miércoles, 18 de abril de 2012

Santa Sede: “Respuesta alentadora” de la FSSPX

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Esta mañana, un escueto comunicado publicado por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei anunciaba una esperada noticia: la llegada a Roma de la respuesta de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, firmada por su Superior General Mons. Bernard Fellay. El comunicado agregaba que dicho texto “será examinado por el Dicasterio y luego sometido al juicio del Santo Padre”. En estas brevísimas palabras, sin embargo, se concentran muchas esperanzas, no en último lugar las del Santo Padre, quien precisamente mañana cumplirá siete años de servicio a la unidad de la Iglesia, muchas veces ofrecido en el sufrimiento, en la sede del Apóstol san Pedro.


El Padre Lombardi, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, comentó que la respuesta ofrecida por Mons. Fellay “era sustancialmente diversa de las otras respuestas dadas precentemente por la Fraternidad”, incluso si hay pedidos de aclaraciones y precisiones. Y calificó la respuesta de “alentadora”.


¿Cuál es, entonces, el siguiente paso? En cuanto a la valoración y consecuencias de la respuesta de la FSSPX, en primer lugar se realizará el examen del Dicasterio, el cual, sin embargo, será aparentemente rápido. Como afirma el vaticanista Andrea Gagliarducci en Korazym, se espera para dicho examen la reunión de la “quarta feria” de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reunión que se celebra normalmente todos los miércoles. La palabra siguiente y decisiva corresponde, naturalmente, al Santo Padre. Finalmente se publicará un texto conjunto entre la Fraternidad y la Santa Sede, si bien – aclaró Lombardi – no se publicará el texto original del preámbulo.


Ciertamente, como pone en evidencia tanto el comunicado de la Santa Sede como las declaraciones del vocero de la FSSPX, la resolución de la cuestión se encuentra todavía en fase de estudio. Sin embargo, también es cierto que la situación es realmente prometedora, tal vez como nunca antes desde que el Papa Ratzinger tomó las riendas de un proceso de reconciliación, cuyos primeros tímidos pasos deben remontarse a los últimos tiempos del anterior pontificado.


Finalmente, no podemos dejar de recordar que, por desgracia, siempre que el Pontífice ha realizado “gestos concretos” – expresión utilizada en su primer mensaje a los padres cardenales en la Capilla Sixtina, el 20 de abril de 2005 – a favor de la unidad de la Iglesia, ya sea en la cuestión de la FSSPX como en otras, ha recibido como respuesta, de algunos sectores de la misma Iglesia, un ataque a menudo violento. No sería poco realista, si se diera una resolución positiva de esta cuestión, esperar también ahora epercusiones tan o más violentas que en el pasado, más aún si se tiene en cuenta que la hostilidad hacia el Papa en no pocos sectores de algunas Iglesias de Europa, cada vez más cercanos al cisma incluso formal, cada día se pone más en evidencia.


Sin duda, ya conocemos bien la fortaleza de aquel que, siete años atrás, pedía al Pueblo de Dios: “Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”. Y sabemos, porque lo hemos visto, cómo ha soportado, y en más de una ocasión, el hecho de que algunos fieles católicos lo trataran “con odio, sin temor ni reservas”, hiriéndolo “con una hostilidad pronta al ataque”, como él mismo afirmó en su Carta a los obispos de marzo de 2009. Sí, conocemos al Papa grande y fuerte que el Señor nos ha dado siete años atrás. Y vemos cómo también a él pueden aplicarse las palabras que una vez dijera él mismo a su Predecesor: “en su vida, la expresión «Cruz» es más que una palabra; usted se ha dejado herir por ella en el cuerpo y en el alma”. Sin embargo, es nuestro deber como fieles católicos elevar a Dios, una vez más y con insistencia, una oración ferviente para que proteja con amor al Papa que nos ha dado, librándolo de sus enemigos y concediéndole la fuerza necesaria para continuar con su servicio a la unidad de la Iglesia. Esto es lo que se espera a nosotros. Esto es lo que debemos hacer.


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La Buhardilla de Jerónimo

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