cristianos y a compartirlos con los demás, con la siguiente pauta: “Lo que recibís, examinadlo con atención, y lo valioso que tenéis, sabedlo compartir con los demás”.


Un momento especialmente importante de la breve estadía de Benedicto XVI en Malta fue el encuentro con ocho personas, víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero. El Papa mostró así, una vez más, su gran preocupación concreta por este tema, más aún, por las personas, por sus vidas, por sus almas. Una preocupación que no parece estar en quienes utilizan el terrible dolor de estas personas como un simple instrumento para llenar primeras planas y atacar injustamente a toda la Iglesia, sin ningún interés real por las dramáticas vivencias de las personas. El encuentro, en efecto, fue sin anuncio previo, en privado, sin cámaras, sin mediatizaciones. Estas personas compartieron con el Santo Padre un momento de oración en la capilla de la Nunciatura. Luego, el Pontífice habló con cada uno de ellos, los escuchó, les manifestó su dolor y su vergüenza, incluso con lágrimas, les aseguró su oración, les dio su bendición. Uno de ellos, entre lágrimas, declaró luego sentirse liberado de la “pesadilla” que lo había perturbado por años y compartió así su experiencia: “He visto al Papa llorar y me sentí liberado de un gran peso. No me esperaba disculpas del Papa pero he visto en él y en el obispo de Malta la humildad de una Iglesia que, en aquel momento, representaba todo el problema de la Iglesia moderna… El Papa apoyó la mano sobre la cabeza de cada uno de los participantes en el encuentro, bendiciéndonos. Yo me sentí liberado y aliviado de un gran peso. Desde hacía tiempo no iba más a Misa y había perdido la fe, pero ahora me siento un católico convencido… El encuentro con el Papa ha sido el regalo más grande que he recibido después del nacimiento de mi hija… Mis amigos y yo hemos agradecido muchísimo al Papa”.

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MALTA

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El último evento masivo de la visita fue un multitudinario encuentro del Sucesor de Pedro con los jóvenes de Malta, en el que Benedicto XVI escuchó las inquietudes, expresadas con total franqueza, de algunos jóvenes. En un hermoso discurso, en el que recordó la experiencia de conversión de San Pablo, el Papa se dirigió a los jóvenes con gran claridad y sinceridad: “Quizás alguno de vosotros me dirá que, a veces, san Pablo era severo en sus escritos. ¿Cómo se puede afirmar entonces que ha difundido un mensaje de amor? Mi respuesta es ésta: Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores”.


Paternalmente, el Papa invitó a sus jóvenes a no tener miedo frente a una cultura que, ayudada por los medios, se opone al mensaje cristiano: “Encontrareis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana... Por eso, os repito: No tengáis miedo, sino alegraos del amor que os tiene; fiaos de él, responded a su invitación a ser sus discípulos, encontrad alimento y ayuda espiritual en los sacramentos de la Iglesia”. Y, más explícitamente, añadió: “En el contexto de la sociedad europea, los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo”.


Cuando el Papa Benedicto llegó nuevamente al aeropuerto para pronunciar su último discurso en Malta, las perspectivas previas al viaje habían cambiado radicalmente. El intento de presentar a la Iglesia como una institución débil y en crisis, casi decadente, pareció ridículo frente al dinamismo y la vitalidad de una Iglesia realmente viva, con una alegría pascual, que con orgullo salió a dar testimonio de su fe por las calles de Malta. La reiterada búsqueda de mostrar a un Pontífice deprimido e inactivo, incapaz de cumplir con sus funciones, se estrelló contra la realidad de un Papa fuerte que, aunque ciertamente cansado por las muchas actividades y las fatigas propias de la edad, mostró una auténtica alegría cristiana, manifestó su amor paternal para con todos sus hijos, confirmó en la fe a sus hermanos, y transmitió el mensaje de la fe con la sabiduría de un Padre de la Iglesia. El pronóstico de un fracaso, finalmente, quedó simplemente en el deseo de algunos. Dios, que es quien guía los designios de la historia, como recordó varias veces Benedicto XVI, quiso que la visita del Sucesor de Pedro fuera fuente de bendiciones y frutos espirituales para toda la Iglesia. El Papa, de este modo, cerró el quinto año de su pontificado confirmando en la fe a sus hermanos de Malta y dejándoles, como consigna para el futuro, la defensa de la identidad cristiana: “Nunca dejéis que vuestra verdadera identidad se vea comprometida por el indiferentismo o el relativismo. Sed siempre fieles a la enseñanza de san Pablo, que os exhorta: «Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. Haced todo con amor»”.


