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Ofrecemos la traducción de una entrevista que Gianluca Biccini realizó, para L’Osservatore Romano, al Cardenal Francis Arinze acerca de los actuales proyectos que está cursando la Congregación para el Culto Divino, los cuales han sido explicados por su Prefecto a los padres sinodales el pasado sábado.
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El Ite, missa est acompañado de fórmulas significativas que expresan la dimensión misionera del saludo litúrgico final. El gesto del intercambio de la paz adelantado entre la oración de los fieles y el ofertorio. Luego, un compendio eucarístico para ayudar a los fieles a entender cada gesto de la celebración del Sacramento del altar. Y un elenco de los grandes temas de la fe, propuesto a los sacerdotes para las homilías dominicales durante el ciclo trienal.
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Tiempo de “trabajo en curso” en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. La definición es del cardenal prefecto Francis Arinze, que ha ilustrado a la asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios que se está realizando en el Vaticano, acerca de los cuatro proyectos a los cuales el dicasterio ha dedicado gran parte de su actividad en estos últimos dos años. Pequeñas intervenciones para responder a algunas observaciones surgidas de los trabajos de la precedente asamblea sinodal del 2005 sobre la Eucaristía y luego reconocidas por la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis. Benedicto XVI ha dado indicaciones precisas sobre cada una de las cuestiones, ofreciendo en un caso – el del Ite, missa est – las alternativas concretas. En esta entrevista a nuestro periódico, el cardenal nigeriano explica en detalle las iniciativas presentadas el sábado pasado a los padres sinodales, ilustrando las motivaciones, la modalidad y los tiempos de realización.
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Ite, missa est, “La Misa ha terminado, podéis ir en paz”. Esta expresión que ya se ha hecho familiar ¿está destinada a desaparecer?
No, es integrada con otras tres posibilidades. El número 51 de la Sacramentum Caritatis ha reiterado que el saludo al final de la celebración eucarística, con el cual el diácono o el sacerdote despiden al pueblo, permite percibir la relación entre la Misa celebrada y la misión cristiana en el mundo. “En la antigüedad – recuerda Benedicto XVI - «missa» significaba simplemente «terminada». Sin embargo, en el uso cristiano ha adquirido un sentido cada vez más profundo. La expresión «missa» se transforma, en realidad, en «misión»”. El saludo expresa, entonces, la naturaleza misionera de la Iglesia y, en consecuencia, es oportuno ayudar al pueblo de Dios a profundizar tal dimensión constitutiva de la vida eclesial, apoyándose en la Liturgia. En esta perspectiva, el Papa ha considerado útil “disponer de textos debidamente aprobados para la oración sobre el pueblo y la bendición final que expresen dicha relación”
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Entonces, ¿la antigua fórmula no es suficientemente explícita en este sentido?
Me parece que para muchos católicos la expresión significa simplemente: “Ahora la Misa ha terminado, podéis ir a descansar”. Muchos padres sinodales habían manifestado el deseo de fórmulas alternativas para expresar la dimensión misionera del saludo final. Por ejemplo: “La celebración eucarística ha terminado. Id a vivir ahora lo que hemos escuchado, recibido, cantado, orado y meditado”. Interpelada por el Pontífice, nuestra Congregación comenzó un estudio, que fue seguido de una amplia consulta de la cual surgieron 72 fórmulas alternativas. Antes de presentarlo a Benedicto XVI, hemos reducido el número a nueve y él ha elegido tres: Ite ad Evangelium Domini annuntiandum; Ite in pace, glorificando vita vestra Dominum; Ite in pace.
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¿Estas tres posibilidades ya son operativas?
Sí, las fórmulas han sido añadidas en el Missale Romanum, tercera Editio Tipica Enmendata, publicado por la Librería Editrice Vaticana la semana pasada. En la página 605, se puede ver que el Ite, missa est no ha sido abolido sino sólo acompañado por otras alternativas. Quisiera agregar que los misales aprobados en el pasado por diversas naciones, con otras alternativas, acogen sustancialmente estas posibilidades.
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¿Y con respecto a la posibilidad de modificar la ubicación del “intercambio de la paz” en el ámbito de la celebración litúrgica?
En primer lugar, decimos que por ahora se trata de una hipótesis. En el número 49 de la exhortación apostólica, el Papa explica que “la Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el rito de la paz”. Un “signo de gran valor” que “en nuestro tiempo, tan lleno de conflictos”, adquiere un particular relieve también desde el punto de vista de la sensibilidad común, en cuanto que “la Iglesia siente cada vez más como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana”. Para el Papa Ratzinger, “la paz es un anhelo indeleble en el corazón de cada uno”, de manera que “la Iglesia se hace portavoz de la petición de paz y reconciliación que surge del alma de toda persona de buena voluntad”. Partiendo de tales premisas, se comprende la intensidad con la que se vive el rito de la paz en el contexto de la celebración litúrgica.
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¿Por qué, entonces, la hipótesis de cambiar su ubicación?
