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San Buenaventura en el Concilio de Lyon - Francisco de Zurbarán
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[Una de las fuentes] de donde trae su origen el Don de Piedad es nuestra Madre la Iglesia, santificada por el Espíritu del Señor, cuyos celestiales carismas posee con abundancia. En efecto; la Santa Madre Iglesia derrama la piedad sobre todos. Sabido es que el Espíritu Santo, por la Gracia, nos hace a todos hijos de un mismo Padre y de una misma Madre, y miembros además de un mismo Cuerpo. Así se explica por qué el Apóstol habla en estos términos: Manifestóse a todos los hombres la Gracia de Dios nuestro salvador, convidándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, para que de este modo vivamos sobria, justa y piadosamente.
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Ved, pues, carísimos hijos míos, si vuestra piedad es de verdaderos hermanos, de hijos de un mismo Padre y de una misma Madre. Y bien, me preguntaréis: ¿Quién es nuestro Padre? ¡Ah!, no otro sino el mismo Dios. Y, ¿quién es nuestra Madre? Es la Iglesia que nos ha engendrado en su seno por virtud del Espíritu Santo y nos dará a luz cuando seamos presentados en el Reino de la eterna claridad. ¿No comprendéis ahora que al modo que un miembro del cuerpo se compadece de los demás, así también nosotros debemos compadecernos mutuamente los unos de los otros?
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Repitámoslo otra vez: todos somos miembros de un mismo Cuerpo; nos alimentamos con un mismo Manjar; procedemos de un mismo seno; aspiramos a una misma herencia, y esa herencia, lejos de disminuirse, tanto más se engrandecerá cuantos más seamos a poseerla. Somos todos un mismo Cuerpo, y por tanto nos debemos compadecer mutuamente. Acerquémonos a nuestro Padre, y Él nos recibirá lo mismo que nuestra Madre; y si la Santa Madre Iglesia interviene, serán admitidos hasta los más descarriados pecadores; por lo cual debemos los unos tener piedad de los otros.
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San Buenaventura, “Los Dones del Espíritu Santo”, sobre el Don de Piedad.
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