miércoles, 30 de julio de 2008

El turno de Kasper: "Ahora debo ser claro..."

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KASPER_CARD

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El Cardenal Walter Kasper, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, pronunció hoy su discurso en la Conferencia de Lambeth.

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El extenso texto está dividido en tres grandes partes: 1) descripción de las relaciones en los últimos años, 2) consideraciones eclesiológicas, y 3) reflexiones sobre las cuestiones que la Comunión Anglicana debe afrontar.

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ACTUALIZADO

A continuación, ofrecemos los dos últimos párrafos de la segunda parte, y la traducción completa de la tercera parte en la que el Cardenal alemán, además de  tratar dos temas que deben ser afrontados por los anglicanos, explica la nueva situación que se ha creado en la relación ecuménica entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana.

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... A la luz de este análisis del ministerio episcopal por parte de la Arcic y de la eclesiología de la koinonía contenida en el Informe de Windsor, ha sido particularmente desconsolador asistir a las crecientes tensiones en el seno de la Comunión anglicana. En diversos contextos, los obispos no están en comunión con otros obispos; en algunos casos, las provincias anglicanas no están más en comunión plena las unas con las otras. Si bien el proceso de Windsor prosigue y la eclesiología propuesta por el Informe de Windsor ha sido aceptada en principio por la mayoría de las provincias anglicanas, es difícil, desde nuestro punto de vista, comprender cómo esto ha sido traducido en el auspiciado reforzamiento interno de la Comunión anglicana y de sus instrumentos de unidad. Nos parece también que el esfuerzo de la Comunión anglicana de ser “episcopalmente guiada y sinodalmente gobernada” no siempre ha logrado mantener la apostolicidad de la fe y que el gobierno sinodal, malentendido como una especie de proceso parlamentario, ha bloqueado a veces aquella guía episcopal deseada por Cipriano y formulada en el Arcic.

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Sé que muchos de ustedes están preocupados, algunos incluso profundamente, por la amenaza de fragmentación en el seno de la Comunión anglicana. Somos profundamente solidarios con ustedes porque también nosotros estamos preocupados y entristecidos cuando nos preguntamos: “en este escenario, ¿qué forma podrá asumir la Comunión anglicana del mañana, y quien será nuestro interlocutor? ¿Debemos, y en qué modo podemos, empeñarnos apropiada y honestamente en diálogos con cuantos comparten el punto de vista católico en la Comunión anglicana o en particulares provincias anglicanas? ¿Qué esperan en esta situación de la Iglesia de Roma, que según la afirmación de Ignacio de Antioquía, debe presidir la Iglesia con el amor? ¿De qué modo la obra del Arcic sobre el episcopado, la unidad de la Iglesia y la necesidad de un ejercicio de primado a nivel universal, podrían ayudar a la Comunión anglicana en este momento?”. En lugar de responder a estos interrogantes, permítanme recordarles lo que hemos afirmado durante los coloquios informales en el 2003 y que hemos repetido, desde entonces, en diversas ocasiones: “Es nuestro gran deseo que la Comunión anglicana esté unida, enraizada en aquella fe histórica que nuestro diálogo y nuestras relaciones en el curso de cuatro décadas nos han hecho creer que es compartida en gran medida”. Por eso, seguimos los debates de Lambeth con gran interés y sincera solicitud, acompañándolos con nuestras fervientes oraciones.

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Reflexiones sobre las cuestiones que la Comunión Anglicana debe afrontar

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En esta parte final, deseo afrontar brevemente dos cuestiones que están en el centro de las tensiones en el seno de la Comunión Anglicana y en sus relaciones con la Iglesia Católica: la ordenación de mujeres y la sexualidad humana. No es necesario hacerlo detalladamente ya que la posición católica, que se considera coherente con el Nuevo Testamento y la tradición apostólica, es bien conocida. Deseo sólo ofrecer algunas reflexiones desde el punto de vista católico, teniendo en cuenta nuestras relaciones pasadas, presentes y futuras.

