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Una ocasión para responder a la urgencia de un nuevo impulso a la misión evangelizadora de la Iglesia en un mundo en continua evolución. Pero también una ocasión de redención para los sacerdotes que se han dejado implicar por los males de una sociedad secularizada. Son algunos de los objetivos por alcanzar durante este Año Sacerdotal que han sido indicados por el arzobispo Robert Sarah, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. En esta entrevista a L’Osservatore Romano, Monseñor Sarah se refiere a la difícil situación de los sacerdotes en los territorios de misión – principalmente en África y en Asia – e indica en el discernimiento, en la valoración de las vocaciones, en la correcta y sólida formación, en la oración, en la vida eucarística y en la ejemplar fidelidad al orden sagrado, los fundamentos para restituir credibilidad al testimonio de los sacerdotes “allí donde ha sido puesta en duda por el comportamiento incorrecto de algunos”.
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¿Qué puede significar el Año Sacerdotal para el mundo misionero?
Para el mundo misionero, este año reviste una función particular. Basta mirar las estadísticas. Dicen que la población mundial es de más de seis mil millones, de los cuales sólo dos mil millones son cristianos. Más de cuatro mil millones no conocen a Jesucristo: el 67% de la población mundial.
Todavía más preocupante es, sin embargo, esta sociedad occidental que vuelve a ser pagana y que evoluciona, en gran medida, en paradójica oposición a las propias raíces espirituales y culturales. Junto a su progreso material, se nota un grave y continuo retroceso moral. Con su potencia económica, científica, tecnológica y mediática, promueve una cultura de la muerte: aborto, eutanasia, libertad sexual total, nuevos modelos de matrimonio y de familia, una ética nueva en absoluta oposición a la voluntad de Dios. Por lo tanto, esta situación trágica de tantos hombres que no conocen a Jesucristo – Dios hecho hombre por amor al hombre – representa la urgencia actual de una nueva evangelización de la sociedad occidental. No podemos olvidar que nuestra misión permanente es llevar el Evangelio a cuantos aún no conocen a Cristo, único Redentor del hombre.
Esta misión evangelizadora universal requiere una Iglesia renovada, revitalizada con el perenne mensaje de Cristo. No es un personaje del pasado, no es un sabio de la historia antigua. Jesús es el viviente. Vive en los cristianos santos. Vive en los sacerdotes santos y continúa su misión redentora a través de la vida santa de sus discípulos. Benedicto XVI ha estado extraordinario al proponer un Año Sacerdotal después del Año Paulino, como para subrayar el vínculo entre los dos elementos: la evangelización y el sacerdocio. No existe un manual o una escuela del buen sacerdote. Pero existen ejemplos de sacerdotes santos para imitar, para invocar. La evangelización depende esencialmente de sacerdotes santos. Y la santidad del sacerdocio ministerial y bautismal es la energía y el motor de la misión. Por eso, consideramos este Año Sacerdotal como un año de gracia y de gran bendición para la Iglesia misionera.
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El Papa, en su primer viaje a África, ha recomendado mayor discernimiento en la elección de los candidatos al sacerdocio, invitando a mirar más la calidad que la cantidad de las vocaciones. ¿Cómo intenta el dicasterio favorecer esta elección?
El dicasterio misionero de Propaganda Fide anima constantemente a los obispos a confiar la misión de los seminaristas a sacerdotes modelo, ejemplares en su vida espiritual, humana, moral, y fieles al Magisterio de la Iglesia. De este modo, ellos pueden ayudar a los futuros presbíteros a adquirir, en los años de su preparación y en la sucesiva formación permanente, una conciencia clara de su identidad sacerdotal, una libre y alegre opción del celibato, de la castidad, de la pobreza y de la obediencia, a imitación de Cristo. La formación debe ser de calidad intelectual, espiritual, humana y pastoral de alto nivel, de modo que los sacerdotes ejerzan el ministerio sacerdotal in persona Christi capitis. La formación del sacerdote, sobre todo en un contexto moderno tan complejo como el actual, es algo que dura para toda la vida. Por lo tanto, es urgente que en las parroquias y en los seminarios se insista sobre el discernimiento, las cualidades humanas y sacerdotales, el sincero deseo de una vida santa en el seguimiento de Cristo hasta el final. Y este compromiso no concierne sólo a África sino a toda la Iglesia porque se trata de hacer más presente en el mundo a Cristo y más creíble a su Evangelio.
