miércoles, 1 de octubre de 2008

Mi hermano, el Papa (II)

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bressanone60

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Ofrecemos la segunda y última parte de la entrevista que el periodista italiano Andrea Tornielli ha realizado a Monseñor Georg Ratzinger. En ella, el hermano mayor del Papa habla, entre otros temas, del Concilio Vaticano II, de la Sagrada Liturgia y de la elección de Joseph Ratzinger como Sumo Pontífice.

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Su hermano, en tiempos del Concilio, era definido un “teenager teológico”, un teólogo de área progresista, y era el perito de confianza del cardenal Frings. ¿Qué recuerdos tiene de estos eventos?


No sé quien ha acuñado la expresión “teenager de la teología” refiriéndose a mi hermano. En aquel período yo no estaba en Roma: fui sólo una vez junto a Joseph y algunos profesores alemanes que desarrollaban el rol de expertos en el ámbito del concilio. Era claro que había necesidad de apertura, de un desarrollo teológico. Mi hermano ha contribuido a la realización de todo esto con toda su intensidad espiritual y creo que parte del mérito de la introducción de algunas nuevas ideas, que eran parte integral de nuestras convicciones y de nuestra fe católica, se debe a él.

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En la época del post-concilio, el profesor Ratzinger se encuentra viviendo en Tubinga, en una facultad teológica transformada en “centro ideológico” del marxismo. ¿Su hermano ha cambiado en aquellos años?


No, él no ha cambiado. Los jóvenes en Alemania vivían un estado de perturbación. El impulso al cambio que había tenido lugar con el Concilio se manifestaba con más fuerza entre los laicos. Los jóvenes alemanes y de los otros países vivían en un clima inestable, sin control. La idea dominante era que todo se debía cambiar, que se debían introducir novedades: mi hermano aprobó aquellas que eran buenas pero rechazó las que eran inconciliables con la fe. La idea de que el Concilio debía traer sólo novedades no era correcta ya que la finalidad era presentar, en un modo adecuado a los tiempos, la fe católica de siempre.

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Su hermano, entonces, dejó Tubinga y vino a enseñar aquí en Ratisbona. Así los tres hermanos se encontraron unidos de nuevo.


Recuerdo aún aquella tarde cuando Joseph y mi hermana María llegaron a Ratisbona, al hotel Kameliten. Después de la prueba con mi coro Domspatzen, los encontré en el hotel: estábamos contentos de estar juntos, de habernos encontrado de nuevo. El domingo siguiente volví a encontrarlos: vivían en el hotel hasta que estuviera lista la nueva casa. Para nosotros fue un hermoso período. Los estudiantes recibieron bien a mi hermano, lo consideraban un profesor del cual podían aprender mucho.

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¿En quien se inspiraba su hermano cuando era profesor?


En sus estudios se inspiraba en algunos teólogos franceses, tenía como modelos sobre todo a Henri de Lubac y al teólogo suizo Hans Urs von Balthasar. En el centro de su trabajo estaban la Sagrada Escritura y los escritos de los padres de la Iglesia. Durante sus estudios universitarios había buscado redescubrir este patrimonio, sacarlo del olvido y reavivarlo.

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¿Qué significado tiene la liturgia para los hermanos Ratzinger?


La liturgia, la Misa, representa el centro de nuestra fe y de nuestra acción, es el encuentro personal con Dios. Esto naturalmente está en el primer lugar. No podríamos imaginar un día sin la Misa, sin la liturgia, sería pobre, privado de lo esencial…

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¿Por qué Benedicto XVI ha querido liberalizar la antigua liturgia preconciliar con el motu proprio “Summorum Pontificum”?


En la época de la reforma litúrgica, el cambio ocurrió velozmente y no fue fácil de aceptar para todos. De un día para el otro la antigua liturgia fue sustituida con la nueva, con la cual ahora estamos encariñados y con la que celebramos la Misa con una participación interior llena de alegría. Hubo, sin embargo, algunos en la Iglesia que no aceptaron completamente este “salto” ya que la pérdida de la antigua liturgia los había privado de algo y había turbado su fe. Para no dejar solas a estas personas, para reintegrarlas plenamente en la comunidad eclesial, mi hermano ha decidido liberar la antigua liturgia preconciliar.

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¿Se esperaba la elección de Joseph en el cónclave de abril de 2005? ¿Cómo reaccionó ante la noticia?


Debo admitir que no me lo esperaba, y quedé un poco desilusionado…

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¿Desilusionado? ¿Con su hermano convertido en Papa?