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La enseñanza de la Iglesia católica sobre la sexualidad humana, en particular sobre la homosexualidad, es clara y se expone en el Catecismo de la Iglesia Católica, 2357-2359. Estamos convencidos de que esta enseñanza se basa firmemente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento y que, por lo tanto, aquí está en juego la fidelidad a las Escrituras y a la tradición apostólica. Sólo puedo poner en evidencia lo que afirma el documento “Crecer juntos en la unidad y la misión”: “…en los debates sobre la sexualidad humana, dentro de la Comunión anglicana y entre ésta y la Iglesia Católica, existen cuestiones hermenéuticas, antropológicas y bíblicas que deben ser afrontadas”(n. 86). No por casualidad el tema principal de la actual Conferencia de Lambeth se ha centrado en la hermenéutica bíblica.

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Deseo brevemente llamar vuestra atención sobre la declaración “Vida en Cristo” de la Arcic en la que se observa (n. 87-88) que los anglicanos podían concordar con los católicos en que la actividad homosexual es desordenada, pero que podíamos diferir en lo que respecta al consejo moral y pastoral que ofrecemos a cuantos lo buscan.

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Sabemos y apreciamos que las recientes declaraciones de los primados están en sintonía con aquella enseñanza, claramente expresada en la resolución 1.10 de la Conferencia de Lambeth de 1998. A la luz de las tensiones de los años pasados, una declaración clara de parte de la Comunión Anglicana respecto a este tema nos ofrecería mayor posibilidad de brindar un testimonio común de la sexualidad humana y del matrimonio, un testimonio dolorosamente necesario en el mundo de hoy.

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Respecto a la ordenación de las mujeres al sacerdocio y al episcopado, la Iglesia Católica ha expuesto claramente su enseñanza desde el inicio de nuestro diálogo, no sólo internamente, sino también en intercambio de cartas entre los Papas Pablo VI y Juan Pablo II con los arzobispos de Canterbury que se han sucedido. En su carta apostólica “Ordinatio sacerdotalis” del 22 de mayo de 1994, el Papa Juan Pablo II ha hecho referencia a la carta del Papa Pablo VI al arzobispo Coggan del 23 de noviembre de 1975 y ha afirmado la posición católica de la siguiente manera: “La ordenación sacerdotal… desde el principio ha sido reservada siempre en la Iglesia Católica exclusivamente a los hombres. Esta tradición se ha mantenido también fielmente en las Iglesias Orientales”. Y ha concluido: “declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. Esta enunciación muestra con claridad que no se trata sólo de una posición disciplinar, sino también de una expresión de nuestra fidelidad a Jesucristo. La Iglesia católica está vinculada a la voluntad de Jesucristo y no se considera libre de instaurar una nueva tradición ajena a la de la Iglesia de todos los tiempos.

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Como he afirmado dirigiéndome a los obispos de la Iglesia de Inglaterra en el 2006, para nosotros la decisión de ordenar mujeres implica un alejamiento de la posición común de todas las Iglesias del primer milenio, es decir, no sólo de la Iglesia Católica, sino también de las Iglesias orientales y ortodoxas. Nos parece que la Comunión Anglicana se está acercando mucho a las iglesias protestantes del siglo XVI y está asumiendo una posición que aquellas iglesias asumieron sólo en la segunda mitad del siglo XX.

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Teniendo en cuenta que actualmente veintiocho provincias anglicanas ordenan mujeres al sacerdocio y que, si bien sólo cuatro provincias han ordenado mujeres al episcopado, otras trece provincias han aprobado la legislación que permite el episcopado femenino, la Iglesia Católica debe ahora darse cuenta de que la realidad de la ordenación de mujeres al sacerdocio y al episcopado no concierne solamente a provincias aisladas sino que corresponde cada vez más a la posición de la Comunión. Ésta seguirá teniendo obispos, como ha afirmado la Conferencia de Lambeth de 1888, pero como en el caso de los obispos de algunas iglesias protestantes, las Iglesias más antiguas del Oriente y del Occidente reconocerán en ellos mucho menos de lo que ellas consideran carácter y ministerio del obispo en el sentido entendido por la Iglesia primitiva y que se mantuvo constante a lo largo de los siglos.

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Ya he afrontado el problema eclesiológico del no reconocimiento de parte de los obispos de la ordenación episcopal de los otros dentro de una misma Iglesia. Ahora debo ser claro respecto a la nueva situación que se ha creado en nuestras relaciones ecuménicas. Si bien nuestro diálogo nos ha llevado a un acuerdo significativo sobre la idea del sacerdocio, la ordenación de las mujeres al episcopado bloquea sustancialmente y definitivamente un posible reconocimiento de las órdenes anglicanas de parte de la Iglesia Católica.

