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por Shawn Tribe
El título de este artículo puede sonar extraño precisamente porque el actual estado de muchas sacristías ha adquirido una atmósfera de sala de trabajo, o de sala de visitas. No es una imagen poco común el ver a los ministros o a los laicos entrando y saliendo para ver al sacerdote, o a los sacerdotes hablando entre ellos, y cosas por el estilo. Se oyen comúnmente discusiones acerca de eventos deportivos, del trabajo, del clima, o de actividades de la parroquia. Sin duda la mayoría de nosotros ha participado también en esto mismo en los últimos años, al menos en parte – sin duda puedo incluirme a mí mismo en la lista. En una cultura desprovista del silencio e inclinada más a la actividad externa que a la preparación y participación interior esto no es una sorpresa, es un síntoma.
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En la práctica, lo que ha sucedido a menudo es que nuestras sacristías han llegado a ser vistas como algo meramente útil, y separado de la liturgia misma. Son simplemente las salas para que los ministros y el clero se revistan – “backstage” si lo prefieren – a menudo vaciadas del ceremonial y desprovistas de las oraciones para revestirse. Socializar puede ser agradable, por supuesto, pero la sacristía idealmente debería ser, antes de la Misa, un lugar de preparación, y no de simple preparación material sino de preparación espiritual. Después de la Misa, es un lugar de piadosa acción de gracias por los Sagrados Misterios ofrecidos.
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Si uno entra en sacristías antiguas, particularmente en lugares como Italia, es probable que uno vea, ubicado prominentemente en algún lugar, un aviso que cuenta una historia diferente de lo que la sacristía puede e idealmente debe ser:
Tratándose de un lugar de preparación espiritual para el acto más fuerte y central de nuestra fe, debía observarse una atmósfera de silenciosa calma, o incluso silencio, en la sacristía. En esta atmósfera, el sacerdote reza mientras se reviste, y los ministros asisten en la preparación para el Santo Sacrificio.
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Se podría pensar que esto ha sido eliminado de la liturgia romana moderna, pero de hecho, el parágrafo 45 de la Instrucción General del Misal Romano (2002) señala lo siguiente:
“Ya desde antes de la celebración misma, es laudable que se guarde silencio en la iglesia, en la sacristía, en el ‘secretarium’ y en los lugares más cercanos para que todos se dispongan devota y debidamente para la acción sagrada”.
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Esta recomendación debiera ser tomada seriamente por cada uno de nosotros, porque hemos de notar que la atmósfera y el acercamiento que tenemos en la sacristía puede influenciar en el carácter de la celebración de la Misa misma, tanto para los sacerdotes como para los ministros.
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De todo esto, algunas sugerencias, particularmente para los sacerdotes, quienes están en mejor posición para poner esto en práctica:
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Sugerencia Uno: Recuperar el silencio en la sacristía y catequizar
Me gustaría animar a nuestros sacerdotes a recuperar este aspecto preparatorio en sus parroquias y capillas, catequizando al respecto, no sólo a los ministros, sino incluso a todos los miembros de la parroquia. Esto puede ocasionar la oportunidad de catequizar acerca de nuestra preparación para la Misa misma, porque si la sacristía ha de ser tratada en esta forma, ¿cómo deberíamos acercarnos a la Iglesia y al mismísimo augusto Sacrificio?
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Sugerencia Dos: Recuperar las oraciones para revestirse
Recuperar el uso de las oraciones al revestirse con los distintos ornamentos, incluyendo el tocar el amito con la parte de atrás de la cabeza, el beso de la Cruz de la estola, etc. Se puede considerar el imprimir y plastificar copias de estas oraciones en latín y en vernáculo, para hacerlas más accesibles tanto para ustedes como para los otros clérigos. También el fijar y enmarcar una copia de las mismas en la sacristía (cerca del lugar donde se revisten), en un modo más permanente.
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Sugerencia Tres: El Crucifijo
La mayoría de las sacristías tienen aún un Crucifijo en la pared o en otro lado de las mismas, pero si éste ha sido quitado o está en un lugar menos destacado, puede considerarse el devolverle una mayor prominencia. Tómenlo como punto de atención, tanto para ustedes como para los ministros, en la forma en que tradicionalmente era considerado tanto antes como después de la Misa.
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Sugerencia Cuatro: Colocar un cartel de “Silencio” en la sacristía
Poner el propio cartel de “Silentium/Silencio” en la sacristía (en latín, en vernáculo, o en ambos). Puede tratarse de una simple impresión enmarcada, o de algo más adornado. Esto servirá como un “santo aviso” para los sacerdotes, los ministros, y los laicos en general. No sólo recordará, sino que también servirá como oportunidad para la catequesis.
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Sugerencia Cinco: La Bendición
Si no la están haciendo ya, junto con la inclinación a la Cruz al final de la Misa, recuperen la ceremonia de bendición de los ministros que sigue a la Misa. Esto enfatiza que la sacristía no es un lugar carente de oración y ceremonia.
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¿Por qué no comenzar con estas cosas en las próximas Misas?
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Fuente: The New Liturgical Movement
Traducción: La Buhardila de Jerónimo
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