jueves, 30 de octubre de 2008

Ya que estamos en tiempos de reformas…

A propósito de la Proposición 17 del Sínodo

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Papa_Benedicto_XVI

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Los padres sinodales en la proposición 17 sugieren al Santo Padre que “el ministerio del lectorado se abra también a las mujeres de modo que, en la comunidad cristiana, sea reconocido su rol de anunciadoras de la Palabra”.

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Sin querer entrar en la cuestión –ya abordada por algunos- de la legitimidad de las motivaciones que subyacen en esta proposición, se nos ocurrió a los redactores de esta Buhardilla presentar una propuesta a la Santa Sede.

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Obviamente, sabemos que las posibilidades de que nuestra ocurrencia sea viable son casi nulas. Pero como soñar no cuesta nada, pues soñemos.

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De por sí, dar cabida a la proposición 17 lleva necesariamente a dejar sin vigencia –o al menos modificar- las disposiciones de la Carta Apostólica de Pablo VI Ministeria Quaedam (1972), que establece que:


Ya no se conferirá la Primera Tonsura. La incorporación al estado clerical queda vinculada al Diaconado. Las que hasta ahora se conocían con el nombre de “Órdenes menores” se llamarán en adelante “Ministerios”. Los ministerios pueden ser confiados a seglares, de modo que no se consideren como algo reservado a los candidatos al sacramento del Orden. Los ministerios que deben ser mantenidos en toda la Iglesia Latina, adaptándolos a las necesidades actuales, son dos, a saber: el de Lector y el de Acólito. Las funciones desempeñadas hasta ahora por el Subdiácono quedan confiadas al Lector y al Acólito; deja de existir por tanto, en la Iglesia Latina el Orden mayor del Subdiaconado. La institución de Lector y de Acólito, según la venerable tradición de la Iglesia, se reserva a los varones.

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Ahora bien, derogar esta normativa solamente para cambiar la cláusula que reza “se reserva a los varones”, sin aprovechar la ocasión para mejorarla globalmente sería desperdiciar una preciosa oportunidad. La de revisar la norma y corregir aquello que la experiencia indica que no sirvió. Y ¿qué cosa no sirvió? A nuestro entender, casi todo. Pero seamos positivos y constructivos. A nada contribuyen ahora los lamentos.

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Vayamos por parte. En primer lugar, tenemos que recuperar para el patrimonio de la Iglesia ese ministerio que no supimos valorar y consideramos un absurdo el que continuara: el de los ostiarios. Resulta que ahora en las parroquias lo valoramos y los sacerdotes organizan el “ministerio de la acogida”o “de la bienvenida”. Aquellos que esperan en la puerta de los templos a los feligreses para recibirlos amablemente, repartirles las hojas de las canciones u otros materiales, ayudarlos si tienen alguna dificultad y darles la bienvenida si son nuevos en la comunidad o están de visita. ¿Acaso no hacían eso los ostiarios? Incluso en algunas comunidades muy renovadoras les llaman así: ostiarios. Este ministerio recuerda a aquellos valientes cristianos que vigilaban las entradas en las catacumbas y conocían los pasadizos por los que debían guiar a los fieles. Eran también aquellos de quienes habla el Papa Cornelio en su Carta (siglo III) refiriéndose a su oficio lirtúgico. Sabemos también que algunos de ellos fueron mártires. Los ostiarios eran aquellos que al ser instituidos en su función escuchaban estas palabras: “Procurad que así como abrís y cerráis la iglesia visible con las llaves materiales, así también cerréis al diablo y abráis al Señor la casa invisible de Dios, esto es, el corazón de los fieles, con vuestras palabras y ejemplos, para que conserven en su corazón y cumplan con sus obras la divina palabra que oyeron, lo que el Señor realice en vosotros por su misericordia” (Liber Pontificalis).

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Continuando con la recuperación de nuestros tesoros, hay necesidad urgente de rescatar el exorcistado. Ese ministerio del cual hablaba San Ambrosio: “En el nombre de Jesús, sus verdaderos discípulos... arrojan realmente los demonios y sin error; y frecuentemente sucede que aquellos que quedaron libres de los espíritus malos, se convierten a la fe y se hacen miembros de la Iglesia.” En la carta pseudo-clementina De virginitate del siglo III puede leerse: “También esto se confía a los hermanos en Cristo: ...visitar a aquellos que son atormentados por espíritus malignos y pronunciar sobre ellos convenientes conjuros en forma de preces que sean gratas a Dios; mientras los otros (los hechiceros paganos) son buenos solamente para recitar horrendas palabras, que infunden terror a las gentes.”


