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El Papa Benedicto XVI emprenderá mañana el décimo sexto viaje apostólico de su pontificado. Se dirigirá a Chipre: será su primer viaje a un país de mayoría ortodoxa y la primera vez que un Sucesor de Pedro visita esta nación. Monseñor Antonio Franco, Nuncio Apostólico en Chipre, ha ofrecido la entrevista que ahora ofrecemos en español.
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Benedicto XVI viaja a Chipre. Sin embargo, difícilmente la atención estará contenida en los confines de la isla. Después de Turquía, Jordania, Israel y los Territorios Palestinos, este viaje asume un significado emblemático de la atención con la que el Papa sigue el desarrollo de la cuestión de Oriente Medio, en sus diversas facetas.
No hay duda de que es una clave de lectura real. Chipre representa, en pequeña escala, la problemática que agita a Oriente Medio: la convivencia de las diversas religiones, la relación con el Islam, las contiendas territoriales. El Papa, ciertamente, no puede obligar a nadie; mucho menos, pretender resolver antiguos problemas políticos. Desde luego, su sola presencia podrá servir de estímulo para un renovado compromiso común. Es lo que desean un poco todos, si bien por motivos diversos.
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¿Diversos en qué?
Los motivos de algunos se refieren, por ejemplo, a la restauración de la unidad territorial de la isla, con todo lo que de allí se deriva: desde la posibilidad de circular libremente hasta a un renovado incremento turístico, dado el alto valor arqueológico del norte del país. Los motivos de otros están más ligados, tal vez, a la realización de programas políticos más amplios, por ejemplo en una óptica europeísta. De todos modos, repito, no está dentro de las posibilidades del Papa resolver las situaciones. Existe ya la Organización de las Naciones Unidas que está trabajando mucho y bien para una solución de la controversia. Por lo tanto, sólo se debe esperar que la buena voluntad prevalezca. Sin duda, es un buen augurio que en los días previos a la llegada del Pontífice a Chipre, después de casi dos meses de suspensión, se han reanudado las negociaciones entre las partes contendientes – exactamente el 26 de mayo – y un acuerdo parece finalmente más cercano.
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Desde el punto de vista ecuménico, ¿cuál será el impacto de esta visita?
Naturalmente, no esperamos nada de inmediato. Pero debo decir que la visita ha tenido sus efectos ya en estos días, antes incluso de su comienzo. El arzobispo ortodoxo Crisóstomos II ha expresado varias veces su satisfacción y se ha ocupado de apaciguar, en su nacimiento, sombras de posibles contestaciones extremistas. Ha buscado repetidamente hacer entender el sentido profundo de este viaje que, si bien no está inspirado exclusivamente en motivaciones de carácter ecuménico, ciertamente producirá frutos también para el desarrollo futuro del diálogo. Hay que considerar también la particularidad de Oriente Medio, vitalizado por la presencia de Iglesias orientales sui iuris: melquita, siria, maronita, copta, armenia y caldea. Se trata de Iglesias que, por una parte, tienen necesidad de vivir sus particularidades litúrgicas, lingüísticas y pastorales; y, por otra parte, tienen necesidad de sentirse en comunión entre ellas. Algunos problemas, en este sentido, se han advertido en los últimos años. Un poco menos en Chipre, donde viven sólo tres pequeñas comunidades de católicos latinos, maronitas y armenios. Considero providencial la visita del Papa precisamente como elemento visible de aquella comunión que buscan. Sobre el plano más estrictamente ecuménico, se espera un ulterior elemento de esperanza en la relación con la Iglesia ortodoxa griega. Pero los frutos, lo repito, los recogeremos mucho después de la visita del Papa. En Chipre, la Iglesia Católica es estimada por su compromiso en lo social, sobre todo en el campo de la educación.
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¿De qué modo se preparan las comunidades católicas para recibir al Papa?
Hay mucho entusiasmo. Comprendamos: se trata de comunidades pequeñas. Para tener una idea, piense que sobre una población de 794.000 personas, los católicos son apenas 25.000. Están reunidos en una única provincia eclesiástica, subdividida en trece parroquias. Dos obispos, doce sacerdotes diocesanos, dieciocho sacerdotes religiosos, dieciocho religiosos no sacerdotes, más de cuarenta y dos religiosas profesas, constituyen la fuerza que la Iglesia Católica puede presentar, en este momento, en Chipre. Y, lamentablemente, en la actualidad sólo hay un seminarista mayor. Sin embargo, este pequeño grupo logra dirigir dieciocho escuelas primarias, cuatro escuelas medias y seis orfanatos y jardines de infancia. Para un total de casi siete mil estudiantes. En la asistencia sanitaria, gestiona directamente dos hospitales, tres dispensarios y un centro para ancianos. Cuentan con sus asistidos para ofrecer al Papa una digna asistencia. También creo que, gracias a la actitud positiva de Su Beatitud Crisóstomos II, incluso muchos ortodoxos se presentarán a la cita con el Papa. Consideramos que, por ejemplo, en la Misa en el Eleftheria's Stadium participarán más de veinte mil personas. El estadio puede contener sólo siete mil, por lo tanto, los otros trece mil deberán seguir la Misa desde el exterior.
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¿Por qué, para la llegada del Pontífice, fue elegida la ciudad de Paphos?
Ciertamente habría sido sugestivo recibir al Papa en Salamina, en la parte norte de la isla, en el lugar donde la tradición sostiene que en el año 46 llegó san Pablo, acompañado de su amigo san Bernabé, el fundador de la Iglesia en Chipre. Paphos es la antigua capital romana. Es un sugestivo sitio arqueológico, rico en testimonios y en símbolos de la religiosidad. Entre otras cosas, está la famosa columna en la cual, según la tradición, el apóstol Pablo fue atado y azotado.
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¿Qué tipo de acogida se espera?
Se que se están haciendo muchos preparativos. Tanto el gobierno como la Iglesia ortodoxa y las comunidades católicas, están trabajando a tiempo completo para una digna acogida. Creo que, finalmente, habrá una gran movilización por parte de los chipriotas, a los que seguramente se unirán muchísimos fieles provenientes de las áreas vecinas. Algunos ya han anunciado su participación junto a sus obispos. La espera es muy animada. Los chipriotas son gente abierta. Estoy seguro de que también los ortodoxos miran al Papa con estima y simpatía. Todos esperan que su visita traiga un viento de paz en un espíritu de perdón y de reconciliación.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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