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Card. Ouellet, Prefecto de la Cong. para los Obispos y Legado Pontificio al Congreso Eucarístico de Dublin
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Presentamos un artículo de Paolo Rodari sobre las acciones que la Congregación para la Doctrina de la Fe, por orden del Papa Benedicto XVI, ha comenzado a realizar contra el “líder” de los sacerdotes irlandeses desobedientes, marcando un nuevo paso en el proceso de sanación de la Iglesia en Irlanda, que en el próximo mes de junio acogerá, en Dublin, el Congreso Eucarístico Internacional, presidido por el recientemente nombrado Legado Pontificio: el cardenal canadiense Marc Ouellet, que, como Prefecto de la Congregación para los Obispos, se está ocupando del asunto pendiente de la reorganización y provisión de las diócesis irlandesas.
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Las palabras que el Papa Benedicto XVI, el jueves antes de Pascua, ha dirigido a los “desobedientes” austríacos – el grupo de la Pfarrer-Iniciative (“iniciativa de los párrocos”) que, desde el 19 de junio de 2011, ha recogido en Austria firmas de casi cuatrocientos sacerdotes pidiendo la abolición del celibato eclesiástico junto a reformas sustanciales para la vida de la Iglesia, encontrando apoyo también en Alemania, Irlanda, Bélgica y Suiza – no han quedado sin consecuencias.
Por una parte, han dado vigor y nuevas energías a aquellos fieles y sacerdotes que no consideran oportuno que la Iglesia adopte reformas en discontinuidad con su tradición. Entre estos, el párroco de Stutzenhofen (en el norte de Viena, en Austria), padre Gerhard Swierzek, el cual, después que el Arzobispo de Viena y Primado del país Christoph Schoborn ha aceptado la entrada en el consejo pastoral de su parroquia de un homosexual que convive con su compañero, ha anunciado no sin polémicas su propia renuncia.
Por otra parte, las palabras de Ratzinger han hecho cerrar filas a los guardianes de la fe del otro lado del Tíber: en particular, es de estas horas la noticia de que el ex Santo Oficio, guiado por el cardenal estadounidense William Joseph Levada, ha decido silenciar a uno de los jefes del movimiento de los rebeldes irlandeses. Al padre Tony Flannery, de hecho, redentorista de Limerick, que desde hace tiempo, en la estela de la Pfarrer-Iniciative austríaca, guía una asociación de cerca de 900 sacerdotes que expresan posiciones favorables al sacerdocio femenino, denuncia la gravedad de los escándalos sexuales en la Iglesia y no comparte las posiciones del Vaticano sobre la contracepción, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha pedido “terminarla”. Ha sido el superior de los redentoristas, padre Adrian Egan, quien explicó en las pasadas horas que desde la Santa Sede llegó a Flannery la dura y cruda intimidación “a no divulgar más sus ideas, a no escribir más en la revista de los redentoristas, a estar lejos de la televisión y de la radio”:
El Padre Egan – no hace nada para esconderlo – está de parte de Flannery. Se ha dicho “espantado, consternado, asombrado, estupefacto y desilusionado enormemente por la acción del Vaticano”. Ha explicado que con él comparten los mismos sentimientos “centenares de fieles”. Y también ha dicho que hoy, en las iglesias de media Europa, la situación es dramática porque dan vueltas “agentes de la ortodoxia” enviados por el Vaticano a verificar, “con una meticulosidad propia del FBI de los tiempos de Edgar Hoover”, cada frase o pronunciamiento que no esté en línea con la doctrina. En su opinión, estos “agentes” valoran a quien no recorre el camino justo y luego refieren a Roma, desde donde se hace partir con prontitud la “represión”.
El conflicto entre Flannery y la Santa Sede está abierto desde hace tiempo. Cuando en el pasado mes de junio, el primer ministro irlandés Enda Kenny había acusado al Vaticano de haber minimizado violaciones y torturas sufridas por niños irlandeses por parte de sacerdotes – Kenny basaba las acusaciones en el informe de la diócesis de Cloyne que había sacado a luz, según su opinión, el intento del Vaticano de obtaculizar la investigación sobre las molestias sexuales –, Flannnery se había agrupado abiertamente a favor del premier suscitando no poca irritación en el Vaticano: “Estoy feliz por la declaración del primer ministro”, había dicho. Y todavía más: “Muchos sacerdotes y fieles irlandeses están frustrados por el modo en que el Vaticano ha llevado adelante los propios asuntos aquí”.
Más allá de las posiciones sobre el celibato eclesiástico, sobre la Comunión a los divorciados en nueva unión y en general sobre la moral sexual, hieren mucho en el Vaticano las acusaciones de Flannery sobre los presuntos ocultamientos de los crímenes de los sacerdotes pedófilos. Hieren también porque las posiciones de Flannery son compartidas de algún modo por parte del episcopado del país y cada vez más parecen extenderse entre los fieles. Una voz significativa en este sentido es la del arzobispo de Dublin, monseñor Diarmuid Martin, que en la Curia Romana llevó a cabo un largo servicio de 1986 al 2001 como subsecretario y luego secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Ha sido Martin quien recientemente afirmó que la Curia Romana ha hecho poco, muy poco, para encauzar el problema de la pedofilia. Ha sido él quien fue elogiado, por estas palabras, por el New York Times: la columnista Maureen Dowd llegó a escribir que “Martin, que desde siempre ha estado del lado de las víctimas, es un outsider” de una jerarquía donde despuntan en negativo los nombres del cardenal Bernard Law, ex arzobispo de Boston que luego de la explosión del problema en su diócesis se trasladó a Roma para convertirse en arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor, y de Angelo Sodano, el ex-secretario deEstado Vaticano “que defendió al conocido pedófilo y padre de varios hijos Marcial Maciel Degollado”, fundador de los Legionarios de Cristo.
Detrás de la acción del Vaticano contra el padre Flannery parece estar la acción de Charles J. Brown, ex-ayudante de estudio de la Congregación para la Doctrina de la Fe, desde hace algunos meses nuncio en Dublin. Brown, estadounidense de nacimiento, se ha convertido en nuncio por voluntad del Papa con la delicada tarea de arreglar los desacuerdos entre Santa Sede y gobierno, y, al mismo tiempo, de referir al Vaticano quién, dentro de la Iglesia, está remando del lado equivocado. Todo en la conciencia de que hoy, como ha dicho el biógrafo de Juan Pablo II, George Weigel, “Irlanda es tierra de misión como lo eran tiempo atrás los Estados Unidos. En 1921, un irlandés, Michael Joseph Curley, se convirtió en arzobispo de Baltimore (Maryland) en un momento en que los prejuicios anti-irlandeses y anti-católicos eran muy vivos. Por eso no es extraño que un estadounidense, como es Brown, atravese el Océano Atlántico con destino a Dublin”. La intimidación contra Flannery suena como la primera estocada significativa en Irlanda de Brown, el estadounidense enviado a la tierra de San Patricio.
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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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