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Hace algunos días, con ocasión del 30º aniversario de la elección del Papa Juan Pablo I, recordábamos su breve pero importante pontificado.
Hoy, a 30 años de su primera catequesis de los miércoles, presentamos la traducción de una entrevista de Pontifex al Padre Enrico dal Covolo, postulador de la causa de beatificación del Papa Luciani, en la que habla de la figura de este Papa y del milagro que está siendo estudiado por la Congregación para las Causas de los Santos. Además, ofrecemos la oración oficial (traducción nuestra), preparada por el Obispo de Belluno-Feltre, para rogar por su beatificación.
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Padre, el caso de la inexplicable curación de un cáncer de estómago es el milagro que podría llevar a Juan Pablo I al honor de los altares…
Exactamente. Se lo digo, creo, por primera vez. Un peón pobre de Altamura, que pertenece a la Diócesis de Gravina, había sido internado por un tumor en el estómago y ya sometido por los médicos al tratamiento de quimioterapia, pero…
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¿Qué sucedió?
Una noche soñó con Juan Pablo I que lo invitó a no dudar, a creer, y le dijo que sería curado. Algunos días después, el peón que ya había efectuado una sesión de quimioterapia y rezó a Juan Pablo I, se sanó de un modo que los médicos consideran absolutamente inexplicable. No le digo el nombre de la persona por motivos de discreción…
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Pero hay también otro punto de unión entre Juan Pablo I y la región de Puglia: el Padre Pío. Por un extraño caso del destino, el relator elegido para el proceso es el padre franciscano Cristoforo Bove que desarrolló el mismo rol en el proceso del Padre Pío, pero también en el de Mamá Margarita, la madre de Don Bosco.
Esperamos que todo vaya bien y rezamos por la beatificación de este santo hombre de la Iglesia.
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Sobre él se han dicho y escrito inexactitudes…
Los escándalos habituales que hacen tanto mal a la Iglesia y quieren golpearla sin ningún tipo de moderación. La mentira del atentado, además de ser ridícula, no tiene ningún fundamento. Todo el mundo sabía que el Papa Luciani estaba muy enfermo, sufría de los pulmones. Me pregunto si un Papa no puede también morir de muerte natural…
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Usted lo ha conocido, ¿quién era Juan Pablo I?
Yo he tenido la fortuna de conocerlo. Me recordaba, en cierto modo, a Don Bosco. Le gustaba mucho jugar y bromear con los niños. Era un hombre de Dios, lleno de alegría.
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Pero también era un hombre de principios firmes…
Cierto, alegre como cualquier cristiano. Pero firme en los principios fundamentales, es decir, en los valores. Por otro lado, el Papa Luciani era un digno alumno de Pío X, por lo tanto, nunca habría abandonado el surco de la Tradición de la Iglesia. Al fin y al cabo, ser una persona simple no me parece, en absoluto, sinónimo de hombre poco atento a los valores.
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Lo llaman “el Papa de la sonrisa”. Disculpe, ¿pero no considera esta definición quizás demasiado reduccionista?
No. Si por hombre de la sonrisa se entiende una persona que simula y finge, quizás sí. Pero le aseguro que su sonrisa era verdadera, auténtica. La sonrisa típica de alegría de quien vive en la paz de Dios.
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Usted afirma que Juan Pablo I sabía que iba al encuentro de la muerte…
Allí está su virtud heroica. Él estaba enfermo. Sabía que el peso del papado, una tarea pesada y difícil, habría de consumir, y tal vez irreparablemente, su salud, y así fue. En resumen, él sabía que estaría yendo al encuentro de la muerte y lo aceptó con serenidad. Dejó de lado el egoísmo y la defensa de la propia vida para servir a la Iglesia, dando también la vida. Un sacrificio que merece toda digna consideración.
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Texto original: Pontifex
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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Oración para pedir la beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo I
Oh Señor, “estate siempre cerca de mí. Ten tu mano sobre mi cabeza, pero haz que también yo tenga mi cabeza bajo tu mano. Tómame como soy, con mis defectos, con mis pecados, pero haz que me transforme como tú deseas y como también yo deseo”.
Con estas palabras oraba tu siervo Albino Luciani, Papa Juan Pablo I. Su deseo de santidad fue escuchado: se convirtió en discípulo tuyo generoso y fiel y le quisiste Pastor y Vicario tuyo para la Iglesia universal. Tuvo la gracia de ser un comunicador ejemplar para donarnos, en sencillez y alegría, lo verdadero, lo bello y lo bueno.
Haz que yo aspire a lo que tú deseas también en las gracias particulares que te pido… A ejemplo del Siervo de Dios, haz que me comunique intensamente contigo y con el prójimo para recoger y donar, con humildad y sencillez, la luz y el amor que irradian de Ti. Amén.
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