Cuánto bien haría a la Iglesia la recuperación de este ministerio del exorcistado en el proceso formativo de los futuros sacerdotes. Como sabemos, hemos llegado a tal grado de ignorancia y descuido que nuestros sacerdotes no tienen ya la capacidad de discernir los espíritus y, en el peor de los casos, consideran que el demonio es una figura literaria que aparece en la Biblia y que se ha trasladado luego al imaginario colectivo. A tal punto hemos llegado, que muchos obispos omiten en sus diócesis la provisión de sacerdotes que lleven a cabo exorcismos. Ahora bien, que los seminaristas pasen por todas las etapas de su formación sacerdotal sin haber visto nunca el Ritual de Exorcismos y sin haber asistido a una sola lección sobre el tema es, por lo menos, grotesco.


La recuperación del exorcistado como un ministerio “ad ordinem sacrum”, es decir, reservado a aquellos que van a ser sacerdotes, sería una verdadera solución.

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En cuanto al ministerio del lectorado, que hemos conservado, es real que en la práctica generalizada actual lo ejercen tanto varones como mujeres. También es cierto que la mayoría de los varones que leen las Lecturas en los oficios litúrgicos no han sido instituidos en este ministerio. La proposición 17 del Sínodo, sugiere cambiar algo que Pablo VI consideraba como propio de “la venerable tradición de la Iglesia”, basándose en lo que sucede a diario en casi todas las parroquias del mundo: las mujeres leen la Palabra de Dios en los oficios litúrgicos. Entendiendo la Tradición como algo vivo y dinámico, y siendo que lo sugerido no vulnera absolutamente aquello que se debe conservar siempre, en todo lugar y por todos los fieles, es decir, aquello que pertenece al depósito de la fe, la proposición del Sínodo es atendible. La conveniencia de lo que se pide es discutible.

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En cambio, creemos que sería desde todo punto de vista inconveniente y, por lo tanto, inaceptable, la institución de mujeres en el ministerio del Acolitado. Este ministerio está abocado directamente al servicio del Altar. Consideramos que tendría que ser reservado, en cuanto ministerio instituido, a aquellos que se forman para recibir el sacramento del Orden Sagrado. Es decir, debiera ser un ministerio “ad ordinem sacrum” y no un ministerio laical. Y siendo un ministerio “ad ordinem sacrum” habría que cuidar que donde no haya acólitos instituidos, quienes sirvan al Altar sean siempre varones. Incluso si son niños. Entre otras razones –aunque remota, por cierto- se encuentra aquella que surge de la experiencia: muchísimos niños han descubierto el llamado de Dios al sacerdocio en su etapa de monaguillos. Y tal vez sea a causa de una cuestión de orden psicológico, pero visto está que los niños monaguillos tienden a desaparecer donde aparecen las monaguillas. Los grupos de monaguillos han sido siempre, y aún lo son, verdaderos semilleros de vocaciones sacerdotales.

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Nos queda, finalmente, referirnos al subdiaconado, cuyo oficio propio quedó repartido por Ministeria Quaedam entre las funciones del lector y del acólito. Sería glorioso poder recuperar este ministerio, para enriquecimiento de nuestra liturgia. Lo creemos factible por tres razones. La primera: ahora es posible la celebración de la Santa Misa en la Forma Extraordinaria del Rito Romano. En la celebración solemne de la Misa Gregoriana el subdiácono tiene un oficio particular, el cual, de tener que ser ejercido por un acólito, restaría riqueza y solemnidad a la liturgia. La segunda razón: es indiscutible la importancia que tiene para los que se están formando, el ir creciendo en piedad, en responsabilidades y en el compromiso personal. Para el que va a ser sacerdote, esos tres aspectos deben manifestarse en el ámbito de lo litúrgico, porque el culto es la razón de ser del sacerdocio. El escalonamiento acolitado-exorcistado-subdiaconado –proponemos este orden- se convierte así en un proceso ideal para la formación litúrgica, teológica y espiritual de los futuros clérigos. La tercera y última razón: el orden del subdiaconado aún existe en aquellos institutos dedicados exclusivamente a la Forma Extraordinaria. El hecho de que los subdiáconos, desde que existe este ministerio en la Iglesia, nunca se hayan extinguido, es una razón, al menos de orden espiritual, para revalorizarlo y reinstalarlo definitivamente como uno de esos tesoros que no han de perderse. La cuestión del estado canónico de los subdiáconos no debiera constituir, en principio, un obstáculo para la recuperación de este ministerio.