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La Buhardilla de Jerónimo

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Ad multos gloriosque annos, Sancte Pater!

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BENEDICTO XVI 5 AÑOS DE PAPA

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19 de abril de 2010


5º aniversario de la elección

del Sumo Pontífice Benedicto XVI

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Celebrando, con gran alegría, el 5º aniversario de la elección de Su Santidad Benedicto XVI, elevamos a Dios nuestra acción de gracias por haber dado a la Iglesia un Sucesor tan digno del Apóstol San Pedro. Al mismo tiempo, rogamos al Señor que proteja al Santo Padre, preserve su vida, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos. Con amor filial, ponemos la vida, el ministerio y las intenciones del Romano Pontífice en el Corazón Inmaculado de María.


 

AD MULTOS GLORIOSQUE ANNOS,

SANCTE PATER!

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viernes, 16 de abril de 2010

Nuevos pasos del Peregrino Apostólico

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Este sábado 17 de abril, el Papa Benedicto XVI emprenderá su décimo cuarto viaje apostólico internacional, el primero de este año, que lo llevará a la isla de Malta para conmemorar el 1950º aniversario del naufragio de San Pablo. Con este breve viaje (poco más de 24 horas dado que llegará a la isla en la tarde del sábado y volverá a Roma el domingo por la noche), el Papa inicia sus viajes apostólicos de este año 2010 que, lamentablemente, se ha mostrado hasta el momento como uno de los más violentos si se considera la magnitud de los ataques, llenos de odio, que se están dirigiendo sin descanso contra este gran Pontífice.


Incluso la preparación de este viaje apostólico se ha visto empañada por el odio al Santo Padre cuando algunas personas escribieron frases ofensivas en los carteles que anuncian la visita papal. Sin embargo, el mal gusto y la falta de respeto de unos pocos, expresada en estos actos vandálicos, parece insignificante frente al entusiasmo de la mayor parte de la población maltesa que espera con gran alegría la visita del Sucesor de Pedro. Más aún, tal vez sea precisamente esta gran alegría la que ha provocado aquellas ofensas. Los obispos, en nombre del Pueblo de Dios, afirmaron que todos los malteses recibirán al Vicario de Cristo “del mismo modo en que nuestros predecesores rindieron homenaje a San Pablo”. Y el mismo Papa, en una carta al presidente Abela, afirmó: “no veo la hora de unirme a los malteses para conmemorar el importante aniversario de la llegada de San Pablo a sus costas”.


