El obispo asesinado habría querido proteger al Papa Benedicto XVI
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Pocas horas antes del comienzo del viaje papal a Chipre, del cual esperamos ofrecer en los próximos días un breve resumen, un terrible hecho conmocionó a toda la Iglesia y al mismo Pontífice: el asesinato de Mons. Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia y presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía. Se trata de un hecho de violencia contra un obispo cristiano del que, como suele suceder, poco se ha informado en los medios de comunicación. El obispo italiano tenía previsto partir de Turquía a Chipre para encontrarse con el Santo Padre y recibir de sus manos el Instrumentum laboris de la próxima asamblea especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos, en cuya preparación había estado trabajando en los últimos meses.
Pocas horas después de que la terrible noticia se hizo pública, el Padre Lombardi, aún con poca información, afirmó: “es un hecho horrible, increíble, estamos conmocionados. Hay que comprender mejor las circunstancias y los motivos de esta muerte pero está claro que ha sido una vida entregada al Evangelio”. Sólo después se supo que el asesino había sido su chofer, Murat Altun, aunque las versiones que comenzaron a circular sobre él diferían bastante unas de otras. Por ejemplo, algunas afirmaban que se trataba de un desequilibrando mental, mientras que otras lo negaban; algunas decían que se había convertido al cristianismo, en cambio otras no sólo afirmaban que seguía siendo musulmán sino que mencionaban su relación con elementos nacionalistas radicales. En resumen, la información era demasiado escasa y confusa como para sacar conclusiones definitivas.
En este contexto de poca claridad sobre el hecho, comenzó el viaje apostólico de Benedicto XVI a Chipre. En el encuentro con los periodistas en el avión, la primera pregunta se refirió precisamente a este dramático hecho. El Papa respondió que se sentía “profundamente dolorido por la muerte de Mons. Padovese, que había contribuido mucho a la preparación del Sínodo”. Y continuó diciendo: “Esta sombra, con todo, no tiene nada que ver con los temas mismos y con la realidad del viaje, porque no debemos atribuir a Turquía o a los turcos este hecho. Es una cosa sobre la que tenemos pocas informaciones. Es seguro que no se trata de un asesinato político o religioso; se trata de un asunto personal. Esperamos aún todas las explicaciones pero no queremos mezclar ahora esta trágica situación con el diálogo con el Islam y con todos los problemas de nuestro viaje”.
Habiendo pasado algunos días más, y luego de un primer momento en que parecía prevalecer la hipótesis según la cual se trataba sencillamente de un desequilibrado, empiezan a aparecer nuevos elementos que descartan aquella primera versión. En efecto, como señala Andrea Tornielli, ya han sido varias las ocasiones en que, luego del asesinato de un cristiano, se justifica el hecho recurriendo a la presunta demencia de su autor. El mismo Mons. Padovese, tres años atrás y luego de un hecho similar, comentaba: “Hay que decir que, si bien la población turca es en general buena, eventos del género atestiguan que hay una rama enferma en el gran árbol de la población local”. Y Mons. Franceschini, arzobispo de Esmirna, decía entonces: “Una vez más dirán que es un acto de un loco. Pero entonces debemos admitir que, desde hace cerca de un año y medio atrás, en Turquía los actos de locos han aumentado notablemente, casualmente contra los religiosos cristianos extranjeros”.
Tornielli señala también, entre otros puntos oscuros de este dramático hecho, la violencia feroz y cruel de la que fue víctima Mons. Padovese: precisamente sobre esto profundizaba hoy un artículo de AsiaNews. “Los médicos que realizaron la autopsia revelaron que presentaba cuchilladas en todo el cuerpo pero, sobre todo, en la parte del corazón (al menos ocho). La cabeza estaba separada casi completamente del tronco, unida al cuerpo sólo con la piel de la parte posterior del cuello”. El artículo prosigue informando que el obispo fue acuchillado dentro de su casa pero que logró tener fuerzas para llegar hasta el umbral de la casa, sangrando y pidiendo ayuda, y allí murió. Los testigos que afirman haber escuchado los gritos del obispo son los que aportan otro dato todavía más importante. Ellos oyeron también a Murat que, después del homicidio, gritó: “¡He matado al gran Satanás! ¡Allah Akbar!”. “Este grito – explica el artículo de AsiaNews – coincide perfectamente con la idea de la decapitación, haciendo intuir que es como un sacrificio ritual contra el mal. Esto pone en relación el asesinato con los grupos ultranacionalistas y aparentemente fundamentalistas islámicos que quieren eliminar a los cristianos de Turquía”.
El mencionado artículo, finalmente, afirma que “frente a estos nuevos y escalofriantes datos, probablemente deben ser revisadas las declaraciones del gobierno turco y las primeras convicciones expresadas por el Vaticano, según las cuales el asesinato no tendría implicaciones políticas y religiosas, permaneciendo firme que, como dijo Benedicto XVI en el avión durante el viaje a Chipre, este asesinato no puede ser atribuido a Turquía y a los turcos, y no debe oscurecer el diálogo”.
Mientras tanto, se celebraron hoy en Turquía los funerales del prelado, presididos por Mons. Ruggero Franceschini, Arzobispo de Esmirna. En su homilía, Mons. Franceschini dijo que “la trágica noticia de la muerte violenta de Mons. Luigi Padovese nos ha dejado estupefactos, incapaces de comprender cómo pudo haber ocurrido algo tan horrible, sobre todo contra un Hombre de Iglesia, un Obispo muy amigo de los turcos y de Turquía. Esta tierra se confirma así, una vez más, lugar de martirio también para quien tanto la amaba. […] A nosotros, los cristianos, su muerte nos recuerda que la fidelidad al Evangelio, en ciertas situaciones, puede ser pagada con la sangre”.
ACTUALIZACIÓN
Por medio del Padre Guillermo Juan Morado, nos enteramos de un nuevo aspecto de esta trágica noticia. Uno de los “puntos oscuros” señalados por el vaticanista Tornielli en su artículo era el misterio de que el viaje a Chipre de Mons. Padovese, uno de los eventos más importantes en su agenda de este año dado que allí participaría de la “primera fase” del Sínodo para Medio Oriente en el cual tanto trabajaba, estaba programado precisamente para el día en que fue asesinado, y que viajaría junto a su chofer Murat Altun. Sin embargo, el mismo obispo canceló los pasajes aquella mañana. ¿Por qué? El periódico El País informa que “unas horas antes de que Padovese fuera asesinado, el Gobierno turco le llamó para decirle que el chófer, que ellos mismos habían puesto a su servicio cuatro años atrás, se les había ido de las manos. Es decir, que había abrazado la causa fundamentalista. Al saberlo, Padovese canceló los billetes que había reservado para ir a Chipre con Altun. Prefirió quedarse en casa que hacer el viaje porque temía que su chófer pudiera aprovechar su cercanía al Papa para atentar contra él”. Por lo tanto, y si esto se confirmara, Mons. Padovese habría cancelado el viaje y permanecido en su casa, donde fue asesinado, para proteger la vida del Santo Padre.
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