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En síntesis, creemos que la Santa Sede podría aprovechar la proposición 17 para continuar con la reforma de la reforma, en el marco de la hermenéutica de la continuidad. Ministeria Quaedam fue un paso por el cual se volvió a incorporar laicos en algunos ministerios litúrgicos que, con el correr de los siglos, habían quedado reservados sólo a los seminaristas. Ahora es tiempo de perfeccionar aquel paso dado, recuperando el ostiariado, el exorcistado y el subdiaconado, y reubicando cada ministerio en su lugar. Los ministerios laicales –ostiariado y lectorado- por un lado, y los ministerios “ad ordinem sacrum” –acolitado, exorcistado y subdiaconado- por el otro.

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La naturaleza del ostiariado y del lectorado como ministerios laicales no exigiría, de suyo, que sean conferidos en una secuencia jerárquica. Unos podrían ser lectores y otros ostiarios, independientemente, tanto mujeres como varones. Para la institución en los tres ministerios “ad ordinem sacrum” no sería necesario que el sujeto hubiera recibido previamente los laicales.

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¿Será pedir demasiado?


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9 Comentarios:

Mendrugo ha dicho

Salvando por supuesto la buena intención de los sinodales, me parece negativo que haya pasado esa propuesta. Porque aunque no prosperará, contribuye a la confusión entre clérigos y laicos. Y a una indeseable clericalización de los laicos. E incluso puede dar pie a malentendidos sobre quién sea sujeto capaz del sacramento del Orden pese a que la enseñanza de la Iglesia es clarísima.

Este asunto requiere varias cuidadosas distinciones. Por ejemplo, para entender lo que significa que “deja de existir” un determinado orden sagrado. Significa que se va a dejar de conferir el sacramento del Orden limitándolo a ese orden o grado, y por tanto irá dejando de haber ordenados que lo hayan recibido sólo hasta ese grado. Pero no quiere decir que hayan desaparecido el carisma y potestad propias del grado suprimido. Siguen formando parte del sacramento del Orden, tal como lo instituyó Nuestro Señor. Y los poseen el obispo, el presbítero y el diácono.

También hay que distinguir bien entre ministerio y Orden sagrado en los casos en que el ministerio no requiere necesariamente el Orden. Por ejemplo, cualquier fiel puede bautizar a un niño de socorro, o distribuir la comunión si es necesario. Y puede dar bendiciones. Pero el sacramento del Orden confiere un especial carisma, potestad y gracia para ejercer esos ministerios. Por eso llevamos a los niños a bautizar al sacerdote ordenado. Y debe ser él quien dé la comunión, salvo caso de verdadera necesidad. Y cuando hay un sacerdote a la mesa, le pedimos a él que la bendiga. Lo mismo sucede con los "ministerios" de lector y acólito.

El carisma que confiere el Orden marca una diferencia entre clérigos y laicos que no es de grado sino esencial. Y en virtud de ese carisma, el ordenado ejerce los ministerios de que hablamos de forma más digna y agradable a Dios y goza de especial Gracia para apacentar a los fieles. Por tanto se le ha de preferir siempre como ministro, atendiendo tanto a la gloria de Dios como al bien de las almas.

Anónimo ha dicho

Yo coincido totalmente con el mensaje anterior, y lo que más me gusta de las liturgias pre-conciliares son la humildad en la liturgia de los laicos en relacion con los sacerdotes o monjes.

Pax et Bonum

Anónimo ha dicho

De lo que visto en la misa novus ordo es que de hecho las mujeres leen las lecturas previas al evangelio.
En consecuencia, sería letra muerta la actuala disposición.
Gustavo

Anónimo ha dicho

Si, es cierto Gustavo, onda que los pregresistas en la Iglesia tienen una visión pasada de moda de que es lo que esta pasando, es como que cuando protestan hablan como si estubieran viviendo en los años 70, lo mismo me pasa con mis profesores de izquierda en la escuela de arte, no estan en la realidad y las necesidades del nuevo siglo.