Tan sólo un mes después, Benedicto XVI subirá nuevamente a un avión para realizar un viaje apostólico a Portugal (del 11 al 14 de mayo), que él había deseado desde hace tiempo, en el que visitará las ciudades de Lisboa, Porto y Fátima. Es precisamente en esta última ciudad, en la que se encuentra el santuario mariano en honor a Nuestra Señora, donde se centrará este importante viaje pontificio con ocasión del 10º aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta (los pastorcitos a los que, junto con la Sierva de Dios Sor Lucía, se apareció la Virgen). En ese mismo día se conmemora también el 10º aniversario del anuncio de la publicación del tercer secreto. ¿Cómo no considerar importante la peregrinación a Fátima de aquel que, en el año 2000, tuvo la tarea de realizar el comentario a esta parte del secreto e identificó la clave del mismo en las palabras de la Virgen: “Mi Inmaculado Corazón triunfará”? La presencia de un Sucesor de Pedro en el Santuario de Fátima es siempre un acontecimiento de gracia en la vida de la Iglesia. Y en estos tiempos especialmente difíciles para la Iglesia, en los que precisamente el Vicario de Cristo está en el centro de tan violentos ataques, no podemos dejar de pensar que, una vez más, como la Beata Jacinta vio en Fátima, estará “el Santo Padre, en una iglesia, rezando delante del Inmaculado Corazón de María, y mucha gente rezando con él” (cfr. “Memorias de Lucía”).


Tres semanas después de detenerse en oración en el Santuario de Fátima, Benedicto XVI emprenderá un nuevo viaje, esta vez a Chipre, una de las pocas naciones que el Venerable Juan Pablo II no visitó en su largo pontificado. En esa nación, el Papa confirmará en la fe a la pequeña comunidad católica del país y entregará el Instrumentum laboris de la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, que se celebrará en octubre de este año en el Vaticano, una iniciativa que muestra una vez más la importancia que tienen, en el corazón del Santo Padre, las comunidades cristianas de esa región que, entre grandes dificultades y sufrimientos, siguen a Cristo por el camino de la cruz. El viaje a esa nación, mayoritariamente ortodoxa, ofrecerá también el marco para un encuentro con Su Beatitud Crisóstomos II, Arzobispo ortodoxo de Chipre, que al visitar el Vaticano en el 2007, en un memorable discurso, se refirió a la Sede de Roma como “el Trono Apostólico hacia el cual mira toda la Ecumene cristiana con grandes expectativas, esperando que el que lo preside, el teólogo sabio, el incansable pastor y el dinámico líder eclesiástico, realice gestos de diálogo, pacificación, acercamiento y amor”. En esa ocasión, Crisóstomos II afirmó también: “A través de nosotros el apóstol san Bernabé invita a su hermano mayor, el apóstol san Pedro, a visitar por primera vez su humilde casa, a ser su huésped, a sentirse como en su casa, a bendecirla… Dígnese venir y denos la ocasión de corresponder a su hospitalidad fraterna de estos espléndidos días que hemos vivido en la ciudad eterna”. Del 4 al 6 de junio, en efecto, el Papa Benedicto XVI responderá con su visita a aquella cordial invitación.


Luego de su período de vacaciones, que este año ha decidido transcurrir totalmente en la residencia de Castelgandolfo, el Papa emprenderá el cuarto viaje internacional del año que lo llevará, en una visita histórica, a Gran Bretaña, del 16 al 19 de septiembre. Al recibir en visita ad limina a los obispos ingleses y escoceses, el Papa les dijo que durante su viaje él mismo podrá ser testigo de la fe de los católicos y, como Sucesor de Pedro, la fortalecerá y confirmará. Este viaje pontificio tendrá como cumbre la esperada beatificación del Cardenal John Henry Newman, por quien el Papa Ratzinger siente una profunda admiración desde los años de su juventud, al punto de que el Pontífice ha decidido presidir él mismo la ceremonia de beatificación. Este acontecimiento, además, cobrará todavía mayor relieve teniendo en cuenta la providencial iniciativa de Benedicto XVI al promulgar la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus. La centralidad de la figura de Newman puede notarse también en que su lema se ha convertido en el de la visita pontificia: Cor ad Cor loquitur. Seguramente este viaje estará rodeado de oposición y polémicas (algunas de las cuales, de hecho, ya comienzan a vislumbrarse) pero, teniendo en cuenta el acostumbrado modo de actuar de los enemigos de la Iglesia, podemos pensar que mucho mayor aún serán sus frutos espirituales en la floreciente Iglesia de Inglaterra y Escocia.


