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Ofrecemos un artículo escrito por Mons. Vincent Nichols, Arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, publicado hoy en L’Osservatore Romano.
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La visita de Benedicto XVI al Reino Unido es, sin duda, un evento histórico. La invitación se la ha dirigido Su Majestad la Reina Isabel II. Y será precisamente ella quien recibirá al Papa a su llegada, el próximo 16 de septiembre, en Edimburgo. Esta visita, por lo tanto, marca una nueva fase en la larga y compleja historia de las relaciones entre los monarcas de esta tierra y el papado.
El Pontífice y la reina comparten algunas profundas preocupaciones: el bienestar de los pueblos del mundo, el rol de la enseñanza y los valores cristianos, la importancia de tener instituciones estables en beneficio de la sociedad. Estoy seguro de que tendrán mucho sobre lo que reflexionar durante el tiempo que transcurrirán juntos.
La primera Misa del Papa en tierra británica será celebrada el mismo día de la llegada, en Glasgow. El día sucesivo, en Londres, estará en cambio dedicado al encuentro con diversas realidades sociales. Comienza con un evento que celebra la educación católica y el rol que reviste en el sistema de instrucción de este país. Benedicto XVI podrá dirigirse a cada escuela del territorio, gracias a una conexión de Internet, e invitará a los niños, donde sea que se encuentren, a seguir los eventos de su visita y a sostenerlo con sus oraciones.
El Saint Mary's university college, en Twickenham, donde el evento tendrá lugar, es también una sede de entrenamiento para los próximos juegos olímpicos del 2012. Esto añadirá otra dimensión al evento, resaltando el interés por el deporte, común a muchas personas. Benedicto XVI se encontrará luego con diversas personalidades a cargo de distintos sectores y empresas, ellos mismos hombres y mujeres de fe, pertenecientes a las diversas confesiones presentes en este país. Hablará con ellos de la importancia de Dios como guía formativa e inspiradora para el bien común.
Por la tarde, el Pontífice se dirigirá al Lambeth Palace, residencia del arzobispo de Canterbury, y luego al Westminster Hall, la gran sala histórica en el corazón de Londres. Allí se dirigirá a los líderes políticos, civiles, diplomáticos y empresariales del Reino Unido. Westminster Hall es el lugar donde santo Tomás Moro fue condenado a muerte en 1535 por haber adherido a la fe católica. El evento tendrá una gran resonancia, no sólo por su valor histórico sino también por su actualidad. La jornada se concluirá en la abadía de Westminster, con la recitación de la oración de las Vísperas junto a todas las diversas comunidades cristianas en el Reino Unido. El Papa y el arzobispo de Canterbury rezarán juntos ante la tumba de san Eduardo, el Confesor, rey de Inglaterra muerto en 1066 y refundador de la abadía de Westminster. Él representa las profundas y comunes raíces cristianas de estas tierras.
Al día siguiente, el Papa celebrará la Misa en la catedral de Westminster, hará una visita a un instituto para el cuidado de ancianos y moribundos, y rezará en el Hyde Park, gran espacio abierto en el corazón de Londres.
El domingo 19 Benedicto XVI irá a Birmingham para la celebración de la Misa y la beatificación del venerable John Henry Newman. Este es un momento importantísimo de la visita. La beatificación del cardenal Newman pone ante la presencia de la Iglesia a un estudioso de gran altura, un escritor y poeta de méritos considerables, un sacerdote de parroquia profundamente amado por todos aquellos que lo conocían. Era un hombre que comprendía cómo mente y corazón debían ir de la mano en las grandes empresas de la vida, la más grande de las cuales es la búsqueda de Dios y de la relación salvífica con Él.
Newman hablaba y escribía con elocuencia de su búsqueda interior personal y de la alegría que ésta conlleva. Él expresaba el vacío de la vida sin Dios en estos términos: “Si mirara un espejo y no viera mi rostro, experimentaría el tipo de sentimiento que efectivamente se apodera de mí cada vez que examino este mundo frenético y no veo el reflejo de su Creador”.
La esperanza general que tenemos para esta visita puede ser expresada en términos muy sencillos. Deseamos que la presencia iluminadora y las palabras de Benedicto XVI ayuden a muchos en nuestras tierras a comprender que la fe en Dios no es un problema por resolver sino un don por redescubrir. Para muchos, en nuestra sociedad, la fe se ha convertido en un problema, en algo que debe ser escondido o removido de la vida pública. Sin embargo, la verdad es muy distinta: la fe en Dios trae gran riqueza y alegría a los hombres. Es la liberación y la guía que buscamos, motivo de inspiración y perseverancia, fuente de perdón y compasión.
La invitación a la fe es, naturalmente, profundamente personal. Por esta razón, el lema elegido para esta visita papal es el mismo lema elegido por John Henry Newman para su escudo cardenalicio: “El corazón habla al corazón”.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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