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Esperamos continuar el diálogo teológico entre la Comunión anglicana y la Iglesia Católica, pero este último desarrollo amenaza directamente nuestro objetivo y altera el nivel de cuanto perseguíamos en el diálogo. La declaración común de 1966, firmada por el Papa Pablo VI y por el arzobispo Michael Ramsey, exhortaba al diálogo que “tiene por objeto la unidad por la cual Cristo rezaba” y hablaba de “un retorno a la plena comunión de fe y de vida sacramental”. Ahora parece que la plena comunión visible como fin de nuestro diálogo ha dado un paso atrás, que nuestro diálogo tendrá objetivos menos definitivos y que, por lo tanto, su carácter resultará alterado. Si bien este diálogo puede aún conducir a buenos resultados, no estará sostenido por el dinamismo que deriva de la posibilidad realista de la unidad que Cristo exige de nosotros o de la participación común en la mesa del único Señor, que anhelamos con tanto ardor.

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Texto completo en español (junto a los comentarios de Sandro Magister) en Chiesa

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4 Comentarios:

Anónimo ha dicho

No quiero ser irónico, pero debe haberle dolido al Cardenal Kasper haber leído esto.
En realidad, me parece que ha sido, diplomáticamente claro está, una ruptura definitiva a cualquier pretensión de unión. ¿No les parece a Uds.?
Saludos,
Gustavo.

Anónimo ha dicho

Triste esta situacion, sin embargo quedan Anglicanos Catolicos podriamos decir, que estan solicitando la comunion plena, esperamos que pronto abran la puerta de par en par para tener un dia de fiesta con Jesus.

Francesco ha dicho

Seguramente, al Cardenal Kasper le habrá dolido tener que pronunciar esas palabras. Él ha trabajado durante años pensando siempre en la unidad con la totalidad de los anglicanos y, efectivamente, eso ya parece imposible. En ese sentido, Kasper es duro y claro: "Ahora parece que la plena comunión visible como fin de nuestro diálogo ha dado un paso atrás, que nuestro diálogo tendrá objetivos menos definitivos y que, por lo tanto, su carácter resultará alterado. Si bien este diálogo puede aún conducir a buenos resultados, no estará sostenido por el dinamismo que deriva de la posibilidad realista de la unidad que Cristo exige de nosotros o de la participación común en la mesa del único Señor, que anhelamos con tanto ardor".

Quedan abiertas las posibilidades de uniones con grupos anglicanos, como la TAC, que "comparten el punto de vista de la Iglesia Católica" como también dijo el Cardenal en su discurso.

Podríamos incluso decir que, en estos tiempos, el ecumenismo ingresa en una nueva etapa... Y tiene mucho que ver con los discursos que el Santo Padre pronunció en sus dos últimos encuentros con representantes de otras iglesias y comunidades eclesiales (en Nueva York y en Sidney. Y tiene mucho que ver con las palabras que pronunció a los pocos días de ser elegido Sucesor de Pedro en referencia al ecumenismo: "... no bastan las manifestaciones de buenos sentimientos, hacen falta gestos concretos...".

Anónimo ha dicho

Nunca he estado convencido de la necesidad de unión con la Iglesia de Inglaterra. Mis motivos son doctrinales:
¿Que ha pasado con la doctrina del cuerpo real en la eucaristía en esa iglesia? Hasta donde yo me acuerde no creen en ella, por lo menos la "low church"
¿Que piensan de los sacramentos que imparte la Iglesia Católica? Hasta donde yo me acuerde, no creen en la confesión, ahora ridículamente denominada "reconciliación".
Además, hay un largo etc.
Este ecumenismo por secretaría, creo que es inutil (con las debidas excepciones como algunos patriarcados ortodoxos, y la TAC, que entiendo que solamente les falta reconocer al Papa como vicario de Cristo).
Pero no es creíble que, por ejemplo, un feligrés o pastor anglicano de low church, por el sólo hecho que su conferencia episcopal (a la que solo le reconocen autoridad administrativa)se levante un buen día papista, lo haga igualmente el feligrés o el pastor.
Y, además una unión así (por seecretaría, no por el corazón y la mente) en mi opinión provocaría un daño grande y adicional a los que ya tiene a la Iglesia Católica.
Gustavo