Se lo explico enseguida. Teniendo en cuenta sus pesados compromisos, comprendí que nuestra relación se habría de redimensionar considerablemente. En todo caso, detrás de la decisión humana de los cardenales, está la voluntad de Dios y a ella debemos decir sí.

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¿Las relaciones con su hermano han cambiado?


Antes mi hermano transcurría algunas semanas en Alemania, en su casa de Pentling, a pocos kilómetros de aquí. Cosa que ahora ya no puede hacer más. Ha estado por un par de horas en septiembre de 2006 cuando visitó Baviera. A menudo, los domingos voy a la casa en Pentling y doy una vuelta por el lugar, luego llamo a Joseph y le cuento aquello que aún puedo ver con mis débiles ojos, le hablo sobre la casa y le digo que allí está todo muy hermoso. Es un pedazo de patria al que él ahora ha debido renunciar.

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¿Puedo preguntarle qué fue lo primero que el nuevo Papa le dijo cuando hablaron después de la elección?


Me perdonará que no sepa decirlo con exactitud, tengo recuerdos confusos. En aquellos días el teléfono y el timbre de casa sonaban continuamente. Era terrible. No respondía más a las llamadas telefónicas. Cuando llamó el nuevo Papa, respondió la señora Heindl, mi empleada doméstica. Era mi hermano que quería hablar conmigo pero ha sido la señora Heindl la primera en felicitarlo por la elección.

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¿Nos puede contar cómo han transcurrido juntos, este año, las vacaciones de verano en Bressanone? Dicen que paseaban juntos y que frecuentemente los veían sonreír…


Hemos pasado muchos períodos de vacaciones en Bressanone y hemos vivido en el seminario donde estuvimos también este año. Las otras veces, sin embargo, podíamos salir, dar vueltas tranquilos por la ciudad y visitar las iglesias. Ahora que mi hermano es el Papa, todo esto no es más posible. Así que tuvimos que estar dentro y hacer los paseos en el jardín del seminario. De todos modos, estos paseos han sido bellos, aunque yo tengo problemas para caminar. Tengo grandes problemas tanto con la vista como con las piernas…

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¿Se ha acostumbrado su hermano a ser el Papa?


Sí, se ha acostumbrado velozmente a sus nuevas condiciones. Debe simplemente decir sí al nuevo orden de cosas. Lo vive como la voluntad de Dios y se esfuerza con todas sus capacidades.

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¿Tenían alguna predilección en la familia por el nombre Benedicto?


Por este nombre no. Años atrás, sin embargo, mi hermano me dijo: “Benedicto sería un bello nombre para un nuevo Papa”. Él ahora no recuerda haberlo dicho pero yo lo tengo bien presente.

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Las palabras que el Papa repite con más frecuencia son “alegría”, “amor” y “belleza”. Contrastan con la imagen del “panzerkardinal” con la que ha sido descripto por años…


Sí, pienso que esta imagen lo describe mal y no corresponde a la realidad. Nunca ha sido un hombre brusco, con intención de ofender a los otros. Ha tenido siempre mucho respeto por las opiniones de los otros. A menudo, los medios crean imágenes equivocadas de las personas.

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¿Qué Papa, según usted, su hermano ha amado más?


Su inmediato predecesor, Juan Pablo II, con el cual ha trabajado en estrecha colaboración. Él ha sido de gran ayuda y gracias a su conocimiento teológico lo ha podido aconsejar muy bien. Entre los dos había un sólido acuerdo, una orientación común. Su visión de la fe ha hecho que se llamaran a las cosas con su nombre.

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¿Su hermano nunca le hablado del Papa Luciani?


Una vez, el futuro Juan Pablo I había hecho una visita a mi hermano que era entonces arzobispo y se encontraba de vacaciones en Bressanone. Luciani era un hombre pleno de corazón, muy bueno, y mi hermano amaba su humanidad.

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¿Puedo preguntarle cómo se siente ser el hermano del Papa?


Es una situación que tiene repercusiones, consecuencias… Cuando voy por la ciudad, encuentro siempre a las personas que me dirigen la palabra en un modo amable. Sobre todo, los turistas italianos. Me dicen “hermano del Papa” y mi saludan gentilmente. En todo esto, sin embargo, no hay nada mío…

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¿Lo habría imaginado alguna vez?


No, no me lo esperaba, no lo podíamos imaginar. Era definitivamente insólito que un alemán se convirtiera en Papa. Desde hace siglos no había Papas alemanes. No habíamos pensado nunca recibir este honor, estaba completamente fuera de nuestras expectativas.

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Texto original: Il giornale


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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