Finalmente, el Peregrino Apostólico estará el 6 y 7 de noviembre en “la noble y siempre querida España”, como él mismo la llamó al visitarla por primera vez como Obispo de Roma en el año 2006. España, de este modo, se verá honrada con una segunda visita del actual Pontífice, estando anunciada una tercera para el próximo año, en Madrid, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud: se trata de algo absolutamente inusual. ¿Se puede dejar de notar el especial amor de Benedicto XVI por España y su convicción de que esta noble nación sigue representando una esperanza para la Iglesia que peregrina en Europa y en el mundo? De hecho, el Papa se hará peregrino en Santiago de Compostela, meta eminente de peregrinos desde tiempos remotos, “cuyos pasos han marcado un Camino que nos habla elocuentemente de las raíces espirituales del Viejo Continente” (Cfr. Mensaje del Santo Padre para la apertura del Año Santo Compostelano). Por otra parte, su presencia en Barcelona, para consagrar la nave central de la iglesia de la Sagrada Familia, representará no sólo una gran ocasión para valorar el fructífero encuentro entre arte y fe, sino también una preciosa oportunidad para defender con alegría y firmeza la institución sagrada de la familia.


Además de estos cinco viajes internacionales, un número “record” para el Papa Benedicto, el Peregrino Apostólico tiene programados otros cuatro viajes dentro de Italia, la nación de la que es Primado. El 2 de mayo visitará Turín para venerar la Sábana Santa, “espejo de los Evangelios”, como la llamó su inmediato predecesor. El 4 de julio visitará nuevamente la región de los Abruzos, esta vez la ciudad de Sulmona, para conmemorar el VIII centenario del nacimiento del Papa San Celestino V. Para recordar el centenario del nacimiento de otro predecesor suyo, el Papa León XIII, visitará Carpineto Romano el 5 de septiembre. Finalmente, estará en Palermo el día 3 de octubre para encontrarse con las familias y con los jóvenes.


Esta intensa agenda evangelizadora del Pontífice, que incluye cinco importantes viajes internacionales y otros cuatro dentro de Italia, es el mejor argumento contra las maliciosas mentiras de quienes pretenden “crear” la imagen, en la opinión pública (o, más bien, en la publicada), de un Papa cansado, enfermo, sin iniciativa o incluso deprimido. Por el contrario, todo aquel que quiere reconocer la verdad, puede ver que tenemos un Papa grande y fuerte que, con 83 años, a pesar de la fatiga propia de la edad y de “los estragos que causan en un hombre la calumnia y el odio” (cfr. “El Papa mártir”, de Santiago Martín), sigue guiando sabiamente a la Iglesia con un amor auténticamente paterno y con una conciencia muy clara de la naturaleza de la misión que se puso en sus manos y que él aceptó con actitud de entrega interior.


Cuando el Papa Benedicto XVI, luego de su elección, visitó por primera vez la Basílica de San Pablo Extramuros, dijo con gran emoción: “Ante nuestros ojos tenemos el ejemplo de mi amado y venerado predecesor Juan Pablo II, un Papa misionero, cuya actividad tan intensa, testimoniada por más de cien viajes apostólicos fuera de los confines de Italia, es realmente inimitable. ¿Qué lo impulsaba a semejante dinamismo, sino el mismo amor a Cristo que transformó la existencia de san Pablo?”. Inmediatamente, el actual Papa añadió: “Que el Señor alimente también en mí un amor semejante, para que no descanse ante la urgencia del anuncio evangélico en el mundo de hoy”. Hoy, en vísperas del quinto aniversario del inicio de su Pontificado, podemos dar gracias a Dios por haber oído aquella súplica del Sucesor de Pedro y habernos dado, con Benedicto XVI, un nuevo Peregrino Apostólico, también él profundamente inflamado por el amor de Cristo, a quien ha consagrado su vida entera.

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La Buhardilla de Jerónimo

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