martes, 1 de julio de 2008

Ser cristiano era ir a Misa

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«Canibalismo» y «sacrificios humanos» eran acusaciones que se rumoreaban a menudo contra las primeras generaciones cristianas. Los primeros apologistas cristianos las recogieron con el fin de rechazarlas como chismes. Pero a través de las lentes distorsionadas de las habladurías paganas, podemos ver cuál era el elemento más identificable de la vida y del culto cristianos.

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Era la Eucaristía: la renovación del sacrificio de Jesucristo, la comida sacramental en la que los cristianos consumían el Cuerpo y la Sangre de Jesús. La distorsión de estos hechos de fe era la que guiaba las calumnias paganas contra la Iglesia, aunque es fácil de ver por qué los paganos malinterpretaban esos hechos. En la primitiva Iglesia se permitía asistir a los sacramentos únicamente a los bautizados, y a los cristianos se les disuadía hasta de hablar de estos misterios centrales con los no cristianos. Por eso, la imaginación pagana se disparó, alimentada por pequeñas briznas de realidad: «esto es mi Cuerpo...  éste es el cáliz de mi Sangre... Si no coméis la Carne del Hijo del hombre y no bebéis su Sangre...» Los paganos sabían que ser cristiano era participar en unos ritos extraños y secretos.

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Ser cristiano era ir a Misa. Esto era verdad desde el primer día de la Nueva Alianza. Apenas unas horas después de que Jesús resucitara de entre los muertos, se encaminó a compartir la mesa con dos discípulos. «Tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Y sus ojos se abrieron [...] lo reconocieron al partir el pan» (Lc 24, 30-31.35). La centralidad de la Eucaristía es evidente también en la descripción sumaria de la vida de la primitiva Iglesia que hacen los Hechos de los Apóstoles: «perseveraban en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Hech 2, 42). San Pablo subraya la importancia de la doctrina de la presencia real y ve terribles consecuencias en no creer: «todo el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio juicio» (I Cor 11, 29). […]

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En la Misa, los primeros cristianos encontrarían fuerza en medio de la persecución. La ayuda y la salvación de la Iglesia llegarían del único y perpetuo sacrificio de Jesucristo. La Misa es donde los cristianos unían sus fuerzas con los ángeles y los santos para dar culto a Dios, como nos muestra el libro del Apocalipsis. Es en la Misa donde la Iglesia ha recibido el «maná escondido» como sustento en tiempos de tribulación (cf. Apoc 2, 17). Es en la Misa donde las oraciones de los santos que están en la tierra se elevan como incienso para unirse a las oraciones de los ángeles en el cielo: y son estas oraciones las que alteraron el rumbo de las batallas y el curso de la historia. Ése es el plan de la batalla del Apocalipsis. Así es como los cristianos prevalecieron sobre enemigos aparentemente imbatibles, en Jerusalén y en Roma.

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Después de la caída de Jerusalén, se levantarían otros adversarios para perseguir a la Iglesia de Dios. En cada época, la Iglesia hace frente a poderosos perseguidores, que cuentan con ejércitos y armamento cada vez más poderosos. Pero todas las armas, legiones y estrategias fallarán. Grandes generales, finalmente, sufrirán heridas mortales. Cuando el Cordero entra en la liza, «los reyes de la tierra, los magnates y los generales, los ricos y los poderosos, todos los hombres, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y en las rocas de los montes. Y decían a los montes y a las rocas: "precipitaos sobre nosotros y ocultadnos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá mantenerse en pie?"» (Apoc 6, 1517).

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La Iglesia es el ejército del Cordero, las fuerzas de Sión preservadas de la destrucción de Jerusalén. El ejército del Cordero saca fuerzas del banquete del cielo.

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(Tomado de “La Cena del Cordero”, de Scott Hahn)

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3 Comentarios:

Anónimo ha dicho

Ser cristiano era ir a misa.
¿Porqué dice el artículo era en lugar de es?
Se tratará de la insuficiencia en materia de gracias y de sacralidad de la misa nueva, que muchas al asistir a ella se tiene la sensación de estar perdiendo el tiempo?
Gustavo

Antonio ha dicho

«¿Cómo podremos vivir sin él?».
«Sine dominico non possumus».

http://www.mscperu.org/biblioteca/0eucaristia/sinDomingoBenxvi.htm

Estimado Gustavo, ser cristianos ha sido, es y será siempre el participar en el Sacrificio de Cristo.
La Presencia de Cristo es la que hace "sagrada" a la Asamblea, y es por eso que debe evitarse cualquier abuso en las celebraciones.
El Único Autor de las Gracias es el Señor, Quien Se hace Presente en todas las Misas.

Anónimo ha dicho

Creo que esta claro en el nuevo Testamento, habia conciencia a lo que iban, antes de ser bautizados eran catecumenos, es decir se preparaban para entrar a la Iglesia y antes de ser bautizados no podian estar en la divina liturgia, de ahi el interes de ser parte de la Iglesia y poder recibir a Cristo Eucaristia.