Ya durante el Sínodo del 2005 había sido considerada la posibilidad de moderar este gesto que – afirma la Sacramentum Caritatis – “puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión”. De aquí, la sugerencia de “limitar el intercambio de la paz a los más cercanos”, para evitar la perpetuación de una situación que se ha convertido, en muchas iglesias, en un momento bullicioso, casi un jamboree que tiene lugar precisamente antes de la Comunión. Se ha pensado, además, en un posible cambio del gesto a otro momento de la celebración. El Papa ha pedido propuestas a nuestra Congregación. Y nosotros hemos organizado una amplia consulta cuyos resultados han sido remitidos al Pontífice. Él mismo, después de haber estudiado la síntesis, nos ha encargado escribir a las Conferencias episcopales locales para pedirles elegir entre dos posibilidades para colocar el signo de la paz: dejarlo donde está, inmediatamente antes del Agnus Dei, o bien adelantarlo entre la oración de los fieles y el ofertorio.
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¿Y cuál ha sido el resultado de esta segunda consulta?
Aún no hemos recibido todas las respuestas. Esperamos tenerlas para fin de octubre. Luego, a fin del siguiente mes, nuestra Congregación hará el comentario de las indicaciones recibidas y lo llevará ante el Papa para la decisión definitiva.
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En el actual sínodo está surgiendo la idea de un “compendio de la Palabra”, en la línea de los compendios del Catecismo de la Iglesia Católica y de la Doctrina social de la Iglesia. ¿También en el precedente sínodo surgió un pedido de este tipo en referencia a la Eucaristía?
El número 93 de la Sacramentum Caritatis habla de la “utilidad de un Compendio eucarístico” y Benedicto XVI ha querido acoger la petición hecha por los padres sinodales para ayudar al pueblo cristiano a creer, celebrar y vivir cada vez mejor el misterio eucarístico. Nuestra Congregación ha sido, por lo tanto, llamada a realizar esto, junto a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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¿Qué se ha hecho en concreto?
En el compendio están trabajando muchos teólogos, consultores y miembros de las dos Congregaciones. Los trabajos confluirán en un libro que estará subdividido en varias partes: una síntesis de la doctrina sobre la Eucaristía; los himnos para la bendición eucarística; las horas de adoración y las procesiones eucarísticas; el oficio divino para Corpus et Sanguis Christi; las oraciones para antes y después de la Misa; las oraciones de los santos a Jesús Eucarístico; las oraciones para el sacerdote que se prepara para la Misa; fragmentos del magisterio papal, del Código de Derecho canónico, de la Imitación de Cristo. Cabe señalar que el compendio será propuesto, no impuesto. Y puedo decir también que no está lejos su publicación.
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Vayamos a la cuestión de las homilías temáticas. ¿No se corre el riesgo de homologar la predicación dominical, de dejar poco espacio a la reflexión individual y a la profundización por parte del sacerdote?
Todo lo contrario. El Papa, en el número 46 de la Sacramentum Caritatis subraya la necesidad de mejorar la calidad de la homilía, que forma parte de la acción litúrgica y tiene la finalidad de favorecer una mejor comprensión y eficacia de la Palabra de Dios en la vida de los fieles. Por eso, los ministros ordenados deben prepararla con esmero basándose en un conocimiento adecuado de la Escritura. Por esta razón, el Pontífice invita a evitar “homilías genéricas o abstractas” y pide a los interesados que se esfuercen para que las homilías pongan la Palabra de Dios proclamada en estrecha relación con la celebración sacramental y con la vida de la comunidad. De ahí, el pedido de tener presente “la finalidad catequética y exhortativa de la homilía” y la referencia a la oportunidad de proponer a los fieles homilías temáticas que, partiendo del leccionario trienal, a lo largo del año litúrgico, traten los grandes temas de la fe cristiana. Estos temas, a su vez, deben hacer referencia a lo propuesto por el magisterio en los cuatro “pilares” del Catecismo de la Iglesia Católica y su compendio: la profesión de la fe, la celebración del misterio cristiano, la vida en Cristo y la oración cristiana.
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¿Qué significa en la práctica?
El Sínodo del 2005 ha propuesto la compilación de temas para la homilía dominical de modo tal que, en un ciclo de tres años, ningún gran argumento de nuestra fe sea omitido. El hecho es que no todos los sacerdotes tienen un programa comprensivo para las homilías. Y luego, están los temas difíciles o delicados o que simplemente no gustan, los cuales no son nunca tocados por algunos predicadores. Por eso, el Papa nos ha pedido a nosotros y a las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y para el Clero, que preparemos un elenco. No se tratará de homilías-modelo sino de indicaciones generales en las cuales, de cada tema, se ofrecerán elementos para poderlo desarrollar.
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¿En qué punto se encuentra el trabajo?
Estamos casi a la mitad. Y quisiera reiterar que, también en este caso, se tratará de una propuesta, no de una imposición para los predicadores. Se intentará, en todo caso, respetar la naturaleza de la homilía y de los textos litúrgicos.
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Fuente: L’Osservatore Romano
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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