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San Juan María Vianney y San Pío de Pietrelcina son dos figuras de grandes confesores que han sido propuestas nuevamente por el Papa. ¿Usted cree que, en países como los africanos, el rol del confesor debe ser revalorizado?
Cada sacerdote debe buscar “hacer redescubrir a los fieles laicos el significado y la belleza de la penitencia sacramental, mostrándola como una exigencia íntima de la presencia eucarística”. Liberar al hombre del pecado haciéndole redescubrir el “torrente de la divina misericordia” y el amor infinito de Dios por el hombre: esta es la misión esencial del sacerdote. Por lo tanto, es central hacer que los sacerdotes redescubran su dignidad y privilegio al estar en el confesionario. Ellos mismos deben confesarse muy frecuentemente porque también ellos son pecadores perdonados. Los confesionarios deben volver a ser verdaderos hospitales de las almas, como decía el santo Cura de Ars. Aunque en África la confesión todavía es muy practicada, siempre hay que revalorizar y presentar el sacramento de la confesión. Y el Papa desea esto.
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A veces llegan de África los ecos de noticias poco confortantes a propósito del comportamiento de algunos sacerdotes. Un problema que, lamentablemente, también se experimenta en otras partes del mundo. ¿Usted piensa que este Año Sacerdotal puede servir para reencontrar y revivir más intensamente el sentido del ministerio sacerdotal?
En su carta con ocasión del Año Sacerdotal, el Papa expresa la alegría y el afectuoso aliento por la “fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de "amigos de Cristo", llamados personalmente, elegidos y enviados por Él”. Pero constata: “Sin embargo, también hay situaciones, nunca bastante deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros. En estos casos, es el mundo el que sufre el escándalo y el abandono”. La vida moral escandalosa de algunos sacerdotes infieles es un problema difundido. Ningún continente, ninguna Iglesia local, puede no estar profundamente herida por estos casos dolorosos.
Pero me limito a su pregunta. El fenómeno de inmoralidad sacerdotal parecería en crecimiento en África. Algunas Iglesia locales conocen demasiados casos de sacerdotes de conducta moral escandalosa, sacerdotes desobedientes, que viven fuera de la diócesis sin el permiso del obispo, que gestionan mal los bienes de la Iglesia, y así sucesivamente. Benedicto XVI ha concedido facultades especiales a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos para tratar, de modo diligente y apropiado, los casos escandalosos de sacerdotes que viven en discordancia con el celibato, la castidad sacerdotal y la obediencia. Sin embargo, existen en África sobre todo muchos sacerdotes fieles, muy bellas realidades donde se vive el sacerdocio con dignidad, orgullo y mucho sacrificio, abnegación y pobreza total. En estos últimos treinta años, han sido asesinados a causa de la fe más de 133 sacerdotes y obispos en África. Muchos sacerdotes han soportado sacrificios y sufrimientos, en espíritu de abnegación y de renuncia, por amor a Cristo.
Estoy seguro que la celebración del Año Sacerdotal será de gran ayuda a los sacerdotes y al pueblo de Dios para reforzar la amistad con Cristo, para pedir perdón por las infidelidades, y principalmente para retomar una conciencia más viva de la propia identificación con Cristo. Habrá una renovación espiritual intensa y un gran compromiso de parte de cada uno para pedir juntos perdón por todos los pecados de los sacerdotes.
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¿Qué iniciativas quieren poner en marcha para promover la celebración del Año Sacerdotal en todos los territorios de misión?
El cardenal Dias, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha enviado una carta a todos los obispos de los territorios de misión sometidos a nuestra jurisdicción para invitarlos a tomar con alegría y responsabilidad la gracia del Año Sacerdotal querido por Benedicto XVI. Exhorta a los obispos a aprovechar este año para reforzar en los sacerdotes y en los fieles laicos el reconocimiento de este sublime don de Dios. También sugiere algunas iniciativas, por ejemplo: retiros espirituales, conferencias, sesiones de formación, estudios de los documentos conciliares y postconciliares. El cardenal Dias anima a los obispos y a los sacerdotes de nuestros territorios a imitar a san Juan María Vianney. Algunas diócesis ya han respondido informándonos acerca de sus iniciativas. Estoy seguro de que todos los sacerdotes del mundo están felices de vivir este año de gracia. Y Propaganda Fide hará todo lo posible para acompañar este camino de renovación interior de los sacerdotes con su cercanía espiritual, su aliento y su oración.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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