La verdad que creo que por los menos en latinoamérica cuantas fantacias tercer mundistas han idealizado las han hecho, si querian destruir la Iglesia institucional a nivel liturgico durante 42 años de algún modo pareciera lo hicieron, aunque nunca hay que perder la fe que en cuanto a que la Iglesia no es solo humana sino divina, y por eso se reunueva en Dios y sobrevive a todas las modas y las ideas de los hombres.

Como siempre, exelente artículo. Yo uso muy seguido para mi blogger su información porque me parecen muy serios en su trabajo, usan muy buenas fuentes y no se van a extremos.

Pax et Bonum

Cæremoniarius ha dicho

Estimado:
Efectivamente, recojo de muy buena gana, y con mucho agrado tal propuesta que serìa conveniente para hacer una buena separaciòn entre el papel de los Laicos y de los Clèrigos en la Liturgia, evitando la clericalizaciòn de los Laicos.

Ahora bien, según las disposiciones post-conciliares, ha habido siempre la inquietud de dar más participación a la mujer en el ámbito litúrgico, todo ello, apoyado por un ferviente crecimiento de las agrupaciones pro-incorporación de la mujer en todos los ambitos. En esto, si bien creo legitimo que la mujer busque nuevos espacios de participación en el mundo, no debe confundir su ROL de mujer en la sociedad, y las consecuencias que ello conlleva.

Sin distraerme, y volviendo al ámbito litúrgico, creo que sería muy util recuperar TODAS las ordenes sagradas "Menores" correspondientes, es decir: Ostiario, Lector, Acólito, Exorcista y Subdiácono (esta última, frecuentemente asociada a las Ordenes Mayores). Sin embargo, creo que es necesario, tal como ustedes explican, la necesidad de dar facultad de poseer este ministerio, por mandato SIMPLE, donde fuere el caso, a hombres y mujeres laicos, para desempeñar los ministerios de Ostiario y Lector. Sin duda, esto sería muy útil, en el sentido que serviría para normar la presentación personal, la formación y las aptitudes de quienes integrarían estos ministerios, evitando gran parte de los abusos que se conservan por la práctica desmesurada e incluso desvergonzada de algunos laicos (en especial en el tema de la Lecturas anteriores al evangelio).

Asi mismo, solo decir que es buena idea recuperar todos los Ministerios Ad Ordinem Sacrum, con objeto de formar integralmente al Sacerdote, en todos los àmbitos del quehacer litúrgico-eclesial.

Finalmente, creo que sería también muy util, recuperar el sentido de la participación de los laicos en la Misa, no como artífices, sino como humildes participantes del "Cuerpo místico" de Cristo en la Celebración de la Liturgia. Así mismo, sería muy importante también, el recordar constantemente a los clérigos, que son "Hombres de Dios", y por solo esa característica estan comprometidos a llevar una vida orientada a Dios, como ejemplo hacia los demás. Esto último, debido a las múltiples declaraciones de algunos sacerdotes, del tipo: "Somos personas como cualquier otra..." que si bien, no dejan de ser cierto (el ser personas), sin embargo recaen en el grave error de dejar de lado el aspecto sobrenatural del sagrado ministerio que les fue confiado por el sacramento del orden.

Saludos in Christo +
MARCVM

PD: Creo que es una propuesta interesante, y si bien, es necesario afinarla, puede ser presentada, con alguna esperanza de ser escuchada... Animo.

Rublev Mayer ha dicho

No sé si vale de algo, pero comparto "in totum" lo que dice "Ieronimus argentinensis" en este post. Todo me parece inteligente y juicioso para los tiempos litúrgicos que corren y que vana correr.

Rublev Maier

Rublev Mayer ha dicho

No sé si vale de algo, pero comparto "in totum" lo que dice "Ieronimus argentinensis" en este post. Todo me parece inteligente y juicioso para los tiempos litúrgicos que corren y que vana correr.

Rublev Maier

OBLATVS ha dicho

A consideração da Proposição 17 seria uma excelente oportunidade para uma reavaliação dos "ministérios". Sua proposta me agrada em muitos aspectos. Mas acho demasiado cedo para pretender uma solução que sirva às duas formas do Rito Romano; seria uma solução provisória para o Novus Ordo, que também serviria para algumas Missas segundo o Missal de 1962.
O Papa Bento não agirá apressadamente.
Pe. Clécio

ErmitañoUrbano ha dicho

Muy buena la propuesta. Dios y su Santa Madre los bendigan.